Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 41

 
J/L.10
 
Despiertas como el día, tonto, revuelto. No has dormido del todo bien. Llovía. Ese sonido de las gotas de agua golpeando el tejadillo no te permitía coger el sueño. Ahora mismo también está lloviendo, la temperatura ha bajado bastante y tienes una especie de sensación de desconsuelo.
 
Pierre Hadot describe el estoicismo como “el arte de dominar el discurso interior.” Me parece de una belleza sublime esta descripción, realmente es así. Lo que pasa a nuestro alrededor no se puede controlar, por el contrario, está bajo nuestro control lo que nosotros nos decimos sobre ello, nuestra percepción de lo externo. Debemos cambiar nuestro diálogo interior para así, a su vez, cambiar nuestro mundo.
¿Qué está bajo nuestro control para así mejorar la forma de interpretar la realidad?
 
Hay personas que viven en la desconfianza, con lo que tienden a rodearse de aquellos con los que tienen alguna cosa en común o intereses más o menos parecidos. Desprecian a los diferentes por miedo a lo opuesto.
 
“No burlarse, no lamentarse, no detestar sino comprender.” Baruch Spinoza
Comprender. Comprender al otro, sentirse feliz con la felicidad del otro, con sus logros, con sus sentimientos, con su libertad. Qué difícil a veces de conseguir pero qué bello sería si todos tuviésemos esa capacidad.
Lo contrario a comprender sería la indiferencia.
 
 
J/11.M
 
Ayer fue lunes, te acostaste tarde y preocupado. Es importante relativizar para vivir en calma, para ser capaces de apuntalarnos, con ese sentimiento de ser nosotros los que tomamos las riendas de nuestra vida, y no lo que pasa fuera.
Tener perspectiva y tomar decisiones desde esa voluntad nuestra, no desde la reacción.
Tuviste un lunes raro. Lo sabías desde que saliste de casa y unas gotas marcaron tu primera caminata.
Comenzaste discutiendo por lo de siempre, con la persona de siempre, por problemas que no son. Podrían ser errores, pero no problemas. Relativizaste.
La comida de trabajo, con los órganos de transparencia, fue agradable. Los conoces a todos aunque cada uno tienta su palo. No comentar la política nacional provoca siempre un ambiente de concordia.
A la tarde te llegaron las preocupaciones. Hoy tienes un juicio al que estás citado como testigo de la parte denunciante, que es una de tus empresas. Quiere decir que eres uno de los denunciantes. Os deben dinero. Es una denuncia de hace ya cinco años y no recuerdas ni una tercera parte de aquello.
Los juzgados te ponen nervioso, te hacen sentir mucho respeto. No los pisas habitualmente, pero aun como testigo sabe que no será agradable.
Hasta ayer por la noche no conseguiste hablar con el abogado que lleva la denuncia, cosa que además te puso más nervioso. Querías conocer por donde iría en sus preguntas, para entender también que podría preguntarte el abogado de la otra parte.
El caso es que en un rato, a las diez, debes de estar en los juzgados de Plaza de Castilla. De la experiencia ya hablaré.
 
Se hace imprescindible cultivar ese arte de permanecer en la quietud. Es la única forma de mantener una buena salud de cuerpo y espíritu.
 
Pensabas hoy que tal vez no debemos pensar tanto en lo que creemos nos falta para ser felices, sino realmente en lo que nos sobra para serlo. En nuestra mano está, aunque difícil es difícil de hacer.
 
Te sientas en el bar La Leyenda al final del día. La comida la has hecho en plan empresa para comentar tu experiencia en el juzgado.
Te has sentado en una sala, la 21, sita en el edificio que hay en la calle del poeta Joan Maragall. En la cuarta planta. Como siempre llegas con tiempo. Ves al abogado de lejos. Crees, sabes, te esquiva. No te gusta nada, viene a través de tu socio. Hablaste con él y le dijiste que entiendes, desde tu punto de vista, las cosas no se hacen así.
Comenzáis antes de la hora prevista. Primero llaman a la sala a los letrados y seguidamente a ti.
Entras y te sientas en una silla, frente a una mesita y un parapeto de metacrilato, transparente. Imaginas es lo que va quedando de ese recuerdo de la pandemia. Pero vete a saber, la administración es así.
La juez, delante de ti te pregunta con seriedad tu nombre, DNI y dedicación. Nunca sabes bien qué decir cuando te preguntan eso de a qué te dedicas. Tantas cosas.
A la izquierda el letrado y procurador que entiendes de tu parte, a la derecha la abogada y procuradora de la parte demandada.
Comienzan las preguntas de tu abogado. Algunas te complican, más parece que te está acusando. Te hacen dudar. No habíais hablado de esto. Te ratificas en que no ha sido la mejor elección para el caso.
La abogada de la otra parte, de los que denunciasteis hace ya cinco años, parece te acusa por ser parte de la empresa. Te revuelves. Te tensa. Te pones nervioso. No puedes evitarlo. Piensas si estás metiendo la pata.
Terminas y sales. Te cruzas con I, gerente de la empresa a la que habéis denunciado. Entra seguidamente. Os saludáis, le preguntas por la familia. Qué absurdo.
Piensas, sabes, opinas para tus adentros que es un hijo de puta, que os ha hecho daño. No puedes evitar ser persona. Cuando desaparece, cierra la puerta de la sala, te acuerdas de aquel vino que compartisteis una tarde, cuando todo estaba bien. Piensas en cómo las personas engañan.
Mínimo de cinco meses más de espera a la sentencia.
Te vas.
 
 
J/12.X
 
Parece que hoy viajas a Sevilla. Te incomoda porque no viajarás solo, no puedes hacer lo que te apetezca: leer, escribir, dormir. En la soledad piensas, descansas; en la compañía te desgastas.
 
“El costo de una cosa es la cantidad de vida que hay que dar a cambio de ella.
A cada hombre le corresponde la tarea de hacer su vida, hasta el detalle, digna de ser contemplada en su hora más elevada y crítica.” Henry David Thoreau
 
Cada momento que echo pensando en el presente, se convierte en futuro.
 
Nada como cargar una pesada vasija de agua para saber el valor de cada gota que derramamos.
 
Hay cosas que no puedes evitar porque es la naturaleza de la vida.
Querer pasar por la vida sin ningún navajazo en el alma es ignorar cómo funciona la naturaleza.
La vida está llena de desafíos y con ellos mejoramos.
Si no tenemos retos, no tendremos incentivo para mejorar. Estaríamos siempre en el mismo sitio, inmóviles, pudriéndonos. La muerte no es otra cosa que la ausencia de actividad.
La mente, sin desafíos, se deteriora.
A veces hay que dar la bienvenida a la adversidad. Sería esa  oportunidad para ejercitarnos. El amigo Séneca decía que le agradaba tener una dificultad a la que enfrentarse, una prueba que superar como parte de su entrenamiento.
Y es esa, justamente, la mirada del sabio.



 
J/13.J
 
Esa costumbre tuya de no parar, de estar en todos los sitios y querer ser el primero. Pero te acuestas el último. ¿Cómo puedes? A veces lo piensas y no tienes respuesta. Simplemente eres así, pero intuyes que en cualquier momento tienes que decir “basta ya”. Los fines de semana no te son suficientes para el descanso. Necesitas más, necesitas parar completamente.
Desayunas. Decides no salir a caminar. Ya lo hiciste ayer, y en exceso.
Tenéis la jornada sobre la colaboración público privada. Interesante.
 
Dejar de intentar controlarlo todo, saber esperar con serenidad, vivir de momento en momento. Simplemente estar tranquilo.
 
“Debemos aprender a despertarnos de nuevo y mantenernos despiertos.
No sé de un hecho más alentador que la capacidad del hombre para elevar su vida mediante un esfuerzo consciente.” Henry David Thoureau
 
Ya sentado en el tren, cansado, acalorado. En unos minutos en marcha hacia Madrid.
La jornada salió muy bien. En Sevilla todo sale bien porque parece que todo, hasta lo menos bueno, se vive de otra manera. F, el SG de la diputación, a quién conoces y aprecias, es un tipo que además de inteligente es divertido. Pasar un rato con él te hace olvidar muchas de esas cuestiones que se te atascan.
No sabes si leer o dormir. Comenzaras a leer hasta dormir.
 
Si te falta autocontrol, puedes estar en el mejor sitio o en el peor que seguirás sufriendo por esa falta autocontrol.
Si eres perezoso te llevarás tu pereza a donde vayas.
Si eres egoísta, por mucho que cambies de sitio, seguirás siéndolo.
Sea cual sea la situación -esto es lo que te tiene que quedar claro- llevarás tus vicios contigo.
Y son estos vicios los que hacen que tu situación sea mala.
Quien tiene dentro de sí las virtudes, es capaz de aprovechar cualquier situación.
Si actúas con templanza, coraje, justicia y sabiduría, ¿te importará cuál sea la situación?
No existe nada en el mundo que te impida actuar según esas virtudes.
Y si llegas a actuar así te dará igual cual sea la situación porque la convertirás, como dice Marco Aurelio, “en combustible para el fuego de tu virtud.”
Musonio trataba sobre el exilio, el cambio de lugar impuesto por otros.
El maestro Séneca, en sus epístolas, criticaba a aquellos que viajan por voluntad propia con el fin de librarse de sus cargas mentales.
A ellos les decía
“¿Quieres saber por qué tu huida no te servirá? Porque escaparás contigo mismo. Tienes que descargar el peso del alma; hasta entonces, ningún lugar te agradará.”
Exacto. Siempre sufrirás porque no puedes escapar de ti mismo.
No busques el bienestar en otra parte cuando el problema eres tú y no la situación.
 
 
J/14.V
 
No has dormido muchas horas, pero has descansado. Unas patatas fritas con alitas de pollo en La Leyenda, al lado de casa, fantásticas pero que se exceden para ir a dormir directamente.
El día es luminoso. Es viernes y eso te motiva aunque en la mañana esas reuniones sabes te generarán alguna tensión.
 
“Ser un filósofo no consiste en tener pensamientos sutiles, ni en fundar una escuela, sino en amar la sabiduría tanto como la vida que está de acuerdo con sus dictados: una vida de Simplicidad, Independencia, magnanimidad y Confianza.” Henry David Thoureau
 
No sé si habéis notado que cuando no dices sí a todo y no te dejas pisotear, la gente comienza a decir que tienes un carácter insoportable.
Pues ese carácter insoportable, el tuyo, es el que te hace crecer.
 
Siempre he pensado que para ser tonto no es necesario tener más o menos formación. Se puede ser tonto con tres carreras y dos doctorados, y tonto sin la EGB.
El tonto es fascinante y es por eso que el inteligente suele pasar más desapercibido.
No hay que hablar tanto del talento, hay que hacerlo de tontos. Lo digo de verdad.
Hay verdaderos maestros de la tontería, tal vez ahí situaría, como primeros de la lista, a los políticos. Yo fui uno de ellos y todavía no he podido quitarme de encima cierta tontería. Pero a los políticos, hay que entender, les hacen tontos la gran cantidad de tontos que les siguen, en masa.
Dicho.
 
 
J/15.S
 
Parece que también te va la vida en levantarte temprano, pero hoy no lo has hecho.
Escribes que no somos máquinas, somos simples humanos, personas o personajes. ¿Qué pasa si un día no puedes más y simplemente paras? Nada, absolutamente nada.
Te acostaste ayer tarde. Alargaste el viernes. Lo pasaste bien. Te reíste. Pero hoy no podías. Pero el despertar te ha emocionado.
Tenéis la familia, los que sois, un grupo creado en el WhatsApp en el que vais dando los buenos días según cada uno se levanta. Una costumbre que mantenéis desde hace años, para saber que todos estáis bien, y que se creó en la época de la pandemia. Es una manera no presencial de saber que estáis.
El primero que siempre da los buenos días, a horas tempranas, sueles ser tu. Ya sea entre semana, sábado o domingo.
Hoy a las nueve –no tarde- la madre te ha llamado. Dormías. No habías puesto el mensaje de buenos días. Solo quería saber que estabas bien, le extrañaba.
Seguidamente, al poco tiempo, el hermano. La misma preocupación.
Formar parte de una familia es lo más grande que existe, la mía, excepcional entre todas, un orgullo y gratitud.
Tener a personas que se preocupan por ti, que necesitan saber que estás bien. Es mucho más que un privilegio.
 
Hay días que uno los pierde y hay días que uno los gana. Este sábado, sinceramente, es de los que has perdido.
A tus años las resacas no son como esas de antes, en las que te dolía la cabeza al levantar, te tomabas una aspirina y al medio día dos botellines y seguías, si había posibilidad de juerga. Ahora no te duele la cabeza pero estás hecho un trapo todo el día.
Has comido unos gazpachos manchegos que no te han salido tan bien como otras veces, te has tirado en el sillón sin ganas de hacer nada, vagabundeando entre los libros, sin ganas de leer. Tampoco de escribir, sea dicho.
 
 
J/16.D
 
Normalmente, en un día como el de hoy, es el silencio lo que busco, es lo que me permite encontrarme y recuperarme. Al menos una vez por semana necesito eso, encontrarme, porque el resto estoy perdido.
 
Aprender a ser feliz con lo que se tiene. Esa es la clave. Si quieres más estarás frustrado si no puedes conseguirlo o vivirás expuesto a la ansiedad en un continuo objetivo sin fin.
Nos enganchamos a la absurda idea de que viviremos mejor teniendo “más”: más dinero, más actividad, más amigos, más cosas.
Creo que para vivir mejor simplemente tenemos que reducir, quitar lo que sobra. Evitar el exceso.
 
Solo una mente serena y en paz es capaz de pensar. Y a veces esos pensamientos que nacen con el día te persiguen hasta el final.
Las opiniones que se tienen de joven no son las mismas que tenemos cuando hemos caminado los años.
Hoy mi hijo, conversando sobre un conocido que de vez en cuando actúa con la familia como un irrespetuoso mal educado, ha hecho su reflexión: “es como es, pero tiene pasta, funciona bien.” Vamos que lo que importa realmente es eso, tener dinero.
Mi respuesta, de padre y de sincera opinión, ha sido rotunda: “tener dinero no te exime de ser un gilipollas.”
“Ya, pero con dinero”, ha replicado el joven con el apoyo del abuelo.
Las personas que menos tienen, en la mayoría de los casos, siempre sus excepciones, suelen tener valores, educación, menos prepotencia y altanería, son más solidarios y compasivos. El dinero nunca te hace como persona.
Me cuesta mucho influir en él, sobre todo porque su abuelo, mi padre, se ha forjado una vida basada en el tener más. Vienen de familias que sin pasar hambre sí tuvieron escasez, pero salieron adelante.
Lo de los jóvenes es diferente. Tienen de todo, pero si continúan pensando que el no tener más es un fracaso, vivirán en la eterna frustración.
 
“No corras, ve despacio, que donde tienes que ir es a ti mismo.” Juan Ramón Jiménez
 

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