Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 48

J/24.L
 
He caminado en el despertar de Madrid, tras una noche de pesadillas. Me dormí tarde. Quise escuchar las intervenciones de los principales líderes políticos sobre los resultados de las elecciones; para algunos no han sido los esperados. Son extraños, raros, merecen ser analizados detenidamente desde un punto de vista objetivo, no ideológico.
Ha ganado las elecciones el Partido Popular pero bien parece, por la alegría, que el ganador es un perdedor Partido Socialista.
Lo más posible, en este país nuestro, ante estos resultados, es que gobierne, por primera vez en la historia, el que ha perdido que, democráticamente, sumará todos los apoyos posibles para que el centro derecha no dirija los designios del país.
Matemáticas y democracia.
Pero mis pesadillas nocturnas, absurdas, no han sido consecuencia de la política y sus resultados, sino de haber visto ayer tarde una de esas películas que no siendo de terror, lo rozan: ‘No respires’.
No me queda más remedio que recomendarla, aunque para mentes más poéticas y bohemias, como la mía, puede generar posteriormente, como así ha sido, sueños que rozan el terror de lo descabellado.
 
Nuestro yo es la fuente de todos los pensamientos y, por lo tanto, de todo el sufrimiento.
Todo nuestro sufrir viene de un pensamiento.
El yo no existiría si no hubiera mente.
 
 
J/24.M
 
Contando los días que quedan al viernes. Contando los días que quedan para no volver a coger el tren de las siete de la mañana, atestado de tantos otros prófugos trabajadores, adormecidos, que se apelotonan sin distancia, repeliendo el aliento y sudor de cada uno, mientras el día despierta y los vagones mueven la distancia.
Leer. Quiero leer sin prisa. Abrazar mis libros mientras huelo el mar o la tierra de mis campos.
 
“La libertad última es escoger tu actitud.” V. Frankl
 
“Los hay que han nacido cansados”, solía decir mi madre cuando pasábamos las horas tirados en el sillón, con esa vaguería que provocaba el calor del verano.
Suben las escaleras de las estaciones de tren, o caminan, con tal lentitud que más parece ir dormidos. Y suelen ser los más jóvenes. Se levantan de la cama cansados.
Son esos jóvenes que serán los mayores de un futuro. Jóvenes, en muchos casos, desaprovechados y desprovistos de expectativas. Algo que nadie nos arrebata es la actitud, el alma y el espíritu.
Buscar esa actitud serena que camina más allá de la mera tranquilidad del espíritu, del ánimo.
 
Si somos capaces de reflexionar y analizar con objetividad, no creo nos puedan manipular. Quien no analiza ni reflexiona, fácilmente puede ser engañado. Decidamos.
 
Cómo se van sintiendo, estas mañanas pasajeras que se acercan a ese agosto y predicen unos días menos cansinos.
 
La vanidad, ese pecado que nos acompaña a todos como el orgullo menor. Un orgullo devaluado pero tendente a crecer si no lo frenamos. 
Ser vanidoso. ¿Quien no lo es?
Si no tenemos orgullo al menos nos queda la vanidad. 
 
 
J/26.X
 
Vivir con virtuosismo: moderación, valentía, justicia y prudencia.
Vivir en serenidad. Ser coherente. Relación con el mundo y con uno mismo.
Estoicismo. Práctica de vida. Práctica contemplativa. Budismo.
Reconocer que somos ignorantes y hacernos cargo de ello. Ocuparnos de nosotros y de nuestro entorno.
Renunciar al deseo.
Girarte hacia ti, hacia dentro, viviéndote.
Amplía la filosofía a cada uno de los retos que te aparecen en tu día a día.
Conviértete en una mejor persona trabajándote día a día. Masonería.
Preocúpate por los demás y por la naturaleza.
Desarrollar un buen carácter.
Hay momentos en la vida en los que es mejor no pensar. Uno de ellos es este, cuando estás a punto de coger unos días de descanso. Ya lo pensaré mañana. Hay cosas que es mejor pensarlas en otro momento.
Recuerden esa película, que todos hemos visto más de una vez, en esas tardes de invierno, ‘Lo que el viento se llevó’, cuando llora Scarlett O’Hara (Vivien Leigh) después de que su marido, Rhett Butter (Clark Gable), haya decidido dejarla por imposible. Ella está en la puerta de la casa y a él ya no se le ve a lo lejos. Ella, en vez de salir corriendo tras él, dice: “Ahora no puedo pensar en ello. Me volvería loca si lo hiciera. Ya lo pensaré mañana.”
Mañana. Alegría o tristeza. Mañana.
Tomar un respiro. Gozar, disfrutar, aburrirte.
Ya vendrán tiempos de pensar.


 
 
J/27.J
 
Autoconfianza es creer en ti. Es creer en las habilidades, en tu juicio, en tu capacidad para afrontar y enfrentarte a esos desafíos que la vida te pone en el camino con eficacia.
Es una cualidad. Una cualidad que viene de la experiencia y de la práctica, a través de la superación de obstáculos. También de la práctica de experiencias en positivo que nos van haciendo fuertes.
Cuantas más veces hayamos corrido un maratón, y llegado a la meta, más confianza generaremos en nosotros.
Autoconfianza. Autoestima. Autoeficacia. Autoaceptación.
Decidir conscientemente.
Afrontar y superar nuestros miedos.
Asumir responsabilidades.
Ser ambiciosos.
 
Esa puede ser la fuente de tu infelicidad: tu falta de contacto con lo que eres y lo que te vuelve único. El primer paso a la maestría siempre es interno: saber quién eres y recuperar esa fuerza innata. Una vez resuelto esto, hallarás tu profesión y todo lo demás se aclarará.”Robert Greene
 
 
J/28.V
 
Me enfrento a este último día del curso, último día de trabajo, con un cansancio que no puede ser mayor. Sueño acumulado y una especie de abatimiento que me preocupa.
Debo entregarme al descanso como una obligación, como el que se entrega a recuperar toda su vida.
Ayer, tras una reunión intensa, de esas en las que los errores y fracasos se convierten en un referente vital, que te recuerdan que las cosas que no se piensan, normalmente no salen porque no se hacen bien, hablaba con un socio, algo menor que yo, y me decía que cada año está más cansado. Éste, en particular, no levanta de la cama antes de las ocho. Y está cansado.
El cansancio para cada uno, como en todo, es el suyo.
 
Trocha. Es el sendero que hacen los animales al pasar por el mismo lugar una y otra vez en su ir y venir.
También sería el sendero, camino o calle que abren las personas a su paso.
Atrochar es andar por las trochas para atajar.
 
Nunca me ha gustado esperar. Ni siquiera cuando lo que espero me genera alegría.
 
Llegada a Minaya. Puede decirse que damos por inauguradas las vacaciones.
Contento, pero raro. Esa sensación de inicio, de cambio, de no saber muy bien como desconectaré o si podré hacerlo. Poco a poco. Ha habido años en los que he tardado tanto en encontrar la desconexión que sin darme cuenta se me han pasado las vacaciones.
Mañana comida de amigos, por aquí.
El domingo temprano pasamos a ese otro rincón nuestro, mediterráneo. No es igual, no es lo mismo, pero es.
Respirar el aire del mar, meditar mientras el sonido de las olas nos envuelve, dejar la mente ir, que deambule a sus anchas, sin control. Caminar sobre la arena, contemplar el amanecer. El olor a sal. Un chute de paz y vitalidad que compensa el desequilibrio del resto del año.
 
 
J/29.S
 
He despertado pronto, con la luz. Entraba un olor a ajos que me ha recordado que estaba dormido en mi casa de Minaya. Recolección. Recolocación mental.
La planta del ajo es herbácea, perenne. Las hojas son basales, envuelven el tallo largo quedando como una especie de cilindro. Lo que utilizamos es la cabeza o el bulbo envuelto también en unas finas hojas que lo protegen.
Cada bulbo tiene de 6 a 14 dientes apretados entre ellos.
Por esta zona, Las Pedroñeras, Provencio y Minaya, se cultivan muchos de los ajos que se consumen en España. Y de vez en cuando, depende la época, pues huele a ajo.
El ajo es fácil de plantar y mantener. Digamos que sus propiedades y beneficios para nuestra salud son muy numerosos. Yo lo utilizo mucho y suelo comerlo en prácticamente todas su variedades. Como más me gusta es frito, el ajo negro, y en vinagre como encurtido. Lo peor, digámoslo así, es el sabor y aliento que te deja en la boca. ¿Pero? Pero.
 
“No te tomes la vida tan en serio. Eres solo  un mono con un plan.” Naval Ravikant
 
La verdad habita en el interior de uno mismo. Por eso, en ocasiones, decimos las cosas como nos salen del mismísimo estómago. Sin pensar.
Crear. En la creación siempre hay parte de nosotros porque creamos donde antes no había nada. Crear no es hacer. Ni hacer es crear.
Puedo hacer durante toda una vida y darte cuenta que el vacío lo ocupa todo. No has creado nada.
 
Los caminos manchegos, los caminos de mi pueblo, en especial el camino que va a la estación, tienen una especie de magia para mi. El paraje no es especialmente bello, depende para quién. Creo que es el haberlo recorrido tantas veces, desde chico, en bici, corriendo, caminando, pensando, llorando, soñando. A lo lejos el silo; a la vuelta la torre de la iglesia. A los lados las siembras. En otoño, primavera, invierno o verano. Es como habitar la vida, mientras se pierde cuando no estoy aquí.
 
Todavía revolotea, no lejos de mi, una avispa que parece queda en el despiste del día.
Sensación de Alegría. ¿Qué es la alegría? Tal vez Ser.
 
 
J/30.D
 
En este preciso instante que escribo, veo y escucho el mar. Estoy sentado en mi silla de siempre, metro más metro menos, el lugar donde desde hace veintidos años, los que tiene A, por estas fechas me llenan los pies de arena.
Escucho música. Hace rato que he dejado ese primer libro, que entre otros, me acompañará este agosto y que he comenzado hoy: ‘Tan difícil como raro’, de Juan Vila.
Maniático y programado. Salimos de Minaya poco después de las ocho de la mañana. Mi única intención era llegar a una hora que me permitiera limpiar la casa a fondo, antes de la comida. Así ha sido. Tengo tal paliza en el cuerpo que estar aquí, ahora, hace todavía más placentero el momento.
He metido los pies en este mediterráneo cálido, agradable, agradecido. Le he dado la espalda y he mirado hacia el pueblo. Tengo, soy, vivo. ¿Sé disfrutarlo? Casi respondería, en automático, que no.Me cuesta desconectar de todo este mundo mío.
Aquí, mirando el mar. Allí, ayer, mirando el infinito del campo.
¿Un privilegio? Tan único como que no es apto para muchos. Algo no habremos hecho tan mal.
 
Transformar tu mente simplemente es cambiar la lente con la que miras el mundo, no cambiar el mundo que ves.
 
Escribir es muy difícil, exige mucho. Escribir mal es más fácil, lo hacemos muchos y así, cuando morimos, lo hacemos sin molestar, nadie nos habrá leído y simplemente dejamos nuestra mierda en un montón de cuadernos que no darán para mucho más que una triste fogata. Y ahí se consumirán, por fin, nuestras miserias.

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