14.04.2019... Para ser humilde.

Esta semana viajé a Lugo, pasando por Santiago de Compostela y aterrizando en Minaya.

Lugo creo que lo he visitado cada año en los últimos cinco. Una ciudad tranquila, con unas murallas que merece recorrer para sentir esa historia nuestra más de cerca.

Santiago de Compostela es inmenso. Hacía años, bastantes, no lo pisaba. Aproveché un paseo, no mucha gente y una tarde de sol que generó algo más de magia y misticismo.

Cansado pero resuelto de estos días.


He reflexionado en este viaje, debido a alguna conversación, y no dejo de hacerlo habitualmente, sobre la humildad del ser.

Con el tiempo he aprendido que la humildad es la mejor respuesta a las ofensas de aquellos que te buscan. 

La humildad es la no respuesta a las llamadas del consumo y el apego. 

Cierto es que para llegar a esta conclusión siempre hay que pasar por la irresponsabilidad y la imprudencia. Por la soberbia. Todo es una lección. Es fácil hablar de lo que no se ha vivido, pero cuando se vive, lo mejor es enseñar desde la experiencia. 

Para ser humilde hay que saber reconocer los errores cometidos y, para reconocerlo, has debido vivir en el error.

Para ser humilde hay que ver las cosas tal como son, no como quisiéramos que fueran. No todo es luz, pero tampoco oscuridad.

Para ser humilde hay que escuchar y callar. Aprender y admitir. Dar y no recibir.

Para ser humilde debemos aprender a perdonar y perdonarnos.

Para ser humilde debes reconocer tus limitaciones, conocer tus debilidades, vivir tus defectos y, ante todo, no hacer exposición de tus logros y virtudes.

La humildad es, posiblemente, todo aquello de lo que carecemos. 


¿Cómo sería nuestra sociedad si en vez de estar todos pensáramos más en las necesidades de los otros y en cómo ayudarles que en nuestra propia importancia o interés?

No aprende quien no fracasa.

No dice quien primero no calla. 

No muere quien no ha vivido. 

No aconseja quien no ha aprendido. 

No se puede ser maestro sin antes no haber sido aprendiz. 

Todo lo que criticas mañana has de callar. 

Vive, camina, no mires alrededor ni busques la aprobación de nadie. 

Disfruta, siente, anda. 

Dejé de querer para mi.

Que nunca he sido pero se de sobra seré.

Para ser humildes simplemente deberíamos Ser.

Una manera como otra de llegar al final de esta semana bajo el cielo azul de estos campos humildes que me cobijan.

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