Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 21

 
E/22.L
 
Despierto en Salamanca. Llegué ayer, prácticamente en la noche y decidí caminar un poco esta bella ciudad hasta que se hizo la hora de cenar.
 
Están siendo unas semanas raras, de ir y venir, de viajes que me gustan -lugares donde la cultura, el arte, rezuman en cada calle-  pero que aun así, también son días cansinos. Todo cansa.
Bajé hasta el Tormes. Era ya entrada la noche pero se podía ver, y escuchar, un caudal imponente y una corriente que discurría con fuerza. Imagino obedece a esta época del año. No me acuerdo muy bien en qué mes fue la última vez que estuve por aquí. No he recordado tampoco los lugares, mientras iba caminando, hace muchos años de eso. Sí que recuerdo el cómo y el porqué de aquel viaje. Simplemente era eso, otra época.
 
“Tengo en el corazón el reflejo de un hermoso sueño del que ya no me acuerdo.” Jules Renard
 
Tomo café en La Marquesa Brava, una cafetería bien dispuesta, elegante, en la Plaza Mayor de Salamanca: excelsa plaza, de estilo barroco, que nuestro don Miguel de Unamuno definió de la siguiente forma: “Es un cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico”.
Me he sentado en una mesa justo frente a la gran cristalera que me permite esperar el amanecer, la llegada de esa luz que alumbre estas piedras que guardan historia.
Ahora saldré a caminar un poco. Tengo algo de tiempo y madrugar te hace despachar pronto los correos y dirigir el día.
Estoy molesto. El cuello de la camisa me aprieta. He tenido que poner una corbata, de esas que desde hace infinidad de años colgaban en las perchas. No sé el tiempo que hacía no me anudaba una al cuello. Asisto, en representación, a u acto académico en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, entre esos dinosaurios de este mundo tan distinguido, como anticuado, que no es otro que el universitario. No ha quedado más remedio.
 
Ya sentado en el vagón del tren que me lleva de vuelta. No es mucha la distancia entre Salamanca y Madrid, pero sí lento el recorrido, con varias paradas.
Hemos cubierto objetivos. Representaba a la Fundación en la recogida de un premio por un artículo publicado en nuestro Blog Acento Local. El acto se ha desarrollado en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, un lugar con tanta historia que emociona. Más de 800 años de vida de esta universidad por la que han pasado personajes tan ilustres como Góngora, Calderón de la Barca, Fray Luis de León, Salinas, Unamuno o Adolfo Suárez.
He saludado al Rector, le conozco desde antes de que lo fuera, RR, una persona entrañable y muy buen comunicador. De vez en cuando viene como ponente a alguna de las Jornadas que organizamos.
Me ha gustado mucho la conferencia de clausura, impartida por don César Tolosa, magistrado del Tribunal Constitucional: ‘El Estado de derecho y su crisis”. Tal vez todos hablamos, o escribimos, en exceso sobre la crisis de las instituciones que, de una u otra manera, no deja de ser la crisis de una democracia ya consolidada, pero ¿qué hacemos al respecto? Aquí, en este instante, me quedo con esas reflexiones de Javier Cercas en su tan criticado, por los chupópteros habituales, pero fantástico artículo ‘Un llamamiento a la rebelión’: eso, la rebelión cívica.
 
 
E/23.M
 
Todos los días, a la misma hora, no sé de qué emisora de radio se trata, pero son las mismas canciones y en el mismo orden.
Tomo café en mi bar de Madrid. Anoche llegué tarde a casa, no hice más que recoger, sentarme medio minuto para sentir que estaba, y acostarme.
Mañana viajo hacia Santiago de Compostela. Cansado pero tengo el privilegio de recorrer, trabajando, la belleza de España.
 
Es muy cierto que las personas que son generosas siempre encuentran el tiempo y la forma de ayudar. Ser generoso es ser sensible. Pero ser generoso no debe implicar descuidarte tú.
 
¿Y hoy qué podría hacer que si lo hiciese regularmente supusiera una gran diferencia positiva en mi vida? Pensar más.
 
Se me acumulan los libros por leer. Las semanas de viaje aprovecho más, en los trenes, el resto de los días me pueden las lecturas del trabajo, No quiero mirarlos, se acumulan de tal manera que debo ir vaciando como sea. Los libros son mi lavabo, ese al que entro cuando estoy completamente exhausto, me lavo la cara y me aclaro. Los libros son compañía, nunca posesión. Me miran, pero no me agobian.
 
“No desear nada, para tener lo todo”. Esta frase de Santa Teresa de Jesús sería bueno tenerla presente todos los días.
El problema es que nuestra obsesión por tener nos lleva a diario a desarrollar deseos inalcanzables y nos creamos todo tipo de necesidades compulsivas, absurdas, que nos quitan la paz espiritual y nos dirigen a ese sufrimiento por tener y tener más y más.
Fue Shantideva (gran erudito budista indio y maestro de meditación) quién afirmaba que los seres humanos, aunque decidimos buscar la felicidad, corremos, sin embargo, tras todo aquello que nos hace sufrir. Nos volvemos prisioneros de nuestras posesiones, pero es al final de la vida cuando nos daremos cuenta que nada nos vamos a poder llevar.
Buscamos bienestar, dinero, poder, relaciones de afecto, pero nuestro deseo incontrolable de tener todo esto, terminamos por convertirlo en nuestra prisión. Aprendamos  a desprendemos de las cosas y de las personas, y a guardar lo más importante: un equilibrio sano para vivir en paz.
 
He visto al que fuera mi amigo, para mí lo sigue siendo, JM. Ha sido como ver un espectro, da la impresión le acompaña una especie de cuenta atrás. Recogía la comida, que algún buen amigo le paga cada día,  en un restaurante en el que como habitualmente. En ese momento me he dado cuenta, ante su mirada inerte, vacía, que yo no he estado a la altura de lo que se puede esperar de un amigo de verdad.
He cometido un error, me he despistado.
 
 
E/24.X
 
Ni yo mismo sé cómo me aguanto, ni yo mismo sé cómo aguanto ciertas cosas.
No puedo culpabilizarme de los males de los demás, pero tampoco puedo distanciarme de tal manera que pudiera parecer –y no es- que me resbalan. No estoy yo, ni mucho menos, en una situación para tirar cohetes.
 
Ese momento del camino en el que te das cuenta que no estás haciendo algo bien. Y le das vueltas y vueltas. Sólo te queda continuar con el error o corregir, aunque hayas quedado mal, y asumirlo.
 
La última vez que visité Santiago de Compostela, siempre por motivos laborales, no resultó del todo agradable. No fue por la ciudad, digna de un encanto cuidado y poético, sino por verme envuelto en una situación ajena que me provocó uno de esos disgustos ni deseados, ni esperados. Pasé unos días incómodos por algo que me tocó de manera indirecta, sin preverlo. Esas cosas que te vienen dadas, fruto de tus responsabilidades, que te pillan prácticamente por el hecho de ‘pasar por ahí en ese momento’ y que si no es por los equilibrios, pueden derivar en una catástrofe.
Aquello me dañó internamente. De seguro que volveré a soltarme por aquí contándolo con más detalle. No es momento.
 
Me he sentado, en el atardecer, a tomar una copa, solitario, perfecto, en una terraza de Santiago, diecinueve grados en enero. Sin saberlo, pronto me he dado cuenta de que era un bar frecuentado por universitarios. Mis barbas grises, decentes, provocaban un efecto, en el resto, de curiosidad. ¿Académico? Algunos miraban de reojo. Esto me pasa muy habitualmente. El caso es que en minutos se ha formado, ajenos a mí, una algarabía de chavales que me ha hecho recordar tiempos atrás. Añoranza, nostalgia. Yo no fui muy de ambiente universitario porque cuando estudiaba ya trabajaba. Quiere decir que comencé a trabajar y después, a la par, hice estudios universitarios. Viéndoles… joder ¿cómo es posible que tenga algo más de 35 años que ellos? Ahora podría estar sentado ahí, riéndome, fumando, bebiendo. Pero sí, los tengo. Tengo esos más de 35 años que ellas y ellos, además mis barbas denotan que podría ser un profesor más que un colega. No pinto nada aquí. No sé. Les veo y me veo. ¿Será esto uno de esos síntomas de la edad? Estoy seguro que ahí, entre ellos, no me sentiría a disgusto. Ellos, en cambio, por esa juventud, se sentirían mal. ¿Incómodos? O divertidos. El barbas viejo, con aire intelectual, bohemio. Les dejaría tumbados a todos.
Me miran con una especie de respeto, de ser ajeno. “¿Qué hará aquí este? Es nuestro garito, nuestro territorio. ¿De dónde habrá salido? ¿Qué asignatura impartirá?”.
Llegó el momento de levantar,  ir a dar la caminata más apropiada para la edad y terminar un día maravilloso.
 
El no depender de las circunstancias para ser feliz es la verdadera felicidad.
Ni un fuerte huracán podrá hacernos caer si nuestro interior nos sostiene.
 “¿Cómo podrá perturbarte la diversidad e inconstancia del azar, si estás seguro frente a la inseguridad?”. Séneca
Si hacemos que nuestra felicidad dependa de lo externo viviremos miserablemente. Si en cambio la atamos a nuestro interior, a nuestra alma, viviremos felices el resto de nuestras vidas.
“La naturaleza ha hecho que para vivir bien no haya necesidad de grandes preparativos: cada cual puede hacerse feliz a sí mismo. La importancia de las circunstancias externas es poca y tal que no tiene gran influencia en ninguno de los dos sentidos: ni las favorables encumbran al sabio ni las adversas lo abaten, porque se ha esforzado por depender lo más posible de sí mismo, por esperar de sí mismo toda la alegría”. Séneca


 
 
E/25.J
 
No juzguemos nuestros errores del pasado con lo que sabemos en el presente. Concentrémonos en crecer y seguir adelante.
 
No creo que a nadie le guste vivir en un constante estado de incertidumbre. Todos preferimos la seguridad. Vivir pensando en que no sabes qué pasará mañana, es no vivir. Infravaloramos el grado de incertidumbre que hay a nuestro alrededor.
No siempre podemos tener todo bajo control, incluso diría que no es bueno que todo esté programado, planificado, controlado.
El mundo es incierto. Todo puede cambiar con respecto a lo que teníamos previsto.
Tampoco seamos prisioneros de nuestros planes. Flexibilidad.
 
El concepto de gasto, cuando no es tuyo lo que gastas, difiere mucho de unos a otros. Mi educación me ha obligado siempre al control y, sobre todo, a no mal gastar lo que no es mío, lo que gestiono en mis diversas responsabilidades. No entiendo eso de gastar porque sí, sin necesidad, sin control. Me parece de una responsabilidad más que absoluta.
¿Tú gastarías lo que no tienes?
Austeridad en lo público, eficiencia en la gestión. Son opiniones.
 
“Ya no se utiliza la mentira para fines políticos, sino que, por el contrario, la mentira se ha convertido en sí misma en el fin de la política. Es decir, la política es pura y simplemente la articulación social de lo falso. Se comprende entonces por qué el actor es ahora necesariamente el paradigma del líder político. Según una paradoja que nos resulta familiar desde Diderot hasta Brecht, el buen actor no es, de hecho, el que se identifica apasionadamente con su papel, sino el que, manteniendo la sangre fría, lo mantiene por así decirlo a distancia. Parecerá tanto más verdadero cuanto menos disimule su mentira. El escenario teatral es, pues, el lugar de una operación sobre la verdad y la mentira, en la que lo verdadero se produce exhibiendo lo falso. El telón se levanta y se cierra precisamente para recordar a los espectadores la irrealidad de lo que están viendo”. Giorgio Agamben
Si lo dice un filósofo actual como Agamben, para qué voy a decirlo yo. Vivimos en una sociedad donde impera cada vez más lo falso y la mentira.
 
 
E/26.V
 
Un signo de que los años no pasan en balde es que estando en una ciudad ajena a la mía, como esta, a horas tempranas estoy acostado, leyendo mientras espero el sueño. No hace tanto que algo así sería impensable, habría buscado el local de moda para tomar un gin o un whisky antes de meterme en esa aburrida y gris habitación de hotel a dormir. También así, a estas horas tempranas y todavía nocturnas, puedo patear una ciudad que esconde en cada piedra parte de esa historia nuestra.
Espero el amanecer mientras camino y voy tomando notas en la aplicación del móvil que luego paso, ahora, junto al café, en estos cuadernos.
 
La mujer que se ha sentado delante de mí, de espaldas, ha desplegado una melena larga y gris que se pierde, como una catarata salvaje, en el más allá. Es un gris blanco, brillante como la plata.
Se levanta antes que yo. No puedo evitar mirarla, me pierde la curiosidad por hacerme una idea de su edad y, efectivamente, no creo tenga más años que yo. Es joven. Otra se habría teñido los cabellos, en cambio ella ha preferido lucir un blanco que, de alguna manera, consigue iluminar esa tez gallega.
 
Un diario personal puede tener interés para otros por lo que cuenta el autor o cómo lo hace, por cómo mira el mundo y sus instantes. La diferencia entre un diario y una novela es mínima. La trama de un diario es la propia vida y los personajes son los que forman parte del círculo íntimo de quien escribe. Todos somos un personaje.
 
Tratar que la calma se convierta en nuestro estado habitual requiere abstraerse de preocupaciones y alejarse de pensamientos cansinos.
 
 
E/27.S
 
Me parece mentira haber podido caminar por estos campos cercanos a casa. Estar en casa. Parar, pensar en calma, disfrutar de ese cansancio que se siente tras una semana intensa de viajes y trabajos.
Dedicar el día a leer, escribir, cocinar para mi hijo, tirarme en el sillón hasta dolerme el cuerpo.
Reflexionar, analizar, poner en orden pensamientos y la vida.
He despertado no sabiendo muy bien dónde me encontraba.
Me apetece ver tierra, siembras, caminos, árboles. Me apetece volver a mis tejados, sentir las pisadas de los pájaros en las tejas mientras despierto.
 
Presta siempre atención a todo aquello que digas, hagas, o pienses; esa es tu manera de manifestarte en la realidad.
Nuestra vida es consecuencia directa de lo que hacemos, de nuestras palabras y pensamientos. Si descuidamos esto lo pagaremos con nuestro bienestar.
Marco Aurelio nos decía que: “No es fácil encontrar a alguien que sea desgraciado por dejar de entrometerse en el alma de los demás. Pero quienes no siguen con atención los movimientos de su propia alma, inevitablemente serán desgraciados.”
Lo cierto es que es mucho más fácil hacer las cosas mal que hacerlas bien. El carácter humano nos hace preferir lo cómodo y perjudicial antes que lo bueno que requiere esfuerzo.
 
 
E/28.D
 
No hay ni un día, desde hace ya años, muchos, que no pase por aquí, aunque solo sea para mover las hojas y dejar manchado el cuaderno con algún vómito de los míos.
Antiguamente dejaba, en ocasiones, pasar el tiempo, como si las lagunas me ordenasen más. Ahora necesito este rato, cada día, a solas con él, enfrentándome a mí.
 
Dejo que suene ‘Les Enfants de Dieu’ del gran Ludovico Einaudi. Las composiciones de este tipo me transportan a un estado mental ajeno a todo ruido externo. Es como si me poseyera el silencio y con él una serenidad que solo en días así me puedo permitir tener.
 
Hay noches en las que el miedo y la culpa me acorralan. No sé muy bien por qué, no hay motivo, pero vienen. Los errores, la muerte, el tiempo. Se me clavan en el interior como uno de esos cuchillos mellados que llevan los cazadores, rasgándome y arrancándome de mí todos esos pedacitos que ya difícilmente cicatrizarán.
 
“… soy consciente de que debo ajustar también cuentas con mi tiempo. Ser libre consiste precisamente en saber escapar de la cárcel de nuestras circunstancias para organizar nuestras ideas y nuestra vida desde una perspectiva más distante, y en ser capaz de recorrer nuestra época a contra corriente de muchas tendencias y modas.” Así comienza Mauricio Wiesenthal su libro ‘El derecho a disentir’, al que me someto, gustosamente, con retraso, por acumulación de libros pendientes.
Llegué a este señor, barcelonés (1943), allá por el 2004 con su ‘Libro de réquiems’. Quedé prendado de su manera de escribir y describir, de su cultura e intelectualidad, de su vida anclada al arte y la escritura, de sus historias. En el año 2007 apareció ‘El esnobismo de las golondrinas’ y repetí suculento manjar literario. Publicó una biografía de Rainer María Rilke apoteósica, entre otros. Yo ahora me recojo, como rebelde con causa, en este librito que me lleva a aquellos humanistas, como el, de los tiempos.
 
Abandonar la rigidez. Abrir la mente, flexibilizar el pensamiento.
Buda. Jesús. Estoicismo. Masonería.
Montaigne. Ciorán.
Aristóteles. Platón.
Soltar nuestras vivencias íntimas.
Encontrar la voz.
 
La hermana tiene ya bastante abultada la barriga. Está genial, guapísima. El pequeño H. crece. Cuando nos hayamos dado cuenta estará berreando formando parte de este mundo de locos.
A la madre, la mía, la futura abuela, se le nota repleta de felicidad. Es como si hubiese rejuvenecido. Pletórica y llena de energía, activa.
El padre, el mío, algo más callado, siempre habitual en él, pero no exento de ese sentimiento que nos inunda a todos el recibir pronto un nuevo miembro en la familia.
 
Todos sabemos nuestra verdad, y esa es la verdad, la verdadera verdad. El resto es ir por ahí engañándonos a nosotros mismos.
El éxito real solo se alcanza cuando tenemos un estado mental equilibrado y una paz interior óptima. Somos responsables de nuestro destino y de nuestras acciones, esas que van afectando al mundo de una manera u otra.
Ser humilde, contigo y con los demás. Humildad para reconocer tus errores y parar. Humildad para decidir estar bien contigo mismo para después estarlo con los demás. Humildad para no juzgar ni criticar. Humildad para asumir que nuestras acciones afectan al mundo, al nuestro y al de los demás. Humildad para reflexionar sobre cómo afectan nuestras vidas a nuestras emociones y cómo afectan nuestras emociones a nuestras vidas y tomar el control sobre todo ello.
 

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