14.10.2018... Reflexionando en el Camino...
Ya en Madrid, de vuelta de haber disfrutado, entre libros y textos, de un par de días respirando de esa momentánea paz.
Es curioso que, para alguien que no es hablador, como es mi caso, los viajes en coche constituyen el tiempo y el espacio perfectos para llenar la mente de ideas, pensamientos y reflexiones, mientras ves la vida pasar en esa gran pantalla de cristal.
Entre muchas cosas, pensaba hoy que nuestro gran problema, mi gran problema, es que tengo momentos en los que no creo en mi. Analizando esto, me doy cuenta que el gran problema que tenemos la mayoría de los ciudadanos, de las personas, es que no creemos en nosotros, en nuestras posibilidades, en nuestro poder.
Y ¿qué pasa cuando lo creemos en nosotros? Que no crecemos.
Todo deviene de un problema de constancia y disciplina. De poner en valor nuestros valores aunque los creamos embarrados por el devenir de la vida.
Todo depende de lo que queremos ser y de lo que pensamos.
La persistencia es uno de los factores del éxito en la vida. No rendirse a la primera de cambio.
Y la disciplina, para lo que sea, es la pareja perfecta de la persistencia. La disciplina es hacer por nosotros mismos sin que nos digan otros lo que debemos hacer.
No existe la suerte, existe el esfuerzo constante y organizado.
Pensamos demasiado para lo poco que hacemos.
Complicamos demasiado las cosas para lo fáciles que son.
Vivimos demasiado deprisa para llegar a darnos cuenta de la belleza de la vida.
Buscamos demasiado lejos lo que tenemos cerca.
Queremos acumular para no llevarnos nada. Y por el camino nos dejamos la vida entre sonrojos y absurdos días.
Leía hoy cómo algunos deciden dedicar su vida a dar a los demás. Otros conforman su existencia a la vida lenta y sin avaricias.
Ese del pueblo termina por vivir con unos euros que le permiten dos botellines en el bar los fines de semana y sus caminatas por el campo hasta una huerta que siembra y mima diariamente.
Yo, en cambio, me meto en cada charco que encuentro, y el día que parece no tengo ningún problema aparente, pues voy y lo busco.
Pero es que conozco a muchos como yo. O tal vez es que mis creencias radican en eso y parece que si no hago otra cosa es que esta mal lo que hago.
¿Pero y nuestra felicidad? ¿Dónde está? Porque eso de que ‘yo soy feliz así’ es relativo. Es relativo porque tampoco haces otra cosa; no haces lo que te apetecería hacer por miedo al qué dirán.
¿Qué dirán? ¿Y que 'coño' importa lo que digan?
Lo cierto es que uno no suele solidarizarse con los demás hasta que a él mismo no le toca vivir como ellos. Y es entonces cuando comienzas a darte cuenta que tu felicidad, por ejemplo, no tiene que ver nada con el tener, tiene que ver con el Ser. El Ser tu. Tú mismo.
Debemos desterrar esos diálogos negativos de nuestra mente. No escuches esas voces que te critican, te paralizan, te intoxican y quieren hundirte.
Si mejoras tu vida podrás mejorar, sin duda alguna, la vida de aquellos que te rodean.
Dedícate a dar y no a quitar.
Decidimos siempre en base a nuestras creencias y por ello, si nuestras creencias están equivocadas, está claro que decidimos mal.
Las creencias son ilusiones que nosotros mismos vamos construyendo.
Un personaje del libro Guerra y Paz del gran Tolstoi, anotaba en su cuaderno, en una mañana de primavera, que "para ser feliz hay que creer en la posibilidad de ser feliz".
Y nada más por hoy... eso sí, un pedazo tema de Funambulista, 'Esa Luz', descubierto en un instante lleno de poesía...
Impresionante canción y vídeo...
Impresionante canción y vídeo...
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