No me gusta insultar a nadie. De verdad, es algo que me parece fruto del rencor o de la 'amargura' personal. No debemos insultar a nadie por mucho que creamos lo merezca. Mi consejo es que si algún día te puede más el desahogo y el deseo y no puedes evitar hacerlo, insulta hacia dentro sin que el receptor lo escuche. El mejor insulto que se puede dedicar siempre será aquel que no se dice. es mi teoría y mi consejo.

Comentarios

Por si te interesa...

Padre Nuestro en Hebreo

Cinco maneras de organizar un libro de poemas.

Diario de un Estoico II. La posibilidad de lo imposible. Semana 30