Del inicio al fin de nuestros días no es nuestro cuerpo quién nos mueve. Es el cerebro, desde su altura, el que nos hace andar o parar, levantarnos o sentarnos; nos dirige.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30