'Acción de Gracias' por José María Marco

Me viene al pelo este artículo de opinión que publica en La Razón de hoy:

En Europa no existe la costumbre norteamericana de dar gracias por lo recibido durante el año. También se ha ido perdiendo un poco la costumbre de «bendecir la mesa», que era una forma de agradecer el don de los alimentos, del calor, de la reunión, muchas veces familiar. Estas fechas son buenas para volver a esta costumbre. Cuando María dio a luz, cuenta San Lucas, envolvieron al niño en pañales y hubo que acostarlo en un pesebre porque no había sitio en la posada. La primera razón para dar gracias es, claro está, la aparición entre nosotros del Mesías, de Dios hecho hombre. Ahora bien, Jesús no vino al mundo a que lo adoremos, aunque esa sea, naturalmente, la reacción de los pastores en el mismo Evangelio de San Lucas, y el encargo de los magos de Oriente en el de San Mateo. Jesús, el Redentor, se ha hecho hombre para salvarnos. Y no mediante un intercambio, aceptando, como un dios autosuficiente y distante, los sacrificios que en su nombre podamos hacer o las oraciones con que le alabamos. Dios se presentó entre nosotros con una intención más sencilla, como el pesebre en el que le alojaron, y al mismo tiempo más inaudita aún que su presencia. Se hizo hombre para que supiéramos sin duda alguna de su amor, para que fuéramos capaces de aceptar ese amor que da sentido a nuestra vida, y también porque Dios, en su grandeza inconcebible, requiere de nuestro amor como un niño recién nacido. Así es como nuestra vida entera, sea grande o humilde, y por terrible que sea el sufrimiento que nos toque –nunca mayor que el que aceptó Jesús–, se convierte en un gesto de agradecimiento. Dar gracias a Dios, en particular en estos días, es manifestar nuestra disposición a aceptar en toda su dimensión ese don gratuito y sin límites del que a veces, por distracción, por dejar las cosas para otro día, nos olvidamos.

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