06.01.2019 Busquemos el Silencio!

Escribía días atrás, en ese año pasado que si normalmente uno escribe estupideces, cuando no tiene la cabeza dónde debe tenerla y el cuerpo espera el reposo del sentido, lo mejor que se puede hacer es vivir en el silencio y ni siquiera expulsar pensamientos para verterlos en páginas carentes de emociones.


Y eso es lo que he hecho estos días de este año ya comenzado, no escribir nada y tratar de buscar momentos de silencio.

Es el primer domingo del año y el primer día que me acerco a expulsar alguna que otra reflexión.

Decía Borges, sobre el silencio, en estos bellos versos que 
“No digas nada, no preguntes nada.Cuando quieras hablar quédate mudoque un silencio sin fin sea tu mundoy al mismo tiempo tu perfecta espada.”
Bellas palabras, inteligentes, casi místicas, para recordar que el silencio, además de un estado reconstituyente del cuerpo y la mente, puede ser nuestra mayor virtud. Cuántas veces por hablar hemos metido la pata. Cuántas veces hemos dicho lo que no debíamos en el momento menos oportuno. Tal vez por ello, la experiencia y los años me hagan buscar cada vez más ese silencio.

Y no hablo de un silencio apagado. No. Un silencio reconfortante, reflexivo, meditativo. Un silencio que me encuentre.

Para encontrarnos debemos buscar el silencio, llenarnos de luz, de ilusión, de magia y seguir creciendo o, por qué no, comenzar a crecer. No dejar de aprender. Todos tenemos mucho que aportar.

En estos momentos en los que iniciamos un año nuevo, tengo todavía más claro que la mejor forma de ayudar a los demás es ayudándonos nosotros mismos. ¿Cómo ayudó a los demás? Ayudándome a mi mismo.

Soy yo el que me tengo que ayudar, soy yo el que debo cambiar la percepción que tengo de las cosas; soy yo el que debo encontrar mi paz interior.
Todos los defectos que vemos en los demás simplemente son un reflejo de lo que realmente nos ocurre en nuestro interior.
Necesitamos cambiar nuestra forma de mirar, de ver.

¿Y cuándo tenemos paz interior? Cuando nuestros pensamientos dejan de afectarnos y manejarnos.

Uno de los textos que vengo estudiando en los últimos tiempos, además de los filósofos de cabecera o los textos budistas, es Un Curso de Milagros

Un Curso de Milagros es un libro que invita al silencio. No hay otra forma de seguir su camino ya que es un versado camino espiritual.

Un Curso de Milagros nos conduce por el camino en el que cambiamos nuestra percepción de las cosas y poco a poco vamos consiguiendo que aquello que antes nos hacía sufrir durante mucho tiempo, podamos manejarlo y dejarlo ir a su tiempo. Aprender a sufrir menos.

Dejar ir, soltar cualquier emoción o pensamiento que perturbe nuestra paz interior.

Cuando estas en silencio te das cuenta que lo externo cambia si cambia lo interno.

Los impactos emocionales vienen condicionados por nuestro juicio, por cómo interpretamos aquello que nos ocurre, por cómo interpretamos lo externo.

Nosotros elegimos lo bueno y lo malo, lo triste y alegre, lo positivo o negativo. Nada significa nada.

De nosotros depende lo que elijamos.

Buscar la causa de aquello que está evitando que tengamos Paz Interior.

Entra en el Silencio con mayúsculas.

Sostenía el filósofo  Kierkegaard que la necesidad de vivir ensordecido que hemos creado los seres humanos es uno de los síntomas reveladores del miedo. Y decía que, de profesar la medicina, remediaría los males del mundo creando el silencio para el hombre.

Busquemos el silencio.

Si encontramos nuestro silencio seremos más creativos, intuitivos, más creativas y nuestras decisiones serán más acertadas.

La verdadera manera de silenciarnos consiste en parar y escucharse. Escuchar lo que hay en ese momento y dejarlo ir. 

Encuentra tu silencio.

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