Mientras contemplo, perplejo, el ambiente político español; mientras, asombrado, en esta época navideña, reflexiono sobre lo que puede ser el futuro de nuestra España; m ientras la huella del mazapán en mi cuerpo, me retiene pensativo en cómo iremos, caminando o corriendo, a partir del 1 de enero para despojarme de los excesos; mientras me vienen versos, de esos que prefiero recoger y guardar, a dejar pasar; mientras el sol nos alumbre cada día y la vida me esconda del resto; m ientras piensas que has saltado al invierno sin enterarte ni del solsticio; mientras va ocurriendo todo esto me doy cuenta de que las páginas de este año se van terminando y yo sigo aquí, dejando caer las manos en el teclado, corrompiendo palabras y construyendo recuerdos, esos recuerdos que algún día, sin son leídos, dirán lo que he sido, lo que fuimos y sentimos. Dice Ricardo Pligia que "lo esencial de un diario es que no se corrige, es lo más parecido a la noción surrealista de la escritura automát