Lo que el viento nos deja. Semana 6
O/3.L
Ni soy defensor ni me
gusta el teletrabajo. Mira por dónde hoy me veo obligado, por circunstancias
personales, a ello.
No quiere decir que no haya comenzado la semana, el lunes, con los hábitos habituales. A las 6.30h salía de casa, calzado cómodo, a caminar los kilómetros correspondientes a la mañana.
Amanece mientras tomo café cerca de casa.
Un lunes distinto para una semana distinta.
Me gustaría conocer
el por qué se producen ciertos sueños. Qué nos revuela por la mente, en esas
noches, para que lleguemos a visualizar, como si de una película se tratara,
esas historias. ¿Son películas?
Los miedos, la
mayoría, más allá de protegernos, nos estancan. Limitan nuestra capacidad de
acción.
Vencer el miedo: coraje.
“Son más las cosas
que nos asustan que las que nos dañan. Sufrimos más por la imaginación que por
la realidad”. Séneca
Situación que nos
provoca miedo. Algo que nos genera precaución. ¿Algo a lo que debemos
enfrentarnos? ¿Sí? ¿No? Si es que sí debemos prepararnos para el peor
escenario. Si es que no, vamos a prevenir por un posible mal escenario.
La rigidez de
nuestras creencias, dogmas y certezas dificulta ver la verdadera realidad.
Creemos para olvidarnos de lo que verdaderamente somos.
Lo que somos lo somos independientemente de lo que creamos.
Te conoces por tus pensamientos
pero los demás te conocen por tus acciones.
Haz cada día un poco
de aquello que te acerca a tu objetivo.
¿Qué es un pueblo? Un
pueblo, y cuando digo hablo de pueblo me refiero a los pequeños, a esos menores
de 2.000 habitantes, es como una gran familia.
Todo se sabe, todo se siente. Lo de fuera y lo de dentro del umbral de las puertas de cada casa.
Muchos de los que vivimos en ciudades buscamos ese cambio en lo rural y evidenciamos nuestras necesidades emocionales que solo cuando pisamos la tierra nos llega esa anhelada paz.
Los rurales, en cambio, los pocos, buscan el escape a otros lugares donde el bullicio les rompe la rutina del silencio.
He podido
maravillarme con otro de esos atardeceres que nos regala la naturaleza y yo
recojo como una bendición.
Salí a trotar justo en ese momento en el que el sol nos abandona, por esos campos que algún día, lo sé. Estarán ocupados por ladrillos y asfalto pero que, de momento, podemos disfrutar y vivir.
Una meditación perfecta antes de dormir.
O/4.M
Solo le irá bien al
que actúa.
Si piensas en el futuro, con miedo, prevé el futuro, ese futuro. Si no pasa nada, mejor; si pasa, estás preparado.
¿Cuál es la posibilidad de que ocurra eso que temes? Evalúalo.
Describe qué te da miedo. Analiza los riesgos: evalúa, mitiga.
Dejar de dudar. Dudar
es el puto diablo. No dejes que entre la duda en ti.
Ando estos días algo
torcido, mentalmente. Doy vueltas a demasiadas cosas y vuelvo a preocuparme tal
vez por lo que no debería.
La preocupación nos quita vida y la vida sin vivir vida no es.
Leo mucho sobre esto últimamente. Las inseguridades, el miedo. Las responsabilidades, las desconfianzas. La incertidumbre. Parece que el otoño, con sus colores claro oscuros, se ocupa también de pintar de gris nuestros pensamientos.
No me gustan ciertas cosas.
No me está gustando mucho esa sensación de que todo puede ir a peor. Una sensación o sentimiento que se va impregnando en toda la sociedad y de ahí a todo nuestro ser. Un clima realmente inadecuado para encontrar el positivismo.
Ningún problema
existe por sí solo. Si hay un problema, en relación con este problema hay otros
problemas. Si cogemos uno, lo analizamos y llegamos hasta el final, con
objetividad y sensatez, podemos resolver también, sin duda, todos los
problemas.
O/5.X
Mi mente está
intranquila y mi alma no siente paz.
¿Ansiedad? Intranquilidad.
El dolor humano se hace carne en las arterias coronarias.
El devenir del hombre en la tierra es “corto de días y harto de sinsabores” nos advierte la Biblia, otro de esos libros sabios que me acompañan.
No quiere decir que no haya comenzado la semana, el lunes, con los hábitos habituales. A las 6.30h salía de casa, calzado cómodo, a caminar los kilómetros correspondientes a la mañana.
Amanece mientras tomo café cerca de casa.
Un lunes distinto para una semana distinta.
Vencer el miedo: coraje.
Creemos para olvidarnos de lo que verdaderamente somos.
Lo que somos lo somos independientemente de lo que creamos.
Todo se sabe, todo se siente. Lo de fuera y lo de dentro del umbral de las puertas de cada casa.
Muchos de los que vivimos en ciudades buscamos ese cambio en lo rural y evidenciamos nuestras necesidades emocionales que solo cuando pisamos la tierra nos llega esa anhelada paz.
Los rurales, en cambio, los pocos, buscan el escape a otros lugares donde el bullicio les rompe la rutina del silencio.
Salí a trotar justo en ese momento en el que el sol nos abandona, por esos campos que algún día, lo sé. Estarán ocupados por ladrillos y asfalto pero que, de momento, podemos disfrutar y vivir.
Una meditación perfecta antes de dormir.
Si piensas en el futuro, con miedo, prevé el futuro, ese futuro. Si no pasa nada, mejor; si pasa, estás preparado.
¿Cuál es la posibilidad de que ocurra eso que temes? Evalúalo.
Describe qué te da miedo. Analiza los riesgos: evalúa, mitiga.
La preocupación nos quita vida y la vida sin vivir vida no es.
Leo mucho sobre esto últimamente. Las inseguridades, el miedo. Las responsabilidades, las desconfianzas. La incertidumbre. Parece que el otoño, con sus colores claro oscuros, se ocupa también de pintar de gris nuestros pensamientos.
No me gustan ciertas cosas.
No me está gustando mucho esa sensación de que todo puede ir a peor. Una sensación o sentimiento que se va impregnando en toda la sociedad y de ahí a todo nuestro ser. Un clima realmente inadecuado para encontrar el positivismo.
¿Ansiedad? Intranquilidad.
El dolor humano se hace carne en las arterias coronarias.
El devenir del hombre en la tierra es “corto de días y harto de sinsabores” nos advierte la Biblia, otro de esos libros sabios que me acompañan.
Paz interior y Calma, a pesar de este caos que me envuelve.
La serenidad interior nos permite ver las cosas de manera clara.
Lo externo es difícil de cambiar, casi todo está fuera de nuestro control. Lo único que podemos controlar es lo interno, nuestra mente.
Debes exponerte a riesgos controlados. Riesgos que te ayudan a crecer y vencer tus miedos, pero que no te debiliten para siempre.
Por fin consigo relajar un poco tras una intensa jornada.
Tomo un café en la cafetería del tren mientras miro por la ventanilla el infinito.
Será la segunda vez que lea esta impresionante novela. La primera vez la leí con no más de 13 años. Posiblemente de mis primeras lecturas no obligatorias y adultas. Me la recomendó un compañero de séptimo u octavo, que leía bastante, y en ese ansia mío ya por los libros, compré con la propina y leí.
Tenía ganas de volver. No me defrauda. Es un novelón.
Una detective se interna en un hospital psiquiátrico siguiendo las pistas de un homicidio. ¿Fue ingresada injustamente o en realidad padece un grave y peligroso trastorno psicológico? Una novela emocionante, un testimonio único, un libro para siempre. Alice, investigadora privada, ingresa en un hospital psiquiátrico, a fin de recabar pruebas del caso en el que trabaja. La realidad a la que se enfrentará en su encierro superará sus expectativas. Un mundo desconocido y apasionante se mostrará ante sus ojos. El curso que tomarán los acontecimientos le hará pasar de detective a sospechosa en un juego de pistas tejido con asombrosa maestría. Para escribir este libro, el autor estuvo en un psiquiátrico, simulando una enfermedad mental, conviviendo como un loco más entre los locos, para así conocer mejor la realidad que pretendía describir. Este conocimiento desde dentro impregna toda la obra.
Sinceramente… más que recomendable.
Ahora estrenan la película que veré más adelante.
Intento que esa mente mía deje de pensar y se quede, si es posible, quieta en el silencio.
Tengo la sensación de que se aburren en sus casas y no tienen otra cosa que hacer que ponerse a enredar y romper los momentos de íntima paz de los demás.
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