Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 24
F/6.L
Despertar, comenzar el día, y que alguien te diga que le importas es, posiblemente, la mejor manera de hacerlo, suficiente para que todo lo demás ya no importe.
Es cierto que al hacerlo, no hablar, no llevar la contraria, todo irá como una seda, te tendrán incluso en cuenta.
Es importante la cintura, pero a mí me supone un esfuerzo tal que me provoca unas tensiones mentales que no sé si me merecen la pena. Es ser contrario a como soy.
Una cosa es aguantar a alguien por decisión propia y otra por obligación.
Tolerancia, sí; ser gilipollas, pues No.
No soy una persona fácil, lo reconozco. De seguro que también sea insoportable para muchos. Lo que sí tengo muy claro es lo que no soy, autoritario. Ser difícil y además autoritario, es una bomba para los que te rodean o tienen la ‘obligación’ de trabajar contigo. Personas orgullosas y poco flexibles.
No te queda otra que aceptar, no es fácil cambiarlos.
Pero yo ya no estoy para esos trotes. Prefiero la paz que es, cómo no, una alternativa más que honorable, a mi entender, y evitas morir al final del camino.
Aceptar nuestras imperfecciones, no intentar ser perfecto porque nunca lo serás y así encontrarás paz y alegría. Lo imperfecto también puede ser hermoso, único y poético.
No es fácil llegar, ganar, sin arriesgar en tiempo, esfuerzo y dinero. Pocos negocios, u organizaciones, conozco que crezcan sin invertir. Es imposible, por mucho empeño que se le ponga.
Arriesgar lo justo y tratar de conseguir la máxima paz.
En los últimos tiempos solo los que utilizamos el transporte público, o entrábamos a centros o establecimientos sanitarios, debíamos utilizarla.
Desde hoy ya no es obligatorio en el transporte con lo que a no ser que visite el médico o entre en una farmacia, la mascarilla ya no reñirá con mis barbas que vuelven a sentir la libertad y mostrarse sin esas formas raras, atípicas, cóncavas, a las que sometía todas las mañanas y tardes.
Renuncia a tus emociones negativas, en ese momento verás crecer tus emociones positivas.
Esos recursos los hemos acumulado a lo largo de nuestras vidas.
Y no ir a buscarla.” Pilar Adón
El cielo de nubes es como el mar.
Cruzamos el mediterráneo. Las nubes casi han desaparecido. Ahí abajo un azul oscuro, más oscuro que ese cielo que amanece. Todo es inmenso, infinito.
No suelo volar mucho y cuando lo hago pocas veces me toca el asiento de ventanilla. Lo disfruto, lo admiro.
Admirar no deja de ser sentir la vida y aprovecharse de ese instante que nos ofrece, gratuitamente. La belleza, el susurro, un verso, el despertar cada mañana. Todo es poesía si miramos con ojos de emoción, la emoción provocada por la admiración. Admirarse. No dejar de emocionarte.
Desde arriba noto el movimiento del mar, sus ondulaciones. No volamos muy alto pero sí lo hacemos por encima de esos cirrocúmulos. A lo lejos ese azul infinito, mucho más claro.
¿Y si todas las almas de nuestros muertos flotasen por aquí?
Aquello parece un barco. Es diminuto. Navega tan despacio que rápidamente lo pierdo de vista. Qué estupidez, pues claro. La velocidad del avión, desde aquí, es inapreciable.
Aterrizados.
Correr, escribir, incluso caminar, puede ser la mejor terapia para deshacernos de esas preocupaciones que, o no tienen solución o simplemente hay que dejarlas pasar.
El clima aquí ha sido frío, con una humedad de esas que te penetra hasta en los huesos, por mucha ropa que lleves encima. He disfrutado del viaje, del trabajo y he disfrutado de algunas personas que, de otro modo, difícilmente conocería. Los años me han enseñado que realmente cada uno va a lo suyo, a su interés, bienestar y seguridad. Las únicas personas que realmente se preocupan de cómo estás o de lo que te pasa son los verdaderamente tuyos: familia, pareja y esos pocos Amigos que el tiempo te ha dejado.
Vemos más los defectos que nuestros puntos fuertes.
Nuestros puntos fuertes son las mejores palancas para salir de cualquier mal momento.
Experimentar, Paz, alegría y felicidad.
Dejar ir.
Lo doloroso no son los pensamientos o los hechos, pero sí los sentimientos que lo acompañan.
¿Qué tendrá ese silencio en mí, que es capaz de recomponerme el alma y dejarme apto para enfrentar a otra semana de ruido? ¿Qué tendrá la calma, qué la serenidad?
Superar los bloqueos, ganar la partida a esos malos hábitos o vivir en estados emocionales positivos. Ese es el reto y debe ser tu reto.
El coaching, por ejemplo, funciona porque te ayuda a realizar cambios en tu cerebro y, como he dicho, si cambia el cerebro cambiará tu vida.
El coaching estoico, disciplina novedosa, te aporta un fortalecimiento de tus capacidades, que las tienes, siendo capaz, capacitándote, para hacer frente a todas esas adversidades, circunstancias, a las que todos debemos enfrentarnos en el día a día. A diferenciar lo que importa de lo que no importa, lo que está bajo nuestro control y podemos cambiar, de lo que no lo está y es mejor aceptar.
Tener una sensación de seguridad y autodominio, transformarte y encontrar ese equilibrio emocional tan necesario para llevar un día a día sereno.
Coraje, compromiso, actitud, aceptación de la realidad, determinación y caminar hacia delante por mucho que nos quieran entorpecer nuestro recorrido.
¿Qué deseas? ¿Por qué?
¿Cuál es tu intención?
Todo deseo tiene una intención.
La confianza auténtica te la generarás desde dentro, nunca desde las etiquetas o logros externos.
Es un animal pacífico hasta que algún otro, o alguien, intentan invadir su territorio. Entonces lo defiende hasta sus últimas consecuencias. No defiende su propiedad, defiende su raíz, su esencia, su complejo sentimiento de lo natural.
En ese momento es consciente de que allí o muere él o muere el invasor.
“… el hombre feliz vive bien y obra bien, pues a eso se denomina una vida apropiada y una conducta recta.” Aristóteles
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