Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 22

 
E/29.L
 
Escuchar no es lo mismo que entender o comprender a quien te habla. Puedes estar toda la mañana, o en una mínima conversación, escuchando a alguien y no haber entendido, comprendido o sentido lo que te está diciendo aunque lo que te diga te esté importando y prestes atención.
Eso me ocurrió anoche cuando alguien, que además me importa, me expresaba con cierta emoción la experiencia que había tenido en su tarde. Una experiencia feliz, alegre, en una vida en la que los obstáculos son muy habituales. Podía haberme alegrado, podía haber compartido su emoción, pero claro, siempre tiene que salir la nota responsable, que la pongo yo, esa que me hace vivir en una especie de absurda seriedad innecesaria, y en vez de ‘abrazar’ recriminé que un domingo por la tarde se dedicase tiempo a algo diferente que preparar la semana, que es lo que hago yo un domingo. Aburrido. Eso es lo que soy. Aburrido. Esta forma de ser mía, responsable, organizada y programada es, simplemente, aburrida.
Y he despertado pensando en esta conversación pero, sobre todo, en que cada uno tiene derecho a hacer lo que le plazca, aunque se equivoque. Pero sobre todo tiene derecho a dedicar su tiempo a lo que le de la real gana, que para eso es suyo, incluso a perderlo, si así es feliz.
Esa puta manía mía (qué mal hablo últimamente) de querer que los demás se comporten como yo lo hago, como si fuera lo mejor para ellos. Seguro que ni siquiera lo es para mí.
 
No hay líder sin un equipo, tampoco hay equipo sin líder. He comprobado que los equipos sin dirección no funcionan, pero ser director es algo que únicamente te otorga el equipo.
 
Por mucho que queramos edificar externamente, si no construimos nuestro interior día a día, sólidamente, lo de fuera quedará, tarde o temprano, desolado.
 
Buscamos. La búsqueda está en nuestro interior, es innato a nosotros, a los seres humanos. Anhelamos. Somos seres abiertos. Necesitamos escuchar, encontrar esas palabras que nos llenen.
 
“Habla como si todo el mundo estuviera escuchando. Actúa, como si todo el mundo estuviera mirando.” Séneca
 
Es cierto que no son las acciones del resto lo que nos altera, ya que esas acciones quedan realmente en el otro. Lo que nos incomoda, en realidad, es nuestra propia acción al enjuiciarla. No juzgues, destierra de ti ese juicio y se marchará esa cólera o enfado.
 
El escritor italiano Cesare Pavese, comentaba, que no se recuerdan los días, se recuerdan los instantes. No puedo estar más de acuerdo.
No nos damos cuenta de lo deprisa que vivimos hasta que no intentamos eso, tratar de recordar los momentos. Cada vez cuesta más. Todo va deprisa, buscamos la inmediatez, poco tiempo tenemos para el reposo.
Tras un fin de semana entre libros, escribiendo lentamente, pensando, cocinando, te das cuenta que es cuando vives lento, sin prisas, reposado, cuando realmente vives y recuerdas que has vivido.
 
 
E/30.M
 
“Examínate, analiza todos tus rincones y estúdiate. Observa cada día si progresas tanto en la teoría como en la práctica… Pues la sabiduría no reside en las palabras, sino en los hechos.” Séneca
Liderarse es gobernarse, autogobernarse. La perfección en el autogobierno está en hacer lo que se debe, no lo que nos apetece.
He vuelto a madrugar bastante. No me apetecía, pero sí debía.
Cada vez hablo menos, porque no debo hacerlo, aunque a veces me apetece decir eso que sé no debo.
No ayudo siempre, pero sí cuando debo. Estoy siempre que debo, no cuando me apetece.
 
Encuentro bastantes similitudes entre el budismo y el cristianismo puro o esencial, ese que practicó, por ejemplo, San Francisco de Asís, eliminando esa creencia divina que no aparece en el budismo, pero ambas están basadas en servir a los demás, en practicar la humildad y no hacer daño a nadie, tampoco a la naturaleza y los animales. Y esto forma parte de mis creencias.
 
Lo tengo claro, cuando me siento un rato y no pienso, luego se me acumulan los pensamientos y me es más difícil ordenarlos. Así que sigo pensando que el no dejar de pensar, aunque a veces me complique, es un orden en la vida.
 
Nada existe como ‘ir por detrás en la vida’, porque ninguna vida es igual a otra.
Mira hacia delante y hacia dentro, ese es tu verdadero progreso, no necesitas más.
 
Tiendo a irme mal de ánimo a casa cuando discuto con algún amigo o gente a la que quiero. No merece la pena, no me merece la pena.
Época de cierres de cuentas del año, que se une al trimestre, de empresas.
Balbuceo, mi ser se divide. Quiero estar de salida pero sin dejar aquello que he creado o por lo que he peleado, o por lo que he sufrido. Realmente eso es emprender, cuando inicias un proyecto nadie te ha enseñado, y menos en las universidades, a sufrir. Pero se sufre, y mucho. En las redes sociales todos tendemos a mostrar sólo el éxito. Es un error para nuestros hijos. La mejor enseñanza en el mundo de la empresa es el fracaso y el sufrimiento. El sufrimiento es lo habitual. Al menos ha sido así en mi experiencia como empresario, desde ese primer negocio que inicié, y que ‘murió’, en Jávea, el local de copas de verano, Ressaca, allá por el año ’94. Una experiencia tan gratificante y divertida que toda aquella inversión, recuperada, fue un curso de lo que sí y lo que no. Joder, aquellos tiempos, 25 años. Cómo volvería.
 
Tú notas, sientes, cuando alguien no está a gusto contigo. Y no pasa nada. A todos nos ocurre. El tipo en cuestión viene, te saluda, te habla de lo que él cree a ti te hace gracia o gusta, y aguanta junto a ti el tiempo justo o necesario. Tú le miras, observas y escuchas. Sabes que está aguantando, que no eres de su perfil, que no le gustas y que si pudiese te mandaba a la mierda. Pero no solo no puede hacerlo, sino que sabe que las circunstancias cambian de tal manera que si pones empeño, o si cambias esa forma de ser tuya, le quitas la tontería medio día.
Lo preocupante de esto es tu comportamiento, tu capacidad de aguante con los que no lo merecen y lo poco que aguantas con aquellos que sí lo merecerían. Que no eres capaz de hacer daño a nadie, que priorizas lo siempre institucional a los escándalos y que, simplemente, serás siempre ese tipo idealista que no piensa más que en el resto… hasta que le tocan los cojones, pero entonces puede ser tarde.
 
 
E/31.X
 
Tener alma. ¿Qué es tener alma? ¿Sensibilidad? ¿Qué te afecte todo hasta hacerte sufrir?
He despertado inmerso en una tristeza inadecuada. Sí, ayer me enfadé, discutí con dos personas que me importan, cada uno en su ámbito y con relaciones diferentes. Pero me enfadé. Se discute, normalmente, con quien no merece ni que discutas ni te enfades. Cuando se discute con alguien, ambos protagonistas terminan dañados. Pequeñas fisuras se interponen, quedan como arañazos en el alma.
Hoy busco la paz pero me es difícil encontrar.
 
Cada uno de nuestros objetivos requieren de prácticas constantes, normalmente simples, pero constantes. No podemos esperar un resultado positivo o éxito al primer intento. Calma, paciencia y constancia.
 
¿Qué porcentaje de tu vida ha sido realmente tuyo? ¿Lo has pensado alguna vez? ¿Cuánto tiempo pierdes, has perdido, en discusiones absurdas, en debates que carecen de sentido? ¿Cuánto tiempo se nos va en no hacer nada o en hacer lo que no debemos hacer?
¿Cuánto tiempo dedicamos a agradar a otros por encima de nosotros?
¿Te has parado alguna vez a hacer un cálculo?
La vida es demasiado corta. La vida es algo valiosísimo como para cometer la imprudencia de malgastarla.
Debemos respetar nuestro tiempo; sería algo así respetarnos a nosotros.
Debemos recuperar el tiempo, si esperamos mucho para hacerlo, será tarde.
 
“¿Es posible ser una persona libre de faltas? De ninguna manera, pero sí es posible ser una persona esforzándose continuamente por pulirlas”. Epicteto
 
Me molesta mucho la aptitud de esas personas que en las reuniones de trabajo opinan exactamente igual que el que más manda, no sé si por miedo, por falta de personalidad, por medrar o simplemente por no tener una opinión propia.
Normalmente entiendo es más por peloteo y, de hecho, siendo así dice mucho de la persona que lo hace cuando, además, es alguien de acreditada solvencia y nivel intelectual.
Estas personas suelen hablar los últimos. Jamás los primeros. Saben con antelación lo que opina el que dirige la reunión. No aportan nada, simplemente adornan la respuesta con florituras convertidas en una especie de “lo que tú digas siempre será lo más conveniente”. Incluso cuando otro opina diferente, salen en ayuda –innecesaria- del amo y señor.
En fin, a lo mejor por eso a unos les ha ido y va bien en la vida y a otros nos denominan “las moscas cojoneras”.


 
 
F/1.J
 
La máxima energía siempre está en el presente, porque es lo que es. Solo cuando estamos presentes el mundo vive.
 
Hemos superado otro de esos eneros perros. De los doce meses del año es el que más largo se me hace, el más incómodo y el que marca, de alguna manera, la transición de un año a otro. Febrero camina más rápido. Todavía vendrán mañanas frías, pero apunta a la primavera. Los días comienzan a alargar y las sonrisas no se esfuerzan.
 
El frío que me abraza cada mañana, en esta época del año, sirve para recordarme que como ser vivo tengo la oportunidad de hacer de este día lo mejor de mí.
 
¿Sabemos dónde estamos? Hemos perdido la dirección, el Ser. Anhelamos creer. Llegamos a edades que comenzamos a preguntarnos. Ya hemos vivido. Ya hemos quemado noches, hemos superado mil obstáculos, sufrido, reído y llorado. Nos queda prepararnos con el máximo tiempo que sea posible, para ir. Tenemos necesidad de un guía, un referente, que nos lleve.
Somos peces en ese inmenso mar, pero buscamos el océano.
¿Sabemos dónde estamos?
¿Qué buscamos?
Nos rodeamos de ruidos, nos agitamos y olvidamos qué Somos y mal vivimos perdidos. Pero no dejamos de buscar.
Buscamos la verdad.
Retornar a casa, a tu interior.
Necesitamos el guía, los maestros que nos digan que volvemos a casa, a la casa del Ser que está en nuestro ser.
Es hora de aprender a ver.
 
Teubá: refluir en Dios.
 
La visión anticipa; las palabras implican camino y proceso.
 
No situarse en lo más alto e imponer ideas a los demás; desde arriba todo se ve, personas y cosas, en la lejanía y deformes.
Si utilizas tu poder para dominar, tú también quedarás sometido.
 
 
F/2.V
 
Estar bien con nosotros y después con el resto, con quién nos dé la gana.
Suelo dedicar la tarde de los jueves a los amigos. Es algo que comenzó hace unos años, cuando vine a vivir a esta ciudad, y desde entonces, a no ser que esté viajando, es como un ritual que cuando no tengo me falta.
Comemos, los que pueden, el resto se van uniendo en la larga sobremesa. Solemos terminar prácticamente en la cena. Por lo tanto el viernes es el día que más me cuesta levantar. Lo merece.
Nuestras conversaciones no son trascendentales, tampoco de un nivel intelectual alto; hablamos de la vida, de nuestros problemas, de esas aventuras de antaño. Nos reímos de todo y de nada. En ocasiones discutimos por cosas absurdas.
Te sientes estar, que formas parte. Sientes que más allá de la familia hay personas a las que de alguna manera importas tanto como ellos te importan a ti.
Hay una arte de mi vida que no sería sin los Amigos. Es el valor de la verdadera Amistad.
 
No puedo comparar nada a leer un libro. ¿Qué actividad puede enriquecerte más? Dicho esto, lo normal es que la mayoría, los que no leen, diga que soy gilipollas. ¿No?
 
“Concédeme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar. Valor para cambiar lo que puedo. Y sabiduría para reconocer la diferencia”. Reinhold Niebuhr
 
 
F/3.S
 
Tomo café mientras termina de llegar la luz del amanecer y salgo hacia Minaya. Parece el día será luminoso y nos acompañará uno de esos soles de invierno que no son habituales en estas épocas del año.
Caminar más, leer más, escuchar más, crear más. Criticar menos, pasar menos tiempo con el móvil. Sentir más. Simplemente de sábado.
 
No te preguntes si eres capaz de hacer algo, simplemente pregúntate cómo vas a conseguirlo.
Desde esa perspectiva es más probable conseguir el objetivo. Si te centras en la estrategia la duda desaparece.
 
La política, honradamente entendida, y enfocada como tal, es una de las mejores y bellas dedicaciones que pueden existir porque, de alguna manera, con tu trabajo estás contribuyendo a hacer una sociedad mejor donde los ciudadanos vivan mejor. Así lo he entendido siempre.
 
Verdea el campo. Las siembras crecen. De una belleza sin igual me deslumbro en mí caminar. No puedo evitar emocionarme.
Tocan las campanas de la iglesia, avisan que hay entierro. Asistiré.
Cada vez que vengo el pueblo ha perdido a alguien. Cada vecino que marcha deja un vacío irrecuperable en estas calles, cada vez más deshabitadas, que ya conviven con el hueco de las casas.
Las voces son menos.
 
"Si quieres embriaguez, ¡Acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas fantasías, ¡Acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia. ¡Acéptalo todo, no intentes rehuir nada!". Hermann Hesse
 
Me he traído de lectura, a mi campo de Minaya, a Rafael Maldonado y segundo volumen de sus diarios, ‘De mis sombras, hijo. Diario de cabotaje (2016-2017)’.  Muy auténtico, como siempre.
 
Mi querido Séneca, en su obra ‘Sobre la Brevedad de la Vida’, nos invitaba a hacer una especie de recuento: calcula cuánto tiempo de tu vida te arrebató un acreedor, cuánto tu amante, cuánto un cliente, cuánto las discusiones con familiares, cuánto tus idas y venidas por la ciudad para cumplir con tus deberes. Añade las enfermedades que tú mismo te provocaste; añade también el tiempo que pasó sin provecho: verás que tienes menos años de los que crees.
Y ahora, pregúntate a ti mismo, ¿cuánto tiempo te has dedicado firmemente a tu propósito de vida? ¿Cuánto tiempo de vida lo has pasado en serenidad y calma, agradecido con lo que tenías sin mirar hacia lo que te faltaba? ¿Qué has construido con tus años?
¿No me dirías que tu tiempo ha sido de todo menos tuyo?
Debemos ser más serios en el uso de nuestro tiempo.
Podemos pasar tiempo en reuniones, por conveniencia, pero será a costa de no pasar tiempo con las personas que queremos. Podemos hacernos ocupados haciendo tareas menores tal vez  porque seamos demasiado perezosos para ponernos a trabajar en lo que verdaderamente importa.
El tiempo, siempre el tiempo.
 
Lo de los pueblos es algo que se vive o no se vive, que se siente o no se siente y, como tal, la realidad y esas posibles soluciones al abandono que sufren, pasa por contar con los que están por aquí. Ni siquiera yo, que tengo mi casa en un pueblo pero vivo entre semana en la ciudad, conozco la verdadera realidad de su día a día. Pero eso sí, al menos la comprendo y les entiendo.
A veces creo que no hago lo que debería, que podría hacer más.
¿Nuestra batalla? ¿De quién? De quienes lo sentimos.
 
 
F/4.D
 
Está amaneciendo. El azul del cielo se va convirtiendo en esas tonalidades que la luz del sol aporta, generando los colores del fuego. Todavía no es totalmente de día. Aquí, desde el silencio, veo cómo resurge el color de los campos. Estos campos que me guardan.
 
Minaya es el único lugar en la tierra donde consigo pensar y vivir el presente. Me olvido de todo lo demás y deja de preocuparme el mañana.
Los amigos me cuentan sus problemas, lo que les altera y afecta, la situación que viven como agricultores. El año que recogen, el que no recogen nada porque la cosecha ha ido mal. El que tan solo cubren gastos, el que no cubren nada. Otros pensando en el carnaval del año, como actividad que rompe su rutina en este vivir rural. O aquellos que tras el entierro de ayer reflexionan, como yo, sobre lo que nos deparará la vida y si merece la pena el sacrificio y sufrimiento por todo, al fin y al cabo cuando toca o toque, te vas.
Mis amigos de Minaya no llevan zapatillas de marca ni zapatos elegantes, porque siempre llevan calzado de trabajo.
Mis amigos de Minaya no van a la peluquería, porque les da igual ir mejor o peor peinados.
Mis amigos de Minaya cometen faltas de ortografía en los WhatsApp que envían, porque lo que quieren decir todos lo entendemos.
Mis amigos de Minaya no piden la cuenta, la han pagado antes de ponerla.
Mis amigos de Minaya ponen un plato más en la mesa siempre, por si hay algún otro viene a casa que se quede a comer.
Mis amigos de Minaya son de pueblo, para mí eso ya es una gran virtud.
Mis amigos de Minaya te abrazan sin pedirlo.
Mis amigos de Minaya me han hecho superar las penas de las que saben.
Mis amigos de Minaya son los más brutos, pero siempre están.
Mis amigos de Minaya siempre serán.
 
Ayer pude ver ese atardecer inmenso, desde las fincas que gestiona JL. Son tierras de cultivo en la inmensidad de esos campos infinitos, llanos. Fue un momento de tal belleza que hubiese parado el tiempo, solo lo ha igualado el amanecer en silencio de esta mañana.
En cambio ahora ya estoy aquí, en mí otra casa, pensando en la semana, en las mil y una tareas que se acumulan, una tras otra, en esas listas interminables y difíciles de cumplir.
Me inquieta mucho esa constante ‘preocupación’ por aprovechar el tiempo. Solo en Minaya no me importa perderlo. Estoy como aislado, en esa burbuja en la que desaparece cualquier atisbo de ansiedad o estrés.
 
Hace cuatro años, por estas fechas, algo se estaba gestando, todavía desconocíamos, algunos, como yo, incrédulos de que lo que pasaba pudiese provocar lo que provocó finalmente: una pandemia.
Yo vi la pandemia como algo de paso, como uno de esos obstáculos circunstanciales que la vida te pone delante a modo de reto para hacernos mejores. También pensé, tonto de mí, que de aquello saldría una sociedad mejor, más justa, más solidaria. Nada ha ocurrido como esperaba. Perdimos una oportunidad, lo hemos olvidado y seguimos siendo los mismos gilipollas de siempre, eso sí, con cuatro años y alguna cana más.
 
No somos más felices cuanto más dinero tenemos, somos más felices cuanto más control tenemos sobre nuestro tiempo.
 
Algo me remueve por dentro desde hace semanas. Algo claramente espiritual, difícil de transcribir por aquí, pero que está, lo siento en mí. No es la primera vez que me ocurre y sé que es fruto de mis contradicciones.
El Ser, la Vida, la Muerte. La Calma, la Verdad, la Serenidad. El Buda, Cristo. La compasión, el Egoísmo.
Tal vez esté volviendo. Tal vez los años. Tal vez las despedidas, los finales.
Todo y nada tiene que ver sobre todo con esta forma de ser mía, de buscador incansable, de no encontrar, de no parar.
 
¿Qué valor tiene la vida humana? Es el valor que tiene nuestra vida, que no sabemos el que es.
Cuando sabemos qué valor tiene nuestra vida y quiénes somos realmente, nos daremos cuenta de que no hay nada que mejorar aquí, que no hay que conseguir nada más, que somos seres perfectos, que solo tenemos que aprender a cómo eliminar aquello que nos impide ser lo que realmente somos. Lo esencial de nosotros, nuestro interior, no de lo que creemos que somos y no somos.
Somos mucho más que lo que creemos ser. Nuestra propia mente nos esclaviza; pero es nuestra mente la que también puede liberarnos. Como aprender quiénes somos y comenzar a vivir desde ahí.
No somos nuestros recuerdos, no somos nuestros pensamientos.
Tendemos a identificarnos con lo peor de nosotros.
No somos nuestros recuerdos, no somos nuestros pensamientos.
Tendemos a identificarnos con lo peor de nosotros.
Sacar de ti lo esencial, todo lo bueno que Eres, el valor de Ti.
 

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 34