N/11.L
Llegas corriendo al
aeropuerto, entre unos percances y otros, después de salir con tiempo de sobra
y terminas de conseguir superar esos controles kilométricos. Gentes y gentes
viajando. Es impresionante.
Hoy vuelas a Tenerife.
Mañana volarás a la isla de El Hierro donde tienes agendada una reunión con el
presidente del Cabildo Insular.
Dormirás en La
Laguna, ese pueblo de la isla que te encanta y al que no llegabas desde
hacía ya unos cuantos años, dirías que diez. Es de una belleza extraordinaria,
Patrimonio de la Humanidad. Esperas poder tiempo para caminarlo y sentirlo.
“El mundo no está
contra ti. Tú estás contra el mundo. Ese es el maldito problema.” La voz de
mi alma.
No sé si lo tenemos
claro pero lo opuesto al temor no es la valentía sino la fe. Y la fe me otorga,
nos aporta, prudencia y calma ante las adversidades.
Cuando te sientes
débil, es cuando más fuerte estas.
Almuerzo comida típica
de la isla: garbanzas y unas potas en salsa con papas arrugadas. Genial.
Decides caminar y recorrer esas calles por las que tanto hacía no te movías. Te
sienta bien.
Visitas la Parroquia de
Santo Domingo Guzmán, la Catedral de San Cristóbal de la Laguna y algún lugar
más que te espiritualiza el momento. Momentos de soledad en los que encontrarte
con Él y pedirle esas señales que guíen en bien de tu camino.
N/12.M
Madrugas. Otra vez
aeropuerto, con sus tiempos cansinos. Vuelas a El Hierro. Viaje corto, entre
islas. Avión pequeño. Agradable.
Tener paciencia, tomar
distancia de las cosas para poder procesarlas. Cuando estamos demasiado
involucrados no somos objetivos y actuamos sin pensar, por impulsos.
Hay momentos en los que
es mejor perderlo todo para así convertirnos en alguien diferente.
Escribes estas líneas
desde los cielos. Por la ventanilla del avión admiras esas nubes que como
algodones flotan mirando el océano. Piensas que por mucho que nos machaquen,
por mucho que digan de ti, no pasa nada. Estás dónde tienes que estar. Y el que
venga que lo haga de frente y con todas sus armas, razones. Pero de lo
contrario, que no te haga perder el tiempo.
Antes de la comida
vuelta en avión a Tenerife. Lo poco que has visto de la isla de El Hierro no te
gusta mucho. Es una isla volcánica, fea.
La reunión ha sido en
el Cabildo, situado en la capital, Valverde. Desde el pequeño aeropuerto todo
subida hasta llegar, una altitud importante.
Os sobraba un par de
horas antes de coger el vuelo de regreso así que habéis optado por visitar el Mirador
de la Peña, un lugar increíble, con unas vistas increíbles, de vértigo,
pero has podido perder tu mirada en ese océano infinito y parte de una isla
agreste y, como has dicho, poco atractiva desde tu parecer.
Tras el almuerzo, en La
Laguna, regresas a Madrid. Tres vuelos para este martes entre las nubes.
“No hay cosa más
estupefaciente que la ira, nada más empeñado en su propia fuerza. Si tiene
éxito, ninguno más arrogante, si fracasa, ninguno más loco”. Séneca
Hoy has sabido, conocido,
la diferencia existente entre volar en primera o en turista.
El vuelo Madrid-Tenerife
fue horrible. Encogido en el asiento central, con las rodillas chochando con el
de enfrente, dolorido.
Por una casualidad, no
porque lo hayamos pagado, la vuelta ha sido en primera clase.
Azafatas sonriendo y susurrándote
cada minuto si deseas algo. Bebidas sin fin, cena si te apetece, asientos con
distancia suficiente… en fin. Es la diferencia entre poder y no poder.
Entre tener y no tener.
Por cierto… sigo siendo de
los que no pueden, ni quieren.
Pero reconoces que la
sensación ha sido diferente.
N/13.X
Todos los proyectos
tienen un inicio. Durante el recorrido casi siempre hay sus más y sus
menos, sus obstáculos que se van superando a base de esfuerzo, sus sin sabores.
Hay proyectos que no tienen fin, como la vida misma. Otros acaban sin saber por
qué, pero acaban.
Cuando los
proyectos son compartidos, las penas se viven mejor porque se comparten.
El fin siempre depende de
uno, difícilmente de dos.
Hay decisiones que
nos provocan más daño que otras.
“Hay que saber tratar a
los que no piensan igual y decir: ‘Este me aconseja también a mí lo que cree
para él mismo es un bien. Le comprendo.” Epicteto
Reconozco que, en
ocasiones, aún costándome bastante, pero siempre trato de ponerme en el
lugar del otro, y trato de analizar los motivos de hacer lo que hace. Y si
no consigo entenderlos, es cuando me doy plenamente la razón.
Tengamos cuidado con
los cobardes más que con los valientes; el valiente va de frente, el cobarde te
traiciona siempre.
Cada uno es capaz de
percibir, cuando está con alguien, si le miente.
Mantener la calma,
sonreír, buenas palabras y excusas. Los protagonistas saben que fingen. Fingir
es mentir.
Cuando descubres más
mentiras de las que conocías, te ratificas en tu realidad y te sinceras
contigo. No hay vuelta atrás.
N/14.J
No duermes bien. Esos
dolores nocturnos te preocupan. Van dos noches, aunque no seguidas. Sabes qué
es. No te va a quedar más remedio que operarte. ¿Cuándo? Deberías preocuparte
un poco más de ti y por ti.
Las decepciones
personales dañan mucho más en lo interior que los fracasos profesionales.
Analizas cada detalle
de la reunión de ayer. La personalidad de ciertas personas es realmente
increíble. Te sorprende.
Esto será largo. Un
proyecto así no es hoy estoy y mañana no estoy. Terminarlo lleva un proceso, un
camino que puede llenarse de espinas.
Te conviene centrarte
en lo tuyo, en lo que verdaderamente importa. No despistarte.
“A veces, lo mejor que
puedes hacer es no pensar, no preguntarte, no imaginar, no obsesionarte. Solo
respira y ten fe en que Dios resolverá las cosas que te preocupan.” 1 Pedro
5:7-11
Reconoces que ya no te
quedan ganas de emprender en lo material, asumes que es tu momento pero de emprender
en lo espiritual que, al fin y al cabo, es emprender en ti.
Uno de los grandes tabús
de occidente es, sin duda, la muerte. En otras culturas son como más
cercanos y esto les permite afrontar el fin con cierta dignidad. Aquí, en
occidente, pasamos la mayor parte de nuestra vida escudados detrás de una cierta
ficción: vivimos como si fuéramos eternos y terminamos muriendo
confundidos y angustiados. Parece que la muerte solo les sucede a otros.
Cada vez pienso más en
la muerte. Vamos cumpliendo años, los padres, aunque medianamente bien, van
siendo mayores.
Es indudable que todos,
absolutamente todos, vamos a enfrentarnos por lo menos a una muerte, la
nuestra.
No nos gusta pensar en ello, pero la experiencia nos dice que esta estrategia
no da muy buenos resultados. Deberíamos adoptar la aproximación opuesta. Quiero
decir, reflexionar sobre qué queremos hacer en los últimos momentos de
nuestra vida cuando aún tenemos tiempo y gozamos de cierta serenidad de la
distancia. Pensarlo cuando ya se asoman las orejas del lobo, cuando la vida
nos avisa, no da mucho margen para tomar buenas decisiones.
Lo que realmente merece
la pena es reflexionar sobre cómo queremos vivir ahora, sabiendo que moriremos,
y también sobre cómo esperamos vivir durante el tramo final de nuestras vidas.
Olvidarnos de la muerte
nos hace considerar que nuestro tiempo ilimitado, algo insensato, primero,
porque no lo es, pero, en segundo lugar, y más importante, porque cualquier cosa
abundante pierde su valor. Por ese motivo no dejamos de malgastar nuestro
tiempo con gran facilidad.
El arrepentimiento
aparece cuando ya es tarde, nos damos cuenta de que el tiempo no era
infinito y eso nos cabrea. Nuestra vida entera gira sobre una creencia
incorrecta, lo cual nos lleva a plantearnos una pregunta: ¿de qué sirve todo el
trabajo hecho, el dinero acumulado, los logros alcanzados y el respeto
conseguido si tenemos que soltarlo todo al final? La cruda respuesta es: de
nada. Absolutamente de nada.
Creo que hacernos esta
pregunta simplemente nos deprime, la pregunta correcta para tomar conciencia y
corregir la dirección nuestra vida sería: ¿cómo viviríamos si fuéramos
conscientes de la muerte? Laura Carstensen, que es catedrática en
psicología de la universidad de Stanford, formuló una hipótesis: la forma
que decidimos pasar nuestro tiempo, podría depender de la cantidad de tiempo
que percibimos que nos queda.
En su estudio esta
señora demostró que las personas mayores aprecian más la vida que las
jóvenes. Se podría pensar que esto es debido al ambiguo concepto de la
madurez emocional; para comprobarlo, Carstensen replicó el estudio en jóvenes
con enfermedades terminales, y descubrió que, de nuevo, éstos disfrutaban más
del tiempo que tenían que los jóvenes sanos. La conclusión era clara: cuando
se acerca el final, somos más propensos a usar mejor nuestro tiempo.
El conocido autor Viktor
Frankl también nos invita a corregir este comportamiento estimulando nuestro
sentido de la responsabilidad con un sencillo ejercicio: imagina que ya
has vivido el día de hoy, y la primera vez lo has desperdiciado. No hay
nada mejor que arrepentirnos del error que estamos a punto de cometer para
asegurar que no lo cometemos.
“Actúa como si vivieras
por segunda vez y la primera lo hubieras hecho tan desacertadamente como estás
a punto de hacerlo ahora. Pocas estrategias estimulan más el sentido de la
responsabilidad que esta máxima que invita a imaginar, primero, que el presente
ya es pasado y, segundo, que ese pasado se puede corregir. Este precepto
enfrenta al hombre con la finitud de la vida y con su finalidad personal y
existencial.” Viktor Frankl, en ‘El hombre en busca de sentido’.
N/15.V
Encontramos las
respuestas en el momento que dejamos de buscarlas. Puede
resultar irónico, pero es así.
Pensabas el otro día,
cuando volabas de regreso a Madrid, que es ahí, allá arriba, encerrado en ese avión
a miles de metros del mundanal ruido, el único momento en el que no puedes
huir, sólo estar.
Sin correos, sin
mensajes ni llamadas en el móvi. Sin puertas que abrir ni tampoco cerrar. Tú,
en tu asiento, rodeado de esos desconocidos que tampoco conocen su destino
vital.
Nada es una certeza. Ni
siquiera lo que vemos.
Camino espiritual. Camino
de vida.
“Nadie que vive
asustado, triste o inquieto, es libre, sino aquel que se aparta de tristezas,
miedos e inquietudes.
¿Qué es lo que percibo?
Una careta. Dale la vuelta y estúdiala” Epicteto.
Pierdo muchas veces, y
no lo digo. Gano alguna vez, tampoco lo digo. Prefiero ser humilde en mis
victorias y elegante en las derrotas. Algo tonto, pero soy
así.
Me joden mucho esos
cerdos, me refiero a personas, que entran en los baños de los bares o
restaurantes, hacen uso de ellos y después no tiran de la cadena. Tal vez es
que estén acostumbrados a hacerlo así en su casa. Cerdos.
No alterarnos ante lo
adverso.
Espera, cálmate cuando
desees algo.
Ejecuta despacio esas
tareas que requieren dedicación.
No te angusties por el
día siguiente.
El barro de nuestros
pies hoy nos enseña a vivir el mañana.
Cuando los días son
oscuros, quédate con Él, escúchale y espera que el sol vuelva a brillar en tus
cielos.
Dudas si viajar Mañana
a Minaya. Dependerá de cómo descanses hoy. Lo necesitas.
N/16.S
Decides, finalmente, en
cuanto despiertas, que ir a tu pueblo es la mejor manera de equilibrar la
mente.
Así que te levantas
pronto, tomas café mientras esperas que amanezca.
Debes descansar la
cabeza.
No podemos culpar de
nuestras circunstancias vitales a los demás, sí debemos esforzarnos en cambiar
lo que no nos guste.
No paras en todo el
día. Siempre acompañado de ese grupo de amigos ajeno a los problemas de la
ciudad, aunque con los suyos.
Llegas al almuerzo en Los
Manchegos. Cervezas en el Diego. Comes en El Cubillo. Algún gin nuevamente en
el Diego y vuelves a cenar a Los Manchegos. Te das cuenta de que no has estado
en todo el día en casa. Pero has conseguido el objetivo: desenchufar la mente.
Lo necesitabas. Venías predispuesto
a ello. Tu pueblo, amigos y olvidarte de esas mentiras que te rodean y que
tanto daño te hacen.
N/17.D
¿En qué gastamos el
tiempo? Esa es la pregunta. El tiempo se nos va.
Cuánto más tenemos
menos felices somos. Pero sin tener, lo mínimo, lo justo, lo digno, es difícil
ser feliz.
Experimentar una
injusticia no es lo mismo que sufrir una injusticia. Puedes o no tener
derecho a reclamar aquello que crees se te ha hurtado.
A nuestro alrededor
existen verdaderas injusticias.
No recuerdas bien mucho
de lo que hablaste anoche. Esperas no haber prometido, o comprometido, muchas
cosas.
“Es difícil encontrar
la felicidad dentro de uno mismo, pero es imposible encontrarla en ningún otro
lugar.”
Schopenhauer
Normalmente siempre ha
sido así, cuando muerdes la mano que te alimenta, terminas por chupar la
bota que te patea. ¿Verdad?
Vagueas toda la tarde.
No haces nada, ni siquiera leer.
Saliste a caminar un
rato, lucía el sol. Lo merecía. Te has visto alguna película de esas que te
hacen olvidar y no pensar en lo que no debes.
Buscar el Ser.
Estás algo perdido.
¿Cómo saber si caminas en la dirección adecuada?
Estás algo cansado de
todo.
Nadie puede cambiarte
la vida a bien, pero, igualmente, nadie te la puede cambiar a mal. Esto es
maravilloso.
Hay una frase, de ese
maravilloso libro que es Un Curso de Milagros, que dice así: “Nada
externo a ti puede amarte o hacerte daño.”
Da que pensar. ¿Verdad?
Ponemos fuera fácilmente lo bueno y lo malo.
Lo mismo nos da por
decir a alguien que nos ha cambiado la vida o que nos hace feliz, que le
decimos que nos arruinó la vida o que nos hace infelices.
Pero antes o después, cualquiera
de nosotros tiene que darse cuenta de algo importante. Algo que nos ahorraría
sufrir.
Nadie puede hacernos
felices o cambiarnos la vida de la misma forma que nadie puede hacernos infelices
o arruinarnos la vida
Cada uno conecta más o
menos, con diferente energía, con determinadas personas o circunstancias. Eso
hace que atraigamos unas experiencias y no otras a nuestras vidas.
Simplemente depende de
nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario