Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 23

 E/30.L
 
Si damos un sentido al sufrimiento este deja de ser insoportable.
Sufrir nos hace apreciar mejor los momentos agradables.
No existe una vida sin sufrimiento. Somos incapaces de no sufrir. Quien diga lo contrario miente.
Nacemos sufriendo, nacemos llorando.
 
¿Las cosas suceden por algo o para algo?
Piensa siempre en para qué puede ser productiva, enriquecedora, para ti una situación que de primeras es negativa.
Dar un sentido a lo que te pasa, un para qué, unas veces aprenderás y otras incluso disfrutarás.
 
“Más se pierde por la indecisión, que por una decisión equivocada.” Cicerón
 
Haz lo que te toca, sin regañadientes, sin poner mala cara. Concéntrate en tu tarea como si fuese la última.
 
Tomaba un vino y una tapa de queso. Normal. Mientras, mi compañero de trabajo, denominemos así, no paraba de hablar por teléfono e ir de allá para acá, como provocando una conversación de máxima importancia que, a esas horas del día, en la comida, estoy seguro podía esperar.
Pero este tiempo, aunque sean minutos, lo aprovecho. Separar y desconectar un poco de las conversaciones laborales, normalmente ni van ni vienen.
Pensaba, digo, que es muy complicado huir de una sociedad de consumo como la nuestra. Todo es consumo, hasta ese vino con queso que disfruto.
El consumo está reñido con el budismo, pero ahí estoy yo, de consumo en consumo, de vino en queso y de queso en vino.
La palabra consumir viene, como mucho de nuestro español, del latín ‘con sumere’, coger o agarrar todo. La RAE lo define como “usar, disfrutar o servirse de cierta cosa, material o inmaterial, en especial algo que se gasta o por lo que se paga dinero”.
Y digo yo, por casi todo pagamos, con lo que solo gastamos.
Vivimos para consumir.
Si ganamos más, consumimos más; si no ganamos un duro pues consumimos lo mínimo necesario, lo que nos da.
Consumimos cosas necesarias, sí, pero también miles de chorradas que lo único que hacen es darnos placer en el instante.
¿Es un círculo vicioso? No, los viciosos somos nosotros que cuanto más consumimos, tenemos, más queremos tener, consumir.
Y mientras tanto, sin darnos cuenta, nos vamos consumiendo.
“Los valores materialistas no pueden darnos tranquilidad. Así que tenemos que centrarnos en nuestros valores internos, en nuestra verdadera humanidad. Solo así podremos tener paz mental y más paz en nuestro mundo.” Dalai Lama
 
¿Nos acordamos de todos esos refugiados que recibimos en España, debido a la invasión de Rusia al país libre de Ucrania? ¿Se acuerdan? Yo sí lo recuerdo, pero no voy a decir que cada vez menos, sería mentir. Lo recuerdo porque a todos se nos abrían las carnes, se nos partía el corazón ver a esas familias separarse en las vías del tren, o caminar cientos de kilómetros hasta cruzar una frontera, o llorar frente a su casa, su vida, destruida.
Los acogimos. Aprobamos ayudas. Pero ¿sabe alguien cómo están?
¿Saben que no han recibido ni una sola ayuda para vivir con dignidad en España mientras dure el conflicto?
La venta, el postureo político, esta genial.
Hemos de asumir que solo nos importa lo nuestro. Y es verdad, como ellos, los ucranianos, muchos antes se han visto obligados a refugiarse en España, u otros países, porque en el suyo se les cercenaba la vida.
Leo hoy, en El Mundo, el Diccionario del Perro por Josean Blanco: “refugiado, da. Adj. y s. Molesta persona que, con su insistencia en buscar un lugar seguro para vivir, nos recuerda la fragilidad de nuestra existencia”
A mí me recuerda un magnífico libro que leí hace tiempo sobre nuestra fobia a los pobres… 'Aporofobia, el rechazo al pobre: un desafío para la sociedad democrática', de Adela Cortina.
Sigo enganchado a esa valentía, a ese coraje estoico de mujeres y hombres que siguen allí unos, combatiendo con el frío en el cuerpo, bajo el fuego de las bombas, en oscuridad. Una capacidad de resistencia extraordinaria, épica.
No sé qué ocurriría aquí. Qué haría yo. Nosotros que vivimos entre algodones y que no defendemos ni la bandera que nos envuelve como españoles.
 
 
 
E/31.M
 
Existe una relación directa entre el budismo, el coaching y el estoicismo: son medios, herramientas, para que las personas encontremos nuestro camino, así como soluciones a esos problemas que aparecen en nuestras vidas.
Budismo y estoicismo es práctica y experiencia. Somos nosotros, en nuestro entorno, en nuestro interior, los que tenemos el poder de cambiar, dirigir, decidir, errar, caer, levantar, aprender y Despertar.
Sin duda Buda, como aquellos filósofos, Sócrates, Aristóteles y luego los estoicos Epicteto, Séneca o Marco Aurelio, los mejores coach que hayan existido.
El coach ayuda a reflexionar, a reconocerte, a preguntarte, a ser consciente de tus hábitos y creencias. El coach te enfrenta a tus limitaciones, a tus pensamientos perversos, a tus emocione y miedos.
Partiendo de esto, nos abrimos a nuevos caminos, elegimos, decidimos.
 
“No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.” San Pablo en Romanos 7:19
 
Todos moriremos algún día. Ojalá y sea lo más tarde posible pero, en sí, nada va a importar. Así que haz cada día que tengas de vida algo positivo, diviértete, ríete, haz feliz a esas personas que quieres. Aprecia cada momento que se te ofrece. Haz bien tu trabajo y valora el privilegio de tenerlo.
 
No podemos culpar al mundo exterior de lo que nos ocurre. El mundo exterior es el reflejo de nuestro interior.
Si nos sentimos víctimas es que internamente nosotros mismos nos estamos negando a ser lo que realmente somos y culpamos a los demás de esta negación nuestra.
Culpamos al mundo de nuestros pesares, de todo lo que nos ocurre.
La pregunta no es ¿por qué la vida me trata así? La pregunta es ¿qué estoy haciendo para que la vida me trate así?
 
La experiencia se genera por las creencias que tenemos.
 
Primero hay que ser, para luego hacer.
 
Templa y calma. Todo lo que no calmas tiene posibilidades de errar y sentarte mal.
Si tienes que mostrar un perfil bajo a aquellos que viven del ego narcisista, bájalo. No creas que pierdes, ganas. Siempre desde la calma y en calma. Gana tiempo porque el tiempo te hará ganar la batalla.
 
 
F/1.X
 
Cuando escribo, no recuerdo que alguien, algún día, pudiera leer estos cuadernos. Pensar en eso mediatizaría mis palabras. Lo convertiría en ficción cuando de lo que se trata es de todo lo contrario. Se trata de dejar ir. Naturalidad. Se trata de que he comenzado el mes con una especie de ansiedad que sé qué lo provoca, que el día parece se ilumina unos minutos antes, que anochece un tiempo después, alargándonos la luz, que la pareja que toma café a mi lado, que no sé si son compañeros de trabajo o pareja, no se dirige la palabra, como todos los días, y más allá de mirar de vez en cuando la pantalla de sus móviles, giran la cabeza para mirarme, con extrañeza, por estar escribiendo en un cuaderno verde a estas horas de la mañana. De seguro que al marchar, se dirigirán esas dos palabras que no se han dicho el tiempo que han estado sentados aquí, para comentar lo del tipo ese que se sienta todos los días en la esquina, de barba prácticamente valleinclanesca, que saca su cuaderno y boli de la mochila y echa un rato, hasta que marcha, rellenando las líneas de unas hojas con palabras poco legibles.
 
Celebremos la vida con sensatez, porque la vida es una fiesta con fin, termina.
La vida tiene un inicio y un fin, entre medias todos tenemos millones de oportunidades para Ser, crecer, llorar, reír, acertar o equivocarnos, cambiar el camino cuando lo creamos. Disfrutar de lo mucho bello que nos rodea. No dejar de mirar y ver, no perder el tiempo.
 
No te disgustes. ¿Por qué? No es provechoso estar disgustado, podría interpretarse como una debilidad.
 
“La fortaleza es la capacidad para controlarse: ser la persona que nunca se enfada, que no se trastorna, porque controla sus pasiones. Sus pasiones no la controlan.” Ryan Holiday
 
 
F/2.J
 
Si analizamos lo que nos ocurre en la vida, si atendemos a los mensajes que nos vienen del exterior, comprobamos que en realidad es nuestra mente la que interpreta de una manera u otra.
Nuestra mente inventa o fabrica lo que traduce el pensamiento.
Nuestros pensamientos son imágenes fabricadas por nosotros.
 
 
F/3.V
 
Lo que me preocupa me desocupa, no me permite avanzar.
 
“La preocupación aparenta ser necesaria, pero no sirve a ningún propósito útil.” Eckart Tolle
 
Siempre podemos ver el mundo de otra manera.
Si interpretamos la vida desde un punto de vista de víctima, atraeremos experiencias que nos justifiquen como víctimas y culparemos a los demás de nuestras desgracias.
Si en el día a día caminamos con amor, en positivo, ese amor florecerá alrededor.
 
Hay un ejemplar de líder que es el que llega de rebote y cree que ha llegado por sus cualidades. Es el más peligroso, su ego supera al de cualquier otro mediocre. Ostenta el poder con ignorancia pero con un sentido de la autoridad acomplejada.
 
 
F/4.S
 
Día luminoso.
 
He despertado pensando en el amigo T. De hecho, mi primer pensamiento del día se lo he dedicado a él, pero de alguna manera también podría dedicármelo a mí, o a ti: si sabemos, si llegamos a ser conscientes de que nos hemos equivocado de camino, solo depende de nosotros parar, reflexionar y tomar otra dirección más adecuada. Cada día que tenemos, también es una nueva oportunidad que se nos ofrece. La vida nos da el poder del cambio, lo demás, decidir, depende solo de nosotros.
Sabemos lo que tenemos que hacer, pero no lo hacemos.
De nuestro comportamiento, siempre se derivan consecuencias.
 
Nuestro mundo es muy diferente a aquel que vivieron mis colegas Platón, Zenón, Séneca, Aristóteles, Epicteto, Marco Aurelio o tantos otros grandes.
¿Los has leído? Sus escritos son sabias respuestas al sufrimiento, preocupaciones, tribulaciones de nuestro presente.
Siglos después seguimos luchando contra los mismos desafíos.
Tranquilidad, virtud, serenidad y mente como refugio.
 
“Hablaré a su debido tiempo, no a destiempo. Hablaré de verdad, sin falsear. Hablaré suavemente y no con palabras duras. Hablaré con intención positiva y no negativa. Hablaré amablemente sin enfadarme.”
Este bello texto forma parte del libro Vinaya Pitaya, que es un marco de comportamiento de la vida monástica, en el que se describen formas y reglas de cómo desenvolverse no solo en el monasterio sino en la vida en general.
Son enseñanzas de Buda que se aplican no solo a monjes y monjas sino también a los laicos.
Todos entendemos que del cómo hablamos, de nuestras palabras, influye en el ánimo o sentimientos de aquellos con los que nos relacionamos o hablamos.
Cada uno tiene una manera de hablar. Nosotros mismos, sin darnos cuenta, hay ocasiones que lo hacemos de una forma hiriente o ruda, causando incomodidad o malestar en el otro.
Seamos conscientes de nuestras palabras, del tono que utilizamos.
 
De vez en cuando es bueno hacer una parada y pensar hacia dónde nos dirigimos. Más que nada por si hubiese que corregir el rumbo.
 
He concluido en esta mañana, el libro de Emmanuel Carrère, ‘Yoga’. Es el primer libro que leo de este autor, tan aplaudido como criticado, que recibió no hace mucho el Premio Princesa de Asturias de las Letras, y al que le tenía ganas.
Un libro brutal. Quien no guste de la autoficción es mejor que continúe con sus novelas que de seguro la hay y buenas. Este es un libro de la vida real, la de este hombre que, con un estilo nada artificial, nos hace partícipes de hechos y etapas de su vida, pensamientos, frustraciones, miserias y miedos. Genial.
Lo he leído a sobos, ya he contado por aquí mi costumbre de leer varios libros a la vez, y lo he disfrutado en cada trago. De hecho, me he ido atrapando página a página desde el inicio en su retiro de Yoga, pasando por la desgarradora etapa de depresión, hospitalización incluida o sus viajes periodísticos.
No es un libro sobre el yoga, aunque el autor nos habla de yoga, que practica, y de sus diferentes definiciones y consejos sobre esta disciplina.
‘Yoga’ es un libro reflexivo, duro. Un libro sobre la vida, su vida.
A no todos les gusta escribir sobre sí mismos, prefieren inventarse vidas.
 
¿Tiene color el silencio? Si lo tuviera sería azul, como cuando se enciende el cielo en el amanecer tras esa chispa que provoca la bujía haciendo palpitar nuestro corazón en un nuevo día.
Entonces los pájaros gritan enemistándose con la noche, que ha quedado sin luna mientras ruge el sol en el lubrican.
 
 
F/5.D
 
El agua que se estanca, que queda retenida, termina por ser un foco de infección, un criadero de bacterias. Posteriormente es muy difícil sanearla. Por eso, el agua limpia, que corre, que se mueve por los ríos, nunca es la misma, siempre está limpia.
Hay que dejar correr el agua, aclararse, como hay que dejar correr las ideas, cambiar de opinión si fuera necesario, rectificar y dejar que los que te rodean propongan sus ideas, también, para así generar más riqueza en el proyecto.
De ahí la diferencia fundamental entre esos líderes egocéntricos que creen que todo lo saben y difícilmente cambian de opinión, aunque la suya no sea la que mejor conviene al interés común, porque se mueven en la ambición personalista. No dejan que el agua corra.
 
“Destruirse. V. prnl. Ambicionarlo todo.” Rodrigo Cortés. Verbolario.
 
Primero hacer y luego contar, regla de un buen líder.
Contar y luego olvidar hacer, dícese el líder vende humos.
 
Escribe hoy, Manuel Vicent, una brillante y acertada columna en la contra de El País: ‘El vigilante’, titula.
“Lo primero que debe saber un político, un líder de opinión, un empresario, un artista es que hay alguien que te vigila, que conoce tus puntos flacos, tus caídas, los errores que has cometido, lo que has dicho o escrito, incluso aquello tan humillante, que siempre has tratado de ocultar. Ese vigilante lo sabe todo de ti y guarda tu secreto con una labor de insecto en un cajón por si un día le puede servir para anularte.”
Los que hemos pasado por ambientes o círculos donde el poder se compra a base de peloteo o de acuchillar al otro, como el mundo de la empresa o la política, conocemos de la realidad de estas frases, sibilinamente bien armadas, del artículo en cuestión.
La ruindad del alma humana, el egocentrismo de algunos y la mediocridad de otros provocan que a veces lo que debe ser un proyecto común se convierta en un campo de batalla.
El tiempo, la edad, provoca, finalmente, que todos guardemos una carta en la manga. Por si acaso.
 
“La debilidad es lo último que el hombre confiesa, por lo mismo que es lo primero que tiene.” Concepción Arenal
 
Coraje. Del fran.ant. corages. 1. m. Impetuosa decisión y esfuerzo del ánimovalor. 2m. Irritaciónira.
Coraje: nombre masculino
1. Valor, decisión y apasionamiento con se acomete una acción, especialmente con que se acomete al enemigo o se afronta un peligro o una dificultad.
2. Rabia, enfado o disgusto, especialmente el que causa no haber podido evitar una situación o suceso adversos.
 
Me gusta la definición del coraje que nos da, Ryan Holiday, filósofo del siglo XXI, y nos dice que hay 4 elementos que definen la virtud de una persona: el coraje, la templanza, la justicia y la sabiduría. Elementos que funcionan como los puntos cardinales siendo la clave de “una vida de honor, de gloria, de excelencia en todos los sentidos”.
Como dice Holiday, es difícil escapar a los dilemas, por lo que tenemos que decidir cómo actuar: «¿Seremos egoístas o desinteresados? ¿Valientes o temerosos? ¿Fuertes o débiles? ¿Sabios o tontos? ¿Adquiriremos una buena costumbre o una mala? ¿El coraje o la cobardía? ¿La felicidad o la ignorancia o el reto de una nueva idea? ¿Seguir como siempre… o evolucionar? ¿El camino fácil o el correcto?»
La virtud, que no lo dude nadie, está detrás de la innovación y del progreso como sociedad.
«El coraje no es una piedra preciosa», dice Holiday. «No es un diamante, el resultado de un proceso de miles de años. No es petróleo… no ofrece recursos finitos». El coraje es un recurso renovable, accesible para todas las personas, presente desde que nacemos hasta que morimos, en muchísimas pequeñas decisiones. El coraje está en cada uno de nosotros.
Para Holiday, rescatando las ideas del poso de la mejor filosofía desde la antigua Grecia y los mejores pensadores del Imperio Romano: «El coraje es riesgo, sacrificio, compromiso, perseverancia, verdad, determinación (…) cuando haces lo que otros no puedes o no quieren hacer».
Así se forjó la historia, el progreso, las empresas, los mejores inventos que han mejorado la calidad de vida de los seres humanos. Y lo va a seguir haciendo. Detrás de este proceso emocionante están, como dice Holiday —porque es imposible mejorar:
“Personas que se levantaron (o se sentaron)…
Personas que lucharon…
Personas que arriesgaron…
Personas que no se quedaron calladas…
Personas que probaron…
Personas que dominaron sus miedos, actuaron con coraje y, en ocasiones, alcanzaron brevemente ese plano superior de existencia que les permitió entrar en el panteón de los héroes”.

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