Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 43

 
J/24.L
 
Hay despertares y despertares. Tras esta noche de San Juan a la que te habías entregado en sueños pronto, derrotado, coges el móvil y ves varios mensajes que llegaron ya pasada la media noche. Eran de tu hijo anunciando la última nota que le faltaba por conocer en el final de carrera: aprobado con 7.5. Todavía con legañas en los ojos, te has visto vencido por la emoción. Lo ha conseguido. Creo que nada en el mundo te supondría una alegría mayor en estos momentos. Ha concluido otra etapa, importante, en la vida.
Hay momentos en los que el orgullo te engrandece. En este caso no por un éxito tuyo (que poco has conocido), sino por el de aquellos a los que quieres.
Es cuando, además, miras al cielo y agradeces no haya habido ninguna contienda que engulla el esfuerzo y sacrificio. Porque el éxito, en partidos así, depende de varios condicionantes externos, pero también internos. Cuando lo trabajas, te comprometes, te esfuerzas, las probabilidades de quedar satisfecho con el resultado son máximas.
Me decía el otro día un compañero, catedrático universitario, de Derecho Administrativo para más, al hilo de esto, que “merece la pena los esfuerzos invertidos en cosas como esta”.
Realmente sí, sobre todo los esfuerzos del protagonista que, por muy orgulloso que lo esté yo, su orgullo por haber concluido una notable etapa, debería ser, y de seguro es, enorme.
Y a ti solo te queda decirle que, aunque él lo sepa, en tu caso, sea lo que sea que haga o le depare el futuro, camine por dónde camine, estarás siempre orgulloso de él, porque es tu hijo y porque es para estarlo. Y si te lo permite, además, estarás siempre cerca,  para que pueda apoyarse cuando las fuerzas o el peso de la vida le hagan flaquear.
Ojalá y el tiempo te permita verle llegar a cumplir sus sueños,  porque los suyos son los tuyos.
De momento una etapa más. Ahora a por la siguiente, de seguro superará con el mismo tesón y éxito.
Y siempre agradeces a todas esas personas que sabes, de alguna manera, le han acompañado en este camino que tampoco ha sido de rosas.
Nunca ha estado, ni estará, solo.
Las batallas no se vencen con una sola espada. Es el primer principio del liderazgo y él, ahora, ya es un líder.
Y te agarras a Él. Esa imagen Suya que cuelga de tu cuello, de un cordón de zapato. Y le das las Gracias de nuevo. No te abandona. Siempre Ahí. Recuerdas que anoche, antes de dormir, Le abrazaste con la mano y Le pediste, tras agradecer el día, porque las cosas le fueran bien, porque esa siembra diera el fruto esperado, que lo merecía. Y esta mañana, mientras dormías, llegaba esa noticia en forma de respuesta.
 
“Los hombres están donde están por falta de iniciativa y de fe, negando la posibilidad de todo cambio.
Decimos que ‘este es el único camino’, pero hay tantos caminos como radios pueden trazarse desde un centro.” Henry David Thoreau
 
San Juan Bautista, considerado el precursor de Cristo, nació el 24 de junio. En la noche anterior se conmemora su vida y legado. Noche de renovación, de purificación, de un sentir vivo espiritual. Nuevas oportunidades.
En la Biblia, esta es la fecha en que Zacarías, padre de Juan Bautista, mandó encender una hoguera para anunciar el nacimiento de su hijo.
 
¿Realmente qué hace libre a una persona? ¿La pasta que tenga en el banco? ¿El poder que ostente sobre los demás? La paz y equilibrio interior, unido a un pensamiento crítico.
 
Nada puede existir en el mundo físico si antes no ha existido en la mente.
 
Ignorar las críticas, escuchar cuando te aconsejen y alejarte de aquellos que no te valoren.
No es creer que no nos equivocamos, que sí.
No es pensar que siempre estamos en posesión de la verdad, que no.
 
Los silencios son imprescindibles, mental y físicamente, emocionalmente, para contemplar y experimentar la vida.
El silencio siempre está detrás del ruido de esos pensamientos y emociones, detrás de la distracción. Pero siempre está ahí.
Volvamos a nuestro interior.
 
Los líderes no han de ser visionarios, ni gurús, deben tener visión. Deben ser capaces de vislumbrar un objetivo en el tiempo, pero también visualizar el camino para conseguirlo y ser capaces de trasladarlo, de manera ilusionante, a todo su equipo, colaboradores.
Solo un buen líder entusiasma y pellizca hacia la acción.
 
Te llama tu hijo. Está muy contento, feliz. No sabes si eres capaz de transmitirle el orgullo y felicidad por su trabajo que sientes. Tu tranquilidad por él.
Te das cuenta de lo mucho que te has perdido en estos años. Sus miedos, sus desvelos. Sus ansiedades. De esos momentos de euforia y alegría que no has vivido. Vivir todo esto de tu hijo es un lujo, pero tú no lo has vivido porque los fines de semana no se viven, se pasan. Tampoco es que antes lo vivieses diferente. Siempre trabajando, con esa responsabilidad y exigencia que te envolvía en lo profesional y convertía en un ajeno en lo personal. Nada de eso valió ni vale la pena, ya has perdido parte de su vida y también de la tuya.
 
 
J/25.M
 
Llegas hasta la estación de Sol. Bajas del tren para iniciar tu segunda caminata del día, iluminado por la embriagadora prosa de la escritora Sara Torres y su novela, diría de no ficción, ‘Lo que hay’.
Una de las últimas frases que lees, antes de ponerte a caminar, es “a veces tiemblo detrás de la escritura y nunca cuento del todo la verdad”.
Te quedas un rato pensativo, bajando por la calle Hortaleza, hasta que llegas aquí y abres el cuaderno junto al café y escribes las primeras líneas del día. Tiemblas, pero no escribes todo lo que deberías escribir. El resto lo guardas, para ti.
 
Admitir la persona que éramos en el pasado aunque seamos conscientes de que no éramos, ni mucho menos, la mejor compañía.
No olvides esas cosas que pensaste podrías olvidar. No eres así. Te creías diferente, pero no eres así.
 
“El dolor solo es soportable si sabemos que terminará, no si negamos que exista.” Víctor Frankl
 
Lo primero que hace un líder es definir la realidad, lo que queremos ser. Lo último, dar las gracias. Y entre medias, servir. El líder es un sirviente que crea las condiciones y genera el apoyo emocional al equipo, para llegar.
 
Hay momentos importantes en la vida, tan solo unos pocos, que solo exigen una cosa: valentía.
 
Siempre hay una forma mejor de hacer las cosas.
 
Te encuentras en Nuevos Ministerios, según te dirigías a cruzar la Castellana, con JH. Posiblemente haga algo más de dieciséis años que no lo veas. Fue concejal contigo, en la última etapa, de esos elegidos por ti para formar parte de tu equipo. Su ahora esposa o compañera, por aquél entonces novios, fue administrativo en el grupo. Les quisiste mucho. Eran como esa apuesta personal, en un mundo de política convulsa. Eran como aquella imagen tuya de joven, rebelde, radical en algunos aspectos. Eran La Casa Azul de tu momento. Pero cuando las cosas se tuercen, se tuerce todo. Y ya no se agradece, se reprocha. Nos olvidamos pronto de todos los buenos momentos vividos.
Le has abrazado. Te has alegrado muchísimo de verle. Está igual. Te da igual el tiempo pasado. JH era, y de seguro es, un tipo genial, en aquel momento demasiado joven, como lo fuiste tú en su momento. Y N, su pareja y ahora madre de su hija, revolucionaria y cañera donde las haya, con un encanto arrollador y carácter particular. Una gran pareja, sí.
Ellos pensaron que les abandonaste. Tú simplemente desconectaste.
Pero es lo que la vida esconde. Ahora, tras estos años, ellos son una familia aparentemente feliz, que viven en Getafe con su niña, y aquella rebeldía suya -como tuviste tú en su momento- se ha convertido en una paz vital.
 
 
J/26.X
 
Compraste los regalos con mimo, como haces siempre. No te llevó más de un par de horas. Te gusta comprar para los demás, elegir, pensarlo, volver, imaginar si gustará.
Y recorriste Madrid caminando, como siempre. Ese ansia por saber si gustarán.
Pero el cielo se encapotó, se volvió gris y llegó una de esas tormentas que esconden las pocas sonrisas que quedan.
Y tratas de no sentir, tratas de comprender pero no comprendes.
¿Por qué desperdiciamos momentos?
Queremos más, queremos otros momentos, pero no los nuestros. Desperdiciamos ese presente que la vida nos ofrece.
Lo que nosotros queremos no tiene por qué ser querido por los demás, ni los demás ser como nosotros queremos que sean. Y eso nos decepciona. No hay decepción si simplemente admitimos, sentimos el momento tal y como es y no como nos gustaría.
Y hablas con tu primo, que te llama para contarte la evolución del tío, porque eso sí es importante. Porque no asimilas que la vida de un momento a otro se va. Que las personas que quieres marchan a destiempo. Pero ellos se agarran a la vida hasta sin fuerzas, a esos momentos que queden, porque son los más valiosos. Los momentos.
Y allí, discutiendo porque deseamos más de lo que somos y lo que somos no lo vivimos.
Y te marchas. Y vuelves a recorrer Madrid. Y llegas. Y decides no subir a casa, como en aquellos años grises.
Entras en El Sube. Cuatro o cinco despojados como tú. Te pides un gintonic mientras tonteas con el móvil. Repasas fotos tuyas, de antes, de esa época política. Parece que fue ayer pero sabes que no lo fue.
Dejas la copa a medias y te vas, no te sabe bien perder el tiempo así. Ya has perdido demasiado.
 
Lo que nos proponemos determina lo que vemos.
Si no sabes lo que quieres difícilmente te ayudará la vida.
La vida solo te ayuda si lo pides, pero para pedir algo necesitas claridad.
Tener fe.
 
Estos días le digo muchas cosas a mi hijo, tal vez sobren, pero lo hago. La principal es que el éxito consiste simplemente en saber lo que hay que hacer y hacerlo. Nada más.


 
J/27.J
 
Aunque ayer no llegaste demasiado tarde, vas arrastrando cierto cansancio.
Piensas que bajarás al pueblo este fin de semana. Necesitas oxigenarte.
 
Te preocupas más por los demás que los demás se preocupan por ellos.
 
Somos más pobres de lo que éramos hace unos años. Tratan de esconder una crisis que está, que es real y que se ceba con esas clases medias/bajas que no consiguen ahorrar, incluso comienzan a vivir con verdaderas penurias. Pero también somos mucho más pobres filosófica y espiritualmente hablando.
¿Qué es el progreso? Te preguntas.
¿Qué hace realmente feliz al hombre?
¿Podemos ser felices, vivir en armonía, en una sociedad que se ha edificado en torno a la creencia del ‘tener’?
Pregúntale a Cristo, a Buda o a Sócrates, por poner el ejemplo de esos maestros y referentes tuyos. Escúchales. No, es la respuesta que te dan.
El dinero, la posesión, el poder, no son más que medios, nunca un fin.
El deseo de poseer es insaciable. El deseo genera frustración, ansiedad.
 
“El valor no está en la finalidad, en la meta, sino en la vivencia, en el amor y la curiosidad por el proceso.” Miguel Lozano
 
Cómo morimos es el reflejo de cómo hemos vivido. Todo lo que hemos sido, todo lo que hemos hecho, queda recogido ahí, en nosotros.
“Señor, da a cada cual su muerte, su muerte adecuada, una muerte que salga verdaderamente del fondo de nuestra vida… Porque nosotros, los mortales, no somos más que la corteza y la hoja. Y todo tiende, entre los humanos, como el fruto natural, hacia la gran muerte que cada cual lleva en sí.” Rilke
 
Lo único que todos hacemos por igual es nacer y morir. Si lees esto es que hemos nacido, sin nada, llorando. Lo que no tienes muy claro es nuestra preparación para el morir, sin nada, acabando.
 
 
J/28.V
 
Se te va el día. Se te va porque ayer hiciste de jueves, porque te apetecía, y los vinos superaron lo medianamente aceptable. En tu caso, a tu edad, lo medianamente aceptable se convierte en lo poco aceptable. Así que todavía andas recomponiéndote por las esquinas.
 
Los errores no siempre nos enseñan. El camino de aprendizaje no es la propia experiencia, realmente surgen de la experiencia.
 
“No compares lo mejor de lo tuyo con lo peor de lo ajeno.” Stendall
Es mejor comparar lo mejor de lo nuestro con lo mejor de los demás, y así todo sigue su curso.
 
Ya estás en Minaya, bajo una de esas tormentas que hacen historia. No puedes ni salir al patio.
 
No dejes de cultivarte. A diario. Eres piedra y cincel a la vez. Tú eres tu propio escultor. No llegarás a encontrar la perfección pero siempre está en tus manos acercarte a ella. De lo contrario sufrirás.
 
 
J/29.S
 
Se ha hecho la luz tal y como imaginabas, penetrando a través de las ventanas de la habitación, viajando junto a los cantos de todos esos pájaros que se han adueñado de tus tejados y despiertan a un agradecido día.
Están los padres y la hermana con el bebé que se convierte en el protagonista del fin de semana. Está para comérselo, ajeno a cualquier problema, en su vida, esa vida que ha comenzado libre de todos esos deseos, de todos esos sufrimientos y miedos que luego van creciendo en nosotros.
Contemplar a los abuelos, haciéndole arrumacos y carantoñas, también es vida. Reconforta verlos así, cómo han sido inyectados con esa dosis de vida en sus propias vidas, en esta etapa suya que ojalá se alargue en el tiempo lo máximo posible.
 
Aceptemos lo inevitable, para qué enfrentarnos con el mundo cuando las cosas son como son y no son como quisiéramos que fuesen. Y es así. Las cosas son como son.
Te gustaría leer mucho más. Mi paz siempre está en un libro. En cambio siempre te escondes en absurdeces.
Caminar más, cada día más. Escuchar los pájaros, el viento acariciando los árboles. No pensar tanto, lo justo.
No juzgues.
No programes.
No anticipes.
Simplemente vive, es la mejor opción para aprender a vivir.
 
Todo pensamiento positivo siempre es una inversión.
 
Conocer. Nunca conoceremos nada completamente. Es simplemente imposible. Todo cambia constantemente. Todo. Nosotros cambiamos a cada instante. Esto está cambiando ahora mismo.
Nada podremos conocer al cien por cien. Siempre quedará algo.
 
 
J/30.D
 
Prefiero despertar en silencio y arroparme en las humildes nubes de este cielo que quedar atrapado en los tentadores poderes del asfalto.
 
Tuviste ayer uno de esos días familiares entrañables, de esos que no se preparan, que no esperas.
Lo viviste y lo disfrutaste en toda su intensidad. El pueblo, en familia, es todavía mucho más pueblo.
Y así, como sin pretenderlo, terminas la primera mitad del año y entras en un julio deseado; julio tiene sabor de verano.
 
Caminas en el patio, de un lado a otro. Lees. La higuera está inmensa, hermosa; la parra también. Este año todo algo más descuidado. Lo has dejado pasar. No te quieres ir. Quieres que sea ese verano ya, el tuyo.
 
“Las abejas solo trabajan en la oscuridad; el pensamiento solo trabaja en el silencio; y la virtud, en el secreto”. Maurice Maeterlinck
 
Vivir en ese constante estado del ‘tener’ y la ‘economía de la acumulación’ implica, además de la frustración por querer lo que no tenemos (o necesitamos), llevarnos, indudablemente, a un estado de infelicidad permanente.
 
Contemplas, con cierta emoción y nostalgia, una bucólica y cálida imagen de mis abuelos paternos, Eliberia y José María. Aquellos años eran pobres, en lo material. Hablas de los años de la postguerra, de esos años que precedieron a los setenta. Años de sacrificio, de esfuerzo, de penas; años ricos en valores y en la esencia del Ser. 
En la foto están mis dos abuelos, en el corral de su casa, enjalbegado de aquella cal blanca. Es en blanco y negro. En ese corral que conociste, en la foto, no había un coche de alta cilindrada, pero ahí estaba el carro; no había leche de diferentes categorías y sabores, bien envasada en la nevera (que ni existía), a gusto de cada uno de la casa, pero ahí la cabra; no había parcela con árboles, césped y flores varías, que cuida un jardinero al gusto, pero ahí el corral; no había camisas ni chaquetas de marca, pero ahí las alpargatas y el blusón para cuando se volvía del campo. No había Mercadona, ni Corte Inglés, pero ahí la tienda de Gustavo, las gallinas para los huevos, la huerta. No había estudios, ni carreras, ni títulos -aunque para algunos, los más pudientes, los de la capital, los había-, pero ahí estaba el amor de la abuela y el abuelo para sacar adelante una familia. Y sí, de pueblo, de ese pueblo que no olvidas jamás porque es tuyo y en cada piedra siempre un recuerdo y una lección. 
Una lección de humildad de toda aquella época, de aquella generación, que sacaron a sus familias adelante, a los que son nuestros padres, que luego, a su vez, también con esfuerzo, con penas, con sacrificio, con pocas comodidades, nos hicieron llegar a nosotros hasta aquí, a lo que somos ahora. Nos creemos más listos... pero piensas que algo más vacíos. O mucho más vacíos.
Y sí, claro que sí, fueron años duros. De seguro lo pasaron mal. Pero lo vivían de una manera diferente, el deseo y el ego no les había atrapado como a las generaciones que vinieron, o hemos venido después. Ahora, muchos lo pasan mal –o lo pasáis mal- por no tener el iPhone último modelo, o el coche o la casa no sé cómo, o por no ir de vacaciones a qué se yo qué lugares, y cuándo lo tienen, cuando lo consiguen todo eso, ya desean el siguiente modelo; se vuelve a desear. Y el deseo vence al Ser. El ego nos controla y los valores se van perdiendo, sin vuelta.
Debe ser la edad o, simplemente, la experiencia de la vida la que te hace analizar el camino, los muchos errores y pocos aciertos. Lo cierto es que es en días así, algo más tranquilos, a cubierto del ruido, cuando más reflexionas sobre todo esto.
Nos conocemos en soledad. En soledad nos obligamos a ese encuentro con nosotros del que siempre huimos. Cuando nos vemos obligados a la soledad, por los motivos que sea, es cuando realmente encontramos a nuestro verdadero Yo. Lo esencial de nuestro Ser. Pero no es fácil.
Estamos todo el día envueltos en ruidos, pasamos las semanas de aquí para allá sin parar ni un segundo; perseguimos lo material como si fuese la mismísima esencia de la felicidad.
La única manera que conoces de valorar más a los demás, lo poco o nada que tengamos, es, en primer lugar, encontrándonos con nosotros y valorarnos como Ser esencial.
Soledad. Silencio. Eterna riqueza.
Es el silencio un lujo, la soledad un recurso a veces obligado. Cuando no se tiene se busca, cuando las circunstancias de la vida nos obligan a ella, se huye.
El silencio es un recurso para la reflexión, para el pensamiento, para el encuentro y la conversación con uno mismo.
El silencio se aprende.
Uno calla, escucha y aprende. Uno en silencio piensa, lee, crea.
Te dejas acompañar por Epicteto, por Epicuro, Marco Aurelio, y tu compañero de viaje Séneca, del que encuentro este texto...
"¿Puede haber algo más necio que el juicio de esos hombres que alardean de prudencia? Están afanosamente atareados en poder vivir mejor. A expensas de su vida construyen su vida. Organizan sus planes para un futuro lejano. Por otra parte, el mayor despilfarro de vida es la dilación: agota cada día como si fuera el primero, arrebata el presente mientras promete el porvenir. El mayor impedimento de la vida es la expectativa, que depende del mañana, y desperdicia el día de hoy. Dispones de lo que está puesto en manos de la Fortuna, desechas lo que está en las tuyas. ¿A qué aspiras? ¿Cuál es tu meta? Todo lo que ha de venir es incierto: vive al día. He aquí lo que proclama el mayor de los vates, y, como si estuviera inspirado por una boca divina, cante este saludable canto: 'Los mejores días de la vida son los primeros en huir de los desdichados mortales."
No hay que ir mucho más lejos para encontrar la verdadera sabiduría: el Ahora. No dejarse llevar por deseos materiales de futuro, acumulaciones que no garantizan la felicidad, sí la desdicha.
 
Ya en la casa urbana. Cocinas pasta, como a ti te gusta, con una de esas salsas que preparas con un sofrito, algo de marisco, especias y mucho cariño. Cocinar, al menos un día a la semana es una de tus costumbres favoritas que no has dejado de hacer. Te relaja.
Dirías que te gusta más la preparación que la degustación, aunque siempre agradeces algún cumplido.
 
Escribes para aclararte a ti mismo porque a veces no te entiendes.
Hay quien dice que el dietario puede tener cierta dosis de narcisismo o exhibicionismo. Piensas, en tu caso, que es un modo de limpiarte el corazón, de purgarte.
Escribes para ordenarte.
 
Terminas de leer ‘Lo que hay’, de Sara Torres. Terminas encantado con la novela y fascinado con ese estilo de escritura: natural, viva, consciente.
Una novela cargada de filosofía de vida, de relaciones entre mujeres, de familia. Una novela de duelo, de esa pérdida irreparable de una madre. El cáncer, ese maldito cáncer que se lleva lo que más queremos.
Seguiré a esta autora que acaba de publicar otra novela en la misma editorial y que lleva por título ‘La seducción’.
 
¿Qué hemos hecho con la vida que se nos ha ofrecido? ¿Qué hacer con el tiempo?
¿Has malgastado tu vida?
Si volvieses a vivir el tiempo que has vivido ¿lo vivirías así?
 
Asumes, tras el fin de semana, que cada día que pasa eres más gruñón y cascarrabias. No lo puedes evitar. Deben de ser cosas de la edad. Te metes en todo y, casi más, te molesta todo. Estás convirtiéndote en un tipo inaguantable.
 
Solemos ser lo que sentimos, pero a veces no. En ocasiones sentimos todo lo contrario de lo que queremos ser.
Somos una mezcla de esos objetivos que nos marcamos y lo genuino. Debemos tenerlo claro y así poder lidiar con nuestro pasado, presente y nuestro futuro.
 
Suena Da Igual y su magnífica versión rock de ‘Hoy quiero confesarme’. Inigualable.
Y se va el domingo.
 

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