12.05.2018... Caminando.

Los paseos por el campo, en esta época en la que el contraste de lo verde de la siembra que crece, las amapolas que se han revelado al invierno, el cielo azul entre ese infinito de florecillas amarillas, es un reconstituyente vital. Y es vital porque pateando estos caminos, que parece se pierden más allá de las viñas y los trigales, es cuando consigues que esa cabeza descompuesta en mil pensamientos se ordene y agarre a esa luz que desde el cielo parece salir al encuentro de nuestras sombras. 


La experiencia en la vida, más allá del agradecimiento vital, te va haciendo entender muchas cosas. De esas caídas te has levantado, esas balas has conseguido esquivar, de otros envites terminas arrastrado pero no muerto… y es ahí, en esos instantes en los que mirando todo esto que nos rodea, fruto de la belleza natural del campo, cuando Él te agarra desde no se sabe dónde y te dice que no es el tener sino el Ser, que puedes llenarte de todo y estar vacío por dentro, que puedes tener todo pero sin compartir no es nada. 
Lo que tiene la vida es que sabemos cómo va, pero nunca si vuelve. 
La simpleza es a veces especial. Dos palabras, una flor, ese árbol que nos descubre vida donde parece la vida en ocasiones se apaga. Nada se apaga mientras exista una raíz, aunque pueda parecer que esa raíz esté escondida en las profundidades de la tierra. 

De nada vale un inmenso jardín sin flores, una maceta puede acoger la planta más bella. 
“No te niegues la dicha que fue creada para ti a cambio de la infelicidad que tú mismo te has labrado. Dios te ha proporcionado los medios para deshacer lo que tú has hecho. Escucha y aprenderás a recordar lo que eres.” UCDM 
Nosotros mismos nos llenamos de infelicidades porque somos nosotros los que nos provocamos necesidades absurdas. 

Tras caminar golpeándote contra ese viento que te despierta y te atraganta de sabores a hierbas, únicamente te queda la gratitud y la dicha del ser y el estar aquí en el Ahora.

El camino dirá.

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