"¡Ser, o no ser, es la cuestión!" decía el maestro Shakespeare en boca de su personaje Hamlet. Pero nosotros ni somos Hamlet, ni mucho menos Shakespeare, aunque algunos, por desgracia, ni siquiera saben de la existencia ni de uno ni de otro. Pero utilizo esta cita como introducción a mi pensamiento o reflexión de hoy:

Y es que la cuestión no es ser o no ser, la cuestión es querer ser. Ser porque nos sentimos los mejores para ser. Ser porque nos lo creemos, porque tenemos ilusión y ganas, porque nos sentimos los mejores, porque lo deseamos y podemos, porque creemos en nosotros por encima de todo y nadie. Ser porque si no lo llego a ser al menos no será por no haberlo intentado. Esa es la verdadera esencia del 'ser' lo que se sea; esa es la única forma de perseguir nuestros sueños y objetivos, de transmitir nuestras ilusiones a los demás y hacerlos partícipes de ello.

Ser el mejor, no dejar de serlo cada día, en aquello que nos encomienden o nos propongamos: el mejor hijo, el mejor padre, el mejor amigo, el mejor hermano, el mejor compañero o el mejor esposo, el mejor vecino o el mejor ciudadano, el mejor empresario o el mejor albañil, el mejor concejal o el mejor diputado, el mejor comercial o funcionario, el mejor portavoz o el mejor alcalde, el mejor candidato, el mejor presidente de un gobierno o el mejor presidente de la asociación de recolectores de corruscones de mi pueblo (no sé si en Minaya, tierra manchega, existirá tal asociación pero de seguro, si existe, su presidente será el mejor).

Ser el mejor es 'ser' y creer en uno mismo de principio a fin, hasta el final, pase lo que pase.

Si uno no cree que es el mejor, lo mejor es no 'ser' lo que se sea. Si uno no cree que es el mejor, cómo va a transmitir a los demás ilusión, pasión, compromiso. Si uno no cree, no confía en sí mismo, ¿para qué está entonces? ¿No será mejor marcharse, cuanto antes, y no hacer perder el tiempo a los demás? ¿No será mejor ser aquello que verdaderamente se quiera ser, aunque no signifique social o familiarmente nada?

Lo que está claro es que si no se desea, o no se quiere ser, nunca se llegará a ser ni 'eso' ni nada que se le parezca. Conformismo puro. Falta de pasión. Falta de confianza en uno mismo y en nuestra capacidad o posibilidades. La capacidad es algo que nos marcamos nosotros mismos.

No me importa que me digan que soy creído. De verdad no me importa. A estas alturas de mi vida, en este ecuador mío que espero del Eterno, sin abuelas pero con abuelo, qué más me da lo que digan los demás ante reflexiones como ésta: he sido el mejor de lo que he sido -y mira que he hecho cosas, mejor o peor, pero las he hecho-; de lo que no he llegado a ser, aunque al menos lo he intentado, todavía sigo pensando que hubiera sido el mejor.
Y si alguien piensa lo contrario, al menos a mi no me van a quitar lo 'sido' porque 'sido' lo 'he'... y lo que no 'he sido', todavía está por ver.
De lo que hago, no dejo de intentar cada día ser el mejor aunque en muchas ocasiones, sinceramente, la competencia es grandísima porque los antecesores ponen el listón muy alto.

Dicho y escrito... es lo que pienso.

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