17.09.2017... Decidir ir hacia delante.
Lo primero que te ocurre, al menos a mi, al poco de sentarte en el sillón, es que te entra una especie de morriña inesperada que pretende acabar contigo por toda la tarde, así que, en mi caso, en cuanto observo que aparece ese ataque de somnolencia y pereza, levanto antes de que sea tarde y me pongo a escribir algo por estos cuadernos hasta que creo, vistas las tonterías que voy escribiendo, que he despertado del todo.
Las temperaturas cambian de un día para otro como olvidándonos que prácticamente ayer no llevábamos mangas y hoy buscamos las chaquetas.
Por fin esta mañana esa carrera tan esperada y deseada a nuestro Cerro de los Ángeles. Una mañana fresca, pero con un sol de los que hacen brillar las piedras de los caminos.
Necesitaba de esos kilómetros, 16 han quedado, como el comer. No es solo un cansancio y dolor de piernas agradecido, es la conversación que entre zancada y zancada nos acompaña a C y a mi.
Repasamos tanto, nos dejamos ver tanto, entre opiniones, reflexiones y consejos que, cuando pasa el tiempo sin haber coincidido, lo echamos de menos convirtiéndolo en necesidad. Son 10 años ya desde que comenzamos nuestro particular entrenamiento y, desde entonces, con todas las vicisitudes, historias, obstáculos, ahí seguimos estando uno y otro, sintiendo los silencios, los sofocos y los desahogos de ambos en todos los caminos que nos acompañan.
Todo es esfuerzo en esta vida si se quiere conseguir algo. Todo es proponerte y tener claro un objetivo o una meta. No me canso ni me cansaré de escribirlo y decirlo. Nada nos viene porque sí, apareciendo frente a nosotros sin haber dado un paso para ir a buscarlo. Y todo, todo, está en nuestra mente: la parálisis o la acción.
Soy un ávido lector de libros y estudios sobre liderazgo, motivación, éxito, inteligencia emocional, coaching... y todo aquello que tenga que ver con el desarrollo de las personas. Preparo conferencias, doy clases y escribo constantemente sobre ello. De cada autor aprendo y extraigo lo mejor que puedo. Experimento en mi mismo aquello que luego aconsejo. Incluso aconsejo lo que luego, en ocasiones, soy incapaz de llevar a cabo. Aun así, para mi, de donde más sigo aprendiendo es de las personas. Escuchar a personas que han pasado o pasan por dificultades, de una u otra manera, que han conseguido, o consiguen, superar esos obstáculos o adversidades es la mejor clase, o el mejor apunte que uno puede llevarse a casa. Pero también me gusta escuchar y sentir a esos que, por contra, quedan bloqueados en el sin fin de la adversidad, pensando, de manera equivocada, que es su final. Son dos tipos diferentes de los que se aprende. A uno tienes que desbloquearle y ayudarle a levantar y el otro convierte su adversidad en oportunidad de aprendizaje.
El otro día, esta semana, tuve uno de esos almuerzos, con una persona que conozco, en los que te vas con una de esas lecciones que predicas mejor aprendida en el ejemplo.
Hoy lo tengo más claro que nunca, la mente y la actitud de una persona son capaces de hundirla o levantarla. En la misma adversidad alguien es capaz de no levantar cabeza y otros utilizar la caída para reinventarse.
La persona en concreto, con la que estuve, sin entrar en hechos ni motivos, ha sufrido uno de esos traspiés en la vida de los que te hacen dar con el cuerpo en la lona. Como a él, a muchos otros les ocurre o ha ocurrido lo mismo. La diferencia es que, en este caso, ha asumido con una especie de humildad el golpe que la vida, por errores o por el motivo que sea, le ha dado y ha decidido que, a partir de ahí, o se hundía en la miseria para siempre, o se levantaba, dejaba de mirar atrás y se ponía a construir futuro.
Me comentaba que, cuando te ocurre algo así, cuando pierdes todo en la vida, lo único que tienes que pensar es que lo que pierdes es material y que lo material no es la vida. Si estás vivo y fuiste capaz de levantar lo que has perdido, puedes volver a hacerlo. Con lo cual, debes de asumir lo que te ha pasado, debes levantarte del suelo, volver a ponerte en pie, visualizar y pensar lo que quieres en tu futuro. Por un tiempo tienes que dejar de pensar en el HOY y ponerte a pensar en el mañana.
Una vez que pasas el duelo de volver a adaptarte al medio con humildad, te puedes quedar parado, sentado en el sofá, mirando cómo pasa el tiempo, cómodo; o puedes salir a la calle, saltar al campo, jugar, arriesgar y ganar.
Hay que hacer que las cosas pasen. Nada ocurre porque sí.
Nuestra mente es la única que nos pone límites a la hora de conseguir algo. ¿Cómo consigo algo? Buscando el camino.
Hay que ser constantes. Poco a poco se llega a más.
Hay que empezar YA. ¿Para qué esperar a mañana? Cada hora es una hora perdida, cada día es un día perdido.
Hay que visualizar el futuro desde el presente.
No hay que dispersarse, hay que focalizar, apuntar y a por ello.
Hay que ser ambiciosos, pero nunca avariciosos.
Todo es posible, sí, pero para que sea posible debemos querer que sea posible y hacer con todas nuestras energías que lo sea.
Vivimos en una sociedad en la que todo el mundo quiere mucho, pero no hace nada. Quiero ser millonario sin ningún esfuerzo. Nuestros hijos, por ejemplo, hartos de ver en las televisiones a jóvenes que se hacen ricos por su cara bonita, o a esos futbolistas que van de un lado a otro a cambio de cantidades de dinero realmente espeluznantes, creen que ser millonario se consigue saliendo al portal y dando un chasquido de dedos.
Otros, en cambio, creen que hacen mucho, pero como tienen mala suerte a ellos no les va bien. Posiblemente no hagan más que revolotear. Vivimos en la cultura del autoengaño.
Cierto es, y es algo que trato de explicar a mi hijo y alumnos, que el éxito no está en ser millonario. El éxito está en hacer lo que te gusta, poder vivir de ello, y cumplir con tus objetivos y metas en esta única vida que tenemos. Solo tenemos una vida.
Pero para lo uno o para lo otro, si te sientas en el sillón de casa a esperar a que llegue algo, lo normal es que lo máximo que te caiga del techo es el halógeno mal colgado.
Para conseguir algo, lo que sea, hay que hacer; para cambiar las cosas hay que hacer algo.
Deseo, Decisión, Determinación y Disciplina. Son las 4 D's que explica Brian Tracy. Me encantan y son esenciales.
Deseo para obtener lo que deseas. Ese deseo que te nace desde dentro, te motiva y despierta.
Tomar la Decisión de cambiar, de ir a por lo que deseas, de elegir entre quedarte como estás o estar como te gustaría estar.
Ir a por ello mediante la acción. Si te quedas parado no ocurrirá nada. Sin acción una Decisión se queda en algo ilusorio y por eso necesitamos Determinación.
La acción debe mantenerse en el tiempo. Tampoco vale de nada comenzar algo para luego, a la mínima, abandonarlo o dejarlo de lado. Debemos ser constantes, tener perseverancia que nos capacite para superar todos los obstáculos, Disciplina. La Disciplina nos permite crear hábitos, buenos hábitos que nos lleven a alcanzar ese éxito que deseamos.
Todo se consigue de la misma manera: caminando, pase lo que pase.
Ahora que comienzo el mes, envuelto ya, como siempre, en varios proyectos, unos que continúan, otros que aparecen, a veces cansado del tiempo, otras pletórico y orgulloso de crear, de sentir y, sobre todo, de esas personas que te rodean y acompañan con la misma ilusión o más, pienso que una vida sin objetivos y metas no es una vida.
Levantarme cada mañana, ponerme en camino, en acción, con las ideas claras y con los objetivos focalizados, sonriendo, ilusionado de que, por muy mal que vayan las cosas, otro día nos da la luz y siempre, con determinación, constancia y disciplina, superaremos los obstáculos que el camino ponga frente a nosotros. Querer es Poder.
Y volviendo a los buenos hábitos, hoy os dejo por aquí mi canción motivación con uno de mis favoritos...
Y volviendo a los buenos hábitos, hoy os dejo por aquí mi canción motivación con uno de mis favoritos...
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