26.04.2020... Día 44: Ya veréis...

Ayer no escribí más que unos versos que quedaron descolgados el viernes (Puedes leer 👉 Día 43: Se abrió la luz por allí...). Dediqué el día, aunque sábado, al trabajo. Esa auto exigencia interna, que termina por hacerme sentir que las horas no son horas si no trabajas.

Parece que comenzamos a no tener esa sensación de colapso, de angustia de días pasados. Los hospitales comienzan a estar algo más despejados, hay camas de UCI libres y no nos bombardean con esas imágenes, brutales, de enfermos hacinados en pasillos de las urgencias. 



👉 Nos entra la prisa por volver a la normalidad y recuperar, cuanto antes, ese estilo de vida nuestro.

Hoy las calles se llenan de chiquillos. No hemos tenido mucho sol, pero esas sonrisas, junto a la de los padres que los acompañan, han inundado de luz la soledad del asfalto.

Una pandemia nos deshumaniza. Yo no había conocido ninguna, como prácticamente ninguno de nosotros, pero estoy comprobando que es así: nos recluye, nos separa no solo de nuestros seres queridos sino también de las gentes, las personas. Nos impide despedirnos de nuestros muertos. Nos hace ver la muerte más cerca; nos enfrenta a ella.

Este virus es imprevisible. No sabemos cómo actúa en cada uno de nosotros. Es un enemigo invisible, traidor, que ataca tanto por la espalda, de lado o de frente, por sorpresa, en situaciones similares con comportamientos distintos.

Nos está restando ilusiones. La incertidumbre se apodera de nosotros porque el cansancio de los días deja que el control de nuestras emociones vaya perdiendo fuerza.

Somos sensibles, pero a la vez nos vamos endureciendo.

Quiero seguir pensando que esto terminará pronto, pero todavía queda tiempo.

Y saldremos a la calle, poco a poco, y será el momento de la responsabilidad. Nuestra vida es nuestra responsabilidad y de nuestra responsabilidad, va a depender la vida de los demás.

Somos de esa generación que no ha sufrido la violencia bélica, nos ha pillado lejos; esa generación que tiene más años de expectativa de vida.

Ahora resulta que tenemos que recluirnos si queremos vivir. Huir de besos y abrazos.

¿Comienza el fin de una forma de vivir en sociedad?

No creo que nuestro mundo vuelva a ser el mismo.

¿Esto nos servirá de algo? De verdad que a veces tengo mis dudas. 

Hoy, por ejemplo, he dudado al comprobar cómo muchos aprovechaban esa medida, para que los niños pudieran disfrutar de un rato de calle, para saltarse, sin precauciones, todos los protocolos establecidos.

Y luego nos quejaremos. Y luego exigiremos.

Ya veréis qué poco vamos a tardar en volver a las costumbres, a la mente consumista y materialista; a olvidarnos del buen hacer, a perseguir esos deseos innecesarios; a la avaricia y el ansia de poder; a querer tener más y más para adquirir y acumular, y no poder vivir porque tenemos que dedicar todo el tiempo en cuidar, para no perder todo lo que tengo.

Ya veréis qué poco tiempo tardaremos en volver a las envidias, a criticar al vecino y olvidarnos que ni siquiera existe.

A no llamar todos los días a nuestros padres, o no tener ni un minuto de nuestro tiempo para jugar con los niños.

Ya veréis qué poco tardaremos, otra vez, a ir por la vida corriendo, sin fijarnos en los pequeños detalles, esos que importan.

A preferir volver al hotel resort, o el apartamento de la playa, que a las humildes casas de pueblo.

Ya veréis qué poco tardamos, en dejar de aplaudir y agradecer a todos los que prestan un servicio público y social haciéndonos la vida más fácil y tranquila.

Qué pronto huimos del silencio y buscamos el ruido.

Ya veréis qué poco tardamos en volver a culpar de nuestros problemas a los demás.

En exigir a otros lo que no nos exigimos nosotros mismos.

Ya veréis qué poco tardamos, en recuperar el colesterol y los malos hábitos. 

Simplemente porque somos así.

No nos gusta reconocer, que pensamos que aquel que tiene menos que nosotros en el banco, o en la cartera, es pobre; reconocer que hay gentes, más de las que pensamos, que trabajan para vivir y no viven para trabajar.

Porque hay unos que acumulan para esa jubilación que ni siquiera saben si les llegará y otros prefieren vivir con menos, como jubilados desde ya, cubriendo sus necesidades básicas y disfrutando del tiempo, de la vida, del Ahora.

👉 Cuánto creen que nos durarán todos estos propósitos que nos estamos haciendo, pensamientos sanos e intenciones de cambiar.

Sí, queremos cambiar muchas cosas, pero somos incapaces de cambiar lo más importante: nosotros.

Vivimos una experiencia, la experiencia, vital para el cambio. Una oportunidad única para comenzar a mirar el presente cara a cara y decirle: "Desde aquí voy a crear mi nuevo futuro".

➡️ Somos nosotros quienes lideramos nuestras vidas; somos nosotros los que somos los únicos responsables de nuestra vida.

Confía en ti.

➡️ La vida es un cúmulo de oportunidades que se agolpan a nuestro alrededor y de cosas por hacer. Depende de nosotros el aprovecharlas o no. No te arrepientas después por no haberlo intentado.

➡️ Tenemos una oportunidad de cambio.

➡️ No vivas esperando ese momento adecuado. Tu momento es ahora.

➡️ Decide asumir las cosas de manera positiva y hacer lo mejor para ti. Mañana puede ser demasiado tarde.

Tal vez, como dice Yuval Noah Harariel verdadero problema no sean los virus sino las personas.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33