27.08.2018... Reflexiones desde la arena II.

En estos días de orden desordenado, de caminos de arena que parecen fáciles pero en los que al hundir tus pies llegas a darte cuenta que nada es tan fácil como parece, me encuentro con reflexiones que no pensaba ni que las haría a estas alturas de la vida.

Se pasan los días y aquello que creías no es y aquello que no lo creías es lo que es.


No pensaba leer mucho la prensa pero, aunque solo sea de pasada, para no perder el hilo, de reojo, leo algunas noticias de esas que no dejan de sorprender.

Y repito pues que a estas alturas del verano, de verdad y sinceramente, me la trae al pairo dónde esté enterrado Franco, la Dolores Ibárruri, Carrillo o Primo de Rivera. Me da tan igual que solo entiendo que aquél que remueve las tierras, o las tripas, de unos y otros, lo hace por falta de iniciativas, ideas, ganas y proyecto para resolver las verdaderas preocupaciones que podemos tener los ciudadanos. 

Hablando de liderazgo: ausencia del mismo y falta de miras para llegar a tenerlo en alguna ocasión. 

Cuando te regalan algo, lo que sea, y más si es poder, tiendes a despreciarlo y desperdiciar la oportunidad de hacer historia. Vivimos en un país con historia, nos guste más o menos o nos gusten unas menos que más.

Tengo grandes amigos en el socialismo español, algunos con responsabilidades regionales, bregados en la arena y el barro, en la política local, para llegar donde están. No entro en ideas, entro en personas con ganas, con sed de política como servicio. También los tengo en la efímera Izquierda Unida o la antigua Convergencia.

Con todos comparto momentos entrañables de tertulia política, de todos aprendo y a todos respeto como ellos lo hacen conmigo. Dicen que las ideas se suavizan con una copa de buen vino y unos tacos de queso. A partir de ahí todo son abrazos.

Todos ellos coinciden que para ir primero tienes que saber a dónde ir. Si para caminar tienes que ir levantando una polvareda, terminarás por perder la dirección.

Más allá de las ideas políticas, que todas son igualmente respetables, hay por ahí personas fantásticas, de categoría y de alto valor; pero luego hay otros que van en plan malote por la vida, que dejan mucho que desear. Y de estos los hay tanto en un lado como en otro, como en un sitio como en otro.

Creo que hace cerca de 44 años falleció este hombre, Francisco Franco. Contaba entonces yo con 6. Creo que jamas había escuchado más su nombre que ahora.

Junto a él, en ese lugar denominado Valle de los Caídos, está también enterrado uno de esos personajes históricos que siempre me ha causado cierta curiosidad: José Antonio Primo de Rivera. Joven, asesinado, fusilado, por el lado contrario y parece, o dicen, que quien se adueñó malamente de parte de su pensamiento, tampoco hizo nada o mucho por salvarlo. El que es tirano lo es con los contrarios y con los cercanos. Es lo que tiene el poder a golpe de bala.

Creo que en este momento de la historia, si aquellos viviesen, los Carrillo, los José Antonio, la Pasionaria, los Azaña, Alberti, incluso los Franco... harían las cosas y la política mucho mejor de lo que algunos hacen o pretenden hacerlo ahora. Nadie que no vivió, que otros cerraron en concordia, paz y perdón, removería las tumbas a no ser que se pretenda provocar que las heridas que cicatrizaron vuelvan a abrirse.

Me gusta mucho que mi hijo piense en el futuro, pero con estos falsos debates le están obligando a reflexionar sobre el pasado.
Si dependes de situaciones anteriores, pierdes el contacto con lo real, lo que sucede en el momento. 
La ira y el rencor son emociones que nos pueden provocar innumerabes problemas.

Debemos aprender a canalizar, controlar estas y otras emociones negativas.

Mi forma de canalizar, que no negar, las emociones negativas es escribiendo, vomitando en estos cuadernos, o corriendo. Pero no corriendo para huir, como dicen los que no gusta de este deporte, corriendo para desintoxicar la mente.

También con el perdón. La ira, el rencor, surgen porque no se perdona, porque no se pasa página. El perdón es la clave de la felicidad, la paz y la serenidad.

Todo lo que dejamos dentro de nosotros y no expulsamos, todo, afecta a nuestros órganos.

No pienso entrar en los porqué de cada uno, pero sí en lo peligroso de vivir con rencor en cualquier ámbito de la vida.

Lo que fue ya no es. No pudo ser de otra manera. No merece la pena remover, remover y remover.

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