Diario de un Estoico. Lo que el viento nos deja. Semana 18
D/26.L
La Navidad nos regala un
día festivo como este lunes.
Desde la ventana veo un cielo azul, iluminado de sol.
En estos días he
descansado la mente bastante. Es como si hubiese dejado junto al camino la
mochila y continuase caminando unos kilómetros, aunque sé que mañana volveré a recogerla. Unos días en
los que la perspectiva se hace diferente en lo que a los problemas se refiere.
Tal vez por eso, entre otras cosas, sea la navidad.
Comenzamos la última
semana del año. Parece mentira. Parece que fue ayer cuando estrenaba el primer
cuaderno de 2022 y escribía con esa ilusión del que inicia una nueva vida que,
al fin y al cabo, es lo que significa iniciar un año nuevo.
Pasar página y abrir el nuevo cuaderno en el que apuntar, descargar, la experiencia de ese camino que comienza con la ilusión de hacer las cosas, mejor de aprender a vivir de nuevo, si fuera necesario, con los errores y virtudes de cada uno que, al fin y al cabo, es nuestro yo.
Suele ser ésta, la última semana del año, una semana de reflexión y análisis, de echar la mirada hacia atrás, una vez, de analizar lo hecho y lo no hecho; de reflexionar sobre los errores cometidos para no volver a cometerlos, aprender y rectificar. De comenzar de nuevo.
¿Estamos más tiempo
muertos que vivos? Qué pregunta, ¿verdad?, para un día como el de hoy. Estamos
más tiempo muertos, es una afirmación.
Tu vida, nuestra vida, es realmente corta con lo que, sabiendo esto, hazla al menos agradable. De ti depende, amigo.
Aprender a hacerse cargo de uno mismo.
Podemos decir que el
budismo es una doctrina del despertar, del conocimiento.
Nace a finales del siglo VI de nuestra era. La palabra ‘budismo’ proviene del verbo sánscrito ‘budh’, saber y despertar. El que sabe, el que ha despertado, es llamado Buddha (Buda).
Este conocimiento se adquiere con la práctica.
El budismo es una filosofía práctica, al igual que el estoicismo.
De nada vale leer, estudiar, si no practicamos.
Sustituye la palabra
‘problema’ por ‘oportunidad’. Si te encuentras delante de ti una barrera, mira
la mejor forma de bordearla o saltarla porque tras de ella puede haber una
nueva senda o camino que te lleve a tu meta.
“Me baso en dos
principios para vivir mi vida. El primero es vivir como si fuese mi último día.
El segundo principio, vivir como si fuese a vivir eternamente.” Osho
He decidido salir a
trotar. No podía dejar pasar este maravilloso sol que el lunes nos ha ofrecido
y, por otro lado, debía comenzar la semana como es debido ya que la pasada la
terminé con no pocos polvorones, turrones y licores en el cuerpo.
He sacado poco más de 10 km y en el recorrido por las calles de mi ciudad (hoy he optado por el asfalto), he ido reflexionando sobre el tiempo bien o mal utilizado, pero sobre todo por el que mal gastamos o perdemos.
Los griegos tenían dos palabras para definir el tiempo: Kronos y Kairos.
Kronos representa el tiempo del reloj, el cronológico, el que se mide en horas, minutos y segundos; Kairos el tiempo de calidad, ese en el que te sumerges en lo que estás haciendo de tal modo que olvidas hasta la hora.
Lo ideal sería que siempre viviésemos el tiempo de calidad, una vida plena, kairos.
Kairos es un momento adecuado, oportuno. Kairos es calidad y Kronos es cantidad.
¿Cuánto tiempo de calidad, Kairos, vivimos?
D/27.M
Despertar con tristeza,
congoja. Sé que son estas fechas de invierno, navideñas. Sé también que tiene
que ver con esas conversaciones poco habituales con el chaval, que ya no lo es
tanto y que a veces te recoloca, desde un punto de vista no exento de error, en
tus egoísmos que por genética, de una u otra manera, también son los suyos.
Son etapas, son ciclos, que vienen, que ocurren y pasan al siguiente.
No dejes que ninguna
situación, ningún problema, te paralice. Es un problema más, de los muchos que
tienes. Antes tuviste muchos otros y de seguro que después vendrán más. Antes
saliste adelante y ahora saldrás.
“Nada es tan importante como tú crees que es cuando estás pensando sobre ello.” Daniel Kahneman
Somos responsables de lo
que sentimos.
Sentimos lo que pensamos. Aprende a pensar diferente.
Desde la ventana veo un cielo azul, iluminado de sol.
Pasar página y abrir el nuevo cuaderno en el que apuntar, descargar, la experiencia de ese camino que comienza con la ilusión de hacer las cosas, mejor de aprender a vivir de nuevo, si fuera necesario, con los errores y virtudes de cada uno que, al fin y al cabo, es nuestro yo.
Suele ser ésta, la última semana del año, una semana de reflexión y análisis, de echar la mirada hacia atrás, una vez, de analizar lo hecho y lo no hecho; de reflexionar sobre los errores cometidos para no volver a cometerlos, aprender y rectificar. De comenzar de nuevo.
Tu vida, nuestra vida, es realmente corta con lo que, sabiendo esto, hazla al menos agradable. De ti depende, amigo.
Aprender a hacerse cargo de uno mismo.
Nace a finales del siglo VI de nuestra era. La palabra ‘budismo’ proviene del verbo sánscrito ‘budh’, saber y despertar. El que sabe, el que ha despertado, es llamado Buddha (Buda).
Este conocimiento se adquiere con la práctica.
El budismo es una filosofía práctica, al igual que el estoicismo.
De nada vale leer, estudiar, si no practicamos.
He sacado poco más de 10 km y en el recorrido por las calles de mi ciudad (hoy he optado por el asfalto), he ido reflexionando sobre el tiempo bien o mal utilizado, pero sobre todo por el que mal gastamos o perdemos.
Los griegos tenían dos palabras para definir el tiempo: Kronos y Kairos.
Kronos representa el tiempo del reloj, el cronológico, el que se mide en horas, minutos y segundos; Kairos el tiempo de calidad, ese en el que te sumerges en lo que estás haciendo de tal modo que olvidas hasta la hora.
Lo ideal sería que siempre viviésemos el tiempo de calidad, una vida plena, kairos.
Kairos es un momento adecuado, oportuno. Kairos es calidad y Kronos es cantidad.
¿Cuánto tiempo de calidad, Kairos, vivimos?
Son etapas, son ciclos, que vienen, que ocurren y pasan al siguiente.
“Nada es tan importante como tú crees que es cuando estás pensando sobre ello.” Daniel Kahneman
Sentimos lo que pensamos. Aprende a pensar diferente.
Nos tratan de impregnar de positivismo y optimismo, yo el primero que suelto mis homilías llenas de frase en positivo, pero el pesimismo está en nosotros.
Llegamos a casa y cerramos la puerta. Nos acostamos y cerramos los ojos. Entonces nos vienen todos esos miedos por aquellos que queremos o por nosotros. Ahí fuera hay fuego.
Sus respuestas no están en el trabajo, el dinero o la sociedad.
Llegar pronto a casa. Sentarte. Poner música clásica muy bajita. Ese silencio que escapa de lo ajeno, meditar o leer un libro de esos en los que la vida se imagina en el cielo. Es suficiente para poner la mente en blanco, de nuevo, y volver a empezar.
Volver a empezar. Empezar cada día de nuevo. Tener la sensación de olvido pero sin olvidar lo vivido, lo malo y lo bueno, el sentido del Ser por encima de lo meramente existencia.
Terminar para empezar.
Agradecer lo vivido.
¿Cuánto podemos agradecer ahora, hoy?
Estamos vivos. Tenemos un techo bajo el que dormir. Un trabajo. Alimentos. Una familia, pareja y amigos. Gozamos de salud. Tenemos libros para leer, un campo por el que caminar y contemplar el cielo, el sol y las estrellas al anochecer. Tenemos personas que nos sonríen, que nos atienden. La música que escuchaba esta mañana mientras venía a la oficina.
Si piensas en todo esto que puede tener un valor simbólico y no material, pero que es esencial para vivir en gratitud y con un estado de optimismo pleno, no tendrías por qué enfadarte o deprimirte por nada.
Comenzar así el día, con gratitud. Luego vendrá todo lo que tenga que venir. Lo superarás.
Hoy puede ser el último día de tu vida, pero también el primero.
El liderazgo es fundamental, como lo es siempre en cualquier organización.
El líder debe repartir las tareas, debe ser capaz de trocear el objetivo en pequeños hitos a corto plazo y conseguir que cada pieza encaje de tal manera que todo funcione para ir alcanzándolos.
Establecer límites entre lo urgente y lo importante.
Saber decir no y gestionar la urgencia.
Lo urgente tiene prioridad temporal aunque lo importante sea, en efecto, más importante.
D/30.V
No voy a pedir deseos
para el próximo año, me voy a proponer metas.
Una cosa es desear y otra muy distinta es tener un objetivo.
Desear no es hacer. Cuando se desea parece que otros nos lo tienen que dar hecho.
Una meta, un objetivo, un propósito requiere que nos pongamos en marcha, nosotros mismos, que nos comprometamos y responsabilicemos con ello.
Desear es fácil, hacer no lo es tanto.
Un objetivo nos obliga a tener una hoja de ruta, establecer prioridades, ponernos fechas, tirar hacia delante cuando nos venga el desánimo.
Por todo ello, mañana por la noche, en ese último día del año, comprométete contigo, con tus objetivos y comienza a trabajarlos al día siguiente.
No hacen falta grandes retos, pero sí aquellos que merezcan la pena, que tengan sentido, que te levanten cada día ilusionado, con ganas de cumplirlos.
De ti depende el control
de tu mente. Si controlas tu mente controlarás tus pensamientos y sentirás y
actuarás como tú elijas.
El estoicismo, al igual
que el budismo, es una filosofía práctica, una filosofía de vida. Una guía para
vivir bien. Ser mejores personas.
Defiende la Resilencia, el ser capaces de hacer frente a esas situaciones, en ocasiones complicadas, que nos vienen en la vida; el comprenderlas y aceptarlas para así tomar las mejores decisiones y actuar.
Gestionar las emociones. Autocontrol. Cultivar la virtud.
El estoicismo persigue el desarrollo personal a través de 4 virtudes:
Sabiduría. Esa capacidad para enfrentarse a situaciones complejas, elegir bien, de forma práctica y resolutiva. Ver las cosas tal como son. Discernir cuándo y cómo actuar.
Templanza. Autocontrol y moderación, no dejarnos llevar por los impulsos. Trabajar la Resilencia para saber enfrentarnos a las adversidades de la vida. Equilibrio de la mente. Evitar todo aquello que nos afecta negativamente, lo que nos daña y debilita.
Justicia. Tratar a los demás de manera imparcial. Ser ético, humilde. No dejarse llevar por prejuicios. Honestidad y Honradez.
Coraje. Valentía, coraje para encarar los desafíos diarios con claridad e integridad. Coraje ante el dolor, el peligro, el miedo o las dificultades.
La autorrealización es uno de los principales fines del estoicismo.
Una cosa es desear y otra muy distinta es tener un objetivo.
Desear no es hacer. Cuando se desea parece que otros nos lo tienen que dar hecho.
Una meta, un objetivo, un propósito requiere que nos pongamos en marcha, nosotros mismos, que nos comprometamos y responsabilicemos con ello.
Desear es fácil, hacer no lo es tanto.
Un objetivo nos obliga a tener una hoja de ruta, establecer prioridades, ponernos fechas, tirar hacia delante cuando nos venga el desánimo.
Por todo ello, mañana por la noche, en ese último día del año, comprométete contigo, con tus objetivos y comienza a trabajarlos al día siguiente.
No hacen falta grandes retos, pero sí aquellos que merezcan la pena, que tengan sentido, que te levanten cada día ilusionado, con ganas de cumplirlos.
Defiende la Resilencia, el ser capaces de hacer frente a esas situaciones, en ocasiones complicadas, que nos vienen en la vida; el comprenderlas y aceptarlas para así tomar las mejores decisiones y actuar.
Gestionar las emociones. Autocontrol. Cultivar la virtud.
El estoicismo persigue el desarrollo personal a través de 4 virtudes:
Sabiduría. Esa capacidad para enfrentarse a situaciones complejas, elegir bien, de forma práctica y resolutiva. Ver las cosas tal como son. Discernir cuándo y cómo actuar.
Templanza. Autocontrol y moderación, no dejarnos llevar por los impulsos. Trabajar la Resilencia para saber enfrentarnos a las adversidades de la vida. Equilibrio de la mente. Evitar todo aquello que nos afecta negativamente, lo que nos daña y debilita.
Justicia. Tratar a los demás de manera imparcial. Ser ético, humilde. No dejarse llevar por prejuicios. Honestidad y Honradez.
Coraje. Valentía, coraje para encarar los desafíos diarios con claridad e integridad. Coraje ante el dolor, el peligro, el miedo o las dificultades.
La autorrealización es uno de los principales fines del estoicismo.
E/1.D
Ayer era pasado, era otro año y sin parecerlo, sin haber cumplido los años, parece que ya somos un poco más viejos.
Comenzaré a escribirlo. Llenaré sus páginas de vida, de mi vida, de estupideces, de mis estupideces, de pensamientos que se repiten y que algún día me harán recordar el que fui.
Hoy parece que las palabras caen desteñidas entre las líneas. Les cuesta quedarse aquí atrapadas y prefieren vagar en los arrabales de mi mente. Esa es la libertad, el pensar y el meditar sobre uno mismo y dibujar así el inicio del día y del año.
He tenido suerte, doblemente suerte, diré. Aquí estaba, descansando entre otros. No he tenido más que agarrarlo fuerte y reposarlo, olerlo, acariciarlo como cuando acaricio a Kika.
‘Vidas Escritas’ se compone de pequeñas biografías de veinte genios de la literatura escritas por otro genio. La edición es de Siruela y contiene fotos de todos los escritores. Lo leí en aquél entonces. Tengo citas subrayadas, como en todos mis libros. Debió de ser en el año 1996 o 1997. Ya hace unos cuantos, tantos que no recordaba el regalo que contiene en la primera página. De puño y letra dice: “Para José Luis Moreno, estos genios mucho más ilustres, pero no más calamitosos que el autor, que de genio, además, nada.” Firmado Javier Marías.
No he podido resistir emocionarme, como de seguro lo hice entonces. Un pequeño tesoro de esos que uno no sabe guarda. Lo que más me ha sorprendido es no recordar dónde lo adquirí y, por tanto, dónde tuve el honor de saludar a esta pluma de la literatura española que hemos perdido recientemente.
Así parece que comienzo el año.
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