08.08.2014... reflexiones de verano...


Bello pasaje lo que nos dice el Evangelio de hoy: (Mt 16,24-28): "En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino».



No sé muy bien cuales son, o deben de ser, las cualidades de un buen hijo, un buen padre, un buen hermano o un buen marido. Sí creo saber, tras años en el camino, cual o cuales son las cualidades de un buen hombre. También sé, a nadie se le escapa, que nadie lo es porque sí, que nadie nace lleno de virtudes sino todo lo contrario. Uno se va haciendo bueno con el tiempo, cuando trabaja sus defectos y trata de cuidar y mimar sus virtudes. 
Nacemos llenos de defectos. El paso del tiempo nos hace conocerlos y así, tratar de corregirlos. 
Creo que deberíamos aprender a valorar más las virtudes de los demás que sus defectos. Dedicamos demasiado tiempo a criticar o enjuiciar al resto tratando así de ocultar nuestras deficiencias.
Ayer salí a correr con mi hermano, hoy también. Puede ser que hayan pasado un par de años desde que salimos juntos por última vez. Nos fuimos al puerto a un ritmo no forzado,  tranquilos. No hablamos mucho ya que todavía no tiene una forma física óptima, pero aguantó bien. Creo que momentos así consiguen que los veranos, estos períodos tan distintos de lo habitual, merezcan la pena. Disfruté mucho en esta hora de esfuerzo y conversación. 




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