Diario de un Estoico III. El presente que me vive. Semana 15

 
D/9.L
 
Comienza la temporada de abrigo y guantes. Aunque todavía no ha llegado, amanece un día de invierno. Ese invierno que tan largo se te hace, que tanta pesadez mental acontece.
Comienzas una época más tranquila; período de organización y orden interno. Una época en la que no viajas y todo se ralentiza más. Época, también, de encuentros de amigos y de abrazos. También un momento en el que debes dejar finiquitados, y solucionados, esos temas que implican la total disolución de un proyecto, además de ser claro y contundente frente a la irresponsabilidad, la mentira y la mala praxis.
 
Estar solo no es un mal sentimiento. El peor sentimiento que existe es ser olvidado por alguien al que tú jamás olvidarías.
Olvidar a alguien no es ignorarlo. Olvidar a alguien es contemplar que nunca ha existido.
 
Te has propuesto terminar este año en paz. Para ello, estas semanas que te quedan, debes desprenderte de todo aquello que te sobra y no solo no te aporta sino que te pesa y resta.
Y para 2025… emprender vida y calma. Sería la mejor manera de  bautizar al nuevo año: 2025, año de Vida y Calma.
La Vida, al fin y al cabo, significa confiar (confianza en la vida). Y calma es ese estado mental con el que pretendo encontrarme el mayor tiempo posible en el 2025. Calma para Ser y Estar, para Observar.
Y para estar en calma se necesita algo así como confianza. Confianza de que estamos en el camino correcto.
 
Unos minutos de presencia, de estar, de ser conscientes para encontrar la claridad que buscamos.
 
No sabes si estás en ese momento en el que necesitas una especie de impulso o, simplemente, un pellizco auto motivador. No para emprender un proyecto de nuevo negocio, todo lo contrario. Para emprender en ti y hacer algo que te haga terminar la vida con orgullo y sello propio.
Escribes, pero no corriges ni publicas. Te vence el tiempo.
Trabajas, te diviertes con lo que haces, pero vives lo justo.
 
Todos tenemos días en los que parece que pasan tantas cosas que sentimos no vamos a poder aguantarlas o contenerlas. Otros, en cambio, no pasa nada, parece no existimos. Te suele ocurrir los lunes. A partir del martes parece todo tiende a alborotarse, y así hasta el sábado.
 
 
D/10.M
 
Te cuesta mirar atrás pero miras. Es un ejercicio fascinante ese de ser capaces de no mirar atrás. Mirar siempre hacia delante, dicen. No deberíamos olvidar nunca de dónde venimos, por qué estamos dónde estamos, las decisiones que tomamos y en qué nos equivocamos. Hay que reconocer y también aceptar.
 
“No soy raro, ni extraño, no estoy fuera de lugar, ni loco, simplemente mi realidad es diferente a la tuya.” Lewis Carroll
 
Todo en la vida son lecciones y eso nos da la sabiduría suficiente para vivirla. Aceptar. Solo aceptando se vive y se disfruta, la vida.
 
Cada día podemos poner el contador de las cosas importantes a cero.
Cada día es momento de empujar en todo lo importante.
 
Cleantes (ss. IV-III a.C.) fue un tipo ejemplo de perseverancia, constancia y de ese  dicho de “más vale tarde que nunca”. Me siento reflejado, en parte, en él. No fue sino hasta los 50 años que pudo estudiar filosofía. Hasta esa edad se ganó la vida como púgil, pasando luego a Atenas, donde fue hortelano y porteador, cargando pesadas rocas con agua para un jardinero.
Pues según Cleantes, el individuo que carece de la virtud estoica es como un perro atado a un carro, obligado a ir adonde este le conduzca. Un sabio virtuoso, en cambio, modifica su voluntad y la adapta al mundo y así permanecer, según Epicteto, enfermo y aun así feliz, en peligro y aun así feliz, exiliado y aun así feliz, en desgracia y aun así feliz, postulando una voluntad completamente individual frente a un universo que te lleva por su camino. Más tarde, Séneca (s. I) remataría magistralmente el asunto recordándonos la enseñanza de Demócrito: "El hombre más feliz es aquel que no necesita la felicidad".
Siempre maravillosas enseñanzas.
 
 
D/11.X
 
A estas horas, mientras tomas café y te dejas perder en pensamientos, y escribes nada en este cuaderno que termina el año, suena ‘True Blue’ de Madonna y te traslada a aquellos tiempos de pijo sin recursos. Vuelves en ti y te gustaría esconderte bajo la mesa antes de volver a salir al mundo.
Llega la Navidad. Está ya ahí, otro año. Reuniones, compromisos, loterías, abrazos, tradiciones.
‘Deberías’. Cuántos ‘deberías’ acumulados en la agenda en fechas como esta.
Deberías llegar antes a casa.
Deberías beber menos.
Deberías gastar menos.
Deberías comer mejor.
Deberías hacer más ejercicio.
Deberías ver más a los padres.
Deberías leer más.
Deberías escribir cada día.
Deberías orar todas las noches.
Deberías ser menos borde.
Deberías… deberías… deberías.
Muchas de nuestras acciones están condicionadas por presiones, intereses o expectativas externas.
La verdadera libertad es hacer lo que hacemos desde el corazón, sin buscar reconocimientos. Hacer por nada. Simplemente porque te da la gana.
Ser auténtico. No porque deberías sino porque quieres.
Decir adiós a los ‘debería’.
 
¿Qué somos? No sé, tal vez eres lo que criticas. O no. Criticas lo que no quieres ser pero socialmente parece que es lo que eres.
 
¿Qué es un día bueno para ti?
Esto ha ido variando con los años.
Ahora, un día bueno es acostarte pronto sabiendo que las personas que quieres están bien.
 
Lo incierto y complejo se convierte en una normalidad en tu vida.
 
Esta frase que leerás a continuación te liberó. Espero que a ti te ocurra lo mismo: “Si la felicidad depende siempre de algo que esperas alcanzar en el futuro, en realidad estás persiguiendo una quimera que estará siempre fuera de nuestro alcance, hasta que el futuro y nosotros desaparezcamos”.  Alan Watts
 
 
D/12.J
 
Los días que uno no descansa bien, tampoco piensa bien.
 
Comes con OB y MS, en Valdemoro. OB es amigo, os conocéis desde hace años, y es miembro del PSC; a MS no la conocías, es senadora por el PSOE canario y sobrina de GS, fallecido el año pasado, político socialista, exministro y destacado masón.
Un almuerzo entrañable, más que agradable y, sobre todo, poniendo en valor que la diversidad de ideas es compatible con la amistad y el compartir ratos entrañables.
La conversación de la comida, alejada de críticas ideológicas, versó, fundamentalmente, sobre la masonería. Extrañados quedaron, como es lógico, de mi relación con la Orden Masónica. También fue extraño que confesara ser masón -desde hace años en sueños- en un almuerzo así. Pero creo que ciertas cuestiones personales las confías cuando hay razones para ello.
Debatimos una cuestión crucial: iglesia / masonería, masonería / catolicismo /cristianismo. Defendí mi postura: se puede ser cristiano y masón. De hecho son cientos los destacados masones cristianos, incluso católicos. Pero sí quise diferenciar, como opinión, la postura de la iglesia y la masonería, iglesia contra la masonería.
La iglesia, históricamente, lo respetas, ha generado seguidores corderos, tener a gente controlada. Si no estabas controlado eras (o eres) pecador y vas al infierno (imaginemos esto en siglos pasados). La masonería, en cambio, lo que aglutina son hombres libres y de buen vivir. Te pide que seas libre. Libertad, Igualdad y Fraternidad, es su bandera. Esto, si lo analizamos históricamente, también actualmente, va prácticamente en contra con la idea de la Iglesia, tal y como está preconcebida. Pero en cambio, es lo que pienso y siento, no contra el mensaje de Jesús, sino contra el de la Iglesia.
En España, a diferencia de Francia, Inglaterra o Portugal, a diferencia de los Estados Unidos, la masonería no sólo es señalada por la Iglesia, sino que todavía carga con las connotaciones negativas de la dictadura. Por eso, en ciertos círculos, que alguien con una ideología de centro derecha, liberal, diga que es masón, choca bastante.
MS, sobrina de un gran masón, dijo algo que me llegó dentro: “lo único que sé es que los masones son buena gente”.
 
 
D/13.V
 
El día está frío y muy oscuro. Todavía no ha amanecido. Sentado en tu silla de la oficina, miras a través de tu ventana que da al patio de la Fiscalía General del Estado. Las hojas del árbol que tienes justo enfrente se desparraman en el suelo ejerciendo de otoño.
Piensas en las cosas que dijiste ayer por la noche a esa persona que quieres y admiras. No lo merecía. Reconoces que a veces te saca de tus casillas, pero nadie merece que le hablen como hablaste tú. Háztelo ver y saber.
 
“¿Por qué tenemos distintos pareceres?
¿Por qué nos peleamos?
¿Por qué nos hacemos reproches unos a otros?
¿Por qué te incomodas?
¿Por qué te sientes desdichado?
Porque cuando quieres que algo suceda, no sucede; y cuando no quieres que suceda, sucede.
Cuando aprendas a querer las cosas acordes a la naturaleza...
¿Qué te incomodará?
¿Quién te impedirá algo?
¿Quién te obligará?”. Epicteto, Disertaciones, Libro II- XVII
 
Todas las tormentas son necesarias. Una vez que pasan, que miras atrás, cuando han pasado, te das cuenta de que de todo lo malo siempre se puede sacar algo bueno.
Los malos momentos son el mejor filtro con los amigos.
Los malos momentos te dan siempre otra oportunidad, la de empezar de nuevo.
Un mal momento te puede salvar la vida.
 
Jamás has creído que sabes todo y de todo, es más, te sientes un aprendiz de la vida. Eso te provoca sorprenderte, en parte, también asquearte.
 
 
D/14.S
 
Madrugas. Esa caminata entre una niebla que no te permite ver el campo, junto a una temperatura que no llega a los cero grados.
Apareció la niebla sin preaviso, como lo hace siempre la niebla. Pálida, silenciosa. Escondiendo la vida tras ese velo denso. La niebla huele, lo aísla todo. Caminas.
Soñaste que llegabas corriendo al borde de un precipicio, te tambaleaste hacia delante pero conseguiste guardar el equilibrio y no caer. Sentiste el vértigo de la posible caída. Pero no caíste.
 
Días que despiertas pensando que no necesitas nada, que lo tienes todo. Días que despiertas pensando que te sientes vacío, que te falta todo.
Hacer o no hacer.
 
Las cosas buenas sucederán. Confianza, Fe, Esperanza, Paciencia. La impaciencia es un defecto que nos provoca tomar decisiones equivocadas y no llegar. Dejemos que todo fluya.
 
Rodearte siempre de personas que admiras para ser menos como tú y más como ellos.
 
En los fines de semana los libros te ayudan a salir de la anestesia del ruido laboral.
 
Uno de los versículos más conocidos en la Biblia es: “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Esta frase resume toda la esencia cristiana.
Tendemos a enfocarnos en la primera parte del versículo –tratar a los demás siempre con amor y respeto– y pasamos por alto algo crucial: sólo podemos amar a otros si nos amamos a nosotros mismos. Amarse a uno mismo, aceptarnos, tener un concepto sano de uno mismo, es pilar fundamental de todas las buenas relaciones.
No gustarnos como somos o tener baja autoestima impactará  enormemente en cómo tratamos a otras personas. Si no nos  gusta cómo somos, lo normal es que nos resulte complicado darnos a otros.
La raíz de muchos de los problemas del mundo es que las personas no se quieren a sí mismas.
 
 
D/15.D
 
Algo que llevas con orgullo es el mantener y cuidar esas amistades del barrio, de la adolescencia. Esos amigos que conociste cuando vuestro único interés era jugar a las chapas o quedar para ir a la discoteca. Alguno quedó por ahí, perdido, que no sabes por qué, como es el caso de E, pero con el resto mantienes contacto y, si puedes, quedáis de vez en cuando. Curiosamente son estas fechas, prenavideñas, en las que más se trata de exaltar la amistad.
Ayer comiste con los chicos -tu hijo y su novia-, y N y su hija, que a la vez es novia del mejor amigo de tu hijo y ahijado tuyo. Siempre son reuniones de recuerdos. De repaso de vidas, de unos y de otros. Del futuro de los chicos. En el caso de N sus padres ya no viven, eran vecinos de los tuyos, en el barrio.
Y es en esos momentos, cuando miras a los demás, cuando te das cuenta del privilegio que tienes. Tus padres en vida, hermanos, un hijo del que sientes cada día más satisfacción, pareja, amigos. Una vida que, tras los traspiés, vas consiguiendo enderezar.
Hacía también tiempo que no escuchabas a tu hijo decir que se sentía feliz. Y eso es más que suficiente para ti: su felicidad.
Te preguntaron, durante la comida, cual había sido el año más feliz de tu vida. No lo dudaste, el año 2001, nació él.
 
Deberíamos enfocarnos en dónde estamos, Aquí; en lo que sí tenemos, lo que hay; lo que sí somos y los que están.
 
Miro al cielo y pienso en esas palabras que decía Kierkegaard, que la libertad no es tanto un estado como una carga, un abismo al que nos enfrentamos cada vez que debemos decidir.
Caminar, aprender a contentarnos con lo que somos.
 
Terminas de ver la serie ‘Los Años Nuevos’ de Rodrigo Sorogoyen, Sara cano y Paula Fabra. Con dos fabulosos actores que no conocía: Iría del Río y Francesco Carril. Emociona, conmueve, remueve.
Me ha parecido magistral. Es tierna, pero dura a la vez. Muy humana.
El guion es excelente y la interpretación también.
El amor, el caos, los miedos… los años.
Diez capítulos para ver de una sentada.
 
¿Se puede ser feliz sin esperanza? ¿Podemos ser felices sin Fe? Llega diciembre, frío, sombrío, final de año, y me vienen todas esas preguntas.
Fe no solo en Dios. Fe en la familia, en los amigos. Fe en ti.
¿Es la Fe Esperanza?
Miremos a nuestro alrededor. Contemplamos las tensiones del mundo; o cómo está nuestro país, en particular con todos esos líderes solo preocupados del “y tú más”.
Pero la Esperanza está y está porque es en esos malos tiempos, en la oscuridad, cuando más brilla.
Esperanza, Fe, Caridad. Virtudes teologales. Ese conjunto de conductas y valores que nos guían y hacen humanos. Éstas se unen a las virtudes cardinales (prudencia, fortaleza, templanza y justicia) como coordenadas morales para guiar las acciones de los cristianos.
Las tres virtudes teológicas fueron tomadas por la tradición cristiana directamente de los escritos del apóstol Pablo de Tarso (c. 5-c.67 d. C.), quien fue un evangelizador y figura influyente en la historia de la religión cristiana. San Pablo entendía estas tres virtudes teológicas como rasgos propios del cristianismo, que venían a complementar las cuatro virtudes cardinales o naturales.
Sentir y sentido de Vida.
 
Compartes lo que sientes: eso es valentía.
Escribes lo que sientes: eso es auto terapia.
Sientes lo que escribes: se trata de sanarte.
Todo lo superarás y seguirás adelante con fuerza: a eso le llamas seguridad.
 

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