A/1.L
Querías levantar algo
más tarde, tienes tiempo hasta la hora del vuelo a La Palma, pero no lo
consigues. Te es imposible dejar pasar tiempo del día.
Te tomas un café
jugueteando con el móvil, distraído. Hoy A cumple 23 años. Le felicitas de
todas las maneras posibles hasta que consigues hablar con él. En ocasiones no
sabes cómo expresarle lo que significa para ti, tu hijo; lo que le quieres y lo
importante que es el que sea como es, con sus cosas, pero con esa prioridad que
tiene anteponiendo la familia por encima de todo. También tú le has priorizado,
como no puede ser de otra manera, por encima de ti. Hubo tiempo que perdiste lo
esencial, los compromisos políticos, no lo vas a recuperar jamás.
No
siempre tenemos que obtener aquello que queremos. Es posible que en ocasiones,
no obtenerlo sea la mayor de nuestras suertes.
El escribir, el
sentarte frente a un papel en blanco y escribir, es la forma de pensar más grande
que se me ocurre. Escribir es ordenar y articular
tus pensamientos; darles una forma y estructura.
Tomas otro café ya en
el aeropuerto. Has conseguido pasar, tras largas colas de espera, y superar el
escáner de seguridad. No te pone nervioso volar, lo que te pone nervioso es
toda esta parafernalia, el tiempo con el que tienes que llegar antes de partir
y luego que los vuelos salgan puntuales.
“Aquel
que todos los días sabe dar la última mano a su vida no siente la necesidad del
tiempo, pues de esta necesidad surge el temor y el ansia del futuro que consume
al espíritu”. Séneca
¿Cuántas mañanas nos
despertamos quejándonos de la vida, de ir al trabajo, maldiciendo esos
problemas, el cansancio?
Muramos
cada noche y renazcamos cada mañana. Es un regalo de la
vida. Aprovechemos. Llegará un momento, al final de la vida, que daríamos
cualquier cosa por tener un solo minuto más, un problema más, un abrazo más,
una conversación más.
Santa
Cruz de La Palma. Capital de la isla de La Palma. Canarias.
Una hora menos que en la península.
Llegaste tarde. El
vuelo despegó con cerca de tres cuartos de hora de retraso. Durante el vuelo el
viento, según el piloto, les hizo navegar con una velocidad de 200 km/h menor.
Cuatro horas de avión que dedicaste a la lectura, algo de escritura y a ver un
capítulo de la serie ‘Los elegidos’ que te descargaste acertadamente ayer.
El tipo de al lado,
sentado junto a mí, te ha puesto de los nervios durante el viaje. No hacía caso
a ninguna de las indicaciones de las azafatas. Joven. Bien vestido. Tatuado
hasta las cejas. Se descalzó nada más sentarse. Mantuvo el teléfono en abierto
todo el trayecto, no dejaba de enviar mensajes. Se levantó tres o cuatro veces.
En fin, te ratificas: mejor tren o coche, cuando se pueda, claro.
Cuando aterrizaste y
bajaste, algo acelerado, deseoso, la isla estaba totalmente oscura. A un lado
el mar, a otro unas montañas tapadas por nubes negras. Mucho verde. Mucho gris
volcánico.
Comes en el primer
restaurante que te encuentras, La Chaclana, cercano al hotel que luego irás. Te
puede la sed y el hambre. Pides un pescado de la zona, fresco, y te ponen uno
abierto, con las escamas anaranjadas y unos ojos, que no han quitado, que
parece te miran para que no te despistes: Gofio con unas papas arrugadas.
Sientes que te
estresas tu solo, sin motivo alguno, y ese estrés te hace hablar mal a los que
han estado preocupados porque llevabas más de cuatro horas desconectado del
mundo, algo poco habitual en ti.
La
Palma
fue fundada, según parece, en mayo de 1493 con el nombre de Villa de Apurón
sobre una playa situada en una bahía que hacía de puerto natural.
Posteriormente, y ya como Santa Cruz de La Palma, el rey Felipe II le
concedería el título de «Muy Noble y Leal». El municipio es actualmente el
segundo más poblado de la isla de La Palma, tras Los Llanos de Aridane.
Aquí se encuentra la
sede del Cabildo de La Palma (órgano de gobierno de la isla), que
visitarás mañana, así como de otras instituciones políticas, culturales y
deportivas de importancia para la isla. En su término municipal se encuentra
también el Real Santuario de la Virgen de las Nieves, patrona de La Palma.
Parte de la ciudad y
el puerto se ubican sobre el antiguo derrame de la lava de La Caldereta,
enfriada bruscamente al romperse la parte de la pared que queda hacia el
noreste, con lo que la lava llegó rápidamente al mar donde formó una colada
basáltica. El clima es suave aunque lo habitual es que su cielo esté cubierto
por nubes debido a la influencia de los vientos alisios procedentes
del océano Atlántico.
Una isla gris.
Soy
responsable de todo lo que está en mi mano.
Todos
formamos parte de un todo con lo que todos tenemos responsabilidad con ese
todo.
A/2.M
Todavía no ha
amanecido en esta isla.
Despiertas escuchando
el mar, así te dormiste también ayer, tras la cena y esas caminatas tratando de
visitar esta ciudad.
Cenaste en el
Restaurante La Placeta, un palacete bastante agradable. Ese acento que nada
tiene que ver al nuestro. Una de esas cenas que no tenías muy claro cómo
gestionar pero que crees quedaste como habitualmente sueles hacer: bien. Tienes esa virtud, tampoco considerada,
sabes adaptarte a cualquier tipo de circunstancia. La experiencia te hace
estar a la altura y saber cómo y por dónde debes ir en las conversaciones.
Se rozó la política.
Lo separaste y pasaste rozando adelantando por la izquierda. Así fuiste a
dormir a una hora aceptable, escuchando ese sonido de las olas con el que has
despertado, mientras caminabas hacia el hotel y pensabas eso que muchas veces
piensas: “¿qué coño haces tú ahí?”
Has
hecho mil planes en tu vida y llegas a la conclusión que algunas cosas son tan
estratégicas que lo importante no es ponerlas en el plan, lo importante es que
sucedan.
Hace un calor húmedo
en la mañana. Antes de la reunión en el cabildo caminas cerca de esa playa de
arena negra, extraña. El atlántico se ve en calma. Vuelves a recorrer ciertas
calles mientras va despertando la pequeña ciudad.
Aceptar
la vida, la de uno, es esencial para la felicidad. Y la vida, la de todos, es
un eterno cambio hasta que se termina.
Normalmente llamamos
adversidad a esos cambios que no queremos.
El
arte de vivir consiste en saber adaptarnos a esos cambios de la vida, así cualquier
adversidad no será más que un cambio natural en la nuestra.
A/3.X
Duermes poco más de
cinco horas diarias en os últimos días. Llegaste ayer cerca de la una de la
madrugada con tal cansancio de viaje que te costó coger el sueño.
Digamos que se cumplieron
los objetivos.
A
veces crees que es imposible, pero siempre es que no te atreves.
Unamuno nos
daba la gran diferencia existente entre una persona espiritual y una racional
en uno de sus ensayos. Decía “Para el
ratón hambriento que roe un queso, la verdad se circunscribe a la esfera del
queso. La despensa, la familia, la quesería, las vacas que dieron la leche, el
ameno valle, el sol que bañó la piel del animal; todo esto, para el ratón, es
mentira. Si alguien se lo contara contestaría que son ridículas fantasías de
teólogos y metafísicos. Algunos hombres, como el ratón no creen más que en las
sustancias que alimentan su cuerpo”.
Parece que lo que prima en el imaginario colectivo es
la idea de ascender en la vida, no dejar de subir peldaños para alcanzar metas,
objetivos y deseos. Deberíamos de crecer hacia dentro en vez de hacia arriba, y
darnos a los demás con compasión y dignidad.
Se hace el cansancio
caminando, pero también la experiencia de la vida y el sentir de las gentes
que, por donde uno va pasando, aportan cultura y tradición. Es esta España
nuestra, bella por donde la miremos.
A/4.J
Estabas ayer como
deseoso de tomar un vino con los amigos, así que eso hiciste. Trabajaste por la
mañana, con la intensidad y compromiso que merece, y marchaste veloz a por esos
ansiados botellines previos al almuerzo que acompañó los vinos.
El día de hoy será
largo. Comienzas con una reunión fuera de la oficina para terminar el día
viajando a Palencia, esa ciudad en
la que recuerdas haber estado una vez, de pasada, y en la que pernoctarás para
mañana reunirte en la diputación.
Tus
decisiones siempre repercuten en otros. Es lo que has pensado hoy mientras
caminabas embobado en ti.
De verdad que hay
días en los que preferiría que la vida fuese de otra manera. Pero me paro y
pienso. Entonces simplemente agradezco que el camino esté lleno de piedras.
El filósofo Hillel escribió: “Si no estoy para mí, ¿quién
estará? Si estoy solo para mí, ¿quién soy?”.
Toda
organización muere cuando comienza a vivir de los mediocres leales y prescinde
de los críticos brillantes.
Todo líder que
prefiere rodearse de babosos que le sigan la corriente y aplaudan sus errores,
termina por formar parte de la mediocridad perdiendo su condición de líder.
Esta semana vas un
poco acelerado, como sin tiempo, como sintiendo que saltas de una tarea a otra
olvidando o dejando temas por el camino.
Ni mucho menos gozas
de tiempos para la lectura o el estudio. Te enfadas.
Las
palabras se dicen o se callan y, reflexionando sobre ello, me he
dado cuenta que todos, en alguna ocasión de nuestras vidas, por uno u otro
motivo, hemos callado pero pensado algo así: me entristece pensar, me da miedo sentir que mi futuro no vaya a tener
momentos felices como los de mi pasado.
Pensar que tu futuro
nunca va a ser mejor que tu pasado es dejar de tener presente y el presente es
lo único que tenemos. De nosotros depende hacerlo positivo o negativo.
¿Cuántas personas no
hemos pensado eso mismo a lo largo de nuestras vidas? ¿Cuántos no lo estarán
pensando en este momento? Cuántos de nosotros, envueltos en adversidades, unas
más importantes otras menos, no hemos pensado algo así o tal vez sentido que
todo caía, se derrumbaba, bajo nuestros pies y que el futuro carecería de
sentido.
¿Pero, qué es el futuro? El futuro no es nada
porque el futuro no existe; ni siquiera sabemos si despertaremos mañana.
Pensar
en el futuro es legítimo, pero también aburrido. Pensamos más de la cuenta en
el futuro y olvidamos nuestro presente.
Yo mismo, que escribo
y me permito dar consejos sobre ello, en ocasiones me dejo llevar, hasta me
provoco cierta ansiedad, por pensamientos que tienen que ver con el futuro. Y
en ese momento me he olvidado del presente, de lo real, de lo que tengo
delante. En ese momento he dejado de vivir; me pierdo el instante.
A/5.V
Desayunas en un hotel
de Palencia. Llegaste cerca de las ocho, en tren, y te dio tiempo a recorrer la
ciudad que no conoces, hasta la Catedral gótica, esplendorosa, inmensa y la
Plaza Mayor.
Cenasteis en un
restaurante agradable, al que llegas por las reseñas de las redes sociales. Es
como un juego en el que esta vez aciertas y quedas bien. Otras muchas fallas.
Prefieres unas verduras. Están siendo días de excesos, entre viajes, reuniones,
comidas y cenas.
Quien te acompaña
pregunta todo y de todo. En momentos te incomoda. Tú eres bastante reservado,
aunque entiendes que el único modo de generar confianza, es hablar; también lo
es el de meter la pata
Quieres salir a
caminar una hora en cuanto amanezca. Salir de noche en una ciudad que no
conoces no te agrada. Te duele el pie derecho. Lo achacas a la carga de
kilómetros de la semana, pero también pueden ser esos excesos a los que no
renuncias.
“Hay
hombres malvados, ellos os serán útiles, pues sin ellos ¿qué necesidad habría
de tener virtudes?” Apolonio
Llegas a casa a las
cuatro y media, de vuelta de Palencia. Cansancio. La reunión ha ido bien. No
has comido. Decides no sentarte, cambias de atuendo y hace un rato que has
llegado a tu pueblo, Minaya.
Contemplas cómo se
pone el sol. Es como si el cansancio se fuera aunque está ahí. Una semana
laboral interesante pero dura. Los viajes te machacan, los años también.
Lo primero que ves
cuando has bajado del coche es que la parra se ha caído, esa que con tanto
cariño plantó y cuida el padre. Los palos que la iban dirigiendo y sujetando se
han vencido por el peso o, también, las lluvias y vientos de estos últimas
semanas. Se te encoje el corazón. Es como si se te parte el brazo.
Mañana tendrás que
intentar apañarlo un poco, al menos hasta que venga él.
A/6.S
Despiertas aquí, en
Minaya, y parece que el cansancio de la semana desapareció. No has dormido
mucho. ¿Qué más da? Cerrasteis el bar de J y ese dolor de pie que se agudiza
más bien parece un ataque de gota. Es normal, apuras los tercios de Mahou como
si fueran a dejar de venderse y has superado el límite.
Hacía muchísimo que
no tenías un dolor igual, pero lo conoces bien. Te incomoda bastante al
caminar. No podrás salir por tus caminos.
Despertar el día en
absoluto silencio. Que la luz te remueva mientras atraviesa los cristales de la
ventana. La vida es mucho más bella si amamos lo que hacemos.
Ha sido, está siendo,
una semana extraña. Prácticamente no has dormido en tu casa habitual. Ni
siquiera la has descolocado o manchado. Pasaste como de refilón el miércoles.
No sabes si tienes ganas de volver, así, los días te pasan más deprisa pero
también te pesan más.
Gustar
a alguien, a la gente, ha dejado de importarme. Que alguien le
guste como soy, así, sinceramente no tiene nada que ver conmigo, realmente solo
tiene que ver con la imagen que esa persona se había hecho sobre mí.
Tal vez todos demos
por hecho cómo son las personas. Creemos que son de una manera determinada. También
nosotros creemos que somos como somos y te basta con decir “es que soy así” y
simplemente como crees que eres así, no cambias.
Dejas sonar, mientras
lees la prensa del día en tu rincón, ‘Mi paracaídas’, interpretado a dúo por
Mikel Izal y Marwan. Vaya dos grandes.
Anoche no tuviste un
comportamiento correcto, y lo sabes. Cuando salisteis del bar el coche del amigo
JL tenía una rueda pinchada. Debía ir a la aldea a revisar el riego de los
campos sembrados. A y él se remangaron y pusieron a cambiar la rueda del
pickup. Tú, señorito, pero cansado de la semana y el día, con el pie dolorido, optaste
por marchar a casa. Hoy te lo echarán en cara, con razón.
Tanto
mis estoicos, como el budismo y cristianismo, nos explican que el tener o ser
más no da la felicidad, todo lo contrario, puede generar sufrimiento. La
felicidad o lo que nos enriquece verdaderamente está en el Ser.
En Evangelio de Mateo
16:26, Cristo nos dice: “Porque ¿de qué le sirve a un hombre ganar
el mundo entero, si al final malogra su vida?”
Y me voy a dormir.
Necesitamos
hacer crecer vínculos, ser mucho más humanos frente a ese individualismo que
nos debilita como personas y como sociedad.
A/7.D
Despiertas a unos
cielos grises que confunden el silencio.
Volviste a pasar ayer
otro día agradable, de amistad, debatiendo sobre el futuro de los pueblos, como
el vuestro, en los que son más los que van que los que vienen.
“En
general, se piensa que, cuando algo es nuevo e interesante, ‘hace pasar’ el
tiempo, es decir, lo abrevia, mientras que la monotonía y el vacío entorpecen
su marcha y hacen que se estanque. No obstante, esto no es del todo exacto. […]
Cuando un día es igual que los demás, es como si todos ellos no fueran más que
un único día; y una monotonía total convertiría hasta la vida más larga en un
soplo que se llevaría el viento”, escribió Thomas Mann en su inmensa ‘La montaña mágica’, hace cien años.
Parece que te duele
menos el pie pero todavía no puedes caminar bien. Estás muy enfadado contigo,
sabes que cuando te pasas con las purinas lo habitual es que te ocurra esto. Te
gusta todo aquello que más acumula ácido úrico en tu cuerpo como esas cervezas
que últimamente, con o sin alcohol, bebes antes de comer.
Ansias.
Todo
derecho implica responsabilidad.
Pasas la tarde tirado
en el sillón, cansino. Has cocinado unos gazpachos manchegos un poco sin forma,
a tu manera, con lo que tenías a mano, y aunque no te han salido mal no has
hecho buena digestión.
Vas y vienes a los
libros como sin ganas. Repasas la semana. Viajas otra vez. Viajarás todas las
semanas, a uno u otro lado, hasta junio.
Cualquiera
puede dudar de lo que dices, pero creerán en lo que haces.
Uno de mis libros
favoritos es ‘Meditaciones’ de Marco
Aurelio. Son sus notas, su cuaderno, su diario.
Llevar un diario
requiere disciplina que termina por convertirse en hábito.
Escribe para ti, no
pienses en los demás, en si te leerán algún día o no.
Hazte preguntas y
contéstalas como te salga.
Guarda tus frases o
citas que te gusten y quieras recordar.
Desahógate
en tus páginas.
Prepárate en la
mañana escribiendo unos minutos y de igual manera despídete en la noche.
Cada
uno somos como somos, por lo tanto, seamos. Qué más da lo que piense el resto.
Dejemos de vivir para
satisfacer a otros. Seamos nosotros.
Ser nos provocará paz
mental y libertad.
Mañana, cuando
despertemos y demos gracias por ello, el día, seguro, será mejor que hoy.
Comentarios
Publicar un comentario