Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 20
E/15.L
Comienzo lo que serán dos semanas de viajes, de idas y venidas entre Barcelona, Salamanca y Santiago de Compostela. Cansado pero apetecible. Si consigo el orden adecuado y el cuidado de los horarios, no tiene por qué suponer mucho desgaste físico.
Tras la maravillosa novela ‘Fortuna’, de Hernán Díaz, hoy me refugio en ‘Las despedidas’ del querido Jacobo Bergareche. Más fresca, más actual y con un tono mucho más coloquial, se hace mío. Es una novela cortita, tipo a esa otra suya, que leí el año pasado, ‘Los días perdidos’.
Me gusta su estilo. Te provoca hacerte preguntas sobre uno mismo, rebuscar en nuestra cotidianidad, el por qué de esas elecciones que hacemos y terminan por marcarnos el camino. Acabo de comenzar a leer y ya sé que me gustará.
“Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar, pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar.” Winston Churchill
¿Y si pensásemos, en este momento de lunes, que las cosas podrían irnos peor o estar peor de lo que están? Agradeceríamos estar como estamos. A esto se le llama visualización negativa y es la manera de despertar un profundo aprecio por la vida que tenemos en estos momentos. Estar encantados de estar vivos.
Estoy lleno de contradicciones. Todos tenemos derecho a la contradicción y a la obligación de reconocerla.
El silencio es absoluto.
Almuerzo de esos raros, de analizar, de reflexionar sobre lo hablado.
“Oye, no te hagas notar en estos momentos porque si lo haces tal vez te pongas a tiro de cambio.” Quien lo dice no tiene ni más ni menos responsabilidad, o categoría -por llamarlo así- que yo, simplemente sabe y conoce que estoy ya en un momento de pocos líos. ¿Y si sí me apetece hacerme notar? ¿y si en vez de ser objetivo, vuelvo a ser referente? Ya ¿pero estoy yo con ganas a estás alturas de la película? Qué poco me han gustado nunca estos juegos, y menos en estos momentos en los que me relamo las heridas, agradezco estar vivo y ni siquiera recuerdo esas pocas victorias.
E/16.M
Nunca envidio, en todo caso admiro, a la gente que le va bien. Siempre he creído que son aquellos que tienen buenos hábitos y los realizan cada día. Y no me refiero a lo material. Para lo material todos conocemos casos típicos de esfuerzo, también suerte o pelotazo.
Normalmente escribo para aligerar la mochila de mis preocupaciones.
No se puede llenar un vacío interno con algo externo.
La mente engaña. Entre otros engaños uno de ellos es hacernos creer que hay que acumular para ser.
Lo que más ansío en estos momentos es sentirme en paz, no tener.
Mi libertad no es tener, es reconocer quién soy y vivir en paz.
El futuro no se construye a base de buenas intenciones, se construye a base de acción.
Saludo al alcalde de la ciudad en la que vivo actualmente. Tal vez, diría, me saluda él. Le he mirado cuando salía, me ha reconocido y al ver que yo no me levantaba, ha dudado si acercarse o no. Si no lo llega a hacer no le hubiese dedicado más que el movimiento cortés de la cabeza. Le conozco desde nuestros años en la organización juvenil, toda una vida. Es uno de esos ‘paracaidistas’, como lo fui yo en su día. En un municipio como este, el momento le ha llevado a la alcaldía. Ya es su día gobernamos, otros tiempos. Lo hará bien. Es buen chaval y buena persona. Tal vez le falte algo de sangre, pero prevalece la persona. Por cierto ¿tenía yo sangre en mi época? Creo que la sangre me sobraba, el aguante no tanto.
E/17.X
Me ha despertado la lluvia. Ese tintineo en los tejadillos metálicos que cubren el toldo de la terraza.
Por qué será que a veces algunos obstáculos parecen insuperables en nuestra mente, pero a la hora de la verdad, descubrimos que la realidad no era tan así. La acción resuelve la preocupación.
Ser nuestra mejor versión. Nada de ahí fuera nos dará la felicidad. La fuente de la felicidad, la verdadera fuente, es interna.
Cómo es posible que un tío que lo tiene todo sea un desgraciado, porque lo es internamente; y, en cambio, que uno que viva en la desdicha consiga tener una mente que le haga ir adelante superando todo lo que se interponga en su camino.
La mayor estupidez es vivir preocupado cuando no tienes preocupaciones.
Lo inteligente es aprender a no preocuparte cuando sí tienes cuestiones de las que preocuparte.
“En esto consiste la principal tarea de la vida. Distingue las cosas, ponlas por separado y di: “Lo exterior no depende de mí, mi voluntad depende de mí. ¿Dónde buscaré el bien y el mal? En el interior, en mis cosas.” Epicteto, Disertaciones II, V, 4-5.
Saber distinguir lo que depende de nosotros de lo que no depende de nosotros. La calidad de nuestras vidas dependerá de ello.
Depende de nosotros nuestra voluntad. El poder de un estoico reside en la voluntad para elegir qué pensamientos tener y qué acciones son la consecuencia de estos pensamientos.
E/18.J
Tomo café en la estación de Atocha, son las ocho de la mañana, mientras pago unas facturas. Trabajo que debería haber dejado hecho anoche pero que olvidé completamente y en mi despertar he recordado.
He despertado con ansiedad por el sueño que tuve. Los sueños. Me había transformado en otra persona, había vuelto a creer en Dios, acariciaba de nuevo ese cristianismo esencial y no contaminado por el rancio catolicismo institucional.
Como en diferentes tiempos, venían a verme tres personas que en otras épocas de desorden pululaban por mi vida. Me volvían a proponer eso, el desorden, pero mi respuesta, en los tres casos era negativa además de hacerles saber que no era el de entonces. Aquél ya no tiene que ver conmigo. Se enfadaban, se revolvían, me criticaban, me ofrecían. Me negaba. No quería volver a ese otro yo. En una imagen que recuerdo difusa, caminaba tras una especie de sacerdote con el que discutía mis teorías espirituales, mis creencias, mi vuelta a ese camino abandonado hacía tantos años.
Sentía paz. Me encontraba en paz. En cambio, al despertar, he sentido el estómago encogido. Ansiedad. No lo he entendido.
Voy sentado, en el tren, en contra de la dirección. No me gusta. Todavía no ha amanecido. Me acompaña ‘El Reino’ de Carrére y ‘Las despedidas’ de Bergareche. Aprovecharé para leer lo que no puedo leer habitualmente. No consigo deshacerme de esta ansiedad.
Nuestra vida debe centrarse en lo esencial. Ya es hora. Apartarse de lo anecdótico.
¿Cuánto nos queda por vivir? Diez, veinte años más, treinta; también podría quedar un año, unos meses. ¿Qué sabemos? No vivimos en lo eterno.
El tiempo que sea que quede ¿cómo te gustaría que fuera? En paz, en calma, digo yo.
Hago todo el viaje leyendo, se me ha hecho muy corto. Lo disfruto. Necesitaba un tiempo así.
Me incordian los correos del trabajo que no dejan de amontonarse en la bandeja de entrada del movil. Hago el esfuerzo de no abrir, no ver, me hace perder el hilo y la concentración de lo que estoy leyendo.
En la vida hay muchos juegos. ¿Quién no ha jugado alguna vez? Lo importante es elegir bien a qué jugar. Si te equivocas de partida, perderás para siempre.
En Barcelona. Una de esas comidas enriquecedoras, compartida con una de esas personas que, gracias a tus responsabilidades laborales, tienes a bien de conocer personalmente, de otro modo difícilmente hubiera ocurrido. Jamás hubieses cruzado una palabra con él. Un encuentro así, agradable, de aprendizaje, no hubiera ocurrido nunca.
Las ideologías, en manos de personas sin cabeza, se convierten en herramientas de control de todos aquellos que carecen de pensamiento crítico, por no repetir lo mismo, cabeza.
No tengo muy claro, pero a veces lo pienso, si fuésemos capaces de separar las etiquetas ideológicas del pensamiento o ‘ideas’ de las personas, lo mucho que sumaríamos y conseguiríamos en beneficio de la sociedad. Pero las estrategias políticas, partidistas, incapacitan para ello.
No hay nada más enriquecedor que sentarte con alguien con más experiencia que tú y, si es posible, con ideas dispares a las tuyas, aunque puedan ser coincidentes en la esencia.
Son días en los que te enchufas esa dosis de creatividad y motivación gratuita, que te hace creer que una sociedad sin crispaciones es posible.
He dejado de preocuparme bastante por lo que piensen los demás, por sus creencias religiosas, por su tendencia sexual, por si les gusta el fútbol o no, por sus ideologías. Me ocupa lo que me transmitan o provoquen como persona. Si estoy a gusto o incómodo con ellos, si puedo hablar, discutir, razonar o, simplemente, estar callado escuchando y aprendiendo. El restó qué coño importa.
He compartido mesa con iguales, en apariencia, que al salir han sido mis peores enemigos. Y casualmente, yo sí que puedo decirlo, muchos de mis grandes amigos están en otras organizaciones políticas diferentes a las que yo estaba o, entrecomillo, “milito”. Qué mal suena esto de “militar” en un partido político.
Nada más bello y poético que un judío y palestino juntos, uno del Madrid y otra del Barça, una del PP y otro de Podemos, una de pueblo y otra urbanita…
Nada más ejemplar, públicamente, que el diálogo, la tolerancia y la sensatez.
La clase política actual parece que se dedica, con premeditación, a separarnos en vez de hacernos sumar. Les interesa. Sobreviven. No les gusta que la diferencia se una en lo común, en lo que verdaderamente importa.
Hago una caminata hasta la Sagrada Familia, de Gaudí. Mucho tiempo sin pasar por allí. Me alojo siempre en la zona de la Rambla hacia abajo. Me vuelvo a maravillar. Me quedo fascinado, hipnotizado por tal maravilla. Pero ¿cómo es posible algo así? Qué belleza. Qué explosión de arte. Qué mente la suya.
E/19.V
Quien más quien menos continua, con años, dando tumbos por la vida porque no encuentra su sitio. Es el pensamiento con el que he despertado, tras otra de esas noches de sueños dispares, peleándome con una almohada que no es la mía.
Llueve en estas calles de Barcelona. Me ha resultado difícil encontrar por aquí, la Rambla, a estas horas tempranas, las siete y media, un lugar abierto donde tomar un café sentado, escribiendo un rato.
Me alejo un poco y lo consigo. Agradable, abierto a la calle.
Tengo las piernas algo cansadas. Ayer dupliqué mis kilómetros habituales de caminata. Hoy pesan.
Me dediqué durante un tiempo a aparentar, creyéndome el mejor, pero cuando me di cuenta ya no era yo, era ese que aparentaba sin interior. La verdadera grandeza es darse cuenta de tu egoísmo y volver a la esencia del Ser.
Me llevo, por un lado, buenas sensaciones de este viaje, por otro simplemente me permito la duda.
Cuanto más seguro estoy de algo, tal vez más dudas me genera.
Casi todo lo que hoy te angustia, terminará por pasar.
“La persona más poderosa es la que se gobierna a sí misma.” Marco Aurelio
E/20.S
Simplemente quiero dedicar el día de hoy a lo simple que, por serlo, no deja de ser lo importante.
Día luminoso.
Terminé ayer de leer, en el viaje de vuelta, ‘Las despedidas’ de Jacobo Bergareche. Qué pedazo de novelón, en sus pocas páginas; qué historia más bonita. Lo bello, lo poético, está en las historias simples -hoy todo va de lo simple-. Página a página, capítulo a capítulo, suspiro a suspiro, hasta el final. Este tipo escribe como a muchos nos gustaría escribir. Genial.
De alguna manera, hoy el día se me hace especial, de cierta emoción.
Como con uno de esos amigos del barrio, con su hija y su novio, que resulta ser mi ahijado -hijo de otro gran amigo-, con mi hijo y su novia. A esta última, la novia de mi hijo, será la primera vez que veo en persona. Esto que para muchos puede resultar una estupidez, a mi es algo que me llena de emoción.
Sé que mi hijo me tiene por una persona bastante seria, en el sentido estricto de la palabra, correcto y a veces distante. El que haya querido traerla me enorgullece bastante.
No deberíamos nunca expresar la opinión sobre alguien si no nos la han pedido.
No podemos estar siempre erre que erre con aquella equivocación que cometimos, saca la lección, aprende, y no vuelvas a ello.
Las sociedades que se alejan del pensamiento crítico, de la filosofía, la literatura, la lectura, están condenadas a desaparecer o, simplemente (otra vez lo simple, hoy) a convertirse en rebaños guiados por pastores dictadorzuelos.
Ser independiente. Leer, juzgar, criticar, pensar. Eso nos queda. Pero lo tenemos
Vale. Emoción. Genial.
Ha salido todo -el almuerzo- mejor de lo esperado. Todavía tengo que asimilar y reflexionar sobre cómo he visto y sentido a mi hijo y su pareja. Cómo le veo tan a mí. Cómo en algunas cosas me da mucha rabia se parezca a mí.
Algo habré hecho bien ¿no? Hoy sentí que sí. Hoy tuve uno de esos pocos momentos que la vida me ha dicho que sí.
E/21.D
No es nada fácil, porque nada de lo importante lo es, pero vivir con el corazón tranquilo y la mente en paz es algo que no tiene precio.
En esa conversación de padres, con situaciones parecidas aunque distintas, como distintos somos todos, ni mejores ni peores, surgió la pregunta de cómo nos gustaría que fuesen nuestros hijos.
Los hay que, de primeras, te sueltan banalidades como que les gustaría que fuesen grandes empresarios, doctor o futbolista. Todo lo que tiene que ver con los títulos, el poder y, cómo no, el dinero. Gilipollas.
Si en algo coincidimos, este amigo y yo, es en que ambos tenemos ya algunas cornadas de la vida.
No lo pensé, me salió como si lo hubiese preparado. Ese fluir de pensamientos me llevó a responderle que yo quería que mi hijo fuese buena persona, que ya lo es, y no pierda nunca esos pocos valores que ha heredado de la educación dada por sus abuelos y padres.
Que aprenda de los errores que yo he cometido y no los cometa. Pero que cometa los suyos y aprenda de ello también.
Que sea feliz, pero que la búsqueda de la felicidad nunca se convierta en una obsesión.
Tan poco pero tanto como eso.
Ayer lo sentí feliz y diría -pocas veces digo esto- le sentí también orgulloso de su padre. Lo que él no sabe, es que es su padre el que más orgullo siente hacia él; por verle crecer, responsable, y hacerse ese hombre que ya es. Ojalá la vida, su camino, no le haga sufrir en exceso.
Escribir es muchas cosas. Depende para cada uno. Incluso están aquellos que no le dan significado. Para mi es como una terapia obligada. Algo que tengo que hacer y hago de forma natural. No sé. Es como un impulso. En ocasiones pienso que puede ser fruto del ego. Tal vez lo sea. Lo cierto es que es la mejor manera que he conocido de pensar. Es una apuesta, un propósito.
“Quien escribe por necesidad debe buscar dentro de sí mismo, que es el único lugar donde puede buscarse la verdad y todo ese montón de cosas cuya persecución, fracasada siempre, produce la obra de arte. Fuera de nosotros no hay nada, nadie. El artista sólo podrá expresarse con una técnica nueva, aún desconocida. Quizá nunca la alcance, pero será suya. No podrá tomarla de ninguna literatura ni de ningún profesor, no podrá ser conquistada fuera de uno mismo, porque es intransferible, única, como nuestros rostros, nuestro estilo de vida y nuestro drama.” Juan Carlos Onetti
Un tirano es quien usurpa el poder político careciendo de títulos para hacerlo.
Un tirano, también es quien ostenta un poder político legítimo lo utiliza ignorando la ley en beneficio propio y poniendo en riesgo la comunidad política a la que debería servir.
Cicerón nos decía que la vida de un tirano no es nada fácil porque, sabiendo que encarna el mal gobierno, desconfía de todos, porque en todos encuentra motivos para que le traicionen.
Son las tres y cuarto. Estoy sentado, nuevamente, en el tren, estación Príncipe Pío. Voy camino de Salamanca, ciudad que no visito desde al menos 15 años.
Viaje algo rápido pero lo aprovecharé para pisotear un poco sus calles y esos rincones que recuerdo.
PD. Disculpen los posibles errores. Falta corrección.
¡Me ha encantado!. Mil gracias por tus vivencias, tús experiencias, tú estoicismo..☺️
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y por pasearte por este rincón. Un saludo
Eliminar