M/11.L
Paro en la estación
de Atocha, como cada mañana, en completo silencio, el mío. Prácticamente la
hora de todos los días, las 7.35 h., minuto arriba minuto abajo. Hace 20 años,
tal día como hoy, a las 7.37 h. explosionaba la primera de las diez bombas que
lo hicieron en esa fatídica fecha. El peor resultado terrorista de Europa en el
siglo XX acabó con la vida de 193 personas y dejó 1856 heridos.
Ese día, de hace ya
20 años, estaba en Getafe y llevaba a mi hijo a su Escuela Infantil. Era
Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Getafe. Comenzaron a dar las
primeras noticias. No dábamos crédito a lo que se escuchaba. Ni siquiera los
periodistas eran capaces de transmitir la realidad de lo que estaba ocurriendo.
Hoy, el silencio de
Atocha no es como el de todos los días. Todos, creo yo, tenemos en la memoria
esta fatídica fecha.
Según llegábamos a la
estación, el pasajero de al lado mío, se ha puesto a hablar por teléfono con el
altavoz del móvil. Hablaba en árabe. Se le escuchaba tanto a él como a la
persona con la que hablaba. El tono alto. Podría ser marroquí. Imagen de
trabajador. El caso es que posiblemente él no ha caído en la cuenta de la
fecha. Todos le mirábamos con cierto resquemor.
De alguna manera este
atentado cambió la historia de España.
Pocas veces me ocurre
que después de escribir mi primer pensamiento del día -que publico en mis redes
sociales a modo de buenos días-, lo releo, borro y escribo otro. Lo he hecho
porque tal vez fuese tan dirigido hacia alguien, que se pudiese entender el porqué
y el por quién.
Pero mi cuaderno es
mi cuaderno, con lo que por aquí queda.
Escuchar a alguien,
que no ha hecho nada en la vida para tener la situación que tiene, dirigirse
sin respeto a otra persona que se gana su vida día a día, con esfuerzo y
sacrificio para obtener un sueldo, no muy alto, que le permita medio vivir
dignamente, me produce, cuando menos, estupor. Y me obligo, me tengo que
obligar yo mismo, a sellarme la boca con grapas. Eso es saber que soy mejor de
lo que creo que soy o, al menos, lo intento cada día.
Y dejé escrito este
segundo: uno tiene malas costumbres al
hablar, o malos hábitos, de los que no es consciente pero luego, al
reflexionar, entiende que ha podido equivocarse. El hecho de hacerlo me hace
reconocer que con los años, voy siendo algo mejor.
Diferentes,
simplemente la sabiduría es que en boca cerrada no entran moscas.
“Todos tenemos dos
vidas. La segunda empieza cuando nos damos cuenta de que tenemos solo una”. Confucio
He terminado la
lectura de ‘Castillos de fuego’.
Última novela de Ignacio Martínez de Pisón. 700 maravillosas páginas en las que
se narra parte de esa historia nuestra, la de la postguerra española, 1939-45.
Leer varios libros a
la vez me provoca una lectura lenta. En este caso lo he disfrutado al máximo.
Hacía tanto que no leía algo tan bueno, tan bien construido y tan real que me
ha transportado a aquella época, vivida por los nuestros, con una emoción y
ansia por conocer que no quería llegase a ese final tan vital.
‘Castillos de fuego’
pasa a engrosar esa pequeña lista mía de los mejores libros que he leído en mi
vida. Creo que a partir de ahora va a ser difícil de superar.
El
liderazgo es servicio. El líder no está para ser servido sino para servir.
El espíritu de
servicio es dar la vida por los demás.
El líder es
responsable de sí mismo. Eres responsable de tu crecimiento. De tu madurez, de
tu mente.
Ser líder es querer
estar en un aprendizaje continuo.
M/12.M
He dejado de querer
impresionar a nadie. He buscado
impresionarme a mí mismo y para ello he optado por vivir cada momento como me
plazca, porque eso me hace feliz.
Llego a la conclusión
de que cada vez somos más tontos, en
general. No es porque seamos menos inteligentes, es porque nos estamos
haciendo más pasivos debido a esa dependencia de las pantallas de los móviles y
esa educación cada vez menos humanista y más precaria. No hay más que subir a
un vagón de metro o de tren a cualquier hora. La gente no mira alrededor, ni
van mirando por la ventana; no leen un libro o escuchan buena música. Todos van
mimetizados con esas pantallas, pasando con los dedos de una a otra red social
mientras la intensidad de la luz del aparato se va apoderando de los cada vez
más minúsculos cerebros.
Nos decía Albert
Camus que la única pregunta relevante es si la vida tiene sentido y la respuesta
no podemos hallarla en una ecuación matemática, pero sí en los libros.
Pensaba ahora, en
este receso de la mañana, que la
felicidad no está tanto en la llegada sino en el camino que recorremos, en lo
que vivimos día a día.
La vida no son solo
las victorias sino también las derrotas. Y en esos momentos complicados,
difíciles, siempre he encontrado que había algo ahí.
De vez en cuando echo
la vista atrás y me doy cuenta de la cantidad de problemas en los que me he
metido, voluntariamente, sin que nadie me llamase o invitara a ello.
Vivimos
cansados porque creemos que debemos estar en permanente tensión, ocupados, y
preocupados por si no alcanzamos esa meta u objetivo que nos pusimos.
La felicidad no es
correr constantemente de un lado a otro.
Ahora me doy cuenta
de que la clave está en disfrutar del camino.
M/13.X
Llegué anoche a casa
realmente enojado y con una especie de calentamiento, enfado, que me provoqué
yo mismo dándole vueltas y vueltas a ese comportamiento ruin de alguna persona
con las que trato. Esa especie de tira y afloja. En cuanto bajo la guardia se
rompe esa especie de tregua.
Redacte un correo que
finalmente no envié, acertadamente. Me insté a la calma. Quedó en la bandeja de
borradores.
Esta mañana, más
relajado, me he dado cuenta de que es lo mejor que pude hacer. No debo mostrar
mi enojo, ni siquiera trasladar que este tipo de cosas me molestan. Es posible
que a este tipo de personas esto les ‘ponga cachondones’ y les haga sentir triunfadores.
Lo que sí debo hacer es
actuar calladamente y dejarme de buenas palabras y cariñitos falsos.
“Cuántos
han robado parte de tu vida cuando no eras consciente de lo que perdías.
Cuánto
has desperdiciado en preocupaciones vanas, deseos avariciosos y diversiones
banales…
Y
qué poco de tu tiempo quedó para ti…” Séneca
No
te distraigas. Asegúrate de terminar aquello que tienes entre las manos. Pasas
más tiempo quejándote de lo que tienes que desarrollando lo que tienes entre
manos.
Si leemos la Biblia u
otros textos espirituales, como el Dhammapada, nos desafían a no vivir por la vista sino por la fe. ¿Quién
determina lo que ves? Si te dejas llevar por tus pensamientos lo determinan tu
situación actual, tu frustración, las opiniones de los demás, tu pasado.
Según
vemos así creemos. Según creemos, caminamos. Según caminamos entraremos o no
por determinadas puertas.
M/8.J
Ha amanecido en Barcelona.
Tomo café en un bar de turistas que he encontrado abierto, frente a la Plaza de
Cataluña. No es fácil encontrar algo abierto a estas horas por aquí. Son las
siete de la mañana.
Llegué anoche, cerca
de las nueve. Dejé las cosas y salí a dar un paseo. Un picoteo más o menos
ligero en Onofre, ese lugar auténtico cercano a la Catedral y a dormir.
La
vida tiene etapas diferentes, y cada etapa requiere una adaptación diferente. No
podemos vivir con 50 como si tuviéramos 20. Debemos ser conscientes y
adaptarnos. Vivamos el presente con nuestra mejor actitud y disfrutemos de cada
día con consciencia.
Por
muy grande que te creas, si no eres humilde, tu fragilidad es máxima. La
grandeza que se cimienta en la humildad será duradera y te elevará al infinito
del Ser. El Ser es tu máxima relevancia.
“Cuando
te sientas tentado a enojarte, recuerda que tu tiempo en esta tierra es
limitado y no vale la pena desperdiciarlo de esta manera”. Marco
Aurelio
Me abruma el bullicio
de la Rambla en este segundo café que tomo esta mañana, tan diferente al
primero cuando difícilmente se veían personas por la calle, más allá de esos
noctámbulos que curvean las aceras antes de ir a casa a dormir.
No estoy cómodo, me
pierde el ruido, me distrae, me desconcentra, me lastima.
M/15.V
Tomo un café malo,
amargo. Lo peor que llevo en un mal despertar es tomar un mal café. Me deja el
día con ese sabor desagradable: amargura.
El día de ayer, tras
las reuniones de trabajo de la mañana, fue muy como soy yo. Comí con el amigo
J, al que siempre veo cuando vengo por aquí, del PP de siempre, y cené con OB,
conocido con el que tengo relación en los últimos tiempos, del PSC. Dispares en
ideas, pero buena gente. Me gustan las personas. Valoro las personas.
Coincidió ayer la aprobación
de la Ley de Amnistía en el Congreso y la convocatoria de elecciones en
Cataluña. Con lo cual lo mejor, como principio fundamental para evitar
problemas, es evitar dar opiniones que no sabes a dónde van.
Los años me van
haciendo menos idealista y más realista.
El idealismo me ha hecho sufrir bastante. Me ha hecho perder mucho, incluso en
lo personal. Me ha hecho vivir momentos de utopías, de euforias en los inicios
de mi efervescencia juvenil revolucionaria. Pero los finales han sido duros.
Despiertas a una realidad que no querías o no la pensabas.
M/16.S
El sábado amaneció
con una niebla densa. Llegué anoche tarde de Barcelona, cansado, sin más ganas
que las de acostarme.
Comienza la época de
viajes, de un lado a otro de la geografía que aunque tiene su encanto, también
cansa. Los años se notan.
Llevo tiempo sin
bajar a Minaya, entre unas cosas y otras pasan las semanas y siento mucho más
esa melancolía y nostalgia que se apodera, sobre todo cuando, como esta mañana,
veo esos campos, los de aquí, de un verde extraordinario.
Leo y estudio sobre
los beneficios de la calma, la
meditación, la contemplación, la oración. Todo ello, en definidas cuentas,
es solitud, es lentitud. Una mente en calma, como ahora mismo, es un regalo que
te permite pensar e incluso tomar decisiones no guiadas por el impulso, la
prisa. Esta semana estuve a punto de cometer uno de esos errores de los que me
dejaba llevar tiempos atrás. Y sí, puedo decir que la práctica estoica, la
filosofía, la oración, me hace pensar mucho más las cosas y no tener que
arrepentirme después por mis impulsos. No es difícil, es práctica.
Qué
difícil se hace escribir cuando no tienes nada que decir. Pero qué complicado
es cuando tienes todo por decir.
Nietzsche
consideraba al ‘caminante’ como un nuevo tipo de hombre. En un aforismo que
titula ’El caminante’, Nietzsche escribe:
"Quien solo en alguna medida ha
alcanzado la libertad de la razón no puede sentirse sobre la tierra más que
como caminante, aunque no como viajero hacia una meta final; pues no la hay.
Pero sin duda quiere observar y tener los ojos abiertos para todo lo que
propiamente hablando ocurre en el mundo; por eso no puede prender su corazón
demasiado firmemente de nada singular; en él mismo ha de haber algo de
vagabundo que halle su placer en el cambio y la transitoriedad".
"Quien solo en alguna medida ha
alcanzado la libertad de la razón no puede sentirse sobre la tierra más que
como caminante, aunque no como viajero hacia una meta final; pues no la hay.
Pero sin duda quiere observar y tener los ojos abiertos para todo lo que
propiamente hablando ocurre en el mundo; por eso no puede prender su corazón
demasiado firmemente de nada singular; en él mismo ha de haber algo de
vagabundo que halle su placer en el cambio y la transitoriedad".
No
me he resistido hoy a dejarme llevar por el silencio y la calma; a recogerme
dentro de mí y huir del bullicio de lo externo.
M/17.D
Decía, o más bien
escribía, la escritora Anaïs Nin que
“escribimos
para saborear la vida dos veces, en el momento y en retrospectiva”.
Anaïs escribió buenos diarios, como otras muchas escritoras y escritores. Para
los que amamos la literatura, tener el privilegio de saborear (mientras leemos)
los momentos privados de estos grandes intelectuales a los que admiramos,
supone un gran placer.
En innumerables
ocasiones me pregunto por qué escribo. Por qué abro una y otra vez estos
cuadernos, unos días más otros menos, y me pongo a rellenar estas líneas
acumulando páginas sin más propósito que el de desahogar la mente y vaciarme de
pensamientos. Eso ya es un buen motivo para hacerlo, descargarme, limpiarme.
Otro motivo que me lleva a hacerlo es el de no olvidar, guardar el recuerdo. Y
otro último, más personal, es que si el día que no esté alguien los encuentra y
lee, que esas personas que quise sepan que los quise, que aquellos a los que
hice sufrir sepan que sufrí también por ello y que jamás me desprendí de la
culpa cuando la tuve.
Unos
huyen de ella, otros la buscamos: soledad. Ese momento para
examinar nuestros pensamientos y emociones, también para fortalecer nuestra
autodisciplina y voluntad. Solo a través de la soledad encontramos claridad
mental, paciencia y resistencia para enfrentarnos a los desafíos del camino.
Ética
e integridad cuando se tienen responsabilidades de poder son
fundamentales para generar confianza y bienestar en una sociedad.
Si ejercemos ese
poder para utilizar la institución de la que somos responsables en nuestro
beneficio, si nos servimos de ella, estamos comprometiendo el futuro de la
organización y sus miembros y generando, a su vez, una desconfianza difícilmente
recuperable.
En esta mañana lenta
dejo sonar ‘Icarus’ de Tony Ann.
Disfruto, me entrego, al sonido del piano en mañanas así.
Cualquier
acción debe ir acompañada de emoción positiva y un interés por construir para
el bien general. Para ello la emoción debe ser trasladada a
la comunidad para que el resto, contagiados, la trasladen a la sociedad.
No
permitas que ninguna situación ni pensamiento robe tu paz y mucho menos en
domingo.
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