27.04.2018... Reflexiones entre el Ser y la Nada.

Hace algún tiempo, no hace un mes, escribí por aquí unas notas que titulé 'Defender a los nuestros' (Si quieres puedes leer pinchando AQUÍ). Entonces, al hilo de unas reflexiones, escribí esto:
He visto aplaudir a personas y los mismos que lo han hecho, momentos después hacer las críticas más feroces con la misma hasta hundirla. Digo esto por los aplausos eufóricos que ha recibido, por ejemplo, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, mientras asistía a la Convención del Partido Popular en Sevilla.
Bien, tristemente, y como ocurre siempre, ahora estamos ante la situación segunda: de los aplausos se ha pasado a la más feroz crítica. Aquellos cientos que aplaudían hoy lanzan sonatas malolientes contra la misma persona.

Somos víctimas de nosotros mismos. 


El canibalismo político existe. Se comen unos a otros. No hay piedad y la maldad humana cohabita entre la sangre y las heridas no cerradas.

El rencor, la ira, el despecho y el odio aparecen en quién se siente traicionado, en quién espera un trato de favor que no recibe del otro, en el herido abandonado en el camino hasta ver si se desangra.

La condición humana es así, pero no todo lo humano es así. Nadie es libre de pecado.

¿Vale todo contra el adversario?

Todos los que hemos pasado por ese mundo, el político, sabemos cómo se actúa porque lo hemos sufrido y porque, en alguna ocasión, ese instinto animal, irracional, nos puede surgir.

Más allá de los idearios políticos, las organizaciones están compuestas por personas y las personas terminamos por envolvernos en un halo de ambición y poder que nos hace perder nuestros principios más fundamentales o esos valores con los que crecimos.

Y sí, reconozcámoslo, sin querer te dejas llevar por el aplauso fácil, por el pelota de turno que lo único que pretende es que le des de comer hasta que llegue otro mejor, a despeñarte por el barranco, y dar un saltito más a su alrededor y seguir comiendo. Son los más peligrosos. Siempre están y van alimentándose de lo peor de cada uno hasta llegar al poder.

Los hechos ocurridos esta semana, por todos conocidos, son más que desagradables: espeluznantes, denigrantes, grotescos y humillantes.

No pienso entrar a describirlos porque más parecen una novela o película que una realidad. Hemos asistido, en directo, a una vendetta política. 

Ni mucho menos voy a hacer una valoración de juicio. Pero sí algunas reflexiones.

¿En manos de quién o quienes hemos estado o estamos?

¿Si estos presuntos hechos se conocían, cómo alguien aupó a las más altas responsabilidades a esta persona que, por otro lado y que quede constancia, conozco y respeto?

¿Cómo a sabiendas de la existencia de esos documentos, se provoca una crisis y no se da un paso atrás hace un mes?

¿Quién guarda, compra, vende, ese documento gráfico para provocar este daño político y personal, a una organización política y a una persona?

¿Se ampara y aúpa a otras personas, con iguales o parecidos problemas como responsables públicos y políticos?

¿Unos están obligados a dimitir y otros no? 

¿Se salvaguarda la seguridad ante la justicia de unos pero de otros no?

¿Cuántos dossier, documentos, más existen de unos u otros?

¿Para qué? ¿Con qué intención?

¿Esas declaraciones de 'defender a los nuestros', repito, para quién o quienes son? ¿Para unos, para otros, para los míos, para todos?

¿Quién se va a hacer responsable del daño que todo esto, todas estas decisiones, unas y otras, han provocado a una organización política, como es el caso?

Y sí, cierto el dicho, a final se cobra con la misma moneda.

Tendemos a juzgar pero no nos gusta que nos juzguen. 

Nos contradecimos continuamente en nuestras opiniones, sobre hechos o sobre los demás, continuamente. 

Cuando una opinión no es igual a la nuestra, o no obedece a nuestro interés, la desechamos, ridiculizamos al que la hace o, simplemente, le 'liquidamos' (entiéndase el término en el contexto).
Somos una sociedad exigente con el resto pero no con nosotros mismos.
Me apena mucho lo que ocurre. Me apena mucho incluso saber, y reconocer, que tengo, como muchos, parte de culpa en todo ello.
No critiques al otro, no veas sólo el mal en sus actos; nadie somos quién, ni ninguno libre de pecado. Si acusas puedes ser acusado. 
Nadie somos dueños de la verdad porque ¿qué es la verdad?

Hemos dejado de Ser y eso terminará por destruir los pilares en los que se sustenta una sociedad.

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