Venía en el tren, hacia casa, y echando un vistazo a las caras de las personas que me rodeaban, pensaba que es fácil comprobar los que irradian felicidad o los que por el gesto que llevan, por su mirada, viajan ensimismados envueltos en sus problemas o tristezas. Curiosamente, si analizamos un poco más, si nos fijamos en las vestimentas de unos y de otros, incluso en su raza, podría llegar a la conclusión de que aquellos que presumiblemente menos tienen, aquellos que de seguro les ha costado 'un riñón' ganar el jornal del día, en caso de que lo hayan ganado, son los que, aparentemente, más felices se sienten. Y es que muchos, en nuestro día a día, no dejan de 'llorar por las esquinas'. ¿Quién no ha llorado en 'una esquina' alguna vez en su vida? Desde luego que quién no lo haya hecho no ha podido percibir esa experiencia vital que es sentirse defraudado con algo, alguien o, simplemente, consigo mismo. Pero es esa experiencia la que nos levan