16.06.2019... En el campo!

Este fin de semana, que ahora termina, hemos contado con dos eventos que han acaparado los noticiarios: la constitución de los ayuntamientos de España tras las elecciones municipales y la boda de Sergio Ramos, jugador del Real Madrid con la presentadora Pilar Rubio.

La casualidad, o la suerte, ha hecho que, en mi caso, no estuviera invitado a ninguno de los dos eventos. Sinceramente no hubiera sabido a cuál de los dos asistir, en caso de coincidencia pero, digo suerte porque eso ha producido, irremediablemente, que pasara el fin de semana de manera contemplativa, meditativa y reflexiva en mi rincón: Minaya.

De la constitución de los ayuntamientos, de lo visto y de lo que queda por ver, diré -que ya escribiré- que esto ya no es lo que era y, sinceramente, tampoco creo vaya por muy buen camino. La aparición en los últimos años de partidos minúsculos, que surgen de enfrentamientos, rupturas o simplemente protesta ante el sistema, provocan que veamos pactos 'poder por poder', sin base ideológica ni configuración programática, prácticamente en toda la geografía nacional. Es la democracia, sin duda; pagaremos los ciudadanos las contradicciones

Decía Max Weber que "el político opera con la ambición de poder como un medio inevitable. Pero el pecado contra el Espíritu Santo de su profesión comienza cuando esta ambición de poder se convierte en algo que no toma en cuenta las cosas, cuando se convierte en objeto de una pura embriaguez personal, en vez de ponerse al servicio de la causa."

Es lo que tenemos, es lo que los ciudadanos hemos votado. Creo que lo ocurrido en muchos ayuntamientos provocará, sin duda, un alejamiento aun mayor y una desconfianza todavía más alta en organizaciones políticas y sus representantes. Al tiempo.

Y por otro lado la super boda, a ver quién puede más, del flamante jugador de fútbol y la no menos presentadora. Un ejemplo de poderío económico y dispendio. Un escaparate de poder económico frente a una ciudadanía que, en muchos casos, malamente puede llegar a final de mes. Pero es cierto, el que lo tiene lo puede gastar en lo que le da la gana y, además, publicarlo y mostrarlo por todo lo alto. En España solemos ser así: a ver quién tiene más.

Como he dicho, no estaba invitado, ni falta que hace, no hubiera podido pagar ni el cubierto que es algo que, como mínimo, por educación, suelo hacer cuando me invitan a una boda. Así que he pasado mis días, en una necesitada calma, en el campo.


La salida y la puesta de sol, en estas tierras, mientras el silencio se rompe por los primeros cantos, gorjeos, de los pájaros al despertarse o cuando la oscuridad, bendecida por la luna, comienza a hacerse dueña del silencio, pone los pelos de punta. El alma se ilumina en unos instantes casi secretos. Unos instantes de una belleza y magnitud única que están abiertos a todos, en gratuidad universal, pero que pocos valoramos y mucho menos disfrutamos de ello.

Paraíso de lo sencillo. Ahí me olvido de mis penas y miserias. Aquí me siento en Paz.

Siempre nuevo lo que veo; cada vez que me permito parar y contemplar en el silencio de los caminos. Cada día es irrepetible, cada día es único.

Ese sol que deslumbra, rojo, vigoroso que aparece y desaparece en el infinito de estos campos.

La luna que he tenido la suerte de contemplar en todo su esplendor, brillante, mirando la higuera que me acompaña mientras el patio se llena de esas golondrinas que vuelven, como cada año, a bailar entre las ramas del almendro.

Aquí despierto. Despertar es ver tu propio ego porque si seguimos dormidos solo vemos el ego de los demás.

Hemos nacido para ser reales no más o menos perfectos. Hemos nacido para ser nosotros mismos no lo que otros quieres que seamos.

Volvemos al ruido y volvemos a una semana que no será menos intensa que las demás.

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