Diario de un Estoico III. El presente que me vive. Semana 19
E/6.L
Las calles están vacías. Prácticamente en silencio. Es curioso que quieres recordar que todos los años, en esta fecha, escribes lo mismo. El vacío, el silencio de la mañana de la Epifanía.
La mayoría de los niños habrán dormido nerviosos, a la espera de esa hora en la que levantar se convierte en esa misión de desenvolver cuanto antes esos regalos que de seguro han dejado en el salón, junto al árbol de navidad. En muchos casos un exceso, en otros será lo mínimo, lo justo, aunque el esfuerzo de esos padres poco pudientes, por ver la sonrisa de sus hijos, valdrá bien los meses de agobios económicos para poder pagar los juguetes.
Realmente es una fiesta simbólica con fines consumistas.
En la Biblia no se habla de los Reyes Magos. La única alusión que existe de estos personajes, que no eran reyes sino simples magos, la encontramos en el evangelio de Mateo 2, donde cuenta que unos magos llegados de Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al rey de los judíos que acababa de nacer.
Los magos encontraron al niño en Belén, en un establo, junto a María y José.
En el relato evangélico tampoco se especifica que los reyes magos fueran tres. Mateo simplemente escribe “unos magos”, con lo que deja abierta la puerta a la especulación.
Disfrutamos haciendo conjeturas indemostrables. Trescientos años después de Cristo, la cantidad de los magos que adoraron a Jesús variaba sin parar. Unos afirmaban que sólo habían sido dos. En los frescos rudimentarios de las catacumbas de Roma, durante el siglo IV d.C., aparecen unas veces cuatro magos y otras hasta seis. La Iglesia siria y armenia creía que lo lógico es que hubieran sido doce ya que ese era un número singular en las Escrituras: el de las tribus de Israel y también el de los apóstoles.
En cambio los coptos de Egipto estaban convencidos de que debieron ser sesenta los magos de Oriente que se pusieron de acuerdo para buscar al rey de los judíos. Ante semejante progresión aritmética de magos, intervino Orígenes en la primera mitad del siglo tercero para centrar las cosas y determinar que lo más sensato era quedarse sólo con tres, en base a los tres regalos mencionados en el evangelio de Mateo.
Los nombres propios de estos tres personajes aparecieron por primera vez en un mosaico bizantino del siglo VI d.C. localizado en la ciudad italiana de Rávena. No se sabe quién se los inventó pero, desde luego, Baltasar, Melchor y Gaspar no aparecen en la Biblia. Algunos dicen que quizás Baltasar podría ser una europeización de Belsasar, el último rey del imperio babilónico. Pero lo cierto es que la etimología de tales nombres no está clara.
No obstante, y más allá de conjeturas, teniendo claro que esto de los Reyes Magos es un invento, lo cierto es que es un día de gran simbolismo que hace felices a niños, padres y abuelos.
Buda/Jesús.
Sabes que no hace falta que sea navidad para abrazaros, para estar juntos. De hecho así hacéis siempre que todos podéis coincidir. Habéis conseguido, han conseguido, los padres, una familia unida que traslada a los hijos y nietos lo fundamental de que así sea.
¿Qué es lo verdaderamente importante? Que estás bien, que mal que bien o bien que mal irás superando cada obstáculo, como lo has hecho siempre, y que más que nunca te encuentras más cerca de Él, que te acompaña, sujeta y guía.
No buscas ser feliz. Buscas vivir la mayor cantidad de momentos felices, estar bien contigo mismo porque sabes que es el único modo de estar bien con los demás y que los demás disfruten de ti.
No quieres pensar en ello. Podría ser uno de esos capítulos de esa novela que te ronda.
¿Novela? Jamás has sido capaz de embarcarte en un proyecto así, que requiere tanta disciplina y compromiso como dedicación personal. Con todo el material que aparcado por corregir. ¿Una novela?
Tienes una novela en la cabeza, pero sabes que no serás capaz de vomitarla. Tal vez ese día, el día que vomites, te habrás curado del todo.
Te ronda el recuerdo en estas fechas. La llamada del cambio. Se tambaleo tu existencia. Posiblemente todavía no te hayas recuperado del todo. Si lo hubieses hecho no estarías pensando en cómo vomitarlo, todo aquello, lo que realmente supuso, el daño interno producido y lo que te está costando recuperar.
Filosofía, Budismo, Cristianismo. Ese abrazo, esa guía espiritual que has creado y vives en tu día a día. Todavía te falta. Todavía debes deshacerte de ciertos hábitos, contraídos tiempo atrás, y agarrarte a lo esencial de la vida que no es otra cosa que eso, tu vida. El egoísmo de Ser.
Y Sócrates nos decía que “una vida no examinada no vale la pena vivirla”. Así que tomémonos el tiempo necesario para reflexionar sobre nuestros pensamientos y emociones. El autoconocimiento nos puede ayudar a comprender mejor por qué nos desanimamos, ser conscientes de que sufrimos más por los juicios de nuestra mente que por la propia realidad y con ello encontraremos formas constructivas de vencer los problemas.
Ayer tuviste una reunión, en la hora del almuerzo, de esas en las que, estratégicamente, debes provocar confianza y para ello, nada mejor que abrir botellas de vino y no dejar que las copas de los acompañantes se vacíen. El resultado todavía lo desconocemos, aparentemente fue bien, en este caso sí se cumplió con el objetivo. Sabes que con la mala suerte que tienes en esto de los negocios, lo normal es que el resultado nunca sea el esperado, pero lo cierto es que te fuiste con buenas sensaciones, más allá del vino.
Te preocupa lo difícil que es provocar, incluir, esos cambios en ti.
Te sientes bien, más allá de esos achaques que tienen que ver con la edad y tus malos hábitos.
Sonríes, silbas. Sientes a tu hijo más cerca y eso te hace feliz.
¿Entonces?
Día a día te estás acercando más a Él. Te abrazas a Él.
Analizas tu pasado con crítica y das pasos para que tu presente sea diferente.
E es, era, el mayor de los hermanos. Bonachón. Grandullón. Áspero en el carácter, como todos ellos. No muy trabajado y tampoco de excesos en las barras de los bares. No crees supere los 65 años. Así, en un instante, la muerte le sorprendió y todo acabó.
Tenías pensado ir mañana a Minaya, pero adelantas a hoy.
Formar parte de una comunidad, de un pueblo, no es solo vivir las fiestas sino también, acompañar el llorar por sus muertos.
Pensabas, ahora, que eres de una generación que todavía no toca, pero sí la siguiente. Que deberías prepararte aunque sea cierto que la preparación para este tipo de despedidas no pueda entrenarse.
El día ha amanecido con niebla. Quieres viajar sobre las 11 h. y así pasar por el tanatorio antes de comer.
Si quieres dejar de hacer algo, no lo hagas, y acostúmbrate a hacer otra cosa en lugar de aquella.
Y de igual forma en lo anímico.
Si quieres ser lector, lee.
Si quieres ser escritor, escribe.
Pues si durante treinta días no lees, sino que haces otra cosa, te darás cuenta de lo que pasa.
Y lo mismo si estás tumbado diez días.
Al levantarte, intenta andar una distancia larga y verás cómo te tiemblan las piernas.
Si quieres conseguir algo, hazlo habitualmente”. Epicteto. Disertaciones, Libro II, XVIII.
El día de ayer fue de abrazos y recuerdos. Largo. Triste. La vida.
La iglesia del pueblo estaba llena de gentes, de vecinos. Una despedida. El cementerio, dónde reposan las almas de todos los que han dado vida a este Minaya, se inundó de unos vivos que en ocasiones parece viven muertos. Descanse en Paz.
Llegas tras uno de esos días rurales, de campo, de los que guardas como inmejorable.
En la Casa del Cerro, finca de uno de los amigos, os juntáis unos cuantos para cocinar, al fuego, unas gachas manchegas que no han quedado nada mal. Vino y campo. ¿Qué más se le puede pedir al día?
Ahora consigues sentarte. Desde que legaste ayer no has parado. Ni has escrito ni vas a escribir, ni has leído ni vas a leer. Todo, en días como este, cuesta más.
La casa está fría. Piensas acostarte pronto y así madrugar mañana.
Qué cierto es.
Dirías que ha sido un viaje raro, cansado, agitado, sin parar mucho. No has descansado ni has podido transitar por tus caminos, aunque ayer pasaste una buena mañana de campo, almorzando con los amigos, en la Finca del Cerro, a pocos kilómetros del pueblo.
Tampoco has leído, y mucho menos escrito.
Enterrasteis al amigo E, el viernes, 62 años, tras caer el jueves por la tarde fulminado por un infarto en el garaje de su casa mientras colocaba unos enseres. Las conversaciones del fin de semana han girado en torno a eso, a la muerte, la sorpresa de la muerte y lo poco que apreciamos la vida mientras la tenemos. Mañana volveremos todos a la rutina de nuestros días, y olvidaremos que en un instante, sin tiempo para despedidas, sin abrazos, sin haber dicho que queremos a esas personas que nos importan, dejamos de estar en este mundo porque dejamos de ser.
Y mientras escribes esto, aquí sentado, tras haber dado los buenos días a los tuyos, esos que de verdad te importan, piensas en tu impermanencia, en que hoy estás pero mañana quién sabrá.
Son muy pocos los que no brillan, los que habitan en la oscuridad.
Trabajas mucho contigo mismo. Eres uno de esos seres realmente imperfectos e incompletos.
En los últimos años no sabes si habrás llegado a brillar como todos merecemos, al menos has pretendido encender tu luz.
Dejaste de buscar fuera para encontrarte desde dentro.
Todavía te queda mucho camino por recorrer. Esperas tener tiempo y hacerlo a Su lado.
Siempre el tiempo.
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