03.11.2019... Pregúntate!

¿Quién de nosotros no busca la paz y la armonía? Y si las buscamos ¿por qué es? Porque carecemos de ellas. 

Cada día es un experimento de agitación, de irritación, de contradicciones que nos acompañan, de ruido, de sufrimiento. Todo ello no nos lo quedamos nosotros sino que, además, lo vamos compartiendo y haciendo extensible a los demás. Y así conseguimos, como si de un reto se tratara, terminar todos irritados mientras  unos a otros nos vamos irritando más y más.

Escribo esta reflexión tras volver de mis campos, de Minaya. Volver de ese lugar que suele aportar sentido a lo que hago y al que llego siempre totalmente desorientado.


Vivir en paz con nosotros y en paz con los demás parece un reto difícil de cumplir. Lo es.

¿Pero cómo puedo hacerlo? 

Primero tendríamos que conocer la razón básica de nuestra agitación, la causa del sufrimiento que nos acompaña.

Todos, cada uno de nosotros, nos damos cuenta que nos sentimos alterados en cuanto generamos esos pensamientos negativos o contaminantes en nuestra mente. Así no podemos tener paz ni ser capaces de vivir en armonía.

El primer paso para encontrar esa paz es descubrir quienes somos. 

Descubrir quienes somos en realidad es nuestro mayor misterio. Nos asusta.

Si te encuentras mal, si estás en modo negativo, lo que verás en ti normalmente será una mierda. Verás todo lo malo que hay en ti, lo gilipollas que eres, las oportunidades que has perdido. En fin, te verás como una especie de ser miserable y monstruoso.

Por ello, aunque soy consciente de su complicación, cuando vivimos una situación que podría llamarse, o ser, adversa, debemos encender esa pequeña lucecita que todos llevamos dentro y preguntarnos el por qué de ello.

¿Por qué estoy dónde estoy?

¿Qué he hecho para estar dónde estoy?

¿Qué no he hecho y debería haber hecho?

Nuestras respuestas siempre son caminos.

Huimos de hacernos preguntas. Nos aterra saber de nosotros.

No queremos ser responsables, preferimos culpar a los demás de nuestras desgracias, de nuestras situaciones.

No queremos ser líderes de nosotros mismos, preferimos que otros lo hagan por nosotros y así podremos seguir quejándonos.

¿Qué queremos? 
¿Quién somos?
¿Queremos ser o hacer aquello que otros quieres que seamos o hagamos?

Y esto lo dice alguien que con 51 años todavía decide muchas cosas pensando en el qué opinan los demás.

¿Por qué no hacemos, de una puñetera vez, aquello que realmente nos hace felices?

Cuando hacemos cosas que no nos hacen felices, que nos sentimos obligados o forzados a hacerlo, por lo que sea, invertimos demasiada energía y lo único que puede provocarnos esto, entre otras cosas, es que no durmamos bien por las noches.

Sé humilde contigo.
Sé honesto contigo.

¿Qué quieres en tu vida?

¿Qué te frena no llegar ahí?

¿Cuáles son esos valores que te hacen Ser?

¿En los años que te queden, que siempre espero sean los más, qué experiencias quieres vivir?

¿Qué cargas debes ir quitando de tu mochila para seguir tu camino?

¿Qué quieres hacer con tu vida? Hazlo.

Sé muy sincero contigo. No te engañes.

La primera y principal mentira que existe en nuestras vidas es aquella que hacemos con nosotros mismos.
Cuando nos miramos al espejo y vemos que somos una mentira eso nos incomoda.

Cuando otros nos lo dicen o recuerdan, eso nos hace todavía más daño porque es entonces cuando nos damos cuenta de que no somos quienes realmente sabemos podríamos ser o quisiéramos ser.

Somos culpables de nosotros.

Somos fruto de nuestra propia mentira.

Pero nunca es tarde. Nunca, aunque creamos que hemos llegado a una edad en la que ya no hay marcha atrás, es tarde.
Vivir es caminar con tu Verdad. Vivir es no dejarte llevar por los demás y ser honesto, primero, contigo.
Vivir es escuchar tu corazón y taparte los oídos a aquellos que te dicen que no puede ser, que no se puede cambiar, que es imposible. 
Vivir es perseguir aquello que te apasiona sin mirar atrás. 
Vivir es seguir tu camino y no el que llevan los demás.
Dentro de ti están todas las respuestas. Dentro de ti están todas las verdades.

Relájate. Pregúntate. Escúchate. 

Responde. 

No te precipites. No hay ninguna prisa para hacer las cosas bien. Tal vez, hasta ahora, lo mal que lo hayas podido hacer ha sido por correr. 

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 33