22.12.19... Vivir!

Llevo algo más de una semana sin escribir por aquí. Tal vez debería haberlo hecho, pero no ha sido así. Es algo anormal en mi día a día pero se me escapaba.

Llevo desde el domingo pasado en una reflexión continua, que no lleva a ninguna parte, y eso me preocupa, sobre la muerte y la vida. No sobre la vida y la muerte, no. En este orden: la muerte y la vida. Curiosamente se reflexiona sobre la vida cuando vivimos o sentimos de cerca la muerte. 
El valor de la vida nos lo da la muerte.
De todas las filosofías que leo y estudio, ramas del pensamiento que nos obligan a pensar, me quedo con la filosofía estoica y la filosofía budista como escuelas de vida.
Vida es ese regalo que todos poseemos pero que no todos valoramos por el mal uso que damos de ella.

El budismo, la filosofía budista, se convierte en una extraordinaria escuela para liberarnos de ese sufrimiento que nos acompaña en el día a día y convertirlo en bienestar, serenidad, paz y felicidad. 

Somos impermanentes. Saber esto, tenerlo claro, es esencial para vivir.

¿Vivimos o mal vivimos?

¿Vivimos o sobrevivimos?

¿Nos maneja nuestra mente o somos nosotros quienes manejamos a nuestra mente?

La vida se nos da a todos por igual pero no todos la vivimos por igual. 

El tiempo, las prisas, los deseos, el ego, nos hace que caminemos sin sentir realmente la belleza de lo que nos rodea y menos sentir la esencia del Ser, de nuestro Ser.

Cuando alguien cercano se va para siempre, sobre todo si es de forma repentina, es cuando realmente te das cuenta del sentido de lo que somos, impermanentes, y del sentido del tiempo.

La muerte está ahí. En un rato, mañana, en años... ¿quién sabe cuándo?

Lo que sí tenemos aquí, ahora, en este instante que dedico a escribir estas reflexiones, es vida, es presente.

Cambiar nuestra forma de vida no es fácil. Hoy nos asustamos, nos enfadamos, reflexionamos, porque ayer perdimos ese ser querido y cercano, pero en una semana, si estamos vivos, nos habremos olvidado.

Cambiar de vida, cambiar nuestras formas de pensar y de Ser, no es algo que se pueda hacer en un instante, es cuestión de hábito. Tampoco es difícil, es cuestión de querer. Tampoco quiere decir que cambiando vivamos más, no. Quiere decir que cambiando viviremos un poco más felices de lo que vivimos actualmente, envueltos en prisas, sin ser dueños de nuestro tiempo y deseando más lo que no tenemos que disfrutando de lo poco o nada que poseemos.

Nadie pasa por la vida sin sufrir momentos desagradables. Nadie camina sin tropezar.

Tú puedes cambiar. Tú eres el único que puede provocar ese cambio en ti.

Del sufrimiento también se aprende.

De las caídas uno se levanta.

Del sueño se despierta.

Perdemos el miedo enfrentándonos a él.

La única manera que conozco de ser feliz no es teniendo mucho de todo, os aseguro que no; se es feliz viviendo tranquilo, teniendo Paz Interior.

Por eso, estas filosofías nos muestran el camino. Otra cosa es que queramos recorrerlo o no.

Entiendo el budismo como una filosofía de vida, no una religión.

El budismo busca la iluminación del ser, de la persona. Ser capaces de comprender nuestra existencia y así llenar nuestra vida de luz.

La vida es fugaz. Si no somos capaces de disfrutar de los momentos que se nos ofrecen los perdemos para siempre, porque no sabemos dónde estará ese final.

El año 2019 llega a su fin, estamos en las puertas del 2020. Me parece que es un número visualmente bonito, 2020. Hagámoslo bello comenzando por nosotros mismos. Qué mejor oportunidad para cambiar.

Para escribir de nuevo una vida hay que querer cambiar muchas cosas. Eso no es fácil, lo he escrito ya y lo sabemos. Hay que querer hacerlo. Simplemente; así de básico. Vencer ese ego que te lleva por donde no quieres, dejar de maltratarte a ti mismo por ese pasado que no puedes cambiar y empezar.

El futuro es un tiempo incierto, no existe, no lo conocemos. Llegar es llegar al presente.

A lo mejor mañana ni tú ni yo estamos aquí. Esa es la única verdad. En cualquier momento, sin aviso, puede llegar ese fatal momento.

Y entonces... ¿qué pasaría? Nada. Simplemente todo se habrá terminado. Esa es la verdadera realidad.

Realidad es que ahora estas leyendo esto y, posiblemente, diciendo que vaya estúpido José Luis que escribe estas cosas a estas horas de la tarde. Llevas razón, pero hay algo que en este momento tenemos tanto tú como yo: se llama VIDA, es VIDA.

¿Cuántas cosas estás dejando para mañana?

¿Cuánto de ti pospones por falta de tiempo? ¿Tiempo? Ni que fuésemos los dueños del tiempo.

Pensamos que somos inmortales. Pensamos que podemos vivir 100 años. ¿Dónde está la garantía de algo así?

El único momento que existe es Ahora.

Pensamos que algún día será el momento de cambiar, de hacer aquello que más nos gusta, de dedicarnos a los nuestros, de ordenarnos, de decir a uno u otro lo que deseas decirle, de cambiar de hábitos. Mañana, mañana... mañana. Parece que el momento nunca existe.
Haz lo que tengas que hacer hoy, mañana será tarde.
Casi todos esperamos a ser, o hacer, cuando hayan cambiado las circunstancias, a ese mañana que todo vaya mejor. ¿A qué esperas? ¿A mañana?

A veces posponemos nuestros sueños porque pensamos que las circunstancias no son las más favorables, o pensamos en los demás más que en nosotros mismos. Las circunstancias las creamos nosotros.

Tenemos miedo a ser nosotros y por ello posponemos nuestro Ser.

Tenemos miedo a expresar sentimientos.

Tenemos miedo a hacer lo que realmente deseamos hacer.

Tenemos miedo a dar el primer paso.

Tenemos miedo a cambiar.

Tenemos miedo a ser nosotros, únicos, como somos, sin importarnos lo que piensan los demás.

No hay nada más, aquí y ahora, que el presente. No poseemos nada más.

Si esperas al próximo domingo tal vez sea demasiado tarde.

La semana pasada, tal día como hoy, una persona a la que apreciaba profundamente no despertó. Así, sin avisar. Así, sin despedirse. Simplemente murió.

Me consta que le quedaron muchas cosas por hacer, muchas cosas por decir, mucho que organizar y, sobre todo, mucha vida que compartir a los suyos. Pero la muerte no avisó. Llegó y se la llevó.

Esta semana he pensado mucho en ello y mucho de esos pequeños, pero importantes, consejos que me daba: “Sé dueño de tu tiempo, José Luis, no dejes que los demás organicen tu vida.”

Te propongo un reto que puede comenzar hoy mismo, no hace falta esperar a que llegue el 2020: 
¡Atrévete a despertarte todos los días y vívelo como si fuera el último día de tu vida!
¿Nos atrevemos? 

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