Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 2

 
S/11.L
 
 
Noche de tormentas. Me he despertado varias veces. Tenía las ventanas abiertas y más parecía que la lluvia caía en la casa.
 
El martillo de Maslow, es un sesgo cognitivo que lo que hace es que pretendamos solucionar cualquier problema con la herramienta que mejor manejamos.
Si dejamos que los demás nos planteen sus propuestas, cada uno nos ofrecerá una solución usando su martillo.
Ampliemos nuestra caja de herramientas. Practica siempre desde diferentes enfoques para resolver tus problemas.
“Si tu única herramienta es un martillo, tenderás a tratar cada problema como si fuera un clavo.” Abraham Maslow
 
El dolor emocional solo se cura si lo dejas ir.
Pensar mucho puede convertirse en nuestro peor enemigo. No te pases la vida en guerra contigo mismo.
A veces todo está en nuestra cabeza. No dejemos que las tonterías nos roben la felicidad.
 
El mejor modo de no perder la concentración, en las tareas del trabajo, es no estar pendiente de lo que puedan estar haciendo los demás y tampoco, lógicamente, de lo que los demás puedan estar pensando que estás haciendo tú.
No sé a cuento de qué me ha venido esta reflexión, justo en el preciso instante que pretendo salir a almorzar y dar mi caminata.
 
Aplazamos constantemente: dar pasos, hacer cosas, tomar decisiones. Incluso cuando tenemos una decisión tomada, luego nos cuesta mantener el rumbo y vamos dando vaivenes, cambiando constantemente.
Si vamos de un lado a otro, sin centrarnos en una dirección concreta, nunca llegaremos a conseguir lo que queremos.
¿Por qué aplazamos las decisiones? ¿Por miedo? ¿Porque no queremos salir de esa supuesta zona de confort?
Hay un término por ahí, de esos tan moderno y difícil de recordar, que se llama procrastinación. Olé. 
La procrastinación -del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro-​ es algo así como la postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
¿Deberíamos mirar más  a largo plazo y menos a corto? Deberíamos  comprometernos con nosotros para obtener resultados que sabemos nos beneficiarán.
Una decisión tomada hoy, puede tener un resultado excepcional dentro de 10 años. Podemos decidir comenzar a correr hoy, pero sabemos que si no es con constancia en el entrenamiento, hasta dentro de unos años no podremos correr un maratón.
El hecho de no hacer algo siempre lo complica más,  lo vuelve mucho más difícil a la larga. Si no tomamos la decisión de dejar de fumar hoy, o dejar de tomar alcohol, cada día va a ser más difícil que tomemos esa decisión. Tomar esa decisión hoy desde luego será más fácil que mañana. Todo lo fácil, normalmente, es lo que termina por convertirse en difícil, simplemente porque lo dejamos de hacer.
Ese "¡ya lo haré!". Ese "tengo tiempo". Ese "en otro momento".
Lo vamos dejando a un lado, sin darnos cuenta de que con eso retrasamos nuestra decisión, y también esos posibles resultados.
Todo éxito llega con constancia y trabajo diario.
Tomar la decisión de cambiar malos hábitos, por ejemplo, cambia tu vida.
Deberíamos planificarnos más y distraernos menos. Deberíamos tomar más decisiones de esas que sabemos, y somos conscientes,  que a largo plazo nos beneficiaran y dejar de lado las acciones menos importantes, o que no nos aportan nada.
La vuelta del verano es uno de esos momentos, junto con el inicio del año, en el que más personas se hacen una lista de propósitos.
También, pasado un tiempo, es la época en la que más personas se dan cuenta de la poca constancia y fuerza de voluntad que tienen. Me pongo el primero, no hay que mirar a otros.
Comienzo septiembre con muchos propósitos. En un tiempo repasaré los que he cumplido.
La mejor decisión siempre será dar un primer paso.
 
 
S/12.M
 
Paciencia. No apresurarnos. Hay momentos que hacen las preguntas y momentos que nos dan las respuestas.
No todo tiene que ser ahora mismo, ya. Las cosas importantes llevan su tiempo.
La paciencia es autocontrol, nunca inacción. Esos momentos en los que esperamos las respuestas los utilizamos para seguir creciendo, trabajando en nosotros. Lo único que no espera es la vida. Cada uno de los momentos es una oportunidad de crecimiento.
 
‘Pura Calma’, se llama la lista de Apple Music que escuchaba en el tren, esta mañana, camino del trabajo. Melódica, piano, lenta. De esas músicas que te relajan y preparan para lo que acontezca, en mi caso, hoy, un día repleto de números. He tenido que quitarla y poner otra cosa. De pronto, un torrencial de pensamientos, de recuerdos de esa vida mía, que está, es y forma parte, como la de cada uno, como la historia que tenemos, me ha invadido la mente. No he podido aguantar. Me derrumbaba la tristeza y no eran más de las siete y cuarto de la mañana. Me he recompuesto con algo más cañero, como los días.
 
Josep Pla decía que “El escribir ha creado dentro de mí un yo íntimo y espontáneo, una persona extraña, que muchas veces ni yo mismo comprendo lo que tiene que ver conmigo, de tantas diferencias como constato. En virtud de este desdoblamiento resulta que si yo, por natural, soy un ser débil y mísero, cuando tengo una pluma en la mano me vuelvo dionisíaco y ofensivo, entro en un estado de exaltación silenciosa y soy capaz de mantener una posición hasta las últimas consecuencias”.
 
Si todo lo vemos negativo, difícilmente podemos afrontar, con un  mínimo de éxito, nuestros retos. Si todo lo miramos en positivo, hasta ese camino duro será poético.
 
Un instante es lo efímero, como ese sonido inesperado o ese reflejo repentino en el espejo.
 
Zascandil. Dícese de esa persona informal, que va de un lado a otro sin hacer nada de provecho.
Me encanta este palabra.
 
 
S/13.X
 
Todos tenemos un momento de lucidez en nuestras vidas. Creo que ayer tuve uno de esos momentos en los que te das cuenta de que estás haciendo el gilipollas. Hacer el gilipollas no quiere decir que lo seas. Puedes ser un tío magnífico, pero ocasionalmente hacer el gilipollas. Pues eso me pasa a mí. ¿Quién no ha hecho, en alguna ocasión, el gilipollas? La mayoría de las ocasiones no te das cuenta del hecho, ayer sí. En esos instantes en los que te das cuenta, lo asumes, te sientes, totalmente huérfano, solo. Así me siento hoy.
 
Que todos sabemos que la sensibilidad no consiste en sufrir y sufrir. Todos tenemos posibilidad de superar el sufrimiento. Cada instante de nuestra vida tiene sentido si aprendemos de ello. Pregúntate si sigues aprendiendo cada día o si hace tiempo que paraste el reloj de tu sabiduría.
 
El día de hoy ha sido gastronómicamente glorioso. Un almuerzo excesivo, pero todo un festival de buena cocina de cuchara española: judías pintas con rabo de toro, pochas con calamar y almejas y para terminar unos garbanzos con bogavante. Todo ello, para hacerlo reposar en el estómago con más alegría, acompañado de un excelente vino y los amigos. No ha sido el comenzar, han sido las lágrimas al terminar. Asador Sanabria. Qué decir.
 
Conversábamos, reflexionábamos, sobre eso a lo que cada uno de nosotros denomina felicidad. 
 
Lo que para unos es, no lo es para otros; o lo que realmente es para otros, no lo es para unos. Cada uno tiene su sentir y su sentido, pero lo cierto es que todos los seres sintientes, todos, desde que nacen, buscan ser felices y evitar el sufrimiento.
Somos los humanos, los que dedicamos más tiempo y energías a mejorar nuestras condiciones externas, en esa búsqueda de la felicidad o en la solución a nuestros problemas. Si lo analizamos fríamente, como merece, es que no solo no hemos cumplido nuestros deseos sino que a la par, nos hemos ido rodeando de más y más problemas haciéndonos menos y menos felices. La felicidad no es estar un momento feliz, ese instante en el que cumplimos con el deseo, la felicidad es estar plenamente feliz, en una actitud continua positiva. 
Tal vez ese deseo incontrolado de ser feliz, nos haya generado infelicidad. Tal vez esa sea la razón, el deseo incontrolado; y tal vez también de ahí la solución, el control del deseo.
Podemos tener uno o varios coches, una o varias casas, no sé cuántos pares de zapatos o zapatillas, ropa, bolsos, relojes... pero solo tenemos una vida. En algo somos iguales todos los seres humanos: todos tenemos una vida. Nadie, por mucho dinero que tenga, puede tener dos o más vidas.
La experiencia, el tiempo y los años, me ha incrementado la sensación de que no es más feliz aquél que más tiene; tampoco el que llega más alto en su profesión o el que trabaja más. No. Es más feliz el que consigue el equilibrio en su interior, el que entiende que la fuente de la felicidad está en la paz mental o paz interior.
Desde siempre, desde pequeñitos, nos educan para pensar que los objetos externos, son las causas de la felicidad. Pero no es así. Posiblemente sean la causa de nuestra infelicidad.
Tener una mente en paz, tener una actitud positiva y seremos felices en todo momento; si tenemos una mente alterada, o negativa, por muy favorables que sean las condiciones que nos rodean, nunca estaremos felices.
Buscamos con deseo el bien material y cuando lo tenemos ya estamos deseando otro. No hay fin en esa rueda de deseo y consumo. Son placeres momentáneos que nos hacen ir separando de lo esencial, que somos nosotros, y perder nuestra paz interior. Al perder la paz interior nos desestabilizamos. Hemos ido fuera a buscar lo que solo podemos encontrar dentro de nosotros. No está tan lejos, simplemente debemos querer ir a buscarlo.
Somos los responsables de nuestra vida.
En el esfuerzo de no sufrir encontramos más sufrimiento porque buscamos ilusiones.
No creemos que el sufrimiento y la felicidad vengan de la mente. Nos enfocamos en las cosas externas cuando el verdadero desarrollo de crecimiento personal está en observar la mente.
Si no nos gusta lo que aparece externamente debemos purificar nuestra mente, limpiarla.
Los problemas son desafíos para crecer.
Los problemas existen sólo si yo imputo un problema. Depende de la actitud.
Los problemas son internos o externos. Si solucionamos los problemas internos no habrá problemas externos porque los veremos con una actitud positiva.
Por lo tanto lo que tenemos es que sanar nuestra mente, purificar las percepciones.
Si no contactamos con nuestro interior somos víctima de un mundo externo que es una ilusión, nuestra ilusión. El pasado nos marca. 
Estamos en el presente sembrando para nuestro futuro.
Debemos comenzar a separarnos de lo que se aleja de nuestra paz interior. 
¿Qué buscamos, qué anhelamos?
La responsabilidad es poder y nosotros somos los responsables únicos de nosotros.
Reconozco que es fácil hablar de todo esto desde una situación de privilegio. Claro que sí. También es cierto que solo la experiencia te da la posibilidad de analizar y reflexionar sobre aquello que conoces, sobre lo que crees haces mal y sobre lo que puedes mejorar. Con la felicidad pasa exactamente lo mismo. Creemos que nuestra felicidad está en poseer, en tener más de todo. Yo digo que no. Tampoco está la felicidad en dormir bajo un puente. No. La felicidad está en el equilibrio y ese equilibrio lo marca tu mente y tu paz interior. Desarrollando tu paz interior también serás capaz de dar más a los demás y disfrutar de lo real que te rodea apartando las ilusiones y los deseos ficticios.


 
 
S/14.J
 
Esfuerzo no siempre es igual a resultado, pero no debemos dejar que el desánimo nos lleve. La actitud y determinación es lo que debe importarnos. Cada acción conlleva un aprendizaje. Motivación es nuestro día a día.
 
Esta barba mía, quijotesca, valleinclanesca, genera no pocos adversarios y algún adepto. El caso es que, encontrándose entre los contrarios mi madre, diré que me siento bastante a gusto conmigo aunque consciente de que aparento unos cuantos años más. Y qué más dará.
 
Uno de nuestros mayores temores es el miedo a morir. De vez en cuando ese pensamiento se cruza por mi mente apoderándose de esos momentos de vida. Ese pensamiento me hace vivir más. ¿Miedo? Sí. La muerte es algo inevitable. Algún día dejaremos este mundo, todos lo dejarán. Tenemos la responsabilidad de vivir. Pensar en la muerte, recordar que eres mortal, es el modo de recordarte que cada día tienes un regalo en ti.
 
“La dicha es muy contagiosa. Si te unes a las personas que son alegres, de repente sentirás que tu propia alegría, que estaba dormida, ha despertado. Y luego las lágrimas no están mal: puedes bailar, puedes cantar y puedes tener lágrimas de alegría". Osho
 
Tu verdadero yo es tu casa, siempre está ahí.
Conocerte no es algo que puedas hacer desde fuera. Conocerte es reconocer dentro de ti lo que eres y siempre has sido.
 
Actúa rápido, pero sé paciente con los resultados. Llegarán.
Deja cada día algo hecho lo, mejor posible. Pon un ladrillo de tu edificio. Ladrillo a ladrillo, sin pausa, se construye un gran edificio.
La incomodidad te hace evolucionar.
Todo cambio comienza desde lo incómodo.
 
 
S/15.V
 
Está siendo esta una semana de tal desorden que me es muy difícil hacerme con ella. No se trata de un desorden impuesto, externo, es un desorden auto dirigido, fuera de lo normalmente establecido, como si no hubiese vivido nunca. Esto provoca que en estas horas tempranas el cansancio me venza.
 
Cuando es el momento de comenzar de nuevo, la clave está en atreverse.
 
Las victorias hay que celebrarlas, aunque sean pequeñas.
 
Cuántos días terminamos como prevemos o habíamos previsto.  Cuánto de ese día se lleva las falsas alegrías, la codicia ansiosa, ese dolor inútil, los malos pensamientos, las conversaciones absurdas. Entiende que vas muriendo poco a poco.
 
Hablar de culpa no te exime de ella. Sentir culpa es uno de los dolores más difíciles de curar. Cuando crees estar curado, vuelve desgarrándote el alma hasta que marcha otra vez. Siempre está.
¿Siento culpa? Sí. ¿Quién no? La culpa que no se va tiende a frenarte la vida.
Aceptación.
 
Minaya. Ha quedado una tarde maravillosa. Descansé y salí tal y como tenía en previsión. No ha llovido en todo el camino. Los campos se ven encharcados, absorbiendo poco a poco esas aguas que les llegan como una bendición.
He salido a dar un paseo, corto.
No me funciona la caldera y eso me ha enfadado un poco. Me alteran estas cosas. He ido a por unos litros de gasoil por si fuera que tiene poco, tampoco. No lo entiendo. Cuando marché, hace quince días, funcionaba todo perfectamente. Es como si incluso los electrodomésticos no quisieran que los abandonases por tanto tiempo. Cuando estás normalmente todo funciona.
 
“Quien frecuente los lugares en que la Naturaleza despliega sus magnificencias en el silencio y la soledad, tendrá el espíritu ocupado o sumido por pensamientos particularmente solemnes, que nunca fueran a turbar el desenfreno de los libertinos, los tráficos del avaro, la vanagloria de los ambiciosos.” Emerson
 
Me ha alegrado mucho ver la higuera repleta de higos. Este año, por lo que sea, tal vez por esos palomos que dormitan en ella, los tordos no se los han comido. Otros años, por estas fechas, no quedaba ni uno.
Me encanta cogerlos, en la mañana, lavarlos y comerlos. Nada más especial, nada más natural.
 
 
S/16.S
 
He despertado con cierto entusiasmo, no tenía más motivo que el de haber dormido las horas que corresponden y el hacerlo en esta casa donde el tintinear de las gotas de lluvia anoche en el tejado se han convertido en los cantos afinados de los pájaros en esta mañana.
El día comienza entre nubes, pero con buena temperatura. He salido a caminar. He saludado a JL y J que andaban provisionando de leña la casa. He comprado la prensa y tomado café donde J que me ha sorprendido abierto, con cierta alegría, en estos días de feria en Albacete.
Ahora aprovecho mi porche, que todavía lo permite, para leer mientras algún que otro tordo intenta acercarse, sin éxito, a la higuera.
Un palomo joven me vigila, posado en las tejas del muro que bordea el patio. Han vuelto a anidar bajo las vigas. No quiero quitar el nido aunque supone estar limpiando de continuo el suelo justo de debajo de donde está. Es la vida que queda ahí cuando no estoy.
 
“Si yo no estoy para mí,
¿quién lo está?
Y si sólo estoy para mí,
¿qué soy?
Y si no es ahora
¿Cuándo?”
Talmud, Pirkei Avot, 1:14
 
Sístole y diástole propios.
 
La discrepancia respetuosa siempre es enriquecedora y, sobre todo, anima a la reflexión. No permitir la discrepancia es una característica innegable del autoritarismo.
 
Cae la tarde. Los dos palomos, macho y hembra, continúan sobre esas tejas mías, que han hecho, con el tiempo, de ellos. Me miran. “Otra vez este por aquí”, pensarán. Casi encima de mí el nido, que debe ser suyo. No entienden que no voy a acercarme, ni tocarlo. No entienden que son parte de esta casa.
Comida con los padres. Ese pisto con conejo y pimientos que prepara la madre. Antes unas cervezas donde J, los chascarrillos con J (aquí el nombre de todos comienza por J), luego el café y el gintonic con el padre, rogando al eterno que me lo permita muchos años.
“Me quedaría aquí”, digo. El padre me mira perplejo y me pregunta, como respondiéndose a la vez: “¿Qué harías aquí?”. “Vivir”, respondo, “no me aburriría nunca”. No contesta, camina. Sé que piensa que se me está yendo la cabeza. Sé que su mentalidad es otra. No entiende muchas cosas de las que pienso o hago. No entiende que no me apetezca pelear más, ni mucho menos intentar ganar más.
Veo ponerse el sol agachando la parra y la higuera. El tejado se ennoblece mientras la luz va cambiando las tonalidades del cielo.
 
¿Cómo influye el campo, lo rural en mí?
Con los años me he dado cuenta, de aquello que de pequeño, cuando cada fin de semana o en los veranos estaba en el pueblo, no valoraba.
Ahora sé que todo esto ha tenido una influencia, no solo en mi personalidad, sino en mi estado y ser.
Todavía es como un refugio, espero algún día se convierta en mi casa habitual. Ahora huyo, en cuanto me es posible, de ese enjambre de asfalto, gomas, cemento y humo.
Un huerto, vecinos, una gotera, los nidos en el porche, el frío o el calor, las estrellas y el sol. Buscar el sentido entre tanto sin sentido.
Sencillamente así.
 
 
S/17.D
 
Hace unos minutos he llegado a Madrid.
El día amaneció con el campo bañado de sol; un inicio luminoso que daba continuación a la calidez del anochecer de ayer. Ha sido entrar en la comunidad de Madrid, pasado Ocaña, oscurecerse, entonarse el cielo en nubes y volver a apagarse el ánimo.
 
Cada fin de semana, en la tranquilidad, sin prisa, de la lectura en papel de la prensa, encuentro una noticia que me sorprende. No es progreso, es anormalidad crónica del ser humano. Leo hoy que cientos de miles (¿¿??) de personas recurren a la inteligencia artificial en busca de amor. No en plan citas con otras personas, reales. No. Noviazgos con avatar, novias IA. Conversaciones, cibersexo, tan felices. ¿Realmente? Sin discusiones, todo a gusto del consumidor, sumisión artificial. Siempre ahí, a disposición, sin dolores de cabeza. Replika se llama una de estas aplicaciones de pago que ya tienen miles de usuarios.
Uno de estos usuarios, que aparece en el artículo, cuenta su experiencia como algo muy positivo: “perdí la paciencia para el cortejo de una relación de carne y hueso”, dice el tipo.
Solo tienes que crear, indicando tus preferencias, tu hombre o mujer ideal y… adelante.
¿Estamos perdiendo la cabeza? Me temo que sí.
 
Reflexionar sobre la existencia. Autoconocimiento. Ser capaces de leernos interiormente.
Para ser mejor es necesario conocerse.
Para aprender a vivir hay que conocerse.
Para aprender a morir en paz es necesario el autoconocimiento.
El autoconocimiento lo aporta el silencio. Sentarse en silencio es ponerte frente a un espejo, verte.
 
Escribe Chirbes, en su diario, el 8 de enero del 2007: “¿cómo puede uno querer ser escritor, si no tiene nada que decir? Basta con ver la prosa, la mediocridad de la escritura, la falta de densidad, la ausencia o planura de ideas.”
Y esto lo dice uno de los grandes escritores que ha parido este país.
Primera página del tercer volumen de sus diarios, por los que nado en esta tarde.
 
Actitud.
A lo mejor debemos ser más optimistas que estar siempre preocupados por el futuro.
Aceptar las cosas tal como vienen que lamentarnos ante las dificultades.
Valorarnos más, que lo valemos, que acomplejarnos porque no conseguimos lo que queremos.
Conocernos y cuidarnos, que perseguir retos de éxito fugaz.
 
 

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