Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 38

 M/20.L
 
Despiertas totalmente congestionado. No has dormido bien, volviste a los escalofríos. No solo es alergia, te has constipado, los cambios de temperatura, la lluvia en Galicia, el cansancio.
Piensas que tienes sobresaturación de todo: de viajes, de trabajo, de lectura, también de estudiar, leer y escribir. Y no es lo que hay, que es; es lo que queda, que también es. Necesitas parar, pero no sabes cómo hacerlo. Todo te lleva. Bajar el ritmo gradualmente, descansar.
Mucho de lo que haces no tienes obligación de hacerlo, pero lo haces. Te auto exiges en exceso, como lo has hecho siempre, pero ahora superas los cincuenta y seis.
Siempre vas con prisa, con ese miedo de que si no lo haces será peor. Siempre ocupando el tiempo. Es como si fuera demasiado tarde. ¿Pero para qué? Pues realmente no sabes la respuesta, simplemente corres.
Vives pensando en que si no haces tal cosa ahora, parece no tendrás otra oportunidad para ello. Crees que tienes que estar en todos lados a la vez, bajar y subir de todos los trenes que te sea posible como si esa fuera la mejor opción y no hubiera otras. Y así, tal vez porque hayas cumplido otro año, piensas una y otra vez eso de ¿para qué?
 
“El sabio prefiere la no-acción y permanece en silencio. Todo pasa a su alrededor como por sí mismo, no siente apego por nada, ni se apropia de nada […] La persona sabia existe para el Tao y sirve únicamente al Tao.” Lao-Tsé
 
No es necesario tener mucha sabiduría para equivocarnos, pero sí ser creativos e inteligentes, emocionalmente hablando, para reconocerlo.
 
Cada vez que voy al pueblo y están ellos, los padres –también cuando los visito en Madrid-, mi madre me surte de tomates, pimientos, pepinos, chorizos, salchichón, latas, hasta que le dices que pare porque luego echas a perder cosas.
Llegas a casa y lo colocas en la nevera y recuerdas cuando ellos también lo hacían, lo mismo. Llegabais del pueblo con el maletero del coche a rebosar de esas matanzas u hortalizas.
Luego a la noche, como ayer, te comes uno de esos tomates y el olor y el sabor te vuelven a llevar allí, a tu tierra, porque son tomates de verdad, que saben a campo, a ese, y te vas a dormir con la cuenta de los días que te quedan para volver.
Al día siguiente, por hoy, te gusta decírselo a la madre, lo buenos que estaban, lo ricos y la buena elección que tuvo en el hortelano. Y sabes que eso la engorda mucho más que si se los comiera ella.
 
 
M/21.M
 
Vuelves a no dormir. Ni quieres medicarte ni quieres ir al médico. No te encuentras del todo bien. Sudores, dolor de cuerpo y cansancio que te hace dar mil vueltas sobre ti mismo.
Llegaste tarde a casa. Te enfada, era lunes. Era un día especial, post cumpleaños, lo merecía. Tarde, decir tarde, tampoco era, sí para lo que acostumbras. Momento justo para meterte en la cama y pararte un instante a pensar que entre los viajes y que cuando estás en Madrid no paras un segundo, la casa está como si no la habitase nadie.
Pero el día de ayer era especial no solo para ti. Esa ilusión merecía tomar unos vinos.
Es cierto que cada uno de los últimos años lo hace, ese día, hacerme especial. Un año más pero siempre especial. “Tengo el corazón encogido, tengo ganas de llorar.” Una declaración de sentimiento feliz.
 
“La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo.” Isabel Allende
 
Podría ser incoherente, pero no lo es, es muy cierto: eres la única persona con la que pasarás el resto de tu vida. Momentáneamente algunas personas te acompañarán, pero todo el tiempo estarás contigo.
De tu compromiso contigo depende cómo sea lo que te quede de vida. Compromiso por escribir lo que crees y piensas, compromiso con todo lo demás.
Escribir es conectar contigo, es cambiar el foco de sitio. Cuando no lo haces te desorientas.
Al escribir, cuando te haces preguntas, cuando te comprometes, el foco se va situando en tu igual, dentro de ti.
 
Si te apetece -ya sabemos cómo eres- mañana hablarás de tu comida de hoy.
Cierto es que has llegado a casa pronto, te han traído, y andas como quien no sabe cómo moverse en un lugar que es el suyo.
Está la luz del día en la casa; lo sientes extraño. Estar aquí ya, tan pronto.
Te abrazas a Séneca, lees.
 
 
M/22.X
 
Duermes más de ocho horas y prácticamente no lo crees. Son los antihistamínicos. Ahora sí. Ahora sí te sientes tú, tal como eres, descansado, motivado. Piensas con claridad, te apetece leer, escribir.
 
Echar las culpas a los demás es eludir tu propia responsabilidad. Afronta las dificultades haciéndolas frente, no pongas excusas que solo sirven para empeorar las cosas. Afrontar la realidad o quedarte en la queja absurda.
 
Realmente no sabes lo positivo, o no, de la comida de ayer. Lo que sí sabes es que siempre te ves metido entremedias de las cosas, sin saber muy bien qué coño haces ahí, y sin pintar nada.
Juntaste a estos dos personajes, amigos, a petición de uno de ellos. Rápido notaste por donde venía el interés. Te incomodó bastante el estar ahí.
Escuchabas tantas historias que no sabías de si eran reales o provenían de alguna serie de la televisión. No podías comprender tanta frialdad al hablar de cuestiones vitales tales como la libertad. Tenerla o perderla.
Ambos han pasado por la cárcel, no son políticos. Es posible que vuelvan una temporada, dependerá. En estos casos las cosas pueden ir bien, o mal. No han robado nada, pero se vieron envueltos en una de esas operaciones mediáticas donde es difícil justificar lo injustificable. Todo sin juzgar, así que no seré yo quien juzgue. Presunción de inocencia por encima de todo. Sí tengo meridianamente claro que en aquel entonces no se hacían las cosas como se debían hacer.
La mente de uno de ellos está en otro lado. Es fuerte, equilibrada y con una capacidad de aguante de situaciones extremas.
“Salí sin nada, sin poder utilizar ni siquiera una tarjeta de crédito. En diez años sé que no tengo lo mismo que tenía entonces, pero he vuelto a ser”, afirmaba.
A mí se me ponen los pelos de punta mientras le escucho.
“Sé que volveré a entrar uno o dos años, será un descanso. Desde que salí no he dejado un solo día de trabajar para volver a conseguir ser lo que era.” Cabezas, mentes.
 
“El éxito no es un objetivo o una línea de meta que tienes que cruzar. Es un sistema de mejora, un proceso interminable que debe ser refinado.” James Clear
 
Si nos centramos demasiado en lo que debemos hacer, nos desenfocamos del porqué lo hacemos.
No es lo que hacemos sino lo que somos.
 
Dar siempre es recibir. Lo que damos al otro nos lo estamos dando a nosotros mismos. Dar es sembrar, tarde o temprano recogeremos la cosecha de lo que hemos sembrado. Si no recibimos es que no habremos dado.
 
No condenes los errores en el otro. Corrígelos en ti.


 
 
M/25.J
 
Estuviste ayer con un tipo que conocías de haber coincidido en otras ocasiones, viudo, con cerca de 75 años, que trasladaba tal alegría en la vida que incluso a veces los que contamos con muchos menos años no tenemos.
Entre Madrid y las playas de levante pasa su tiempo; entre mar, bailes y amigos. Pero la cara le cambió cuando le preguntaste si tenía hijos. “Tres”, te dijo, “pero como si no los tuviera.” En ese momento se le quitó esa mirada llena de vida, que le había acompañado en la tarde, se le encharcaron los ojos y la sonrisa espabilada desapareció.
Dio un sorbo a su gin tonic.
“El mediano es el único que me llama de vez en cuando, una vez cada dos meses. Los otros dos ni lo recuerdo.” No te atreviste a preguntarle nada más. Entendiste que habías provocado un momento incómodo, algo que le recomía por dentro tanto como te reconoció más tarde.
“¿Tú tienes hijos?”, te preguntó después. “Hijo y padres”, respondiste. “Mi hijo, de momento, con sus más y sus menos, me llama todos los días; mis hermanos y yo, con mis padres, hacemos exactamente lo mismo, no pasa un día que no nos hablemos.”
“Querido, realmente es como tiene que ser. Mis hijos me han abandonado.”
La verdad es que JM, que se llama como tu padre, te partió el corazón. Otra cosa es los motivos que pudiera haber para llegar a una situación así. Deberíamos conocer o escuchar a la otra parte.
¿Cómo se puede llegar a estos dramas familiares? ¿Qué tiene que ocurrir para que renuncies de aquellos que te han traído a este mundo?
A partir de esa conversación, no tardó mucho en marchar. Sin quererlo ni pretenderlo, le habías estropeado la tarde, su tarde, lo sabes. En cambio tú te fuiste todavía más orgulloso de la familia que tienes que, más allá de vuestras rarezas, jamás ha habido, ni habrá, una mínima fisura.
 
Jamás me subestimes cuando veas que estoy en silencio más de lo que digo, porque pienso más de lo que hablo y normalmente observo más de lo que te imaginas.
 
Para todo problema siempre hay una solución, y cuanto más antiguo es el problema más antigua es la solución.
 
Pervivencia. Acción y efecto de pervivir. La pervivencia sería la capacidad de poder seguir adelante con nuestra vida después de enfrentarnos a obstáculos, es decir, no acostumbrarte o adaptarte.
 
No son pocos los que dedican parte de su existencia, de su camino vital, a buscar la espiritualidad. Cuando cuentas esto, en largas sobremesas, entre amigos, acompañado de algún vino, lo normal, aunque ya están acostumbrados, es que te miren con caras raras, de asombro, o simplemente se descojonen. En cambio tú debes respetar esas conversaciones sobre técnicas futbolísticas de los partidos del fin de semana.
No sé muy bien por qué, comentas y escribes habitualmente, siempre has sentido interés por lo inefable. Dícese inefable, aquello inexplicable o que escapa a nuestra comprensión. Hay quien cree en videntes, esos que echan las cartas o, por ejemplo, en el mal de ojo. Tú crees que puede haber algo ahí, superior, se llame como se llame, tu Cristo tu Buda, que te acompañan.
¿De dónde venimos? ¿Quién eres? ¿A dónde vamos?
Los hay que no creen en nada, o eso dicen, aunque algunos de ellos, en ocasiones determinadas, piden, ruegan. Otros buscan ese sentido profundo en asuntos poco espirituales y sí más terrenales como el dinero, el futbol, el narcisismo, el riesgo.
Sientes mucho respeto por las creencias de los demás.
Cada cual tiene que encontrar su camino, el mío es mío, ni mejor ni peor.
Por eso, todas estas cosas mías, las que son espirituales y las que no, las vas dejando por aquí, para que no se te olviden si en algún momento la cabeza no te permite recordar.
 
 
M/24.V
 
Pasas la mañana de aquí para allá, picoteando en un sitio y en otro, pero sin entretenerte mucho en ninguno.
La verdad es que no estás muy cansado, aunque ya te apetece el viernes, que miras de reojo como queriendo huir de los compromisos que te pueden llevar a otro día de jolgorios.
¿Cómo te gustan esos momentos? ¿Cómo disfrutas los botellines con amigos?
 
Cuando no tienes tiempo de escribir, y tienes de qué escribir, esos pensamientos o historias de tu día a día, te incomodas, te cabreas. Cuando dejas pasar eso, pensamientos, momentos, los pierdes. Luego no llegan igual.
Por ejemplo, lo que sentiste el sábado pasado al visitar a tu tío; también el orgullo al hablar con el primo, menor que tu pero con una cabeza y entereza que ya quisiera para mí en momentos así.
Cuando se te escapan esas cosas, porque te pierdes los instantes de tu escritura, porque los compromisos te superan, te enfadas y mucho. No sé, uno tiene esa esperanza de que él, tu hijo, los lea cuando no estés y entonces sepa, y rememore, que lo más importante de tu vida, por ejemplo, fue comer el domingo con él. Para ti no es un cumpleaños más, ya es uno menos que celebrar junto a él aunque, si nuestro Dios lo quiere, todavía serán muchos más.
 
A veces sientes culpa cuando piensas en dedicarte tiempo, en priorizarte, en pensar más en lo que quieres para ti. ¿Es egoísta que te importe tu propia vida? Pensar primero en lo que tienes que hacer para que los demás estén bien, mientras tú te quedas en último lugar te va haciendo arrastrar. Llegados a ciertos años, pensar en uno mismo sin olvidar a los que te rodean, priorizarte, debería ser una obligación y no es algo egoísta.
 
No sabes si alguna persona te verá como hombre o persona de éxito, no lo crees, pero si por casualidad fuera así, que algún mentecato lo piense, lea podrías mostrar las cicatrices, los chichones o las heridas todavía abiertas en tu cuerpo y en tu alma. No eres un tipo de éxito, pero tampoco un fracasado. Simplemente eres.
Sueles discutir con tu hijo, sobre lo que realmente es el éxito. Tratas de mostrar y demostrar que detrás de esos personajes, que para él son ejemplo de éxito, hay una vida que no se conoce. Es la vida real, la de las heridas y navajas, la de la soledad, la de las miserias y la depresión, la del egoísmo e inconformismo, la de los tiros por la espalda, la de los fracasos, la de las cosas importantes que vas dejando y perdiendo por el camino.
El éxito, curiosamente, no está en lo que vemos, está en lo que no vemos. 
Mi mayor éxito en la vida solo ha sido uno: él.
Y éxito, en este caso, es valorar el ser, la persona  por encima de todo, no querer ni buscar algo diferente a lo que se es y sentir con orgullo a alguien que tendrá tiempo de sentir lo que para él sea el éxito. A esta edad mía, tras tantos fracasos y revolcones, me he dado cuenta que el éxito simplemente es, por ejemplo, estar con él.
Últimamente conversas con él de los miedos, de su momento, de temores al futuro, de incertidumbres. De su proyecto vital.
Es muy fácil aconsejar. Peor es no hacerlo. 
Solo das un consejo: el ahora, el darlo todo por ese objetivo o reto que se nos presenta. Luego, si llegase, hablaremos del después; de lo que tenga que ser será. El no arrepentirnos por no haberlo dado todo, por no intentarlo. 
Nunca pienses en lo que pasará mañana. Piensa en hoy. Mañana veremos lo que hacemos con lo que pase; si estamos. 
Hoy Estamos y es la única realidad. 
Da todo lo que puedas hoy.
 
M/25.S
 
Pasarás el día en silencio. No por obligación, sí porque así lo quieres, lo deseas, lo necesitas. Terminaste el día de ayer con ruido.
Estás cansado, pero no tienes que hacer más que dedicarte a pensar y leer mientras A se dedica a sus estudios.
Ayer D, amigo, te contó que en los últimos años la iglesia le ha ayudado a encontrar la paz que no tenía, además de servirle de terapia. Ha encontrado un templo donde ha empatizado con su párroco, joven, que le guía en su crecimiento espiritual.
D es más joven, un tío formidable de dos metros de altura. Tuvo una crisis, depresión, importante por el fracaso de una de las empresas que compartís como socios. Fuiste bastante responsable de aquella situación. Él quebró, mentalmente hablando, otros estuvisteis a punto de hacerlo también en lo emocional y lo financiero. Todo fue una equivocación totalmente irresponsable, meteros dónde nadie os llamaba, creeros los más listos. D estuvo medicándose, con psicólogos, en terapias y, parece, terminó por encontrar aquello  que necesitaba acercándose de nuevo a Dios.
Te gusta escuchar estas historias. Te reafirman, te guían hacia donde debes o deberías ir.
 
A diferencia de los animales, solo nosotros sabemos que vamos a morir. Solo por eso contraemos una deuda hacia el pasado y una responsabilidad, también, con el futuro.
La vida es maravillosa, pero no es eterna. No somos inmortales.
Lo que te hace eterno es dejar un buen legado a los que vienen, a tu hijo. No en lo material, sí en valores.
 
Somos lo que se ve, pero también, especialmente, lo que no se ve.
 
Dejo que suene ‘Birds of a feather’, con esa voz de Billie Eilish y simplemente me apetece el verano y volver a oler el mar.
 
Has leído la prensa tranquilo. Uno a uno cada periódico en papel, como te gusta. Te das cuenta que eso que ha sido tu vida, la política, cada vez te interesa menos. El país vuelve a estar electoralizado, en dos semanas se celebran las elecciones europeas, hace unas semanas fueron las catalanas y vascas. Todo son chismes. Todo críticas entre unos y otros. Aquí nadie se pone de acuerdo en nada.
No tienes prisa.
Saldrás a caminar un rato.
 
Cocinas poco, una ensalada con todo lo que pillas. Te sientas a ver una de esas películas que no terminas porque te duermes. No quieres que acabe la tarde. Te sales un poco a la terraza para que te dé un poco de sol y lees. Quieres leer todo. Tienes demasiado pendiente. Vas de uno a otro. Todo te es especialmente agradable. Es tu tarde.
 
Con poco que uno esté atento, con poco que mire, verá que todo lo cotidiano es digno de escribirse y quedarse en estas páginas.
 
 
M/26.D
 
Te encuentras con tu cuaderno más tarde de lo habitual. Te sentiste físicamente bien, te calzaste las zapatillas, temprano, y trotaste unos kilómetros por estas calles, sin forzar mucho la máquina que ni tienes edad ni la forma que tenías, ni tampoco ninguna necesidad de hacerlo. Este invierno has cogido algún kilo de más, fundamentalmente porque no cuidas nada la alimentación, y tu objetivo es recuperarte en estos meses en los que el clima invita a salir.
 
No todo es sencillo. Yo no lo hice sencillo nunca.
Cómo gestionar esas tormentas emocionales que se avecinan.
 
“pues regaré la garganta reseca y saciaré la garganta hambrienta.” Jeremías 31:25
¿Estoy satisfecho conmigo? Mi alma está hambrienta. No estoy satisfecho espiritualmente hablando ¿Estoy en Paz? No estoy en paz conmigo.
Permitir a Cristo que llene nuestros lugares vacíos.
El vacío interior nos indica que necesitamos ser satisfechos de manera espiritual.
 
Almuerzo con los padres y visita al pequeño de la familia que no deja de crecer y engordar sin hacer más ruido que cuando tiene hambre. Es una bendición para todos pero, sobre todo, para los abuelos que le están viendo crecer día a día.
 
La persona sencilla es aquella que sabe vivir con lo necesario.
El ego nunca dice basta.
Cada uno de nosotros debemos ver qué es lo superfluo y qué es lo esencial en la vida.
No podemos vivir constantemente aparentando, a costa de estar agradando a los demás. Vivamos estando bien con nosotros mismos.
Lamentablemente la mayoría de las veces nos damos cuenta demasiado tarde. Aunque nunca es tarde para encontrarte.

Fe es admitir aquello que va en contra del sentido común. Podría ser algo así como admitir o advertir o sentir que más allá de lo visible está lo invisible. 

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 39

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 37