07.11.2018... ¿Quién hace tu cama?

Comenzaba el día de hoy, tal vez con un exceso de reflexión, de esa que me provoca la lluvia. 

La lluvia y el cielo gris nos convierten, sin darnos cuenta, en seres extraños. Caminamos como sin mirar, con miedo a que unas menudas gotas nos revuelvan el peinado o mojen esa chaqueta que lucimos hoy. Y así, cabizbajos, decidimos no mirar al cielo. 

Al cielo hay que mirarlo siempre, aunque parezca que la espesura de las nubes no vayan a dejarnos ver nunca ese hermoso sol que se esconde. El sol está ahí, más o menos oculto, pero está cada día.
"Empezar el día decididos a ser felices le pone condiciones a las circunstancias, en vez de ser nosotros condicionados por ellas."Ralph Waldo Emerson

Leía la prensa temprano, cerca de las 8h. Tomaba café en la cafetería de siempre cuando estoy en Madrid, mientras unos y otros corren en el amanecer. Llego prácticamente de noche a ese lugar que me permite un respiro más antes de sumergirme en la vorágine diaria. Y hoy ha sido uno de esos días en los que, como si de un tesoro se tratara, me he encontrado con uno de esos textos que no sólo me ha hecho reflexionar, sino que me lo guardo para utilizar en mis charlas y  dedicárselo a una de esas personas que quiero con orgullo de ser: mi hijo.

El texto es de William H. McRaven. Imagino que la gran mayoría, como yo hasta esta mañana, se preguntarán que quién es este tipo.

William H. McRaven es Almirante de la armada de los Estados Unidos y ha pasado de héroe militar de los Navy Seal a gurú del coaching gracias a un discurso que dio en la Universidad de Texas. 

Imagino que continuamos sin saber el por qué o de quién es este tipo al que yo dedico un pequeño post.

Bien. McRaven era jefe de las Fuerzas Especiales estadounidenses durante la 'Operación Neptune Spear' (Tridente de Neptuno). Fue el responsable de coordinar a los Navy Seal (Team 6) que, junto con la CIA, mataron al terrorista más famoso del mundo, Osama Bin Laden, en un dispositivo del que no se sabe casi nada más de lo que nos han querido contar y que, por supuesto, no deja de tener sombras, como todo aquello que no se cuenta del todo.

Esta mañana, mientras en Velázquez caía esa lluvia que minutos antes me había, agradablemente, mojado y acompañado en mis instantes de gratitud por volver a tener un día en forma de oportunidad, leía el siguiente texto:
"Hacer la cama todas las mañanas supone completar con éxito la primera tarea del día. Ese gesto tan sencillo os dará una pequeña razón para sentiros orgullosos y afrontar la siguiente tarea del día, y la siguiente... Al final del día, esa primera pequeña tarea se habrá convertido en muchas tareas completadas. Hacer la cama es una forma de recordar la importancia de los pequeños detalles de la vida. Si no sois capaces de hacer bien las pequeñas cosas, tampoco seréis capaces de hacer bien las grandes. Por otra parte, si vuestro día ha sido horrible, al menos, cuando volváis a la cama, la encontraréis hecha con la promesa de que mañana será mejor. Si queréis cambiar el mundo, empezad por haceros la cama"
Me ha parecido impresionante. Un párrafo, un texto, que todos y cada uno deberíamos leer y memorizar para que no se nos olvide ni al despertar, ni al terminar el día mientras retiramos esas sábanas para meternos en la cama para reposar.


¿Quién hace tu cama? Muchos, la gran mayoría, hacen la suya. Sin duda, sin saber, tal vez sea el primer reto al que nos enfrentamos nada mas levantar.

Nos hace grandes la gratitud. 

Nos hace conseguir cada uno de nuestros objetivos la constancia, la perseverancia y la disciplina.

Nada nos es un regalo.

Nos dieron la vida. Eso sí es un regalo.

Nos dan una oportunidad cada día de ser mejores y cambiar aquello que vemos no funciona bien en nuestras vidas.

No somos perfectos. No hay nadie perfecto. 

Nos permiten mejorar cada día porque cada día, cuando abrimos los ojos, podemos seguir siendo el que somos o podemos mejorar y cambiar.

No vale el lamento ni la queja.

Somos responsables de nuestros actos. Tenemos una responsabilidad para con nosotros: cumplir con ser cada día mejor y cumplir con cada una de las tareas que tenemos encomendadas para así no solo llegar a esa meta que nos hemos establecido sino que, también, crear una sociedad mejor para todos.

Sería muy difícil ver en nuestro país, España, en una universidad o en un evento, a cualquiera de esos militares vocacionales, de carrera, formados en las más exigentes academias, tras pasar por las más exigentes pruebas y prestar un servicio en la defensa de los valores esenciales de un país y sus ciudadanos, ser aplaudido y seguido por tantos. 

Estoy seguro que muchos de ellos son y serían ejemplo para muchos jóvenes. Pero tenemos el país que tenemos. Nos avergüenza lo nuestro. Renunciamos, nos sonamos los mocos (algún soplagaitas) en nuestra bandera, cuanto ni más ver a un ciudadano vestido con el uniforme militar, profesional, de su país dando un discurso de motivación a jóvenes estudiantes.

Siento envidia de ver a una persona condecorada por defender los valores de su país, delante de su bandera, sin complejos, motivando a los jóvenes que sin duda serán la generación que lideren esa nación. Es una envidia sana. 

Es posible que el escribir esta reseña me genere críticas. Bien, pues nada, otra más a la colección. 

¿La diferencia? Que así nos va...

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