Nunca llegaré a saber por qué los versos se me caen, cuando despierto con el silencioso tintineo de la lluvia en las tejas viejas. Prefiero no saberlo y seguir escuchando por tiempo.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33