No es habitual, en el día a día que habitamos, encontrarte con personas que vivan de la pasión de dar a la sociedad a cambio de nada. Estamos rodeados de aquellos que sólo exigen sin aportar, de egoístas de la vida y del sistema que sólo critican sin construir, que sólo buscan satisfacción personal sin pensar en el de al lado. Y me pongo yo como primer ejemplo para que nadie se de por aludido. Una de las oportunidades que me brindan mis responsabilidades, es el privilegio de conocer muy de cerca, tocar, vivir e incluso sufrir, los verdaderos dramas a los que se enfrentan día a día miles de ciudadanos. Muchos de esos ciudadanos mal viven o sobreviven gracias a instituciones como organizaciones (Asociaciones ó Fundaciones) sin ánimo de lucro o la propia Iglesia , en las que su único fin es llegar allá dónde no llegan las administraciones, ayudando a las personas que más lo necesitan. Es triste que la crisis se esté llevando por delante, también, a entidades de este tipo. La f