Diario de un Estoico III. El presente que me vive. Semana 5

 
S/30.L
 
Viajarás esta semana a Sevilla, a partir del miércoles. Sevilla siempre te apetece y tiene que ver con que es una de esas ciudades acogedoras, que disfrutas, que pateas más allá de los tiempos de trabajo. Esta vez participas en el II Encuentro de Gestión Pública. Siempre interesante en tu ámbito.
 
“Pues nuestras penalidades de hoy, que son leves y pasajeras, nos producirán siempre una riqueza inmensa e incalculable de gloria.” 2 Corintios 4:17
 
Ser una persona espiritual, es ser capaz de influir en los demás haciendo comprender aquello que conocemos pero que somos incapaces de integrar en nuestra alma.
Escuchar a una persona altamente religiosa es dejar que sus palabras te alimenten y te hagan crecer y florecer.
Ser espiritual es saber ver las cosas de manera diferente. Es ser luz en el día a día.
 
Nuestras batallas diarias normalmente tienen que ver con nuestro carácter, con las relaciones con los demás, con esas desilusiones, con las malas decisiones o con nuestros malos hábitos o adicciones.
Él está ahí para cuidarnos y ayudarnos a vencer en esas batallas del día a día.
 
La felicidad no se resuelve satisfaciendo deseos, se resuelve eliminando deseos.
 
Le das vueltas a la idea de complicarte la vida o no, de volver a comenzar lo que nunca terminas por falta de tiempo y compromiso. Esos estudios que te aporten y hagan consolidar tus valores y creencias: filosofía, religión, psicología. Es complicarte porque supone desembolsar unos dineros, que no sabes si terminarás, como siempre. Todo, a veces, obedece a impulsos, a momentos vitales, lo sabes. Vas de allá para acá, depende del período temporal en el que estás o en cómo te encuentre anímicamente. El caso es que si lo haces, debe ser ahora.
Dejar pasar unos días. Madurar. Reflexionar. Valorar.
Dejarte sentir.
 
Cuando algo nos incomoda, lo mejor es pensar en lo que nos hace feliz. 
Cuando uno toca momentos que realmente convulsionan, porque no sabía que podían estar ahí, tiende a perder ese estado correcto que parece, o parecería, tenía casi siempre por obligación. 
Llevo un tiempo pensando, y cada vez lo ratifico y clarifico más, que lo importante en la vida es encontrar nuestro propósito, lo que queremos realmente. Dónde queremos ir y dónde queremos estar; al fin y al cabo, dónde y cómo queremos terminar. 
Me llena de vida cuando converso con personas que aparentemente lo tienen claro, que saben dónde quieren estar y dónde no, que no se contradicen porque tampoco excusan su momento, simplemente lo encuentran como una parada más en el camino. 
Ahí es donde realmente te das cuenta de tus contradicciones, esas que tantas veces te has echado en cara. Una contradicción vital es ser lo que no quieres ser o vivir como no quieres vivir. Vivir así es vivir como los demás quieren que vivas, o ser lo que los demás quieren que seas. Así, también,  terminas pensando cómo los que te rodean y solo cuando mueres, en ese último atisbo vital, llegas, si acaso, a entender que no has vivido más que para los demás y nada para ti. 
Todo requiere de cierta valentía. Por supuesto. ¿Qué no requiere riesgo y valentía en la vida? 
Un día me di cuenta que quise hacer todo tan bien, que lo había hecho todo mal. Me di cuenta de lo tanto había hecho pensando en los demás, que dejé de pensar en mí y eso provocó que los demás creyesen, a su vez, que en lo único que pensaba era en mí mismo.
La vida, el camino de la vida, siempre es cuesta arriba. Las veces que he creído que era fácil, que iba cogiendo velocidad cuesta abajo, casi todas, me he dado una hostia contra el suelo. Por eso siempre es un reto subir ese camino montañoso, acertar en la subida. No es fácil. Las subidas pueden ser traicioneras. Nadie está exento de sufrir un percance. A veces incluso es bueno tropezar, eso nos hace ser más cautos y prudentes; también más sensibles y solidarios. Y las montañas difíciles, siempre se suben más fácil en compañía.
Uno, que defiende la soledad, el encuentro, el recogimiento, el espacio, el silencio; pero que también defiende, cómo no, que los proyectos, ya sean personales como profesionales, se llevan mejor acompañado.
Por ello, y llegando a otra de mis contradicciones vitales, uno jamás podrá dejar de preocuparse por esas personas que le importan porque, en ese momento, uno dejaría de ser quién Es. Y ¿quién es uno? Pues tal vez ese tipo raro, algo diferente, a veces incomprendido, poeta del silencio,  padre siempre -aunque la vida parece que te ponga tiempos-, pero dispuesto a comprometerse y apostar por aquello que quiere.
 
 
O/1.M
 
Has preferido bajarte en Atocha y subir caminando el Paseo del Prado, las plazas, el museo, la Biblioteca Nacional, la luz, hasta la Plaza de Colón. Otros días bajas en Sol y caminas por esas calles de Hortaleza o Fuencarral; otra luz, otras vidas, hasta llegar al mismo lugar. La distancia es, metro arriba, metro abajo, más o menos la misma. Te sientes bien y cuando llegas al café has activado el cuerpo y la mente flota como algo más suelta en este universo de ruidos.
Lees ‘Presentes’, de Paco Cerdá. Una novela de no ficción que no es más que un librazo que narra hechos de nuestra historia más reciente: el traslado del cuerpo de José Antonio Primo de Rivera a hombros desde el cementerio de Alicante a la Basílica de El escorial y cómo, en esa misma época y fechas, noviembre de 1939, vivían o morían los llamados perdedores, que no dejaban de ser esos muchos españoles de la mísera España nuestra. Magistralmente escrito. La guerra todavía no había terminado y, para muchos, duró en la desgracia hasta la democracia. Libros de esos que recomendaría leer a los españoles más jóvenes.
 
“Es la actitud [no la circunstancia] lo que hay que valorar: hay que investigar si el rico puede contentarse si cae en la pobreza y si el pobre puede contentarse si cae en la riqueza”. Séneca
 
¿Quién es Dios? ¿Qué Dios? Dios es lo que cada uno crea o quiera que sea. Dios es entender que esto no se acaba aquí, que el alma es inmortal. Este sería el concepto real.
Dios es lo trascendente.
No es un dios adscrito a una religión.
El propósito es elevarnos y crecer espiritualmente.
 
Es verdad que nos cuesta mucho tiempo reconocer que somos idiotas, cuando llega ese momento mucha gente ya nos ha perdonado. Otros se tiran toda la vida sin darse cuenta.
 
 
O/2.X
 
En Atocha. Partes hacia Sevilla en unos minutos. Viaje de trabajo agradecido. Te gusta.
Te despertaron con una llamada al teléfono pensando te habías dormido. Contestaste con enfado hasta que te diste cuenta del valor que tiene el tener personas que constantemente están preocupadas por ti. Por otro lado, esa preocupación también sabes se convierte en sufrimiento, sobre todo contigo que llevas esa vida que llevas.
 
Eres de los que confías siempre en resolver todo lo que te viene. Pero a veces no es posible. Últimamente, deben ser los años, quedas quieto, en calma, y te dices esa frase de “que sea lo que Dios quiera”. Normalmente, para ti, lo quiere.
 
Buscar a Dios no debería depender de nuestras circunstancias momentáneas. Orar, rezar, suplicar… depende de nuestra fe.
 
Sevilla. Le das gracias a la vida por ese privilegio profesional que tienes. Te permite estar en ciudades diferentes a la que vives  habitualmente. Y te permite ya, tener tus rincones en cada una de ellas, cuando repites.
Llegaste a Sevilla con prisa. Con la hora justa a la que habías quedado. Caminaste hacia ese lugar dónde sueles almorzar cuando estás por aquí, subiendo por la calle de Jesús del Gran Poder. Otra casualidad.
Comida de trabajo. Agradable. Te quedas contento. Todo son aprecios y agradecimientos a los proyectos y colaboraciones que hacéis a nivel local.
Terminaste a buena hora y te fuiste a pasear. Calor.
Estabas tomando una copa en uno de esos rincones sevillanos. Tus vaqueros, polo y zapatillas. Entraron dos tipos enfundados en un  traje azul oscuro, ajustado, y corbatas. Repeinados al máximo. Patillas en línea. Sonreí. Hace años tú eras un tipo de esos, que vestías así cada día. Trajeado hasta en verano, con esos 40 grados que te quitaban la respiración. Y ahora ¿quién eres? El mismo nadie que eras antes, pero vas mucho más cómodo
Bajas caminando al Guadalquivir. No sabes bien, es el momento. Encontraste un camino pequeño junto al río, en la orilla de Triana. Había algunos jóvenes. Te sentaste, tranquilo, simplemente contemplando el agua y el cielo. A lo lejos La Giralda y la Torre del  Oro. Personas haciendo deportes de remo, debe de ser algo normal en esas horas. Pero ese momento, ese instante. Inigualables. Dejaste que el sol bajase hasta que se perdió. Marchaste.


 
O/3.J
 
Hiciste de la tarde de ayer tu espacio. Lo tenías organizado de un modo, pero salió de otro.
Disfrutaste de las calles de Sevilla; caminaste, volviste a tus rincones favoritos y, de algún modo volviste a sentir que tu estado natural, como realmente disfrutas en estas jornadas de trabajo, es en soledad.
No sabes cómo pero al llegar a la habitación, te tumbaste en la cama cansado y te quedaste completamente dormido. Tanto es así que no escuchaste las llamadas que te hacían hasta la madrugada.
Lo cierto es que esto es la vida, llenarla de momentos mientras se pueda.
 
El amigo Séneca  cuenta en una de sus cartas a Lucilio que, a pesar de su avanzada edad, desde hace un tiempo está asistiendo en Nápoles a una escuela de filosofía, a escuchar las lecciones de un joven filósofo llamado Metronacte. “¡A buena edad!”, se imagina Séneca que le reprochará Lucilio. Y, además, anticipa la respuesta: “Y ¿por qué no es buena? Hay que tratar de aprender mientras dure la ignorancia, o sea, durante toda la vida”. Igual, añade, no solo aprende, a la vez también enseña en la escuela de Metronacte: “¿Me preguntas qué enseño? Que hasta un viejo tiene que aprender”.
Al poco tiempo, Séneca recibe carta de Lucilio lamentándose de la muerte de Metronacte, quien, a pesar de su juventud, murió repentinamente.
Nuestro amigo estoico, aprovecha para reflexionar sobre la brevedad de la vida: “No importa a qué edad uno muere si vivió una vida plena”.
No deberíamos de preocuparnos por vivir mucho, sino por vivir bien, porque la duración de la vida es algo que no depende de nosotros, pero sí su calidad.
La vida será plena cuando alcance la madurez que da la virtud, y eso podemos lograrlo a cualquier edad. “El que no lo logra, no es que ha vivido mucho, sino que se ha demorado en la vida: no tuvo una muerte tardía, sino una muerte lenta. Porque estuvo muriendo durante mucho tiempo. Decís que vivió ochenta años, bueno, depende, ¿desde qué instante empezaste a contar su muerte?”.
Mi amigo Séneca insiste con que, de alguna manera, el que no logra la virtud, está muerto antes de morir; el virtuoso, por el contrario, vive después de muerto.
Eduard Punset,  escritor y divulgador científico, fallecido hace algún tiempo, solía decir que la pregunta más importante no es si hay vida después de la muerte, sino si hay vida antes de la muerte.
Séneca le contestaría que hay vida después de la muerte, sí y sólo sí hay vida antes de la muerte.
Alejandro Magno vivió 32 años; Ana Frank incluso menos de la mitad, falleció a los 15. Juana de Arco vivió apenas 19; Schubert murió a los 31 y Mozart llegó a los 35.
En la vida, como en la poesía, es posible que la extensión atente contra la perfección. Así como en un tipo bajito puede ser un hombre perfecto, así en un corto espacio de tiempo puede también caber una vida perfecta. Después de todo, la vida, como las piedras preciosas, no se mide por su gran duración, sino por su peso.
 
II encuentro Nacional de Gestión Pública. Participas hoy en una Mesa sobre la colaboración público-privada.
Estás cansado. No piensas en condiciones. Ayer no paraste en todo el día. Ni un descanso. Tal vez bebiste poca agua. El cuerpo no te funciona igual.
 
No sigas al resto, no te comportes como los demás, diferénciate.
No pienses como todos piensan; tampoco te creas que todos piensan como tú.
 
Hay momentos en los que no entiendes ni cómo has ido ni cómo has venido. Simplemente sabes que caminas, que tropiezas, que te levantas. Tal vez la vida sea eso.
 
Recibes un mensaje de JG, amigo del Minaya. De primeras te inquietas. Una agradable noticia, parece que u grupo de minayeros anda por aquí, por Sevilla. Casualidad de las casualidades. No sabes si podrás saludarles mañana. Te gustaría.
 
 
O/4.V
 
Transcurrió muy bien el primer día del Encuentro de Gestión Pública. Interesante. Interviniste a última hora de la mañana, fue la  última intervención. Algo de nervios por el auditorio y el formato; también porque el tema no estaba exento de polémica: la colaboración entre lo público y lo privado. Aunque de seguro todos estaban más deseosos de levantarse y marcharse a tomar un vino o unas cervezas en el calor de esta ciudad.
Comiste un buen reconstituyente para el cansancio: garbanzos con espinacas y bacalao. Después fuiste a descansar un rato.
 
“¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?”. Marcos 8:36-37
 
No sé si a los demás les pasará, pero el problema de ayudar mucho a la gente es que cuando dejas de hacerlo te conviertes en el malo.
 
Esa alegría que te da cuando te encuentras con alguien conocido en un entorno que para nada es el habitual. Sabías que estaban por aquí estos paisanos de Sevilla, lo que no tenías claro es si los podrías ver. Hace un rato, tras la primera parte de la jornada, has salido a estirar las piernas dando un paseo alrededor de La Giralda, y allí, como perdidos y rodeados de chinos con sus cámaras de fotos, me los he encontrado. JG y su mujer, además de un grupo de vecinos del pueblo. Sinceramente un momento de emoción. Minayeros por Sevilla.
Una casualidad como lo es también que al medio día, antes de partir para Madrid, haya quedado a comer con JA, el Boticas, y su muer que vienen a ver a su hija que estudia aquí.
Existen las casualidades.
 
Leo en un medio de comunicación digital, El Debate, mientras intervienen hablando sobre las RPT de la administración, que Alice Cooper,  cantante de hard rock y heavy metal estadounidense, estrafalario donde los haya, es ahora un devoto cristiano que lamenta que “Jesucristo no está siendo lo suficientemente predicado”. “Mi vida está basada en el Evangelio ahora, no en el rock and roll. Solía estar basada en el rock and roll, pero Él me dijo: 'Sígueme', y desde entonces, mi vida, la de mi mujer y la de mis hijos es una vida cristiana”, confiesa rotundo en una entrevista publicada recientemente.
Reconoce, además, que “Jesucristo lo es todo para mí, no estaría aquí sin Él”.
Añade, en esta entrevista que “Es el personaje sobre el que más se ha escrito de todos los tiempos y, aun así, la gente se aparta de su camino para no creer en Él. Y esto es porque no quieren renunciar a sus propios dioses. Él dice: 'Yo soy el camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre si no es por mí'. Dijo las palabras más verdaderas jamás pronunciadas. ¿Cómo puedes negar eso?”
Alice Cooper manda un mensaje a sus seguidores: “Si no tienes al Señor en tu vida, siempre tendrás un agujero que vas a intentar llenar con cualquier cosa. Pueden ser drogas, o Ferraris, o casas, o esposas, o la fama, y nunca vas a conseguir llenarlo. Porque, desde que nacimos, estamos buscando a Dios. Incluso si lo niegas, realmente lo estás buscando”, subraya.
Realmente sorprendido con las palabras de este tipo.
 
 
O/5.S
 
No sabes el motivo por el cual te has despertado con mucho ansiedad. No hay ninguna razón, nada te preocupa en exceso. Tu día a día está siendo normal. Alguna cuestión que te incomoda, pero todo solucionable.
Sales a caminar, a ver si así te tranquilizas. Pero no.
En el campo, frente a casa, te has sorprendido con un grupo de perdices. Una de esas estampas rurales, poco habituales en ciudades, maravillosas. Caminaban entre los pastos secos, imaginas buscando qué comer. Había cuatro o cinco. Nunca, ni siquiera en Minaya, habías visto un grupo así, tan ajenas a tu presencia.
 
Lees la Biblia con asiduidad, en unas épocas más que en otras. Te relaja, te generan Paz sus textos. En días cómo hoy, de ansiedades, te agarro a ella con fuerza.
El Libro de Job es uno de tus favoritos.
Si tuvieses que recomendar a alguien, que te lo pidiese, le dirías que lea los tres libros sapienciales: Proverbios, Eclesiastés y Job.
Estos libros te pueden cambiar la vida y el de Job, además, te remueven el alma.
Job perdió todo y, dicen las escrituras, se rasgó las vestiduras en señal de quebranto, y dijo: “Desnudo vine a este mundo y desnudo saldré de él. Jehová dio y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.”
Joder. Pelos de punta.
Ya quisieras tú ese ánimo para ti ante las adversidades. Realmente esa es la felicidad.
 
 
O/6.D
 
¿Cuántas personas forman parte de nuestro mundo? ¿Por cuántas personas podemos preocuparnos? ¿Cuántas nos importan realmente?
Has pensado esto al despertarte en este día nubloso de sueños atípicos.
Nuestras ansiedades vienen provocadas, habitualmente, por nuestras preocupaciones. Cuando no tienes problemas que destacar, debes analizar si te estás preocupando por alguien en demasía. Si eres como yo, que te preocupas hasta por la mosca que revolotea libremente en la terraza, lo normal es que vivas en una constante preocupación y por lo tanto, con brotes de ansiedad.
 
Sentarme a escribir tal vez sea lo más íntimo que tenga conmigo. Crear, no rendir cuentas a nadie, ponerte frente a esa hoja que te mira.
 
Hay personas que son calma, otras son tormenta. Hay un tiempo para todo; yo estoy en tiempo de calma, a resguardo de las tormentas.
 
Tu amigo JP, de Minaya, te envía un par de fotos de su coche prácticamente destrozado y un jabalí muerto, tumbado en la carretera. Ayer, cuando iba a la sierra de Cuenca a por níscalos, se le cruzó y no pudo evitar el impacto. Podía haber sido un accidente de consecuencias importantes para él.
Nuestros campos están llenos de este animal que se reproduce sin control pero que, con tanto animalista retrógrado, que no ha pisado un campo en su vida, provocan situaciones como ésta, incluso más graves.
Eres el mayor defensor de los animales, pero existe una pirámide natural; estamos aquí gracias a esa pirámide, a ese ciclo que aporta la naturaleza. El campo es una de las piezas fundamentales de este ecosistema que nos alimenta. Busquemos el equilibrio. No desnaturalicemos lo natural.
 
Llegan esas nubes otoñales, esos cielos entristecidos. Llegan esos momentos de nostalgia que, en ciertas soledades, te recuerdan lo que fue y no fue.
Dejas sonar ‘A love Unrequited’, al piano Alexis French. Es tu música en días así, que te apetece recordarte todo lo que no has sido. También recuerdas que como en el cielo, las nubes pasan sin saber a dónde van.
 
Aparece el vacío, aparece la ansiedad.
 
Somos el resultado de nuestros pensamientos. Lo sabemos. Seleccionemos, pues, pensamientos positivos. Están ahí. Pensamientos positivos que deriven en emociones positivas.
Lo que nos perjudica no son las cosas en sí, es lo que pensamos de ellas.
 
Estamos hechos para la alegría.
Cuando sentimos que nos falta algo y queremos cambiar, lo primero que debemos de reconocer es que no entendemos nuestra vida. Decir esto es estar en la verdad, quien diga lo contrario se miente. No querría cambiar, sanar.
Reconocer que no entiendes tu vida es querer sanar. No te curas en el deseo, en la búsqueda de bienes materiales, maltratando tu cuerpo con sustancias que sabes te dañarán pero que momentáneamente te generan placer.
Ofrécele tu Vida. Dale todos tus males, tus heridas.
Desea ser sanado.
No pienses en tu vida, solo existes tú.
Un ciego no puede guiar a otro ciego.
 
Sin un propósito, es muy fácil dejarse llevar por lo que otros esperan de ti o lo que parece una buena idea en el momento. 
Definir tu propósito te da la dirección y la motivación para avanzar con confianza, incluso cuando las cosas se pongan difíciles.
 
Un profesor una vez presentó ante su clase un vaso lleno de agua hasta la mitad y preguntó: "¿Cuánto pesa este vaso?".
Los estudiantes respondieron: "¡85 gramos!" "¡150 gramos!".
El maestro respondió: "Todas las respuestas son correctas. Cuán pesado se siente algo depende de cuánto tiempo uno lo ha estado sosteniendo".
 

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