Cristianismo de moda, christiancore, o síntoma
Artículo publicado en: Del Todo y de la Nada.
No recuerdo un momento en que se haya hablado
tanto de fe y de Dios en público como ahora. Las redes sociales, la música, la
prensa, las entrevistas y hasta el cine parecen haber descubierto —o
redescubierto— un vocabulario espiritual que parecía relegado a la intimidad.
¿Está de moda ser cristiano? ¿Puede ser una moda creer en Dios o seguir a
Jesús?
El término christiancore pretende
describir este resurgir de lo cristiano como estética, tendencia o fenómeno
cultural. No es extraño: vivimos en un tiempo donde todo se convierte en
estilo, incluso lo sagrado.
Ahí está Rosalía, que acaba de publicar Lux,
un álbum atravesado de referencias trascendentes. “Creo que mis creencias
pueden cambiar cómo vivo y cómo percibo la vida. Realmente creo que estoy
protegida, que hay algo a mi alrededor que me protege”, dijo en una entrevista
reciente. Letras cargadas de luz, vestimentas místicas, atmósfera sacra.
En el cine, películas como Los domingos —que aún no he tenido tiempo de
ver— abordan la fe con frescura.
En las redes, futbolistas, influencers y
creadores hablan abiertamente de Dios, citan versículos y hasta predican en
directo en esa fina frontera entre búsqueda espiritual y “búsqueda de likes”. Y
aun así, bienvenidos sean.
He escuchado el nuevo disco de Rosalía. Tiene
profundidad, incluso momentos de auténtica espiritualidad. Pero, más allá de
valorar su experiencia personal, es inevitable percibir un componente de
estrategia, de marca, de marketing.
Hay otros ejemplos que sorprenden más por su
autenticidad. Uno de ellos es Dani Alves. Tras su paso por la cárcel, ha dado
un giro radical a su vida: predica en templos humildes de Cataluña, recuperó su
matrimonio con Joana Sanz y ha sido padre de nuevo. He escuchado dos de sus
predicaciones: sinceras, emocionantes, nacidas no del escaparate sino de la
caída. De alguien que lo tuvo todo, perdió todo y volvió a descubrir a Dios
cuando tocó suelo.
Visita templos corrientes, repletos de personas
corrientes. Y sirve.
Y ahí está la diferencia: servir o
servirse.
¿Moda o síntoma?
Este resurgir espiritual obedece sin duda a una
tendencia. Una moda más agradable que otras, si se quiere, pero moda al fin. Y
como toda moda, plantea preguntas:
¿Hasta dónde penetrará? ¿Cuánto durará? ¿Qué
quedará cuando el brillo pase?
No es nuevo: Madonna y Lady Gaga ya explotaron
la estética litúrgica. Leonard Cohen, Sinéad O’Connor o Bob Dylan compusieron
música que bebía directamente de la mística.
A nivel global, alrededor del 75 % de la
población se identifica con alguna religión, pero solo un 25 % la
practica activamente. Es decir: somos más de etiqueta que de experiencia.
Estamos viendo una estetización de lo
sagrado: lo trascendente se convierte en imagen, lo espiritual se vuelve
estilo, la fe se muestra más de lo que se vive.
Pero quizá, debajo de esta moda, haya algo más
profundo: un síntoma.
Tal vez vivimos en una sociedad cansada, saturada, sin referentes sólidos. Tal
vez esa necesidad de Dios sea la grieta por la que entra el silencio en medio
del ruido.
Lo que la fe es —y lo que no es
La fe, la religión, creer en Dios, no pueden
ser modas.
O se cree o no se cree.
O Cristo es tu compañero de camino o es un
recurso retórico cuando lo canta tu artista favorito.
No hace tanto, el cristianismo era casi un
estigma. Había que esconderlo. Ser cristiano, en cualquiera de sus confesiones
—católica, protestante, ortodoxa— era visto como algo antiguo o incluso
ridículo. Y, en parte, la propia Iglesia tiene culpa de ello.
Pero seguir a Cristo no consiste en llevar una
cruz reluciente al cuello ni en cantar letras con estética sacra.
Seguir a Cristo implica vivir como Él.
Todavía hoy hay países donde ser cristiano se
paga con la vida. Y aquí, en España, aún no siempre respetamos la fe del que
viene de fuera.
Seguir a Cristo exige disciplina:
·
Leer
la Biblia.
·
Orar.
·
Caminar
con Él cada día.
·
Vivir
la fe no solo el domingo, sino también el lunes gris y el jueves cansado.
Por eso resuenan con fuerza las palabras de
Pablo:
“Despiértate, tú que duermes… y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14).
“Ya es hora de despertarnos del sueño” (Romanos 13:11).
En España, el crecimiento de los templos
evangélicos es notable. La inmigración latinoamericana es parte de la
explicación; la otra es la búsqueda de una fe sin intermediarios. La Biblia
como guía directa.
Fe, razón y búsqueda
Recomiendo ver El caso de Cristo (2017).
Basada en hechos reales, narra la investigación de Lee Strobel, periodista
ateo, que intenta refutar la resurrección de Jesús desde un enfoque científico…
y termina convirtiéndose. Es una muestra de lo que es la apologética: defender
la fe con argumentos, sin miedo a la razón.
Durante siglos, el pensamiento científico y el
religioso parecieron incompatibles. El ateísmo militante adquirió popularidad,
presentando la fe como atraso o enfermedad intelectual.
Y sin embargo, cuando la vida golpea, muchos de esos ateos militantes rezan.
Ahora el péndulo parece moverse en sentido
contrario.
La verdadera búsqueda de Dios no nace del
esfuerzo ni del postureo. Surge en lo cotidiano. Como dice Jesús:
“Al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8).
Percibir al Señor es entender que siempre
estuvo ahí, incluso cuando no teníamos ojos para verlo.
Un cristianismo extraño… y vencedor
El triunfo del cristianismo es uno de los
fenómenos más asombrosos de la historia.
Una pequeña secta judía, perseguida y marginal,
acabó siendo la fe del Imperio Romano.
¿Su revolución? La inversión de todos los
valores sociales:
Cristo resucitado se aparece primero a una mujer considerada prostituta. Encarga
la construcción intelectual de su Iglesia a un recaudador de impuestos. Y su líder visible lo negó tres veces.
Nada más lejos de una moda.
Caminar con Dios exige renuncias.
Como recuerda Pablo, es “caminar en el
Espíritu” (Gálatas 5:16):
·
Elegir
el camino estrecho (Mt 7:13-14).
·
Rechazar
lo que nos aparta de Él (Hebreos 12:2).
·
Hacerlo
todo para su gloria (1 Cor 10:31).
·
Cuidar
las amistades que moldean nuestro camino (Sal 1:1-3).
La fe no es un adorno: es un estilo de vida.
Y cuando pase la moda
¿La fe como adorno o la fe como camino?
Conviene escuchar a quienes llevan años
cantando a Dios —ECCOS, Averly Morillo, tantos otros— más allá de los focos del
momento.
El cristianismo no ha vuelto porque una artista
haya decidido volverse espiritual.
El cristianismo estuvo, está y estará.
La cuestión no es si está de moda, sino si
nosotros estamos dispuestos a caminar con Cristo cuando la moda pase.
Porque pasar, pasará.
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