Ensuciar el agua de la fuente que en su día te dio de beber para quitarte la sed, es tan peligroso como que finalmente el envenenado puedes ser tú.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30