E/8.L
Tengo esa necesidad
de huir al campo. Unos días de soledad, para meditar, para caminar, para airearme con este
frío polar que nos ha llegado con el invierno. Parece que en Minaya hoy han
amanecido a cinco grados bajo cero, me comentaba el amigo D, por mensaje, temprano.
Aquí he salido de casa a menos tres grados. Tampoco está mal. Cierto es que mi
frío matutino, madrugador, es casi voluntario; esa caminata que me despeja, pero
a la que nadie obliga. Me activa.
Reconozco que con los
años, uno de los mayores placeres de la
vida es el de hacer lo que la gente dice que no puedes hacer o lo que no
quieren que hagas.
Aprendamos a
querernos, aunque solo sea un poco. Seamos valientes y miremos en nuestro
interior, sintámonos, valoremos nuestras fortalezas y detengamos a analizar
nuestros defectos. Quererte no es ser
arrogante, ni engreído, ni vanidoso, es, simplemente ser generoso con uno mismo
para así serlo con los que nos rodean.
Cada despertar se nos
presenta un día lleno de oportunidades, para hacer aquello que Theodore Roosevelt consideraba como
esencial para nuestra especie: “Lo que la
humanidad necesita no es coraje, sino Autocontrol. Y esto, solo puede obtenerlo
con la práctica.”
Así que hoy ya sé lo
que debo hacer: cumplir mis tareas o
seguir posponiéndolas.
¿Qué harías?
El
único signo acertado de sabiduría es la serenidad. Ninguna
de las personas sabias que conozco se altera.
Buscar
espacios de calma, de quietud.
Hacer todo más
despacio.
¿Qué podemos perder
por sentarnos cinco minutos a reflexionar sobre nosotros, sobre nuestra vida?
E/9.M
Dos personas que
habitan en circunstancias idénticas, en el mismo espacio, pueden ver lo mismo
de manera radicalmente distinta, todo depende
de cómo miren.
Pintamos
la realidad de nosotros mismos. Todo obedece a nuestra interpretación.
Cada una de las
miradas crea un mundo diferente, la nuestra, el nuestro; la de aquél, el suyo.
Nuestra
mente crea nuestra mirada.
Nuestras vidas
dependen de la salud de nuestra mente.
Tengo claro, tal vez
los años, que estamos rodeados de dos tipos de personas, y cada uno de nosotros
estamos encasillados en uno de esos tipos.
Los victimistas,
que serían aquellos que se levantan
culpando al mundo de su mala suerte, que van detrás del rebaño, que no
tienen un pensamiento propio, que se quejan de todo pero no hacen nada para
solucionarlo. Aquellos que esperan el
golpe de suerte o que alguien venga a solucionarles la vida.
Luego están los creadores,
los arquitectos de la vida, aquellos que entienden
que su destino se forja día a día, a través de valores, de fortalezas, de
actitudes, de hábitos. A través de su mente en positivo, de su compromiso.
No esperan, actúan. Se equivocan, aprenden. No lloran, se levantan. Son
apasionados y generosos.
Me educaron para ser
parte de este segundo grupo, eso me ha hecho que me de unas cuantas e
impresionantes leches, que me hayan engañado mil veces y me haya equivocado
otras dos mil. Pero aquí sigo.
¿Y tú qué prefieres?
Yo prefiero, aunque sufra, haber sido así.
“Quien no puede
cambiar la trama de sus pensamientos, nunca podrá cambiar la realidad, y por
tanto, no hará ningún progreso”. Anwar el Sadat,
expresidente de Egipto
Para mí no es
excesivamente fácil pero, de vez en cuando, recuerdo que la sonrisa, el buen
humor y la alegría sé que son mi mejor compañía. No se compran, pero sí podemos
alimentarlas con una buena actitud.
Jordi
Doce
es uno de esos poetas, y traductores, que deambulan por ahí, entre las
librerías, poco conocidos o al menos para mí.
En mi habitual
visita, a ese quiosco de libros viejos, que se encuentra frente a la cervecería
de Santa Bárbara, en la misma plaza que lleva su nombre, en esa búsqueda
incesante, de algún que otro tesoro, me encontré con un ejemplar de ‘Todo
esto será tuyo’ (editorial Pre-textos).
Más allá que los
libros de esta editorial me encantan (aquí publicaba el gran Trapiello), lo he
ojeado y me he encontrado con un cuaderno de notas y reflexiones, a mi estilo.
El libro está en
perfecto estado, diría que sin haber sido leído ni abierto una sola vez.
Evidente que se ha venido conmigo previo pago de una mísera cantidad. Me ha
llenado de felicidad.
“¿Por
qué raro mecanismo de la memoria los instantes más despreocupados de nuestra
vida son los que mejor se recuerdan?” Jordi Doce
E/10.X
Leo que el gobierno
de España pretende aprobar una ley con la que se podrá sancionar a los locales (restaurantes, bares, supermercados) que tiren comida. También estarán
obligados, en el caso de los restaurantes, a facilitar a los clientes que
puedan llevarse los alimentos que no se hayan consumido. Los excedentes de
comida deberán donarse a una entidad de iniciativa social. Aplaudo y apoyo una
medida como esta.
En España, durante
2022, desperdiciamos en los hogares 1170 millones de kilos; en el mundo fueron
unos 1.300 millones de toneladas. Hay lugares, en nuestro planeta, donde las
personas se mueren de hambre.
Miedo. ¿Quién
no siente miedo? Normalmente el imprudente. El miedo marca la prudencia, es la
reacción natural a enfrentarte a lo desconocido. ¿Qué es lo importante? Seguir
adelante.
Con el tiempo, con el
paso de los años, vamos analizando nuestras vidas, el camino, los pasos dados.
De vez en cuando echas la vista atrás. Repasas aquellos que se han acercado a
ti y cómo. Todavía me suele incomodar, llegar a la conclusión de tener claro
cómo algunas personas se han aprovechado o te han utilizado mientras tú, ingenuo,
pensabas se comportaban como Amigos. Es el precio que se paga por haber rozado,
en momentos, las responsabilidades del mal llamado poder. Cómo algunos te pedían
quedar para mostrarte, para lucirte, para pasearte, hasta que dejas de ser… En
ese momento ya no mereces estar. ¿Por qué? Porque eres uno más.
Tenerlo
claro. Saber quién, saber cómo.
“Uno
no debe intentar sobresalir en aquello que le es ajeno o que va en contra de su
naturaleza. Debe sobresalir en aquellos aspectos que están a su alcance; la
Justicia, la Generosidad, la Modestia, la Templanza”. Cicerón
Recencio. m.
Aire frío.
También rescencio:
al relente, al sereno; y recencia: vientecillo fresco y también aire fresco de
la mañana.
Recencia es,
además, la memoria reciente.
E/11.J
El frío perdura. Me
encojo, no soy yo.
“Reconciliarse
con la vida, en cambio, nos permite mantener la esperanza en lo que pueda
deparar el futuro. Para reconciliarse hay que hacer primero las paces con
nuestras pérdidas, derrotas y fracasos. Reconciliarse es aceptar esas pérdidas,
aceptar lo que nos han hecho y creer, a pesar de todo, que no tienen por qué
marcar nuestro futuro ni frustrar las posibilidades que nos quedan”. Michael Ignatieff, ‘En busca de
consuelo’.
Cada
una de nuestras acciones se desprende de lo que somos. Toda acción refleja la
esencia de lo que llevamos dentro. No podemos cambiar
nuestra vida porque está hecha de acciones, primero debemos cambiar quienes
somos.
Que nuestras acciones
sean las mejores.
E/12.V
No
te eches a la espalda errores ajenos, no hay necesidad.
Las personas pueden
equivocarse, a veces pueden ofenderte y en ocasiones te perjudican.
Eso no quiere decir
que tengas que cargar en tu conciencia un error que no es tuyo.
Aligera la carga;
lleva contigo únicamente aquellos que sean asuntos tuyos.
“El mal cometido por
este hombre, déjalo allí donde la falta ha sido cometida”, decía
Marco Aurelio.
Vayamos a más: deja tus faltas allí donde fueron
cometidas.
Si has aprendido la
lección, ¿qué sentido tiene la culpa?
Perdónate
por el pasado y, en todo caso, agradécelo porque sin él tal vez no estarías en
el camino en el que estás.
“Hay
diarios que se escriben con la esperanza implícita de que se descubran mucho después
de la muerte del autor, como el fósil de una especie extinta de un solo
individuo. Otros son posibles gracias a la convicción de que cada palabra
evanescente solo será leída mientras se está escribiendo. Y otros se dirigen a
la encarnación futura del autor: un testamento para que se abra durante la
propia resurrección. Los tres tipos declaran, respectivamente: “Fui”, “soy” y “seré”. Hernán
Díaz en ‘Fortuna’
E/13.S
Tomo café mientras
espero llegue el día para comenzar mi viaje. Los viajes no dejan de ser un descanso mental. Me concentro. No hablo.
Pienso. Me abstraigo de quién me acompañe.
Minaya. Llego
temprano. Tenso. Me asusté durante el viaje. Salí cuando el sol aparecía en el
horizonte, de frente. Jamás me había ocurrido algo así. Pasaba el peaje de
Aranjuez subiendo hacia Ocaña. De pronto el sol tomo posición exactamente
frente a mí. Me deslumbró completamente. No veía nada. Sabía que iba en línea
recta, pero era incapaz de ver la carretera. Me agarré al volante. Bajé la
velocidad al máximo al comprobar en el retrovisor que por detrás no venía
nadie. Iba por el carril central. Sabía que al mínimo movimiento me iría hacía
uno de los lados. El sol fue moviéndose hasta dejarme ver la línea del carril
que ya estaba entre mis dos ruedas. Es posible que fueran unos cien metros
eternos. Si en ese instante hubiese habido una curva me habría estampado contra
el muro del arcén. Nunca jamás había tenido esa sensación de conducir sin ver.
No tenía que haber salido tan pronto, con la salida del sol. ¿Qué necesidad?
Salgo a caminar por
estos caminos míos. El invierno me ha dado un día de sol que no me esperaba. La
casa no superaba los 5º C de temperatura. Más frío que fuera.
Lo inteligente es lo
que hemos hecho, salir a los caminos mientras que esas nubes traviesas
permitían el sol. Ahora se ha nublado. La tarde será fría.
Somos
nuestro pasado, pero también nuestro futuro.
Suena Siloé,
ese tema que me encanta ‘Todos los besos’…
“Aunque te sientas diferente, aunque la
vida a ti te cueste, aunque aparezca en ti el dolor. Aunque tus lágrimas te
cuesten, aunque de dudas te alimentes, aunque te falte a ti el valor. Únete,
somos muchos esta vez…”
Atascaburras
y gazpachos manchegos ¿qué
más se le puede pedir a un fantástico almuerzo con amigos?
La
felicidad es algo así como no querer estar en ningún otro lugar.
E/14.V
Deberíamos
olvidarnos de los resultados, pero nunca de concentrarnos en mejorar un poquito
cada día. Pequeños pasos, grandes resultados.
Leo la prensa en
papel, como todos los domingos. Hay artículos que me gustan, me motivan.
Después de leerlos y subrayar lo que interesa, los recorto y guardo en el
cuaderno por si algún día los vuelvo a leer. Aquí quedan entre la tinta impresa
del papel de periódico y la mía.
Saber
vivir es tan importante como saber morir. Aceptar que
moriremos hace aportar por vivir una vida que merezca la pena ser vivida.
Estar
presente en la vida, disfrutar de lo que pasa en cada momento.
Olvido las cosas.
Olvido lo que he dicho y me genera, más allá de estrés, problemas. ¿La cabeza?
Cuando sabes que se
puede confiar en una persona, cuando te lo traslada, te lo hace sentir, cuando
te provocan esa vibración poco habitual, se llama virtud.
Calma. Intentan hacer
siempre lo correcto. Deciden bien. Son naturales aun siendo imperfectos. Virtud.
En el ensayo ‘Una
filosofía del miedo’, Bernart Castany nos define la intolerancia como “el asco espiritual que sentimos hacia todo
aquello que representa alguna diferencia o desviación respecto de nuestra idea
de normalidad”.
La convivencia funciona
cuando los actores que participan en una interlocución aceptan, pacífica y
educadamente, que en temas discursivos todo argumento puede ser objetado con otro
argumento, toda idea puede ser rechazada por otra idea, y todo juicio
deliberativo puede ser puesto en crisis por otro juicio. Es esencial para sustentar
espacios de tolerancia, para que el pensamiento no caiga en un estanco de
dogmas que se adueñan de la realidad y del sentido común.
Todo
argumento es susceptible de ser contradicho con otro argumento, como
he escrito anteriormente, y no pasa absolutamente nada porque sea así. Aquí
descansa la tolerancia más pura.
Pensar
juntos
significa encontrar evidencias compartidas que nos vertebren mejor como
personas y como ciudadanos, que extiendan nuestro poder de existir al apreciar
lo posible. Las palabras además de titular el mundo, lo conforman porque lo
declaran, y lo abren a la posibilidad siempre cuando lo piensan críticamente.
Quien
trata de disparar una flecha tiene que conocer su blanco; así
puede apuntar y dirigir el tiro. Nuestros planes fallan porque no tienen una
meta a la que dirigirse. Aquel que
no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable. ¿Verdad?
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