14.03.2020... #1DíaMenosCoronavirus: en casa.

Creo que, a día de hoy, todos sabemos lo que es el coronavirus o COVID-19. Una amenaza que algunos, tal vez los más positivos o, por contra, los más incautos, no han visto como tal hasta antes de ayer pero que supone una amenaza seria que se ceba especialmente con las personas mayores y la gente con una salud delicada en general, y que cada vez se extiende más rápidamente siguiendo una progresión exponencial.


Consecuencias de salud física, consecuencias económicas que ya acechan, pero también existen consecuencias emocionales, psicológicas no solo en el comportamiento individual como colectivo y social.

Esta mañana el gobierno de España decreta el Estado de Alarma y se dispone a tomar medidas, entre otras, como el confinamiento de los ciudadanos en sus casas con la excepción de salir a trabajar, comprar o ir al médico.

Realmente es una medida drástica, tal vez tomada tarde pero que, por sus consecuencias, tampoco somos quien para analizar los momentos. Lo cierto es que es la única medida que puede frenar esta situación histórica que estamos viviendo en el mundo entero y, particularmente, en nuestro país y en comunidades como la de Madrid.

Primero fueron los centros educativos, luego los centros de mayores, los eventos, ayer los bares, centros comerciales, terrazas y hoy todo lo demás.
Las calles están vacías. 

Esta mañana salí, como todos los sábados, a comprar los periódicos  a la gasolinera. Tras despertar, prácticamente en un silencio absoluto,  comprobar que bajo un sol hermoso, tan solo algunos paseaban buscando algo de luz en la incertidumbre.

Determinadas circunstancias nos hacen ver, entender, que somos frágiles. Las personas somos frágiles. Corremos de un lado a otro, vamos buscando en lo externo una felicidad totalmente ficticia y momentánea, creemos que todo está bajo control.

Vivimos en el siglo XXI, repletos de tecnología y progreso, tenemos más capacidad de enfrentarnos a los obstáculos y superarlos, pero nuestro reconocimiento de fragilidad nos lleva al pánico.

De la noche a la mañana, sin esperarlo, sin entenderlo, las circunstancias nos han cambiado a todos. Todos somos parte de un obstáculo inesperado, tal vez justo cuando pensábamos que todo estaba bajo nuestro ficticio control.

Esta mañana mi primer pensamiento tenía que ver con una reflexión personal y un llamamiento a la responsabilidad individual. Vivimos momentos en los que cada uno debemos ser líderes de nosotros mismos. Es el momento #liderandoT. Tal vez no podamos controlar cada situación y su resultado, pero podemos controlar como lo manejamos. Depende de cada uno de nosotros.

Todo esto pasará, sé que pasará, pero también nos tiene que servir de algo. Las lecciones o se aprenden a la primera o los suspensos se pagan caros. 

Hace tiempo que vivimos equivocados, todo lo damos por supuesto y nos creemos con derecho a todo. Parece que no nos importa nada, que nada va a pasar. Corremos, vamos con prisa. No nos detenemos. No pensamos, no pensábamos, que todo puede cambiar de un día para otro y vivimos como si fuéramos eternos.

Ahora nos entra el miedo, el pánico. Y es legítimo.  Es algo natural. ¿Quién no tiene miedo? ¿Quién no siente incertidumbre? ¿Quién no tiene familiares en edad avanzada o personas con una salud más débil? El miedo y el pánico es producto de situaciones adversas, pero ni el miedo ni el pánico pueden bloquearnos porque el bloqueo nos paraliza y nos impide caminar. 

Van a ser días, en algunos casos largos, porque a muchos no han sentado el culo en casa en la vida. Somos de costumbres. Días con tiempo hasta para el aburrimiento. Días de reflexión y de pensamiento.

Ahora hay que volver a comer en las casas todos los días, como se hacía antaño, mirando a la cara a los tuyos o aguantando la alegría, el correteo, los ruidos  de los niños.

Ahora se acabaron por un tiempo las cañitas antes de comer o los afterwork antes de llegar a casa por la noche.

Ahora echaremos de menos los pueblos, sus vientos y sus olores a leña cuando les hemos abandonado  hasta la soledad.

Ahora criticamos el exceso de información o las mentiras y bulos que se lanzan en las redes sociales, cuando hemos sido incapaces de estar desconectados del móvil por más de 5 minutos. 

Habíamos perdido la costumbre hasta de lavarnos las manos antes de comer.

Tal vez nos hayamos aprovechado de la naturaleza y la naturaleza ha dicho basta. 

¿Necesitábamos un toque de atención?

Vamos a estar obligados al confinamiento, posiblemente a esa soledad no deseada. Tal vez sea la mejor manera de, además de conseguir vencer esta pandemia, aprender a valorar ese espacio-tiempo donde es posible ejercer la soledad sin miedo y con sentido de la responsabilidad.

Aprovechemos el tiempo

No olvidemos a los nuestros. 

No podemos cambiar las circunstancias, manejemos las circunstancias a nuestro favor.
Debemos repensarnos. Es posible que tengamos tiempo para ello. Saldremos más fuertes porque saldremos con una gran lección aprendida.

Les invito a leer, a escribir.

Les invito a Ser, a reflexionarse, a encontrarse consigo mismo.

Abandonen los móviles más que para comunicarse con los suyos. Lean tan solo las noticias oficiales.

Es momento de que cada uno seamos nuestro propio líder. Comencemos por liderarnos a nosotros mismos. Tenemos una gran oportunidad y juntos, entre todos, con una sociedad unida y fuerte, saldremos adelante.

De otros liderazgos tendremos tiempo para escribir y hablar.

Y, como esta mañana recomendaba...

  • No nos va a pasar nada.
  • Estemos tranquilos en casa.
  • Aprovechemos para hacer esas cosas que tenemos pendientes desde hace tiempo.
  • Leamos poesía, leamos filosofía, leamos novelas. Leamos
  • ¿Por qué no ver esa serie que no veíamos?
  • Adelantar trabajo. Organizar ideas. Proyectar.
  • No leamos exceso de noticias e información externa sobre el tema. Lo justo y oficial.
  • Tomar zumo de limón con agua templada en ayunas. 
  • Tomar mucho té caliente. 
  • Comer bien y en orden. 
  • Ventilar las casa por la mañana. 
  • Buscar momentos de silencio, de calma, de meditación.
  • No trasladar a otros nuestros excesos de preocupación o miedos.
  • La calma es la mejor compañera en estos casos
  • Transmitamos energía y positividad a los que nos rodean.

Mañana más.


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