N/18.L
Escribió Marco Aurelio
que “la mejor respuesta a la ira es el silencio”. Callar.
Silencio. Ha sido mi elección en un momento complicado, que no va ni hacia
delante ni hacia atrás. Callar. Calma.
Un poético proyecto
empresarial que se muere. Una buena amistad que se diluye, algo que para ti
tiene más importancia que lo primero.
Sepárate de todo aquél
que te falte el respeto, que te mienta, que te use o no te valore.
Lo que da sentido a
nuestra vida es tener historias que contar, no poseer cosas que mostrar.
De cualquiera podemos
aprender. De los mayores, pero también de los que son más jóvenes que tú. De
los más ricos, del más pobre que tú. De los que están tristes o de aquellos
pletóricos en felicidad.
De todos y de todo se
aprende. De lo bueno y de lo malo. Aprender qué hacer o qué no hacer.
Hacer lo correcto.
Escucha, siempre
escucha. Es el mejor aprendizaje.
Llegas a casa pronto.
Los lunes son así, o tratas de que sean así.
Te preparas tu zumo
favorito: de tomate, pimienta, sal, tabasco, angostura y medio limón exprimido.
Todo un placer del que solo te arrepientes cuando te sube el ácido úrico.
Te sientas a leer, en
ese silencio. Un poco de calma. El día ha sido bastante intenso, mentalmente
hablando.
Es difícil pedir a
alguien que tenga fe cuando ha perdido la confianza.
Esa fe, la que
propugnaba Jesús, la de la confianza, la perseverancia y el compromiso.
No la obediencia, lealtad o creencia. La fe que busca la inteligencia.
Esta es la verdadera fe
a la que yo me agarro, aunque en ocasiones decaiga. La fe que aconsejo a los
que decaen.
Pistis.
En la mitología griega,
Pistis era la personificación de la buena fe, la confianza y
fiabilidad. Se menciona junto con muchas otras personificaciones como Elpis
(Esperanza), Sophrosyne (Prudencia), y las Cárites,
quienes estaban todas asociadas con la honestidad y armonía entre la gente.
Su equivalente romano
era Fides.
N/19.M
Te acostaste pronto. Un
caldo te entonó el cuerpo. Leíste unos pasajes de la Biblia, tu lectura
favorita en esta época. Unos versículos de Marcos, algo de Proverbios y
Eclesiastés. Te entonó la mente. Suficiente para despertar pleno y
dispuesto a enfrentarte a esos problemas que sabes has de resolver de manera
inminente, sin dilación.
La felicidad es,
simplemente, paz interior. Sin paz interior nada externo Es. Y la paz
interior es aceptar y aceptarse. Estar a gusto con uno mismo es estar en el
camino que nos conviene.
Lo que más afecta a
nuestra paz interior son todas esas emociones que nos perturban.
Pensamientos, emociones, sucesos externos que convierten nuestro estado mental
en negativo.
Orgullo, odio, ira,
codicia o envidia tienen un fulminante efecto desestabilizador de nuestro
equilibrio interior.
“De esta forma
respondió Sócrates al que le recordaba que se preparara para el juicio donde se
decidiría su vida:
- ¿No te
parece que me he estado preparando toda la vida?
- ¿De qué
forma?
- Protegiendo
lo que dependía de mía.
- ¿Cómo?
-
Nunca haciendo nada injusto ni en público ni en
privado”.
Disertaciones, Epicteto.
Perdonar una vez el
error y sacar las castañas del fuego al perdonado; perdonar dos veces y dar
otra oportunidad; perdonar tres, esto ya sería de gilipollas. ¿No? Creo que sí.
Démonos cuenta de que
el problema no es la vida, sino nosotros.
N/20.X
Reuniones que te tranquilizan
y generan calma. En ocasiones las alargas en demasía, pero necesitas escuchar,
hablar, desahogar con amigos, aunque en determinados momentos te digan más
de una verdad, de esas que te escuecen.
No das crédito a
ciertas situaciones que ocurren y te ocurren, pero la única manera de seguir
adelante y afrontarlas es así, desde la calma.
Lo que más dice de una
persona es su comportamiento ante determinadas situaciones. Valentía o
cobardía. Actitud crítica o cómoda. Personalidad insegura, ajeno a la emoción.
No sueles juzgar a nadie,
pero en este caso, los hechos te llenan de razón. No todo el mundo valemos
para lo mismo. Hay quienes valen para ser empresarios y quienes valen para
ser empleados.
Con esto no quiere
decir que tú seas mejor en un lado o el otro. Sí que al menos, lo que haces,
tanto en un sector como en el otro, estés dónde estés, es tratar de gestionar
de la mejor manera posible.
Dice mucho de esas
personas que cercanas a los cuarenta todavía llevan la vida en desorden.
Todo cambio provoca
miedo, toda incertidumbre es miedo, inseguridad, pero todos los cambios son la
esencia de la vida y siempre una oportunidad para aprender.
Adaptarnos. Aceptar.
Nada es casual, todo es
por algo.
Alan Watts decía que “cuanto
más tratamos de controlar, más nos controlan nuestros miedos… El miedo es el
resultado de intentar aferrarnos a lo que es impermanente.”
Compromiso contigo, con
tu esencia, con tu verdadero ser.
Ser tu mejor versión.
N/21.J
A veces tienes
compromisos inevitables, otros eres tú el que los busca. El mayor compromiso
debería de ser siempre contigo.
Al fin y al cabo, los
verdaderos lujos son la salud, el tiempo, la buena compañía, una mente
tranquila y la libertad de elegir lo que quieras hacer.
Todo lo demás sobra.
“No te llames a ti
mismo filósofo cuando estés entre los que no lo son, y tampoco hables mucho en
su presencia sobre principios teóricos...
Sino limítate a actuar de acuerdo con esos principios.
Del mismo modo que en un banquete no se te ocurriría disertar sobre el modo en
que se debe comer, sino que te limitas a comer como es debido”. Epicteto en
Enquiridión 46
Lo que vivimos, siempre
nos enseña algo. A lo mejor no es el mejor capítulo de nuestra
vida, pero tengamos presente que es eso, tan solo un capítulo, no el final de
nuestra historia.
Ya hemos pasado por
situaciones difíciles y logramos salir a flote. Esta vez no va a ser una
excepción. Nos levantaremos, volveremos a brillar y olvidaremos, con buenos
momentos, estos peores. Simplemente confiar.
Evitar conversaciones
incómodas, además de un acto de cobardía, hace que los problemas se enquisten. Siempre
hay que hablar, es mejor, aunque incomode. Siempre en frío y sereno.
El camino de la
espiritualidad sería algo así como ser capaz de vivir con la mayor paz posible
en el manicomio que habitamos.
En nuestro día a
día. En el atasco de por la tarde. En el tren apretujados como sardinas. Con
dolores de tripa. Incluso con un gobierno traidor. También con esos compañeros
o conocidos que creen que tener una rica vida interior es comprarse el último
modelo de smartphone.
Pero también con uno de
esos atardeceres maravillosos. Con la sonrisa de un niño o de esa persona mayor
a la que cedes el asiento. Con un regalo inesperado que te hace un ser querido.
Vivir en paz en medio de
todo eso. Eso es la espiritualidad.
N/22.V
Escribir un diario es
escribir lo que se ve, aunque sea monótono y aburrido; lo que se siente, aunque
a veces las emociones sean como notas musicales y otras como esos túneles
oscuros sin fin. Escribir un diario es dar cuenta de tu vida, dejarla escondida
en el recuerdo de unas hojas para saber quién eres cuando, a lo mejor, no te
reconozcas ni sepas quien fuiste.
Has llegado al café
envuelto en estos pensamientos tal vez porque ayer tuviste una de esas tardes
emocionalmente agradable.
Ayer comiste solo, en La
Fontanilla, con V, H y A revoloteando, atendiéndote y haciéndote sentir como en casa.
Hiciste algo de compra y a
casa, a esperar.
Una cena, esas
conversaciones, la vida.
Es verdad que en
ocasiones las decepciones son el único modo que tiene la vida de hacer
limpieza.
A veces vienen
tormentas y perturban nuestras vidas, pero no todas vienen a eso, algunas
vienen a limpiarnos el camino.
La respuesta que dio David
al rey, según las escrituras fue: “no me preocupa lo que pueda hacer un
gigante, porque mi Dios me defendió antes y lo volverá a hacer.”
Es Confianza. Es
Fe.
Deberíamos de poner las cosas
en su lugar.
Aquellos que se creen
enemigos nuestros también son los de Dios y si se enfrentan, o nos atemorizan,
Él actuará, pero para ello debemos confiar. Confía.
Te quedas en casa en la
tarde. Esos viernes, con Kika, tranquilos, de reflexión y calma.
Ha sido una semana intensa
de trabajo.
Andas algo más centrado.
Te has dado cuenta de que
el valor de lo humano está reñido con el valor de lo material. Lo sabías y
sabes, pero es algo que en algunos casos eres incapaz de contemplar.
Hay personas que
por su personalidad son maleables, fáciles de influenciar. Personas débiles,
sin carácter ni pensamiento crítico. Carecen de autoridad.
Poco o nada puedes hacer
más que respetar las decisiones y olvidarte de lo que ha sido un buen proyecto,
aunque, parece, envuelto en una mentira interesada. Así es la vida. Así son las
cosas.
N/23.S
Duermes cerca de diez
horas, algo totalmente insólito en ti. Sales a caminar y lo meditas, entiendes
que tanto tu cuerpo como tu mente necesitan recuperarse. Los sometes a
desgastes que ya no van acorde con tu edad. Pero no consigues cambiar.
El abrazo.
Te encuentras, mientras caminabas, con un amigo, de esos que crees lo es, y le
abrazas. El otro día, recuerdas, después de tomar unos vinos y estar presente
en una discusión de dos amigos, en este caso hermanos, de los que ya se abrazan
poco, te quedaste un rato con uno de ellos. Trataste de animarle y transmitirle
lo que pensabas y, sobre todo, que no merecía la pena estar así, que debían
hablar y solucionar sus diferencias. En un momento dado se emocionó, le
abrazaste. Un abrazo de amistad, fraternal, de calma.
El abrazo es un
gesto de los más importantes que existen en las relaciones humanas, cargado,
además de simbolismo. Abrazas con amor a tus padres, a tu hijo, a tus hermanos
y pareja. También abrazas con cariño a esos que sientes como Amigos de verdad,
que forman parte de tu círculo más íntimo. No son muchos.
Tal vez por eso te duela
tanto desperdiciar abrazos; dar abrazos incorrectos. Incluso que te abracen
falsamente.
Los abrazos que se pierden
no se recuperan.
“El poder, la
política y el Estado solo se justifican si constituyen un medio para obtener un
fin: el bien común.” Manuel Fraga Iribarne.
Políticos de verdad,
políticos que engrandecían la política, de unas ideas y de otras, pocos o
ninguno queda.
Palabras que suenan
lejanas en momentos en los que la política se ha convertido en un problema, no
en la solución.
Ser inteligente
tiene sus ventajas, y no digo que yo lo sea. Una de ellas es que se puede
fingir ser imbécil, en cambio al revés es imposible.
Poetizar el Yo. Que tus
palabras, tus versos, sean tu propia voz. Eso es ser auténtico, lo que cada uno
debería perseguir cuando escribe.
N/24.D
Pensamos que todo el mundo
goza de los mismos valores que nosotros, que actúa bajo los mismos principios,
pero no es así. Cada uno tiene los suyos, interpretamos la realidad a nuestro
modo de ver, de forma diferente.
Seguir un camino
espiritual es llenarte de soledad. El camino personal es
soledad. Esperas, deseos, puertas que no se abren cuando esperábamos estuviesen
abiertas; personas que nos defraudan, otras que se van; esas cicatrices que no
han cerrado, que están.
Ese camino escabroso, con
subidas y bajadas. Ese camino que se llena de libros que predican, pero no
aprendes y solo te provocan interrogantes. Esos interrogantes que aparecen a
las cinco de la madrugada y no te dejan dormir.
Ese camino que es tuyo,
que lo haces en soledad, cayendo y levantando. Camino de dolores, de
respiraciones que no llegan, de susurros de silencio y oscuridades.
Tu camino, tu
soledad.
Y sí, piensas dedicar el
día de hoy a dar gracias por todos los días que has despertado y los que te
quedan por despertar. Y lo aprovecharás para pensar en cómo ser mejor contigo
mismo, para así serlo con aquellos que te rodean e importan.
Tanaj es
el nombre que recibe la Biblia hebrea, judía, y que está compuesta por La
Torá (cinco primeros libros de la Biblia, escritos por Moisés: Génesis, Éxodo,
Levítico, Números y Deuteronomio), Neviim (profetas) y Ketubim
(escritos).
El Tanaj realmente es lo
que se conoce como Antiguo Testamento.
Y ya, para dejarte por
aquí otro término que complementa tus notas anteriores, el Talmud serían
las discusiones de los rabinos o sabios judíos acerca de cómo interpretar los
diferentes pasajes y/o enseñanzas que se daban en el Tanaj.
Tenemos la capacidad de
cambiar en cualquier momento nuestro camino, ser o existir. Nada está escrito.
Nadie nos obliga a ser siempre los mismos.
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