08.06.2018... Despistes!

Se van acumulando los días, se va perdiendo el tiempo que va entre los dedos y no vuelve;  sin darte cuenta terminas y comienzas semanas sin saber muy bien por dónde caminar.

A veces como distraído, perdido en mil pensamientos, de aquí para allá, sin centrar el tiro ni apuntar a una diana concreta.



Anoche me ocurrió algo, creo que fruto de ese ir caminando envuelto en mil temas. Regresaba a casa a última hora, en el tren y, como siempre, tras sacar el billete entré por uno de esos tornos en el que lo introduces y te sale por el otro lado. No sé por qué, de manera instintiva, pensé que en vez de entrar a la estación salía. Cuando me devolvió el billete lo dejé sobre el torno y caminé hacia la línea de tren correspondiente. Justo cuando bajaba las escaleras al andén desperté. Busqué el billete que tendría que utilizar para salir en mi destino y me dí cuenta de que lo había dejado, en no sé que torno de las decenas que hay a la entrada.

Corrí de vuelta a ver si conseguía recuperar mi billete, sin esperanza, ya que en caso de no encontrarlo tendría que pagar la sanción correspondiente, o saltar el torno de salida algo que, a mi edad, pues ni lo veo moralmente apto ni tengo ganas de que me llame nadie la atención con estas canas que gasto.

Recorrí uno a uno los tornos de la zona, mirando cada uno de los billetes que encontraba sobre ellos, hasta que en uno divisé un solo billete sobre él. Lo cogí y lo metí en el bolsillo. Tenía que ser mi billete. La numeración ni se veía. La fecha era la correcta.

Efectivamente, en la salida, tembloroso y expectante, el billete encontrado era el mío. Feliz.

¿Qué hacemos? Centrarnos. No queda otro remedio que centrar.

Es curioso cómo cambia todo en un instante. 

Tal vez una decisión acertada o equivocada hace girar la vida, como estamos contemplando el giro que ha tomado nuestro país.

Soy de esas personas a las que le encanta la política porque creo en la política. El tiempo me ha ido haciendo desconfiar de las personas, que son, al fin y al cabo, los que han generado la desafección social con ese difícil, pero honorable, arte de hacer política desde la esencia del interés general y no particular.

En los últimos tiempos he ido desenganchando hilos, aunque siempre me mantiene el idealismo y la pasión. 

No soy capaz de desconectar del todo. He tenido el privilegio de vivir de cerca la responsabilidad pública, lo duro de la actividad política, la oscuridad y soledad, el navajeo y también las pocas satisfacciones que te aporta el hacer lo que consideras está bien para la mayoría, tanto en el ámbito local como en regional.

Vivo con intensidad los últimos acontecimientos, históricos en este país. No juzgo. Atiendo con pasividad a lo que ocurre desde una opinión más o menos objetiva.

Asumo lo negativo y aplaudo lo que puede ser positivo. Soy crítico y exigente con lo que creo nuestro. No entraré en valoraciones, aunque sí puedo afirmar las diferencias entre unos y otros a la hora de hacer las cosas. El tiempo dirá.

Del nuevo presidente del gobierno de España escribiré próximamente, desde la óptica puramente de gestor de personas y Consultor. Un ejemplo de tesón, de creer en ti mismo y no renunciar pase lo que pase hasta llegar al objetivo.

Pero a lo que voy, prefiero perderme, cada vez más, en la espiritualidad y lo literario. 

Sé dónde tengo mi norte, aunque algunos no lo crean, cada vez sé más lo que es importante y desecho lo que no lo es. Voy saliendo del despiste y configurando los pasos de otra etapa, tal vez la última, de una vida que camina siempre entre luces y sombras, entre versos y silencios, entre la paz y el ruido.

Cada vez valoro más, y necesito, ese viento en la cara al salir a la calle temprano, los olores del campo o el césped de El Retiro en la mañana; el aroma del café antes de comenzar la jornada mientras la ciudad despierta o amanecen los campos. Y antes de dormir, siempre, mirar arriba, tomar aire y aplaudir lo que ha valido la pena hoy, y lo que conviene sembrar mañana.

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