Diario de un Estoico III. El presente que me vive. Semana 9
O/28.L
Padeces el síndrome de ansiedad invernal, o así lo denominas tú; eso que todavía no ha entrado el invierno.
Te dices, te escribes una y otra vez que eso del sufrimiento mental viene de la forma en la que vemos las cosas, de cómo interpretamos la realidad.
Tendemos a etiquetar las personas, también etiquetamos las personas.
Todo aquello a lo que denominemos como malo, nos afectará.
Cuidar nuestra mente para que trate de ver todo de la manera más adecuada.
Cómo interiorizamos lo exterior. Ver las cosas de un modo objetivo.
En este caso sabes que llevas una parte de razón; la otra parte también tiene sus razones. Debes interiorizarlo y encontrar la calma en el orden. Analizar, escuchar y nunca precipitar. Sobre todo no decir nada de lo que luego puedas arrepentirte.
No dejes de sentirte acompañado, pero del de siempre, de Él.
Agradece tu adversidad, no te sientas mal por tener problemas. Eso es que estás vivo.
Es una sensación de inseguridad, de alarma, de sentirte completamente desnudo.
No puedes salir de la estación de tren porque tienes el billete digital en el puñetero aparato. Buscas alguien de seguridad para explicarle y que te abra el torno. Imaginas que esto les ocurrirá a otros, quedarse sin batería. No encuentras a nadie. Te pegas a un señor que sale y te cuelas en cuanto el accede con su tarjeta. Sensación de maleante, de cutre.
No puedes leer, no puedes escribir.
No te gusta cómo comienzas el día. Ayer, en cambio, terminaste bien, no era tarde. Comiste con tus amigos, te relajaste. Hoy es posible que sea más difícil, tienes alguna reunión que no te es agradable. Estar en calma.
Te acostaste rezando, simplemente pidiéndole paz. ¿Y tú qué Le ofreces? ¿Cuántas veces Le has defraudado? Él, en cambio, no ha dejado de acompañarte y no ha permitido que caigas nunca. No que ganes… que no caigas.
La cojera es un impedimento de la pierna, no del albedrío.
Di eso mismo ante cada asunto al que vayas a dar. Hallarás que es impedimento de alguna otra cosa, pero no tuyo.” Epicteto
Realmente lo que has sentido es un dolor como persona, el resto, en este caso, te es totalmente superficial.
Cuando las decisiones son así de radicales y crees conocer a quién las toma, que no es así, o al menos eso has pensado, es que le pueden otras cosas o intereses que tampoco tú debes valorar. Lo que sí debes reflexionar es sobre ese exceso tuyo de confianza en personas equivocadas, prácticamente en todo el que aparece con cara de bueno y servil y que luego termina traicionándote.
Sabes que tú, algo así, ni has hecho ni harías jamás.
Cada uno tiene su concepto y sentido de los valores; de la amistad, de la lealtad.
Los hay desinteresados y los hay interesados. Conoces de todo. Los hay que buscan su beneficio y cuando lo han conseguido les importa un carajo las ‘utópicas’ relaciones. Y los hay que son gilipollas, de esos que creen en ciertos principios y valores y finalmente se quedan con esa sensación de que les han tomado el pelo.
Hay decisiones que nos pueden molestar más o menos, pero son decisiones que cada uno toma porque está en su derecho hacerlo. Te puedes enfadar, te puedes molestar, puedes pensar que están mal tomadas, pero nadie somos quien para inducir a tomar otras. Cada uno es responsable de las suyas, de su éxito o fracaso, de su error o acierto.
Todo pasa por algo, buscas tus errores. Que también. El mayor error que siempre cometes, pero no aprendes nunca, es el de la confianza.
Deberías preocuparte mucho más de ti.
Estas calmado.
No te gustaría llegar a casa tarde y así poder dormir.
De vez en cuando te vienen esos pensamientos: ¿por qué el comportamiento de algunas personas?
No está en tu mano ni evitarlo ni cambiarlos, simplemente no lo puedes controlar. Es algo que se te va de las manos.
Tienes problemas, sí; estás vivo, también. Agradécelo.
Cómo me gustaría estar un día sin hacer nada, ni siquiera pensar.
Sinceramente es un notición.
Hay una frase en el libro Un Curso de Milagros que dice así: “Nada externo a ti puede amarte o hacerte daño.”
Te da que pensar.
Ponemos fuera, con facilidad, lo bueno y lo malo.
Igual decimos a alguien que nos cambió la vida o que nos hace feliz como que le decimos que nos la ha arruinado o que nos hace infelices.
Pero antes o después, todos tenemos que darnos cuenta de algo importante.
Algo que tiene la fuerza suficiente para ahorrarnos mucho sufrimiento.
Nadie puede hacernos felices o cambiarnos la vida de la misma forma que nadie puede hacernos infelices o arruinarnos la vida.
Cada uno de nosotros tenemos esa conexión energética con determinadas personas o circunstancias.
Eso hace que atraigamos unas experiencias y no otras a nuestras vidas.
No tienes prisa, hoy es día festivo; ese día de todos los santos, ese día de cementerios, de visita a esos lugares donde descansan los cuerpos de los antepasados.
Los padres estuvieron ayer, poniendo las flores en las lápidas de los abuelos. Así hoy el cementerio de Minaya lucirá en colores, mirando al cielo a aquellos que son raíz de estas tierras.
Despertar en silencio. Caminar. Salir a buscar tus caminos. Siempre en Minaya, este Minaya, tu pueblo.
Descargar la mente de toxicidades. Olvidar lo que no merece recordar. Simplemente estar en Paz.
Las imágenes de esos pueblos, como Catarroja, son apocalípticas. No se recuerda, al menos yo, nada igual.
Los políticos se dedican a echarse las culpas, como siempre.
Los que están vivos, en esas zonas, lo han perdido todo.
Ayer fue uno de esos días completos, extraordinario. Disfrutaste de los padres y disfrutaste de los amigos. Por momentos te olvidaste de ciertos problemas y por momentos los has mirado desde otro ángulo diferente.
Tal vez las cosas ocurran de la manera que ocurren y sea lo mejor para ti, aunque ahora no lo veas.
No paraste mucho ayer así que hoy preferirías estar tranquilo, en la casa, con tus lecturas.
Tuviste cena con los amigos y te acostaste algo tarde. Lo disfrutas todo al máximo.
Ocurre esto cuando nos vemos atados, cuando sentimos que no tenemos control o cuando estamos agotados mental y físicamente.
Es tu caso en este momento.
Para qué pensar en esto, ahora.
Lo que sí tienes claro es que continúas acumulando letras y papel.
Aquí paso algunos de esos momentos, casi perfectos. Un vino, mi cuaderno, el silencio; una mosca que revolotea recordándote dónde estás.
Estás rodeado de periódicos con esas imágenes del desastre que ha asolado pueblos de Valencia y alguno de Albacete: la DANA. No se habla de otra cosa.
Desolación e impotencia. Mala y lenta gestión de los políticos, de los de un color y de los del otro. Son incapaces de ponerse de acuerdo en algo así. En cambio, la sociedad civil, el pueblo, ejemplar como siempre; emociona esa solidaridad que se está moviendo. Miles y miles de ciudadanos, jóvenes y no tan jóvenes, caminando por las calles con palas, cepillos y cubos, para tratar de ayudar a limpiar de barro esos municipios. Barro.
Difícil no desencajarse, no enmudecer. Difícil no ponerse en el lugar de esas personas que lo han perdido todo.
Difícil la rabia.
Difícil no agradecer a Dios tu situación. El privilegio de estar bien.
La felicidad es como un efecto secundario.
Buscar la felicidad no hace más que traer desgracias al mundo. ¿Más progreso?
La felicidad es algo espontáneo. Surge sin buscarse. El error es buscarla.
No puedes evitar, después, pensar en la vida, en estas vidas, las de unos y otros, las de los amigos o esos amigos que creemos o nos creemos tener. Lo que han sido, lo que son y lo que serán.
Piensas en los valores y su importancia. Lo que te importan. Los de cada uno, los tuyos. Cada cual le da su importancia. Lo que para uno significa la lealtad, para otro es la libertad o la búsqueda del crecimiento personal por encima del global. Cada uno pensamos de una manera y por eso, también, el individualismo termina por ser una constante en esta sociedad que cada vez carece de más valores y principios.
¿Y qué es lo que está bien o está mal? Pues eso, depende de cada uno.
Has cometido errores y te has equivocado unas cuantas veces; tus errores los has cometido y asumido las consecuencias tú. Las equivocaciones siempre han sido por las personas en las que has confiado. Por eso te cuesta confiar cada vez más.
Lealtad, compromiso, confianza, respeto, honestidad, compasión, gratitud, solidaridad, responsabilidad. Valores.
La mujer quedó embarazada y se lo hizo saber a David. Entonces David ordenó a Joab que mandase venir a Urías el hitita, y así lo hizo Joab. Cuando Urías se presentó ante David, este le preguntó cómo estaban Joab y el ejército, y qué noticias había de la guerra. Después le ordenó que se fuera a casa y se levara los pies.
En cuanto Urías salió del palacio real, el rey le envió comida especial como regalo; pero Urías, en lugar de ir a su casa, pasó la noche a las puertas del palacio, con los soldados de la guardia real. Contaron a David que Urías no había ido a su casa, y David le preguntó:
—¿Por qué no fuiste a tu casa después del viaje que has hecho?
Urías le respondió:
—Tanto el arca sagrada como los soldados de Israel y de Judá tienen por techo simples enramadas; igualmente Joab, mi jefe, y los oficiales de Su Majestad, duermen a campo abierto; ¿cómo podré yo entrar en mi casa para comer y beber y acostarme con mi mujer? ¡Por vida de Su Majestad, que yo no haré tal cosa!
Pero David le ordenó:
—Quédate hoy todavía, y mañana dejaré que te vayas.
Y así Urías se quedó en Jerusalén hasta el día siguiente. David le invitó a comer y beber con él, y lo emborrachó. Ya por la noche, Urías salió y se fue a dormir con los soldados de la guardia real, pero no fue a su casa.
A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la envió por conducto de Urías. En la carta decía: Poned a Urías en primera línea, donde sea más dura la batalla, y luego dejadle solo para que caiga herido y muera.” 2º Samuel 11:4-15.
Leal: Fidedigno, verídico y fiel, en el trato o en el desempeño de un oficio o cargo. Honrado, honesto, legal.
Este pasaje nos cuenta que David actúa sin ningún tipo de principios éticos. Hace lo que le da la gana, roba lo que no le pertenece y, además, quiere amañar su maldad de tal manera que pretende hacer responsable a un inocente. Le coacciona, le obliga, le tiene vigilado, hasta querer verle entrar en la trampa que le tiene preparada: la muerte.
Nadie estamos a salvo de tener cerca un tipo con actitudes similares a estas y, por otro lado, nadie es libre de cometer actos indeseables. Hacemos cosas mal y para liberar nuestra conciencia y sentirnos bien tratamos de obligar al otro a cargar con la culpa. Al no conseguir nuestros planes nos vengamos, intentamos hacer todo el mal posible, incluso puede ser que deseemos su muerte sin sentir remordimiento (siempre encontraremos algo que apoye estos sentimientos terribles).
Pero la clave está en la voluntad y el propósito de querer entender lo que es justo y mantenernos cerca de la humildad, de la seriedad y la sabiduría que Dios nos da en este camino, en esta batalla que es la vida. No hacer daño.
Diferenciar sin miedos lo que es legítimo, no sólo para uno sino para los demás, familia, sociedad.
Creer, confiar en Él.
Ser leal a uno mismo, al trabajo, a la familia, a los amigos. Leal, como los sabios, como Jesús nos enseñó.
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