18.12.2015 Yo votaré a Mariano Rajoy.

Y hemos llegado al viernes en días en los que aumentan los excesos y los compromisos. Sin kilómetros running y con más calorías de las debidas pero, sinceramente, con la mente en equilibrio y más o menos los objetivos cumplidos.

Ciertamente son días  en los que comienzo a abrir ya esa primera hoja del nuevo cuaderno, que comenzaré el primer día del año, y voy anotando alguno de los propósitos que formarán parte de esa larga lista que luego, al poco tiempo, seguro olvidaré. No queda mucho y lo mucho o poco que queda es para ir cerrando páginas.

Termina hoy, también, la campaña electoral para unas importantes votaciones que tendrán lugar el próximo domingo 20 de diciembre. Los españoles elegimos Presidente del Gobierno de España y, sin duda alguna, elegimos el futuro que queremos para nuestro país.



Todas las elecciones son importantes pero, si cabe, estas lo son más. El motivo fundamental de que lo sean, es que tras una extraordinaria e histórica crisis, vivida durante estos últimos años, al borde de la quiebra y el rescate, comenzamos a vislumbrar, en el último año, una recuperación encaminada a ir cogiendo velocidad constante y consolidación de futuro. 

En estas elecciones votamos eso: continuar avanzando o retroceder de nuevo. Los experimentos, en política, suelen tener consecuencias desastrosas.

Es verdad que estas elecciones van a cambiar, sin duda alguna, el panorama político español. Pasaremos de un histórico bipartidismo a un abanico de partidos que emergen como fiel reflejo de una evolución ideológica propia del siglo XXI que habitamos.

También es verdad que es la primera vez en la historia de nuestro país que se celebran unas elecciones generales en el mes de diciembre y, concretamente, previo a la navidad en un fin de semana de celebraciones varias y variadas.

Publiqué hace poco un artículo que titulé: Liderazgo Político Emocional. En ese artículo traté de instar a lo que yo espero, en estos momentos, de un líder político: sensibilidad, humanidad, personalidad y responsabilidad.

A estas alturas del debate ideológico, es posible que la mayoría tengamos claro ya nuestro voto. El mío lo tengo claro desde hace mucho tiempo y, sinceramente, tras comprobar en estos últimos meses y, concretamente éste, cómo son y qué ofrecen los diferentes candidatos, no sólo me ratifico sino que me siento todavía más orgulloso de mi elección.

El señor Pablo Iglesias, candidato por PODEMOS, representa una ideología que no comparto en absoluto. Lo que sí debo  decir es que me ha gustado bastante la campaña electoral que ha realizado, dirigida a ilusionar a un electorado que, en los últimos meses, dudaba de su liderazgo y ha acertado de estrategia. Son los nuevos comunistas de este país e intentan, como siempre ha hecho el comunismo, arañar votos al otro partido de izquierdas de España, el PSOE.

El señor Rivera, de Ciudadanos, me ha defraudado bastante. La ambigüedad no se puede llevar al extremo. Es verdad que ha conseguido hacer marca: Rivera-Ciudadanos, pero no genera imagen de equipo. Le han temblado las piernas en momentos importantes y ha mostrado un nerviosismo inusual. Ideológicamente representa al centro izquierda, fundamentalmente porque sabe que es ahí dónde está el verdadero caladero de votos, mostrando una ambición desmedida por tocar poder.

El señor Sánchez, del PSOE, quedará en esta campaña como el pijo-macarra político español. No ha estado a la altura de las circunstancias y es una pena para España que lleve a su partido a la debacle. Perdió los dos debates importantes en los que estuvo. Los perdió por falta de imaginación, nerviosismo y macarrería. En política se puede ser todo menos macarra. En política hay mil formas de decir las cosas, si se cruza el límite y se entra en el insulto personal, te estás mostrando como perdedor. El señor Sánchez se siente perdedor y sabe que así será.

Y, por último, el señor Rajoy, candidato por el Partido Popular y actual Presidente del Gobierno. Posiblemente no tenga grandes virtudes carismáticas y han quedado patentes, nuevamente, en esta campaña electoral. Posiblemente no sea el más fotogénico ni el más simpático de todos, pero en España no necesitamos actores o payasos que nos gobiernen. Lo que sí ha demostrado en estos últimos meses el señor Rajoy, porque por fin le han dejado y permitido, es que además de Presidente del Gobierno es Mariano Rajoy. Y es que más allá de la gestión que ha realizado como Presidente del Gobierno junto a su equipo, para sacar a este país del precipicio en el que estaba, Mariano Rajoy Brey es una persona ejemplar, de primera y un tipo excepcional, que le ha tocado vivir una etapa indeseable para cualquier gestor público y político, pero en la que ha demostrado entereza, fuerza de voluntad, seriedad y firmeza para sacar a su país adelante.

Está claro, por si alguien lo duda todavía, voy a votar a Mariano Rajoy y al Partido Popular.

Es verdad que, en parte, mucho de lo que siento o pienso lo hago desde un claro afecto personal, pero en este caso, hoy día, lo hago también con una profunda convicción de que es lo mejor que puedo hacer por España, mi país. Para mi, votar a cualquier otra opción (algo que respeto profundamntete), sería una irresponsabilidad absoluta.

Hay quienes argumentan por ahí que España necesita cambio. Va a cambiar. Gane quién gane las elecciones, ya no lo hará por mayoría absoluta y tendrá que llegar a acuerdos y pactos para poder sacar adelante los proyectos que más interesen al futuro de los ciudadanos. Eso ya es suficiente cambio. Lo que no creo, y no tengo duda, es que cualquiera del resto de las opciones pueda enfrentarse a los retos que nos quedan para despegar como el país que siempre hemos sido.

Al único candidato que veo, y lo digo desde la objetividad, con responsabilidad, sentido de Estado y sentido común es a Mariano Rajoy. Sé que se han cometido errores, sé que hay mucho camino por andar y mucho que cambiar en el Partido Popular, interna y externamente, pero sé que quién nos ha sacado de la crisis con enormes esfuerzos, decisiones difíciles y complicadas, ha sido Mariano Rajoy.

Me he enfadado muchas veces con mi partido, algunas personas me han hecho sentir vergüenza, pero siempre me he sentido orgulloso de pertenecer a una organización con personas que han dado la talla en los momentos en los que nuestro país lo ha nenesitado.

Así que, amigos, el domingo: a VOTAR PARTIDO POPULAR

Por cierto que, el que no lo haga, es una opción tan respetable como la mía.

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