"Yo al principio tenía muchas ganas de dedicarme a la política, me hacía ilusión, pero cuando empecé a observar que los acontecimientos se movían de un lado a otro sin ningún sentido, sólo por azar, sentí vértigo, y, aunque nunca dejé de pensar de qué manera podría mejorar la situación, e incluso el sistema de gobierno, sí que desistí de esperar que se produjera el momento oportuno para actuar, y acabé por considerar que todas las ciudades que conozco están mal gobernadas. Porque creo que, con respecto a sus leyes, son malas de forma irremisible, y se tendría que aprovechar algún momento propicio para hacer una reforma extraordinaria. Tengo que reconocer, en favor de la buena filosofía, que de ella depende que se pueda conseguir una visión de las cosas que son justas, tanto en los asuntos públicos como en los privados. La desdicha del género humano no acabará hasta que los verdaderos filósofos no lleguen a los cargos públicos, o hasta que los que mandan en las ciudades, gracias a ...