Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 19

 
E/8.L
 
Tengo esa necesidad de huir al campo. Unos días de soledad, para  meditar, para caminar, para airearme con este frío polar que nos ha llegado con el invierno. Parece que en Minaya hoy han amanecido a cinco grados bajo cero, me comentaba el amigo D, por mensaje, temprano. Aquí he salido de casa a menos tres grados. Tampoco está mal. Cierto es que mi frío matutino, madrugador, es casi voluntario; esa caminata que me despeja, pero a la que nadie obliga. Me activa.
 
Reconozco que con los años, uno de los mayores placeres de la vida es el de hacer lo que la gente dice que no puedes hacer o lo que no quieren que hagas.
 
Aprendamos a querernos, aunque solo sea un poco. Seamos valientes y miremos en nuestro interior, sintámonos, valoremos nuestras fortalezas y detengamos a analizar nuestros defectos. Quererte no es ser arrogante, ni engreído, ni vanidoso, es, simplemente ser generoso con uno mismo para así serlo con los que nos rodean.
 
Cada despertar se nos presenta un día lleno de oportunidades, para hacer aquello que Theodore Roosevelt consideraba como esencial para nuestra especie: “Lo que la humanidad necesita no es coraje, sino Autocontrol. Y esto, solo puede obtenerlo con la práctica.”
Así que hoy ya sé lo que debo hacer: cumplir mis tareas o seguir posponiéndolas.
¿Qué harías?
 
El único signo acertado de sabiduría es la serenidad. Ninguna de las personas sabias que conozco se altera.
Buscar espacios de calma, de quietud.
Hacer todo más despacio.
¿Qué podemos perder por sentarnos cinco minutos a reflexionar sobre nosotros, sobre nuestra vida?
 
 
E/9.M
 
Dos personas que habitan en circunstancias idénticas, en el mismo espacio, pueden ver lo mismo de manera radicalmente distinta, todo  depende de cómo miren.
Pintamos la realidad de nosotros mismos. Todo obedece a nuestra interpretación.
Cada una de las miradas crea un mundo diferente, la nuestra, el nuestro; la de aquél, el suyo.
Nuestra mente crea nuestra mirada.
Nuestras vidas dependen de la salud de nuestra mente.
Tengo claro, tal vez los años, que estamos rodeados de dos tipos de personas, y cada uno de nosotros estamos encasillados en uno de esos tipos.
Los victimistas, que serían aquellos que se levantan culpando al mundo de su mala suerte, que van detrás del rebaño, que no tienen un pensamiento propio, que se quejan de todo pero no hacen nada para solucionarlo. Aquellos que esperan el golpe de suerte o que alguien venga a solucionarles la vida.
Luego están los creadores, los arquitectos de la vida, aquellos que entienden que su destino se forja día a día, a través de valores, de fortalezas, de actitudes, de hábitos. A través de su mente en positivo, de su compromiso. No esperan, actúan. Se equivocan, aprenden. No lloran, se levantan. Son apasionados y generosos.
Me educaron para ser parte de este segundo grupo, eso me ha hecho que me de unas cuantas e impresionantes leches, que me hayan engañado mil veces y me haya equivocado otras dos mil. Pero aquí sigo.
¿Y tú qué prefieres? Yo prefiero, aunque sufra, haber sido así.
 
“Quien no puede cambiar la trama de sus pensamientos, nunca podrá cambiar la realidad, y por tanto, no hará ningún progreso”. Anwar el Sadat, expresidente de Egipto
 
Para mí no es excesivamente fácil pero, de vez en cuando, recuerdo que la sonrisa, el buen humor y la alegría sé que son mi mejor compañía. No se compran, pero sí podemos alimentarlas con una buena actitud.
 
Jordi Doce es uno de esos poetas, y traductores, que deambulan por ahí, entre las librerías, poco conocidos o al menos para mí.
En mi habitual visita, a ese quiosco de libros viejos, que se encuentra frente a la cervecería de Santa Bárbara, en la misma plaza que lleva su nombre, en esa búsqueda incesante, de algún que otro tesoro, me encontré con un ejemplar de ‘Todo esto será tuyo’ (editorial Pre-textos).
Más allá que los libros de esta editorial me encantan (aquí publicaba el gran Trapiello), lo he ojeado y me he encontrado con un cuaderno de notas y reflexiones, a mi estilo.
El libro está en perfecto estado, diría que sin haber sido leído ni abierto una sola vez. Evidente que se ha venido conmigo previo pago de una mísera cantidad. Me ha llenado de felicidad.
“¿Por qué raro mecanismo de la memoria los instantes más despreocupados de nuestra vida son los que mejor se recuerdan?” Jordi Doce
 
 
E/10.X
 
Leo que el gobierno de España pretende aprobar una ley con la que se podrá sancionar a los locales (restaurantes, bares, supermercados) que tiren comida. También estarán obligados, en el caso de los restaurantes, a facilitar a los clientes que puedan llevarse los alimentos que no se hayan consumido. Los excedentes de comida deberán donarse a una entidad de iniciativa social. Aplaudo y apoyo una medida como esta.
En España, durante 2022, desperdiciamos en los hogares 1170 millones de kilos; en el mundo fueron unos 1.300 millones de toneladas. Hay lugares, en nuestro planeta, donde las personas se mueren de hambre.
 
Miedo. ¿Quién no siente miedo? Normalmente el imprudente. El miedo marca la prudencia, es la reacción natural a enfrentarte a lo desconocido. ¿Qué es lo importante? Seguir adelante.
 
Con el tiempo, con el paso de los años, vamos analizando nuestras vidas, el camino, los pasos dados. De vez en cuando echas la vista atrás. Repasas aquellos que se han acercado a ti y cómo. Todavía me suele incomodar, llegar a la conclusión de tener claro cómo algunas personas se han aprovechado o te han utilizado mientras tú, ingenuo, pensabas se comportaban como Amigos. Es el precio que se paga por haber rozado, en momentos, las responsabilidades del mal llamado poder. Cómo algunos te pedían quedar para mostrarte, para lucirte, para pasearte, hasta que dejas de ser… En ese momento ya no mereces estar. ¿Por qué? Porque eres uno más.
Tenerlo claro. Saber quién, saber cómo.
 
“Uno no debe intentar sobresalir en aquello que le es ajeno o que va en contra de su naturaleza. Debe sobresalir en aquellos aspectos que están a su alcance; la Justicia, la Generosidad, la Modestia, la Templanza”. Cicerón
 
Recencio. m. Aire frío.
También rescencio: al relente, al sereno; y recencia: vientecillo fresco y también aire fresco de la mañana.
Recencia es, además, la memoria reciente.


 
 
E/11.J
 
El frío perdura. Me encojo, no soy yo.
 
“Reconciliarse con la vida, en cambio, nos permite mantener la esperanza en lo que pueda deparar el futuro. Para reconciliarse hay que hacer primero las paces con nuestras pérdidas, derrotas y fracasos. Reconciliarse es aceptar esas pérdidas, aceptar lo que nos han hecho y creer, a pesar de todo, que no tienen por qué marcar nuestro futuro ni frustrar las posibilidades que nos quedan”. Michael Ignatieff, ‘En busca de consuelo’.
 
Cada una de nuestras acciones se desprende de lo que somos. Toda acción refleja la esencia de lo que llevamos dentro. No podemos cambiar nuestra vida porque está hecha de acciones, primero debemos cambiar quienes somos.
Que nuestras acciones sean las mejores.
 
 
E/12.V
 
No te eches a la espalda errores ajenos, no hay necesidad.
Las personas pueden equivocarse, a veces pueden ofenderte y en ocasiones te perjudican.
Eso no quiere decir que tengas que cargar en tu conciencia un error que no es tuyo.
Aligera la carga; lleva contigo únicamente aquellos que sean asuntos tuyos.
“El mal cometido por este hombre, déjalo allí donde la falta ha sido cometida”, decía Marco Aurelio.
Vayamos a  más: deja tus faltas allí donde fueron cometidas.
Si has aprendido la lección, ¿qué sentido tiene la culpa?
Perdónate por el pasado y, en todo caso, agradécelo porque sin él tal vez no estarías en el camino en el que estás.
 
“Hay diarios que se escriben con la esperanza implícita de que se descubran mucho después de la muerte del autor, como el fósil de una especie extinta de un solo individuo. Otros son posibles gracias a la convicción de que cada palabra evanescente solo será leída mientras se está escribiendo. Y otros se dirigen a la encarnación futura del autor: un testamento para que se abra durante la propia resurrección. Los tres tipos declaran, respectivamente: “Fui”, “soy” y “seré”. Hernán Díaz en ‘Fortuna’
 
 
E/13.S
 
Tomo café mientras espero llegue el día para comenzar mi viaje. Los viajes no dejan de ser un descanso mental. Me concentro. No hablo. Pienso. Me abstraigo de quién me acompañe.
 
Minaya. Llego temprano. Tenso. Me asusté durante el viaje. Salí cuando el sol aparecía en el horizonte, de frente. Jamás me había ocurrido algo así. Pasaba el peaje de Aranjuez subiendo hacia Ocaña. De pronto el sol tomo posición exactamente frente a mí. Me deslumbró completamente. No veía nada. Sabía que iba en línea recta, pero era incapaz de ver la carretera. Me agarré al volante. Bajé la velocidad al máximo al comprobar en el retrovisor que por detrás no venía nadie. Iba por el carril central. Sabía que al mínimo movimiento me iría hacía uno de los lados. El sol fue moviéndose hasta dejarme ver la línea del carril que ya estaba entre mis dos ruedas. Es posible que fueran unos cien metros eternos. Si en ese instante hubiese habido una curva me habría estampado contra el muro del arcén. Nunca jamás había tenido esa sensación de conducir sin ver. No tenía que haber salido tan pronto, con la salida del sol. ¿Qué necesidad?
 
Salgo a caminar por estos caminos míos. El invierno me ha dado un día de sol que no me esperaba. La casa no superaba los 5º C de temperatura. Más frío que fuera.
Lo inteligente es lo que hemos hecho, salir a los caminos mientras que esas nubes traviesas permitían el sol. Ahora se ha nublado. La tarde será fría.
 
Somos nuestro pasado, pero también nuestro futuro.
 
Suena Siloé, ese tema que me encanta ‘Todos los besos’“Aunque te sientas diferente, aunque la vida a ti te cueste, aunque aparezca en ti el dolor. Aunque tus lágrimas te cuesten, aunque de dudas te alimentes, aunque te falte a ti el valor. Únete, somos muchos esta vez…”
 
Atascaburras y gazpachos manchegos ¿qué más se le puede pedir a un fantástico almuerzo con amigos?
 
La felicidad es algo así como no querer estar en ningún otro lugar.
 
 
E/14.V
 
Deberíamos olvidarnos de los resultados, pero nunca de concentrarnos en mejorar un poquito cada día. Pequeños pasos, grandes resultados.
 
Leo la prensa en papel, como todos los domingos. Hay artículos que me gustan, me motivan. Después de leerlos y subrayar lo que interesa, los recorto y guardo en el cuaderno por si algún día los vuelvo a leer. Aquí quedan entre la tinta impresa del papel de periódico y la mía.
 
Saber vivir es tan importante como saber morir. Aceptar que moriremos hace aportar por vivir una vida que merezca la pena ser vivida.
Estar presente en la vida, disfrutar de lo que pasa en cada momento.
 
Olvido las cosas. Olvido lo que he dicho y me genera, más allá de estrés, problemas. ¿La cabeza?
 
Cuando sabes que se puede confiar en una persona, cuando te lo traslada, te lo hace sentir, cuando te provocan esa vibración poco habitual, se llama virtud.
Calma. Intentan hacer siempre lo correcto. Deciden bien. Son naturales aun siendo imperfectos. Virtud.
 
 
En el ensayo ‘Una filosofía del miedo’, Bernart Castany nos define la intolerancia como “el asco espiritual que sentimos hacia todo aquello que representa alguna diferencia o desviación respecto de nuestra idea de normalidad”.
La convivencia funciona cuando los actores que participan en una interlocución aceptan, pacífica y educadamente, que en temas discursivos todo argumento puede ser objetado con otro argumento, toda idea puede ser rechazada por otra idea, y todo juicio deliberativo puede ser puesto en crisis por otro juicio. Es esencial para sustentar espacios de tolerancia, para que el pensamiento no caiga en un estanco de dogmas que se adueñan de la realidad y del sentido común.  
Todo argumento es susceptible de ser contradicho con otro argumento, como he escrito anteriormente, y no pasa absolutamente nada porque sea así. Aquí descansa la tolerancia más pura.
Pensar juntos significa encontrar evidencias compartidas que nos vertebren mejor como personas y como ciudadanos, que extiendan nuestro poder de existir al apreciar lo posible. Las palabras además de titular el mundo, lo conforman porque lo declaran, y lo abren a la posibilidad siempre cuando lo piensan críticamente.
 
Quien trata de disparar una flecha tiene que conocer su blanco
; así puede apuntar y dirigir el tiro. Nuestros planes fallan porque no tienen una meta a la que dirigirse. Aquel que no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable. ¿Verdad?

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