Dice el Hermano Roger de Taizé que...
"En la misma época de Juan XXIII, había en Constantinopla un santo testigo de Cristo de la misma vena profética, el patriarca ortodoxo Atenágoras. Al visitarlo, levantaba la esperanza comprender cómo este hombre de 86 años, pobre de medios, sometido a una situación compleja, irradiaba de cerca y de lejos. Tenía la grandeza de la generosidad. No le habían faltado las pruebas, y, a pesar de todo, permanecía lleno de esperanza. «Por la noche, cuando entro en mi habitación, nos decía, dejo mis preocupaciones tras la puerta, y me digo: ¡ya veremos mañana!»"
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