Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 31

 
A/1.L
 
Querías levantar algo más tarde, tienes tiempo hasta la hora del vuelo a La Palma, pero no lo consigues. Te es imposible dejar pasar tiempo del día.
Te tomas un café jugueteando con el móvil, distraído. Hoy A cumple 23 años. Le felicitas de todas las maneras posibles hasta que consigues hablar con él. En ocasiones no sabes cómo expresarle lo que significa para ti, tu hijo; lo que le quieres y lo importante que es el que sea como es, con sus cosas, pero con esa prioridad que tiene anteponiendo la familia por encima de todo. También tú le has priorizado, como no puede ser de otra manera, por encima de ti. Hubo tiempo que perdiste lo esencial, los compromisos políticos, no lo vas a recuperar jamás.
 
No siempre tenemos que obtener aquello que queremos. Es posible que en ocasiones, no obtenerlo sea la mayor de nuestras suertes.
 
El escribir, el sentarte frente a un papel en blanco y escribir, es la forma de pensar más grande que se me ocurre. Escribir es ordenar y articular tus pensamientos; darles una forma y estructura.
 
Tomas otro café ya en el aeropuerto. Has conseguido pasar, tras largas colas de espera, y superar el escáner de seguridad. No te pone nervioso volar, lo que te pone nervioso es toda esta parafernalia, el tiempo con el que tienes que llegar antes de partir y luego que los vuelos salgan puntuales.
 
“Aquel que todos los días sabe dar la última mano a su vida no siente la necesidad del tiempo, pues de esta necesidad surge el temor y el ansia del futuro que consume al espíritu”. Séneca
¿Cuántas mañanas nos despertamos quejándonos de la vida, de ir al trabajo, maldiciendo esos problemas, el cansancio?
Muramos cada noche y renazcamos cada mañana. Es un regalo de la vida. Aprovechemos. Llegará un momento, al final de la vida, que daríamos cualquier cosa por tener un solo minuto más, un problema más, un abrazo más, una conversación más.
 
Santa Cruz de La Palma. Capital de la isla de La Palma. Canarias. Una hora menos que en la península.
Llegaste tarde. El vuelo despegó con cerca de tres cuartos de hora de retraso. Durante el vuelo el viento, según el piloto, les hizo navegar con una velocidad de 200 km/h menor. Cuatro horas de avión que dedicaste a la lectura, algo de escritura y a ver un capítulo de la serie ‘Los elegidos’ que te descargaste acertadamente ayer.
El tipo de al lado, sentado junto a mí, te ha puesto de los nervios durante el viaje. No hacía caso a ninguna de las indicaciones de las azafatas. Joven. Bien vestido. Tatuado hasta las cejas. Se descalzó nada más sentarse. Mantuvo el teléfono en abierto todo el trayecto, no dejaba de enviar mensajes. Se levantó tres o cuatro veces. En fin, te ratificas: mejor tren o coche, cuando se pueda, claro.
Cuando aterrizaste y bajaste, algo acelerado, deseoso, la isla estaba totalmente oscura. A un lado el mar, a otro unas montañas tapadas por nubes negras. Mucho verde. Mucho gris volcánico.
Comes en el primer restaurante que te encuentras, La Chaclana, cercano al hotel que luego irás. Te puede la sed y el hambre. Pides un pescado de la zona, fresco, y te ponen uno abierto, con las escamas anaranjadas y unos ojos, que no han quitado, que parece te miran para que no te despistes: Gofio con unas papas arrugadas.
Sientes que te estresas tu solo, sin motivo alguno, y ese estrés te hace hablar mal a los que han estado preocupados porque llevabas más de cuatro horas desconectado del mundo, algo poco habitual en ti.
 
La Palma fue fundada, según parece, en mayo de 1493 con el nombre de Villa de Apurón sobre una playa situada en una bahía que hacía de puerto natural. Posteriormente, y ya como Santa Cruz de La Palma, el rey Felipe II le concedería el título de «Muy Noble y Leal». El municipio es actualmente el segundo más poblado de la isla de La Palma, tras Los Llanos de Aridane.
Aquí se encuentra la sede del Cabildo de La Palma (órgano de gobierno de la isla), que visitarás mañana, así como de otras instituciones políticas, culturales y deportivas de importancia para la isla. En su término municipal se encuentra también el Real Santuario de la Virgen de las Nieves, patrona de La Palma.
Parte de la ciudad y el puerto se ubican sobre el antiguo derrame de la lava de La Caldereta, enfriada bruscamente al romperse la parte de la pared que queda hacia el noreste, con lo que la lava llegó rápidamente al mar donde formó una colada basáltica. El clima es suave aunque lo habitual es que su cielo esté cubierto por nubes debido a la influencia de los vientos alisios procedentes del océano Atlántico.
Una isla gris.
 
Soy responsable de todo lo que está en mi mano.
 
Todos formamos parte de un todo con lo que todos tenemos responsabilidad con ese todo.
 
 
A/2.M
 
Todavía no ha amanecido en esta isla.
Despiertas escuchando el mar, así te dormiste también ayer, tras la cena y esas caminatas tratando de visitar esta ciudad.
Cenaste en el Restaurante La Placeta, un palacete bastante agradable. Ese acento que nada tiene que ver al nuestro. Una de esas cenas que no tenías muy claro cómo gestionar pero que crees quedaste como habitualmente sueles hacer: bien. Tienes esa virtud, tampoco considerada, sabes adaptarte a cualquier tipo de circunstancia. La experiencia te hace estar a la altura y saber cómo y por dónde debes ir en las conversaciones.
Se rozó la política. Lo separaste y pasaste rozando adelantando por la izquierda. Así fuiste a dormir a una hora aceptable, escuchando ese sonido de las olas con el que has despertado, mientras caminabas hacia el hotel y pensabas eso que muchas veces piensas: “¿qué coño haces tú ahí?”
 
Has hecho mil planes en tu vida y llegas a la conclusión que algunas cosas son tan estratégicas que lo importante no es ponerlas en el plan, lo importante es que sucedan.
 
Hace un calor húmedo en la mañana. Antes de la reunión en el cabildo caminas cerca de esa playa de arena negra, extraña. El atlántico se ve en calma. Vuelves a recorrer ciertas calles mientras va despertando la pequeña ciudad.
 
Aceptar la vida, la de uno, es esencial para la felicidad. Y la vida, la de todos, es un eterno cambio hasta que se termina.
Normalmente llamamos adversidad a esos cambios que no queremos.
El arte de vivir consiste en saber adaptarnos a esos cambios de la vida, así cualquier adversidad no será más que un cambio natural en la nuestra.
 
 
A/3.X
 
Duermes poco más de cinco horas diarias en os últimos días. Llegaste ayer cerca de la una de la madrugada con tal cansancio de viaje que te costó coger el sueño.
Digamos que se cumplieron los objetivos.
 
A veces crees que es imposible, pero siempre es que no te atreves.
 
Unamuno nos daba la gran diferencia existente entre una persona espiritual y una racional en uno de sus ensayos. Decía “Para el ratón hambriento que roe un queso, la verdad se circunscribe a la esfera del queso. La despensa, la familia, la quesería, las vacas que dieron la leche, el ameno valle, el sol que bañó la piel del animal; todo esto, para el ratón, es mentira. Si alguien se lo contara contestaría que son ridículas fantasías de teólogos y metafísicos. Algunos hombres, como el ratón no creen más que en las sustancias que alimentan su cuerpo”.
 
Parece que lo que prima en el imaginario colectivo es la idea de ascender en la vida, no dejar de subir peldaños para alcanzar metas, objetivos y deseos. Deberíamos de crecer hacia dentro en vez de hacia arriba, y darnos a los demás con compasión y dignidad.
 
Se hace el cansancio caminando, pero también la experiencia de la vida y el sentir de las gentes que, por donde uno va pasando, aportan cultura y tradición. Es esta España nuestra, bella por donde la miremos.


 
 
A/4.J
 
Estabas ayer como deseoso de tomar un vino con los amigos, así que eso hiciste. Trabajaste por la mañana, con la intensidad y compromiso que merece, y marchaste veloz a por esos ansiados botellines previos al almuerzo que acompañó los vinos.
El día de hoy será largo. Comienzas con una reunión fuera de la oficina para terminar el día viajando a Palencia, esa ciudad en la que recuerdas haber estado una vez, de pasada, y en la que pernoctarás para mañana reunirte en la diputación.
 
Tus decisiones siempre repercuten en otros. Es lo que has pensado hoy mientras caminabas embobado en ti.
 
De verdad que hay días en los que preferiría que la vida fuese de otra manera. Pero me paro y pienso. Entonces simplemente agradezco que el camino esté lleno de piedras.
 
El filósofo Hillel escribió: “Si no estoy para mí, ¿quién estará? Si estoy solo para mí, ¿quién soy?”.
 
Toda organización muere cuando comienza a vivir de los mediocres leales y prescinde de los críticos brillantes.
Todo líder que prefiere rodearse de babosos que le sigan la corriente y aplaudan sus errores, termina por formar parte de la mediocridad perdiendo su condición de líder.
 
Esta semana vas un poco acelerado, como sin tiempo, como sintiendo que saltas de una tarea a otra olvidando o dejando temas por el camino.
Ni mucho menos gozas de tiempos para la lectura o el estudio. Te enfadas.
 
Las palabras se dicen o se callan y, reflexionando sobre ello, me he dado cuenta que todos, en alguna ocasión de nuestras vidas, por uno u otro motivo, hemos callado pero pensado algo así: me entristece pensar, me da miedo sentir que mi futuro no vaya a tener momentos felices como los de mi pasado. 
Pensar que tu futuro nunca va a ser mejor que tu pasado es dejar de tener presente y el presente es lo único que tenemos. De nosotros depende hacerlo positivo o negativo.
¿Cuántas personas no hemos pensado eso mismo a lo largo de nuestras vidas? ¿Cuántos no lo estarán pensando en este momento? Cuántos de nosotros, envueltos en adversidades, unas más importantes otras menos, no hemos pensado algo así o tal vez sentido que todo caía, se derrumbaba, bajo nuestros pies y que el futuro carecería de sentido.
¿Pero, qué es el futuro? El futuro no es nada porque el futuro no existe; ni siquiera sabemos si despertaremos mañana.
Pensar en el futuro es legítimo, pero también aburrido. Pensamos más de la cuenta en el futuro y olvidamos nuestro presente.
Yo mismo, que escribo y me permito dar consejos sobre ello, en ocasiones me dejo llevar, hasta me provoco cierta ansiedad, por pensamientos que tienen que ver con el futuro. Y en ese momento me he olvidado del presente, de lo real, de lo que tengo delante. En ese momento he dejado de vivir; me pierdo el instante.
 
 
A/5.V
 
Desayunas en un hotel de Palencia. Llegaste cerca de las ocho, en tren, y te dio tiempo a recorrer la ciudad que no conoces, hasta la Catedral gótica, esplendorosa, inmensa y la Plaza Mayor.
Cenasteis en un restaurante agradable, al que llegas por las reseñas de las redes sociales. Es como un juego en el que esta vez aciertas y quedas bien. Otras muchas fallas. Prefieres unas verduras. Están siendo días de excesos, entre viajes, reuniones, comidas y cenas.
Quien te acompaña pregunta todo y de todo. En momentos te incomoda. Tú eres bastante reservado, aunque entiendes que el único modo de generar confianza, es hablar; también lo es el de meter la pata
Quieres salir a caminar una hora en cuanto amanezca. Salir de noche en una ciudad que no conoces no te agrada. Te duele el pie derecho. Lo achacas a la carga de kilómetros de la semana, pero también pueden ser esos excesos a los que no renuncias.
 
“Hay hombres malvados, ellos os serán útiles, pues sin ellos ¿qué necesidad habría de tener virtudes?” Apolonio
 
Llegas a casa a las cuatro y media, de vuelta de Palencia. Cansancio. La reunión ha ido bien. No has comido. Decides no sentarte, cambias de atuendo y hace un rato que has llegado a tu pueblo, Minaya.
Contemplas cómo se pone el sol. Es como si el cansancio se fuera aunque está ahí. Una semana laboral interesante pero dura. Los viajes te machacan, los años también.
Lo primero que ves cuando has bajado del coche es que la parra se ha caído, esa que con tanto cariño plantó y cuida el padre. Los palos que la iban dirigiendo y sujetando se han vencido por el peso o, también, las lluvias y vientos de estos últimas semanas. Se te encoje el corazón. Es como si se te parte el brazo.
Mañana tendrás que intentar apañarlo un poco, al menos hasta que venga él.
 
 
A/6.S
 
Despiertas aquí, en Minaya, y parece que el cansancio de la semana desapareció. No has dormido mucho. ¿Qué más da? Cerrasteis el bar de J y ese dolor de pie que se agudiza más bien parece un ataque de gota. Es normal, apuras los tercios de Mahou como si fueran a dejar de venderse y has superado el límite.
Hacía muchísimo que no tenías un dolor igual, pero lo conoces bien. Te incomoda bastante al caminar. No podrás salir por tus caminos.
 
Despertar el día en absoluto silencio. Que la luz te remueva mientras atraviesa los cristales de la ventana. La vida es mucho más bella si amamos lo que hacemos.
 
Ha sido, está siendo, una semana extraña. Prácticamente no has dormido en tu casa habitual. Ni siquiera la has descolocado o manchado. Pasaste como de refilón el miércoles. No sabes si tienes ganas de volver, así, los días te pasan más deprisa pero también te pesan más.
 
Gustar a alguien, a la gente, ha dejado de importarme. Que alguien le guste como soy, así, sinceramente no tiene nada que ver conmigo, realmente solo tiene que ver con la imagen que esa persona se había hecho sobre mí.
Tal vez todos demos por hecho cómo son las personas. Creemos que son de una manera determinada. También nosotros creemos que somos como somos y te basta con decir “es que soy así” y simplemente como crees que eres así, no cambias.
 
Dejas sonar, mientras lees la prensa del día en tu rincón, ‘Mi paracaídas’, interpretado a dúo por Mikel Izal y Marwan. Vaya dos grandes.
 
Anoche no tuviste un comportamiento correcto, y lo sabes. Cuando salisteis del bar el coche del amigo JL tenía una rueda pinchada. Debía ir a la aldea a revisar el riego de los campos sembrados. A y él se remangaron y pusieron a cambiar la rueda del pickup. Tú, señorito, pero cansado de la semana y el día, con el pie dolorido, optaste por marchar a casa. Hoy te lo echarán en cara, con razón.
 
Tanto mis estoicos, como el budismo y cristianismo, nos explican que el tener o ser más no da la felicidad, todo lo contrario, puede generar sufrimiento. La felicidad o lo que nos enriquece verdaderamente está en el Ser.
En Evangelio de Mateo 16:26, Cristo nos dice: “Porque ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si al final malogra su vida?”
Y me voy a dormir.
 
Necesitamos hacer crecer vínculos, ser mucho más humanos frente a ese individualismo que nos debilita como personas y como sociedad.
 
 
A/7.D
 
Despiertas a unos cielos grises que confunden el silencio.
Volviste a pasar ayer otro día agradable, de amistad, debatiendo sobre el futuro de los pueblos, como el vuestro, en los que son más los que van que los que vienen.
 
“En general, se piensa que, cuando algo es nuevo e interesante, ‘hace pasar’ el tiempo, es decir, lo abrevia, mientras que la monotonía y el vacío entorpecen su marcha y hacen que se estanque. No obstante, esto no es del todo exacto. […] Cuando un día es igual que los demás, es como si todos ellos no fueran más que un único día; y una monotonía total convertiría hasta la vida más larga en un soplo que se llevaría el viento”, escribió Thomas Mann en su inmensa ‘La montaña mágica’, hace cien años.
 
Parece que te duele menos el pie pero todavía no puedes caminar bien. Estás muy enfadado contigo, sabes que cuando te pasas con las purinas lo habitual es que te ocurra esto. Te gusta todo aquello que más acumula ácido úrico en tu cuerpo como esas cervezas que últimamente, con o sin alcohol, bebes antes de comer.
Ansias.
 
Todo derecho implica responsabilidad.
 
Pasas la tarde tirado en el sillón, cansino. Has cocinado unos gazpachos manchegos un poco sin forma, a tu manera, con lo que tenías a mano, y aunque no te han salido mal no has hecho buena digestión.
Vas y vienes a los libros como sin ganas. Repasas la semana. Viajas otra vez. Viajarás todas las semanas, a uno u otro lado, hasta junio.
 
Cualquiera puede dudar de lo que dices, pero creerán en lo que haces.
 
Uno de mis libros favoritos es ‘Meditaciones’ de Marco Aurelio. Son sus notas, su cuaderno, su diario.
Llevar un diario requiere disciplina que termina por convertirse en hábito.
Escribe para ti, no pienses en los demás, en si te leerán algún día o no.
Hazte preguntas y contéstalas como te salga.
Guarda tus frases o citas que te gusten y quieras recordar.
Desahógate en tus páginas.
Prepárate en la mañana escribiendo unos minutos y de igual manera despídete en la noche.
 
Cada uno somos como somos, por lo tanto, seamos. Qué más da lo que piense el resto.
Dejemos de vivir para satisfacer a otros. Seamos nosotros.
Ser nos provocará paz mental y libertad.
Mañana, cuando despertemos y demos gracias por ello, el día, seguro, será mejor que hoy.
 

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