07.04.2018... Mirando el presente!

Seguimos sumando las semanas con viajes y kilómetros a las espaldas. Esta semana pasé por esa ciudad, Patrimonio español y de la Humanidad, donde se respira historia en esos rincones suyos envueltos en piedra: Cáceres

Se hace el cansancio caminando, pero también la experiencia de la vida y el sentir de las gentes que, por donde uno va pasando, aportan cultura y tradición. Es esta España nuestra, bella por donde la miremos.



Alguien me hacia hoy un comentario de esos que te dejan sin palabra. Las palabras se dicen o se callan y, reflexionando sobre ello, me he dado cuenta que todos, en alguna ocasión de nuestras vidas, por uno u otro motivo, hemos callado pero pensado algo así: me entristece pensar, me da miedo sentir que mi futuro no vaya a tener momentos felices como los de mi pasado. 

Pensar que tu futuro nunca va a ser mejor que tu pasado es dejar de tener presente y el presente es lo único que tenemos. De nosotros depende hacerlo positivo o negativo.

¿Cuántas personas no hemos pensado eso mismo a lo largo de nuestras vidas? ¿Cuántos no lo estarán pensando en este momento? Cuántos de nosotros, envueltos en adversidades, unas más importantes otras menos, no hemos pensado algo así o tal vez sentido que todo caía, se derrumbaba, bajo nuestros pies y que el futuro carecería de sentido.

¿Pero qué es el futuro? El futuro no es nada porque el futuro no existe; ni siquiera sabemos si despertaremos mañana.

Pensar en el futuro es legítimo, pero también aburrido. Pensamos más de la cuenta en el futuro y olvidamos nuestro presente.

Yo mismo, que escribo y me permito dar consejos sobre ello, en ocasiones me dejo llevar, hasta me provoco cierta ansiedad, por pensamientos que tienen que ver con el futuro. Y en ese momento me he olvidado del presente, de lo real, de lo que tengo delante. En ese momento he dejado de vivir; me pierdo el instante.

Cuando estamos así, normalmente es que estamos viviendo una situación de atasco. Algo nos ha ocurrido en nuestra vida personal o profesional que, de la noche a la mañana, nos hace ver todo negro.

Vivimos, caminamos, por un mundo repleto de altibajos. Nuestra sociedad es débil, cambia constantemente y en ocasiones vamos sin rumbo, sin una dirección clara. Una sociedad exigente y a la vez complicada. Una sociedad cada vez más individualista que está perdiendo los vínculos humanos. Una sociedad basada en valores cada vez menos sólidos.
Necesitamos hacer crecer vínculos, ser mucho más humanos frente a ese individualismo que nos debilita como personas y como sociedad.
De verdad que cada vez pienso menos en el futuro y, cuando lo hago, suelo imaginarlo mucho mejor. Así lo siento también para los demás. Lo único que podemos controlar es nuestro presente y tratar de disfrutarlo como cada uno pueda hacerlo y, curiosa y normalmente, eso no depende de lo material, de lo externo, depende de lo interno. Lo externo es todo lo demás.

Parar, pensar, reflexionar, meditar, decidir y actuar. Márcate retos, objetivos, comprometerse con uno mismo y caminar, no dejar de caminar. La vida es caminar y si no caminas no es que te pares, es que das un paso atrás.

No juzgar a los demás ni compararse con nadie.

Cada uno somos como somos, debemos aceptarnos. No desear lo que no somos y menos compararnos con el resto. Es un primer paso para no sufrir.

Cada uno tiene que Ser, no hace falta ser perfecto porque la perfección de cada uno está dónde solo nosotros podemos ver, en nuestro interior.

Y seamos imperfectos, muy imperfectos, Equivoquémonos mucho, no pasa nada.

Nos olvidamos de Ser porque perseguimos aquello que creemos deberíamos ser.

Debemos buscar nuestra felicidad sin buscar la aprobación de los demás, para ello, también es imprescindible que nosotros no juzguemos al resto.

Pensemos por un momento en las veces que nos sentimos menos porque los que nos rodean han conseguido más.

O las veces que complacemos, tratamos de complacer, a los demás para que nos acepten.

O cuando esperamos de otros más de lo que recibimos o creemos con derecho a recibir.

¿Y si tratásemos de obviar todo esto? ¿Y si simplemente viviésemos y fuésemos nosotros?

Cada uno somos como somos, por lo tanto, seamos. Qué más da lo que piense el resto.
Dejemos de vivir para satisfacer a otros. Seamos nosotros.
Ser nos provocará paz mental y libertad.

Mañana, cuando despertemos y demos gracias por ello, el día, seguro, será mejor que hoy.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 38

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 39

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 41